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Ford Granada/Consul
La convención Ford celebrada en Madrid tuvo como uno de sus principales protagonistas a un nuevo modelo de coche para el mercado europeo: el «Granada». Este coche ha estado en secreto para todo el mundo hasta su presentación a la prensa en Marbella, aunque la información y publicación de las pruebas fueron embargadas hasta el 8 de marzo, fecha de su nacimiento oficial en el Salón de Ginebra.
Por cortesía de Ford fuimos invitados para comprobar las múltiples bondades del «Granada» y «Cónsul». Jaime Sainz de la Maza formaba también parte de la expedición como ejecutivo de la Agencia de publicidad que lleva la cuenta de don Henry en todo el mundo, así que nos ha parecido conveniente publicar las dos opiniones, de Jaime y mía, ya que ambos rodamos en tándem con los modelos. Ahí van.
El coche es bonito. Y ya casi no hay que decir más. Es grande y sustituirá en tamaño a los modelos de Taunus. Exteriormente, el «Granada» y el «Cónsul» se diferencian poco. Más bien nada. A excepción de unos faros antiniebla que el «Granada» lleva y el «Cónsul» no. Tipo coupé, y cuatro puertas. Una reducida historia que puede servir si contemplamos las fotografías. El coche gusta a todo el mundo porque tiene una elegancia natural. Es armonioso, de líneas alargadas y su tamaño no es el descomunal de los coches norteamericanos. Los colores metalizados y el techo forrado de vinilo en los modelos de tres litros, contribuyen a acrecentar aún más el efecto estético. En los tests proporcionados por Ford en Marbella colocamos un «excelente» en el casillero que correspondía a este apartado.
Un tiro. Dentro del capot hay 138 caballos DIN de los de verdad. En esto de las cifras los alemanes no suelen mentir. Y cuando uno aprieta el acelerador se da cuenta de que existen de verdad. 3.000 c.c. y seis cilindros en V, proporcionan fuerza más que suficiente para rodar por cualquier tipo de carreteras y reírse hasta el final de todo el mundo. ¿Que en curvas su tamaño es grande? Bien. Pero una recta, por pequeña que sea, sirve para dar una lección al atrevido y desconsiderado que se atrevió a tomarnos la delantera en las curvas. Se aprieta a fondo el acelerador y... los resultados no se hacen esperar. Se siente la espalda hundida en el respaldo y una fuerza incontenible hace que toda la estructura parezca volar. La elasticidad es tremenda. Posee un desarrollo muy largo y se puede circular a baja velocidad en marchas largas, mientras que también se pueden apurar para conseguir los más óptimos resultados. La potencia, buena potencia, se consigue a partir de las 2.000 revoluciones y se puede estirar la broma hasta las 6.000, sin que aquello padezca demasiado. Al menos así nos lo pareció a nosotros. Uno diría que el motor del Cónsul GT es algo más potente que el del Granada. Particularmente, tuve la sensación de que subía más rápidamente de vueltas y que se aprovechaba mejor el terreno. En el modelo automático, aunque tiene la misma potencia, la cosa cambia radicalmente, porque no se puede hacer uso de la palanca de cambios y se amontona el trabajo en las curvas que es un primor. Jaime, en un momento de despiste, pisó el embrague del automático. Como allí no hay embrague sino un pedal de freno enorme, los resultados fueron... encantadores.
FRENOS
Buenos, pero mejorables. Al pisar el pedal correspondiente se siente seguridad y firmeza, pero hay que darse cuenta de que el coche pesa 1.300 kilos, lo que quiere decir que en momentos apurados, cuando llega la curva a velocidades gordas, nos da la sensación de que el coche pesa algo así como cuatro o cinco mil toneladas. De cualquier forma los frenos responden a la perfección y no acusan pérdida de efectividad. El recorrido Marbella-Málaga-Granada es más que suficiente para dejarse en él diez o doce mil juegos de pastillas de freno. Exageraciones aparte, los frenos del Ford, en todas sus versiones, se resintieron muy poco en este trayecto, a pesar de la cantidad de puertos existentes curvas de paella, frenazos bruscos (producidos por culpa de la emoción de sentirse con más de cien caballos entre las manos). En el automático están más dimensionados y es lógico, puesto que aquí la reducción a base de motor es Juan y Manuela. A mí me da la sensación de que, aunque fuesen un poquito más efectivos, o al menos diesen esa sensación, no pasaría nada.
SUSPENSION-ESTABILIDAD
Capítulo gordo, espectacular, aparatoso y lleno de cosas amables para el coche en cuestión. La confortabilidad es uno de los lujos, múltiples lujos de que disfrutan estos modelos. Los caminos de cualquier tipo que sean no afectan al pasajero en absoluto. La carretera de Málaga a Granada gracias al enorme cuidado que pone en ella Obras Públicas es una fiesta continua de baches y cráteres en donde anidan conejos, lobos y osos pardos. Es el lugar más idóneo para filmar películas lunares. En este tipo de pavimento, en donde es raro encontrar un poco de asfalto en buenas condiciones, los amortiguadores del Ford transmiten al habitáculo una enorme comodidad. Como es lógico, a pesar de esta bondad, dichos amortiguadores, al final del viaje, quedaron blanditos y mantequillosos, gracias al empeño puesto por nosotros en demostrar su eficiencia.
La estabilidad es enorme para un coche de estas dimensiones y tamaño. Las suspensiones independientes (ya se abandonó el eje rígido en la trasera) contribuyen a que el coche se sujete maravillosamente bien en todo tipo de curvas. Algo que hay que tener muy en cuenta en este apartado es la total ausencia de balanceo en curvas, que para un coche de tanto peso y volumen, resulta un auténtico alarde de estudio por parte de los diseñadores.
Comodidad, comodidad y comodidad en todos los modelos. En el Granada más que en el Cónsul, porque los asientos de este último son menos lujosos y con peor estudio anatómico que en aquél, lo que no quiere decir que sean incómodos. Lo que pasa es que en un coche con estas características, hay que rizar el rizo y exigir. Todos los detalles para que uno se sienta a gusto han sido pensados concienzudamente y, realmente, el resultado es espectacular.
Pues la terminación es alemana y con eso está dicho todo. Los materiales empleados son de una calidad desusada. Todo está en su sitio y todo resiste a la perfección. En una recta en la que circulaba a más de 150 km/h, me metí de lleno en un badén de mucha categoría. Más o menos calculo que el vuelo fue de una docenita de metros. Pues bien, a pesar de la espectacular caída, allí dentro no se resintió nada. Todo seguía en su sitio y nada sonaba a descuajeringado. Sospecho que en un automóvil de los que se fabrican en España, cualquiera que sea, el «strip-tease» hubiese sido completísimo. Por eso digo que el acabado es alemán.
Particularmente opino que es un coche ante el que hay que descubrirse. La terminación de todas las piezas es perfecta. Bien conseguida. Se conduce muy bien y con completo control, a pesar de que el Granada lleva una dirección asistida que en curvas rápidas produce la molesta sensación de no hacerse uno con ella. No transmite nada a las manos. La buenísima potencia del motor hace que se pueda salir honrosamente de cualquier tipo de situaciones. La comodidad es enorme y solamente diremos, por poner alguna pega, que los faros no son de yodo. A estas alturas debieran serlo. Bien, pues, por la Ford alemana y por la presentación que ha hecho a la prensa en Marbella.
Texto: FERNANDO CUBEDO
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Yo he leído muchas pruebas de coches en muchas revistas del ramo. Y yo no estoy dispuesto a perderme la oportunidad de probar cualquier cosa que se automueva; para eso no hay que pincharme nunca.
Por estas dos razones y por una más (me invitaron), pese a no ser periodista del motor, me encontré en Marbella detrás del volante del nuevo Ford europeo que se llama Ford «Granada».
Gracias a «las cosas de la vida» iba a hacer la prueba con mi amigo Fernando Cubedo, al que no veía desde hace nueve años y que resultaba ser el enviado de CRITE RIUM. Y a Fernando se le ocurrió que escribiéramos juntos nuestras impresiones sobre los «Granada». Así que me he colado de página y voy a intentar decir algo congruente sobre los coches (porque fueron varios) que probamos en el divertidísimo camino de Marbella hasta Granada y vuelta.
Yo voy a decir lo mío y Fernando dirá lo suyo. A mí me parece que estábamos de acuerdo en lo fundamental, pero como ahora estamos escribiendo esto, cada uno por nuestro lado... ¡vaya usted a saber!
En cualquier caso, él es quien está obligado a informarles a ustedes con absoluta seriedad de cómo son los nuevos Ford. Yo, en cambio, como estoy en esta página sólo por una vez y como invitado, puedo permitirme —con el permiso de ustedes— ser menos «automovilístico» e incluso (espero que no) equivocarme.
La primera intención que me sugirió la vista del Ford «Granada» fue la de tirarle al agua; porque estaba encaramado en la plataforma que hay sobre las dos piscinas del Hotel Don Pepe, de Marbella. Y ustedes admitirán que ver nadar al último producto Ford no estaría mal.
Aparte de esa tentación —que habrán tenido muchos aunque no la confiesen— el coche se me pareció a muchos coches. Así, de memoria, tiene un cierto parecido con el último modelo de Opel Rekord. Me parece que siempre ha pasado un poco así, sobre todo en los últimos años. Los coches ganan en alucinantes características técnicas lo que pierden en personalidad.
¡Hombre, sí!... Después uno se acerca y se empiezan a ver detalles fenomenales de acabado y de aspecto. El coche es ancho, las ruedas están colocadas bastante «una en cada esquina», lo que en seguida da impresión de estable, y la pinta es de ser importante.
En el modelo de cuatro puertas deben poder ir cinco personas bastante cómodas; aunque, como todo el mundo sabe, al que le toca el túnel de la transmisión, va servido por muy grande que sea el coche.
Y en el de dos puertas, delante se sigue yendo extraordinariamente cómodo y detrás, más o menos como en un «1600».
En definitiva, es un coche que llama la atención por los cuatro costados e incluso por el techo —porque lo tiene corredizo— y que además es muy cómodo. O sea, que ya he hablado de estética y de confort.
A otra cosa.
Al motor. Todos los coches que nosotros probamos eran los de motor gordo, es decir, el de seis cilindros en V y 3.000 c.c. de cilindrada. Así que para el peso del coche (1.300 kg) y considerando que no es un coche deportivo, todo un señor motor. Exactamente 138 caballos DIN de motor. (Para más detalles, sección Fernando Cubedo.)
Yo lo que sé es que cuando lo conduje, pude sacarle 70 km/h en primera, 120 en segunda, 150 en tercera y en cuarta, en el tramo de Málaga a Marbella le puse a 175.
Y quería más.
Todo eso a 6.000 revoluciones por minuto, que no es su tope. Se pueden ustedes imaginar lo que me divertí conduciendo ese coche con esas posibilidades, en un día seco y por unas carreteras divertidas y no demasiado malas de piso. Por ejemplo, llegar a 120 a una curva que era más curva de lo que uno creía (a 120 en segunda, ¿eh?) y después pisar el freno, poner la primera a más de 60 con bastante tranquilidad. (Que lo diga Fernando.)
Esas cosas se pueden hacer en este coche a pesar de que, comparado con un deportivo, es algo «mueble». Porque entre otras cosas (como buen reparto de pesos y comportamiento noble), este modelo ha perdido algo muy querido para muchos fabricantes que se llama eje rígido. Y las ruedas de atrás se comportan con toda corrección; entrando fuerte en las curvas, el coche se va muy poco —y uno sabe por dónde se va— y después se apoya firmemente en la rueda que iba a derrapar y que como no está amarrada a la contraria por un eje rígido, derrapa menos, o no derrapa.
Así que ya he hablado de motor y casi de suspensión. El motor es lo mejor del coche y para mi gusto, es casi irreprochable. La suspensión es mejorable; como en todos los coches. Los amortiguadores cedieron bastante después de los trescientos y pico kilómetros, en todos los coches. Es decir, suspensión/estabilidad, mejorable; suspensión/confort, excelente.
Hay que ser muy bruto para cargárselos. Pero después de un tramo «animadito», pueden llegar a cansarse algo. No mucho, pero sí para notarlo. Desde luego, en utilización normal del coche, son para toda la vida.
Y esto es todo sobre los «Granada». Bueno, me falta hablar del automático. Naturalmente, lo primero que hice con el automático fue pisar el embrague y casi tragarme la ventana. Pero en cuanto me hice a la idea de que, o me acostumbraba a ser cojo de la pierna izquierda o salía por las orejas... seguí aburriéndome. Coche fenomenal para autopista, para ir apoyado en la ventanilla oyendo la radio (tienen unas radios fenomenales estos coches), y charlando de cosas poco importantes. El automático reacciona con menos rapidez que los otros y de las tres posiciones del cambio, la primera es cortísima, la segunda ni se sabe lo que es, y la D es larga, larguísima. Por lo demás, como los demás.
Ahora, lean lo de Fernando Cubedo y se enterarán de verdad de cómo son los nuevos Ford «Granada» que él y un servidor de ustedes han probado para CRITERIUM.
JAIME SAINZ DE LA MAZA · Fuente: CRITERIUM Nº 7 -Marzo 1972
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