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Ford Fiesta XR2 vs Escort XR3 vs Granada 2.8i vs Capri 2.8i
La tradición deportiva que Ford lleva ligada a su nombre no se queda en los circuitos o en las pistas de los rallyes: se hace extensiva a sus vehículos de serie en versiones especiales dirigidas a un público especial. De esta forma cada modelo de la gama (a excepción del Taunus, modelo que será sustituido a finales de año) cuenta con un nivel de acabado «sportivo» en el que destaca tanto la motorización como el equipamiento en un completo y atractivo paquete de extras.
Tres de los cuatro coches que en esta ocasión nos ocupan, ya son conocidos por nuestros lectores a través de las respectivas pruebas que en su día aparecieron en las páginas de AUTOMOVIL. Pero nos pareció una idea interesante y divertida el reunirlos a todos con motivo de la aparición del nuevo Granada con paquete 2.8i.
Y es que resulta poco frecuente en el sector del automóvil de nuestro país encontramos con una operación de marketing tan ambiciosa. Hay que reconocerle el mérito a la marca del óvalo azul pues sentó un precedente importante en los sistemas de producción y ventas que las restantes firmas, más o menos convencidas, se han visto obligadas si no a imitar sí, al menos, a tener muy en cuenta.
No todos tenemos los mismos gustos ni mueven nuestros intereses los mismos motivos a la hora de elegir vehículo. Se podrían establecer muchas clasificaciones. Mas entre todas destaca una, posiblemente minoría, para la que el coche no es un mero instrumento de transporte. El automóvil es para este tipo de personas un medio para alcanzar su propia realización. En ellos el afán, la necesidad interior de dominar a la máquina se convierte en una exigencia de competitividad y eficacia hacia la misma.
Esta inmensa minoría de inquietos conductores también tenía derecho a disponer de un vehículo acorde a sus exigencias (sin tener que recurrir a los costosos servicios de un taller preparador pues, en la mayoría de los casos no es necesariamente la competición el fin pretendido) y, sobre todo, tienen derecho a elegir.
No vamos a proceder aquí a una prueba comparativa pues las características de nuestros cuatro protagonistas son claramente dispares. Cada uno tiene su propio destinatario de acuerdo a una serie de necesidades paralelas como es la capacidad, entorno en que se va a mover, representatividad y, cómo no, posibilidades económicas del comprador.
Sopesando todos estos puntos (y los que se le ocurran) podrá decidir cuál de ellos le interesa, si así es, en comparación con el resto del mercado. Por ahora pasaremos a una descripción objetiva de los pros y contras de estos cuatro representantes Ford.
IMAGEN AGRESIVA
Si cada uno de ellos es ya de por sí agresivo, el más espectacular sin duda es el Granada, aunque, a pesar de su gran tamaño posee una compacidad de líneas que visualmente lo hace parecer menos aparatoso.
Los elementos aerodinámicos se reducen en el Granada a un faldón delantero y a un spoiler en el extremo del maletero, aún más prominentes que en el Capri.
El Escort y el Fiesta también poseen estos aditamentos; el pequeño XR2 incluye además aletines en los cuatro pasos de rueda, mientras que en el caso del XR3 éstos se reducen a unos d.eflectores aerodinámicos ante cada una de ellas.
Las llantas de aleación y los dobles retrovisores exteriores son elementos comunes que completan el equipamiento exterior.
Todos disponen de proyectores halógenos de largo alcance: el Capri los lleva ya incluidos, encastrados, en su diseño; mientras en los otros tres son elementos supletorios, montados sobre el paragolpes delantero.
Acabados en negro mate en paragolpes y molduras, así como las llantas pintadas en color crema metalizado (Granada) o la banda lateral en degradé (Fiesta) son detalles de personalización que caracterizan a estos modelos.
HABITACULO - COCKPIT
No podía quedar el interior de estos cuatro gladiadores sin ponerse a tono con el resto del vehículo. Queriendo parecerse más a un cockpit que a un sala de estar no se ha olvidado, sin embargo, las más elementales normas de confort.
Los asientos que equipan el Fiesta y el Escort, aunque no son los Recaro del Capri o del Granada, no se quedan muy a la zaga en cuanto a comodidad y eficacia. El diseño en todos ellos es claramente deportivo, con prominentes sujeciones tanto en la banqueta como en el anatómico respaldo. La postura es relajada y segura pues sujetan bastante bien el cuerpo de los ocupantes. Sólo en el Capri el asiento se queda un poco estrecho de hombros (probablemente para facilitar el movimiento del brazo en los cambios de marchas).
En el Fiesta resulta chocante la posición del volante, inclinado sensiblemente hacia la izquierda y con su eje descentrado, como queriendo llegar a toda costa a la altura del conductor. A pesar de ello la conducción no se ve afectada en absoluto y sólo reparamos en esta curiosa conformación al realizar maniobras de aparcamiento.
Si el conductor del Granada tiene las piernas largas no hay problema; la banqueta del baquet es extensible en varios puntos proporcionando sujeción en las corvas a usuarios de todas las tallas.
Tumbados en los asientos del Capri nos encontramos a tono con el potente coupé. Nuestra vista apenas llega a la mitad del capó, pero esto es parte de la filosofía de este modelo, un clásico deportivo en toda regla.
En cuanto al Escort, sólo el volante, desmesuradamente gordo, afecta a lo que podría ser un puesto de conducción ideal.
El apartado de instrumentación ha sido poco tenido en cuenta a la hora de establecer una diferenciación con respecto a los modelos básicos.
En el Fiesta el tablero es francamente pobre: sólo un termómetro de agua (además de los chivatos habituales) informa de las condiciones de funcionamiento del motor. En el XR3, un tablero mucho más vistoso y aparentemente más completo no incluye más equipo que el XR2 como no sea el sistema de checkcontrol automático o el económetro. Y estos detalles electrónicos ya vienen de serie, junto al reloj horario digital con cronómetro y fecha, en el acabada Ghía.
El Granada y el Capri ya cuentan con más controles (amperímetro, presión de aceite, temperatura de agua) distribuidos simétricamente en el tablero del coupé, en una disposición muy clásica, mientras en la berlina los instrumentos y mandos, estudiada su situación ergonómicamente, recuerdan más la cabina de un avión.
AGILIDAD DE MOVIMIENTOS
Es menos trabajoso maniobrar en parado los dos modelos grandes, que disponen de dirección asistida. Al ir equipados de anchos neumáticos es tanta la superficie de rozamiento, que girar las ruedas de los pequeños en parado requiere un auténtico esfuerzo y eso que en el caso del XR3 la dirección está más desmultiplicada que en el Fiesta, con casi cuatro vueltas de volante de tope a tope contra las tres del XR2.
El Fiesta es capaz de moverse como un ratón, con una agilidad de movimientos y reacciones inimitable por sus tres compañeros. En el caso del Escort el manejo es claramente más lento, pero adecuado al comportamiento neutro de esta veloz berlina.
En el Capri influyen decisivamente el peso y el calzado: la sensación es que el coche va pegado al suelo y hay que llevarlo con trazados suaves, pues no conseguimos hacerlo resbalar de atrás; se puede forzar el sobreviraje a base de un golpe de acelerador, pero sobre todo en curvas con piso poco adherente, controlando con el volante. El peso en el largo morro le da una tendencia ligeramente subviradora, pero el excelente agarre de los neumáticos y la firme amortiguación corrigen el mal antes de manifestarse: sólo en curvas muy fuertes se deja adivinar.
La sorpresa está en el Granada, un coche de tonelada y media que se mueve con la agilidad de un gato. Con una relación peso/potencia muy razonable, y un conjunto de bastidor y ruedas excelente, la manejabilidad de la máxima versión Ford puede considerarse una de sus principales virtudes.
Las suspensiones han sido reforzadas en las cuatro realizaciones, con barras estabilizadoras traseras en Granada, Capri y Fiesta y amortiguadores Bilstein de gas en todos menos en el XR2.
El comportamiento dinámico es pues, en los cuatro modelos, impecable. La pisada es firme y los trazados sin titubeos comunicándose perfectamente a las manos del conductor incluso en el caso de los que llevan servodirección.
MOTORES PARA CORRER
Dos motorizaciones son la clave de las prestaciones. El Capri y el Granada comparten el propulsor de seis cilindros en V de 2.792 c.c. alimentado por inyección y que proporciona respectivamente 160 y 150 CV a 5.700 r.p.m. En el segundo se ha perdido en potencia máxima, pero se ha ganado en elasticidad: el par máximo se alcanza a más bajo régimen (aunque se han perdido 0,5 kgm.). Por su parte el Escort XR3 y el Fiesta XR2 comparten cilindrada, aunque sus propulsores son bastante diferentes. El que impulsa el Fiesta es el clásico motor Kent de fundición, conocido en los antiguos Escort y que tantos éxitos deportivos ha proporcionado. El del XR3 es el nuevo CVH, de cámaras hemisféricas, bloque aligerado y culata de aluminio que proporciona 96 CV frente a los 83 del XR2.
En prestaciones se imponen los 160 CV del Capri, que logra pasar la barrera de los 200. La única pega es la caja de cambios, de sólo cuatro relaciones; demasiado largas a pesar del excelente par.
El Granada, con un motor también muy elástico, le sigue muy de cerca tanto en aceleración como en velocidad máxima (ver cuadro). El Escort, aunque no alcanza al Granada en la máxima, sí lo deja atrás en la salida. La aceleración de 0 a 100 es mayor aunque se ve alcanzado en los 1.000 m por su hermano mayor. El Fiesta iguala la prestación del XR3 en los 100 m, quedándose a 2 décimas de segundo en los 1.000.
Estos cuatro dinámicos guerreros son capaces de proporcionar satisfacción a sus conductores prácticamente en cualquier terreno y situación (andándose siempre con cien ojos con tiempo húmedo y condiciones resbalosas pues mucha rueda puede convertirse en un arma de doble filo y no nos podemos dejar engañar por la nobleza que demuestran con buen piso).
Aunque el cuarteto de deportivos ya incluye en su «paquete» de extras cantidad de detalles personales siempre existe una amplia oferta de opciones que completarán nuestro juguete, como es el equipo de música, el techo practicable, los elevalunas eléctricos, el cierre centralizado de puertas, o el aire acondicionado que, cómo no, forman parte todos del equipo de serie del sofisticado Granada. · Autor: C. Hernández Herrero (AUTOMOVIL nº 55, agosto 1982)
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