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Seat 131-1600 Automático
El cambio automático era hasta no hace mucho “rara avis” desconocida para el automovilista español. Fue primero Chrysler España quien con su Dodge Automático abría brecha en el mercado nacional, pero aquel coche distaba mucho de estar al alcance de muchos bolsillos y sólo unos pocos privilegiados podían permitirse el lujo de acceder a él. Más tarde, la misma firma lanzaba el Chrysler 2 Litros, que aún no siendo un coche asequible al automovilista medio, ya se ponía al alcance de muchos y otro tanto sucedía cuando SEAT se decidía a producir su 132 con transmisión automática. Y ahora, la primera marca nacional remacha el clavo con un coche de mayor difusión, cual es el 131 al que ha dotado de un cambio automático de idéntico sistema al adoptado por su hermano mayor en el tiempo y en el tamaño. Este cambio automático, ya sabemos que es el fabricado por General Motor en su factoría de Estrasburgo, donde produce conjuntos convertidores de par y engranajes planetarios para diversas marcas europeas, entre ellas FIAT, y SEAT por ende.
El precio del nuevo 131 E Automático es el de 462,504 Ptas. total contado, es decir, algo más de 40.000 Ptas. sobre el mismo modelo de cambio manual, cuyo precio es el de 421.310 Ptas. también total contado y sin seguro. Son precios el de uno y otro modelo, bastante elevados, lo que hace que en el caso que nos ocupa —el del 131 Automático— se sitúe “puesto en carretera” en el medio millón de pesetas. Un precio que a todas luces aún no está al alcance del automovilista medio, razón por la cual no es fácil esperar que con este modelo se llegue a una difusión importante del automatismo en nuestro país y muy seguro que habrá que esperar —si es que no son sólo rumores— a la salida del Ford Fiesta con motor de 1300 c.c. y transmisión automática, que ya en un precio de poco más de las 300.000 en que podría salir, constituiría sin duda alguna el instrumento con el cual pudiera llegar el cambio automático a muchas economías.
Se nos podrá decir que a qué viene ese empeño en automatizar la caja de cambio de los españoles, pero cuando leemos que en Norteamérica el 80% de los coches son de cambio automático y sólo el 20% de cambio manual, no hace falta pensar mucho en que el futuro se decidirá por el automatismo, por mucho en que nos empeñemos en creer que como cambia cada cual no puede hacerlo el cambio automático. Le realidad es que éste cambia cuando debe hacerlo y que dentro de unos pocos años, puede que el cambio manual sólo lo lleven los coches de Fórmula 1 y algún coche normal cuyo conductor caprichoso lo haya pedido en opción, porque de serie —como ya sucede en Norteamérica— los coches vendrán con transmisión automática.
INAPRECIABLE EN CIUDAD
Si se hiciera un estudio sobre el empleo del automóvil, se llegaría al convencimiento de que por término medio, un porcentaje del 75% de los kilómetros que recorremos con nuestro coche, lo hacemos por la ciudad y seguramente nos quedamos cortos. Ello quiere decir, que con una utilización preminentemente ciudadana del automóvil, lo normal es que mecanismos como el embrague y el cambio, estén continuamente sometidos a torturas que acaban con ellos más pronto o más tarde. Las averías de embrague son corrientes a veces cuando el coche sólo tiene recorridos 20 ó 25 mil kilómetros, no siendo imputable el hecho a la mecánica generalmente, sino más bien al conductor, siendo frecuente el no desembragar a fondo. Ej. ir a veces a medio embrague y otras herejías mecánicas por el estilo. No se puede pedir que todos los automovilistas conduzcan como James Hunt, lo mismo que tampoco se puede evitar que, aún muchos que conducen bien, adquieran vicios en el manejo de embrague y cambio que suelen arruinar en poco tiempo la mecánica de la transmisión.
Y todo esto es lo que se propone evitar el cambio automático, donde para empezar no existe el embrague y donde los engranajes epicicloidales están siempre en toma constante, de manera que no hay que hacerlos engranar entre si para que funcionen una u otra marcha, sino simplemente inmovilizando las coronas con unos frenos de cinta, operación que hace la propia caja de cambio automáticamente. La duración de una caja de cambio automática es ilimitada, teniendo en cuenta que la turbina o convertidor de par que sustituye al embrague convencional, entre otras cosas contribuye a que la transmisión del esfuerzo del motor en las arrancadas, se suavice al máximo —sin tirones— consiguiéndose que los engranajes trabajen muy descansados y nunca forzados. La rotura de un diente de engranaje en una caja de cambio automática es prácticamente imposible, de no ser —por ejemplo— que faltara aceite lubrificante.
Ciñéndonos al empleo del cambio automático en ciudad, volvemos a repetir en el caso del nuevo 131 lo que hemos dicho en otras ocasiones al referirnos a los otros tres coches nacionales de transmisión automática anteriores a éste: Poniendo la palanca en D —Drive— que es como funciona en automatismo total, la comodidad es absoluta. Se pueden llevar las dos manos siempre en el volante, con la inmensa ventaja de obtener el máximo dominio en la conducción, ya que el coche cambiará de una velocidad a otra de las tres de que consta el cambio, sin el concurso del conductor, simple y llanamente cuando el motor “lo pida”, de una manera enteramente automática. El cambio del 131 es igual que todos, ni más ni menos, porque en esto de los cambios automáticos, aunque haya diversas marcas —no muchas— diferentes, todas en cambio han coincidido en la misma disposición de turbina o convertidor de par y tres relaciones o marchas con engranajes epicicloidales.
También es igual la disposición de posiciones en el sector de la palanca selectora, es decir. de arriba a abajo nos encontramos con las posiciones P:Parking; R: Reverse (marcha atrás); N: neutral o punto muerto; D: Drive o conducción normal con automatismo total; 2: con automatismo sólo entre primera y segunda; y 1 en que el cambio funciona solamente en primera.
ABURRIDO EN CARRETERA
Ciertamente lo es el viajar sin tener que actuar sobre la palanca selectora, de no ser que haya que ponerla en la posición 2 por motivo de una fuerte rampa en bajada. Pero ¡Qué maravilloso es aburrirse al volante de un automático! y este no iba a ser menos. No obstante, si se quiere sacar del coche el máximo rendimiento en el andar sin mirar mucho el consumo de gasolina, puede que no nos aburramos tanto y para ello, nada como practicar el “quick down” o patada a fondo en el acelerador cuando intentamos pasar a otro vehículo más lento en el menor tiempo posible. Para ello, no nos importa repetirlo una vez más, basta con soltar el pie del acelerador y al rato pisar el pedal violentamente a fondo: la caja de cambio pasará a segunda y la “estirada” del coche hará que gracias al potente reprise, la maniobra de adelantamiento se realice en escasos segundos.
Para pasar de Drive a segunda o de segunda a Drive no es preciso tirar hacia arriba del pestillo de la palanca; esto nos permitirá el que al llegar a una curva podamos —si no queremos hacerlo con el acelerador— pasar a segunda reteniendo para no castigar los frenos. Ello hará que la conducción no sea tan monótona, razón por la cual el cambio automático no tiene porqué ser necesariamente aburrido, como fácilmente podemos comprobar. Antes bien —por el contrario— puede resultar muy distraído, si se le quiere descubrir todos los secretos de una conducción muy peculiar que cada día ha de imponerse con más intensidad, de un lado porque relaja los nervios y de otro, porque las idas al taller por cuestiones de transmisión, serán menos frecuentes.
PRESTACIONES HONORABLES
Vaya por delante el que fuimos advertidos por SEAT de que el coche no estaba lo suficientemente rodado todavía. Un coche con menos de mil kilómetros recorridos y tratándose de estos motores de gran precisión y pequeñas tolerancias entre piezas como son los biárbol de la casa, precisa al menos tres mil kilómetros para que se haya soltado. Pero en nuestro empeño de poder dar la reseña de este coche —como de otro cualquiera que salga —cuanto antes, en bien de mantener informado al lector como merece, hicimos un rodaje rápido, al final del cual nos dispusimos reloj en ristre a tomar tiempos.
En el kilómetro con salida parada, obtuvimos la cifra de 37 segundos, si bien esperábamos algo mejor, siquiera los 36’8 del 132 Automático. No es mala cifra —sin embargo— pudiéndose mejorar en algo —no mucho— a vehículo totalmente rodado; pongamos 36’5 pero más no. En cuanto a velocidad máxima, obtuvimos siempre la misma sobre un kilómetro lanzado, es decir, 160 k.p.h. Comparando con el 131 E de cambio manual de 5 marchas y también motor de 1600 c.c. y 95 CV como el del coche que nos ocupa, hay una pequeña pérdida de prestaciones en contra del Automático: el de cambio manual alcanza los 165 k.p.h. y el kilómetro con salida parada lo hace en 34’4 segundos. Indiscutiblemente, el poder disponer de cinco relaciones en el cambio aprovecha mejor la potencia, pero esto quizá interese únicamente a los muy “deportivos”, porque el conductor normal quizá se sacrifique en esa minucia, para conseguir una conducción a todas luces más confortable con el Automático.
CONSUMO ALGO SUPERIOR AL DE CAMBIO MANUAL
La cifra de consumo que hemos obtenido en un recorrido mixto de ciudad al 75% y de carretera al 25% ha dado una cifra de 13 litros a los cien kilómetros en conducción tranquila pero no tanto. En ciudad —según se conduzca— se pueden gastar de los 11 a los 16 litros y en carretera de los 9 a los 16 también. Los 9 están, manteniendo una velocidad máxima de 100 k.p.h. a lo sumo y los 16, si se quiere llevar un tren brioso adelantando con frecuencia y yendo al máximo de posibilidades que —como sabemos— no está permitido el utilizarlas.
Es algo más dilapidador que el de cambio manual de 5 marchas y es lógico que así sea, pues este con una quinta demasiado larga —ahora se le ha cambiado por otra más corta— tiene que resultar forzosamente más económico, si bien la diferencia no es mucha.
CONCLUSIÓN
Hemos preferido no referirnos a otros aspectos del nuevo coche por ser los ya de sobra conocidos del 131 E de cambio manual. Estéticamente es el mismo coche y desde afuera nadie se dará cuenta de que se trata de un automático, porque el logotipo en que se advierte lo pone con letras tan pequeñas que hay que acercarse mucho para comprobarlo. El sistema de dirección con volante regulable en altura, es quizá una de las grandes virtudes de este coche. Algo duro en las maniobras a coche parado, es difícil encontrar una dirección tan suave y precisa a coche en marcha. Incluso coches de importación de mayor prestigio, no ofrecen a veces sistemas de dirección tan perfectos y agradables.
La visión es magnífica en todo alrededor y el coche viene con cinturones de seguridad enrollables muy fáciles de poner y quitar; asimismo, lleva reposacabezas que es otro elemento a considerar cuando de la seguridad pasiva se trata. Los asientos son discretamente cómodos y bastante anatómicos. La instrumentación muy completa y bastante a la vista. El maletero bastante eficiente y las luces de alumbrado muy potentes.
Como defectos podríamos indicar que hay ruidos o silbidos del viento incluso a cristales cerrados, quizá porque éstos no ajusten del todo bien y sobre todo porque el nivel sonoro de la carrocería es muy bajo y ello hace que cualquier ruido se acuse más. También, como todos los coches automáticos y si se viaja fuerte sin hacer uso de la palanca, deberemos solicitar más del freno; en tal caso, cuando necesitemos decelerar o retener, será preciso poner la palanca en 2, pero esto no debe hacerse a más de 90 k.p.h. pues podría subir de revoluciones en exceso el motor.
Preciso es referirse a la gran estabilidad de marcha de este automóvil, antes de llegar a la conclusión final, que no es otra que la de un agradable coche familiar muy apto para la circulación urbana, porque no es excesivamente largo y su sistema de cambio facilita mucho las cosas, así como vehículo ideal para los largos viajes por carretera sin cansancio físico para el conductor, que viene a ofrecer el automatismo a escala media, demostrando que no es necesario el irse a los coches grandes y ya enormemente caros para poder disponer de un sistema que se impone día a día por tas muchas ventajas que ofrece. · Fuente: Velocidad nº 812, 2 de abril de 1977
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