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Renault 18 GTS Familiar 5v
De entre las novedades de otoño recientemente presentadas por la industria española del automóvil, no cabe duda de que el Renault GTS Familiar constituye un buen motivo de interés para el automovilista, máxime si éste necesita un coche de buen habitáculo para que su familia no tenga problemas de espacio y se pueda transportar, al tiempo, buen volumen de maletas y otros utensilios o enseres.
La circunstancia de la adopción de una caja de cinco velocidades nos ha movido a dar a la prueba de este coche un carácter más centrado en el aspecto del consumo, como puede desprenderse de la utilización —siempre que se pueda— de una quinta marcha o superdirecta de la que hay que esperar un recorte en el gasto, sobre todo en los largos viajes por autopista o carreteras llanas. Por lo demás, ya sabemos que el nuevo modelo es una versión derivada del R-18 GTS, suficientemente conocido por muchos miles de usuarios, lo que no es obstáculo para que volvamos sobre él, máxime cuando hay variantes que lo distinguen al tratarse de otro concepto de coche.
Realmente este fue el motivo del lanzamiento de la versión Familiar R-18 GTS. La Renault española ya tenía modelos de esta condición en la gama R-12, que ahora, para 1981 han quedado reducidos al R-12 GTL como consecuencia de refundir el TL y el TS, tomando el motor de éste —1.400 c.c.— pero con relación de compresión adecuada para el uso de gasolina de 90 octanos, lo mismo que en el TL. De esta manera, ahora se dispone de un familiar que podíamos denominar económico, el 12 GTL, y un familiar de lujo, como es este R-18 GTS que supone un escalón superior en todos los aspectos. Los precios de uno y otro son de 630.280 pesetas para el R-12 GTL Familiar y de 799.705 para el R-18 GTS Familiar, al contado y sin seguro uno y otro. Una diferencia de 169.455 pesetas justificadas por su motor de aleación ligera y más potencia, su caja de cambio de cinco marchas, su presentación, confort y los diversos "gadgets" adoptados.
ESTÉTICA Y HABITABILIDAD
En el diseño del R-18 GTS Familiar se tuvo en cuenta el partir de una estética tan agradable y sugestiva como es la que ofrece la berlina, que su carácter utilitario no debiera quedar patente en su aspecto externo. El resultado ha sido que el añadido de atrás, para convertir el tres cuerpos en dos y a la vez ganar en volumen interno, no ha roto la línea y sí ha servido en cambio para darle personalidad propia. El coche sigue pareciendo una berlina y las terceras ventanillas laterales con sus amplios pilares delante junto a las segundas puertas y más delgados en las esquinas posteriores del coche, aunque sirven para recordar que se trata de un familiar, la realidad es que suavizan las formas y como decimos antes, el espíritu de berlina parece seguir latente, conservándose el aspecto elegante y estilizado del R-18 GTS básico o berlina de tres cuerpos.
La habitabilidad es francamente buena. Los asientos delanteros ofrecen espacio más que suficiente y en el baquet posterior pueden viajar tres personas sin complicaciones. El espacio que resta detrás de los asientos posteriores es francamente amplio: 475 litros, que pueden ampliarse a 1.560 si abatimos el asiento y cargamos hasta el techo. Pero hay que tener en cuenta que todo el buen volumen disponible dentro no ha ido en detrimento del confort, pues los asientos ofrecen la misma comodidad que los de la berlina y, para ello, son de manera que puedan permitir el acomodo de las más diversas formas físicas de quienes los ocupan, ya sean gordos o flacos, altos o bajos, recogiendo bien el cuerpo y evitando el molesto baile de unos asientos que no sujetan, como ocurre todavía en otros coches. Llevan también reposacabezas los delanteros y todos ellos van tapizados de paño en terciopelo transpirable.
BUEN ACABADO Y EQUIPO
Como en la berlina, el Familiar R-18 GTS presenta un buen acabado. Los materiales empleados ofrecen a la vista y al tacto un buen nivel de calidad. Se cuenta también con la consola central provista de cenicero-encendedor, elevacristales eléctrico, mandos luminosos de noche para la climatización, cierre electromagnético de puertas a llave desde el exterior y por tecla desde el interior, limpiaparabrisas de dos velocidades, lo mismo para luneta posterior, luz antiniebla trasera, mando interior de reglaje de faros, preequipo de radio con antena, proyector de lectura para el pasajero delantero y otros detalles.
La instrumentación, lo mismo que en el ya conocido R-18, es bastante completa pero sin cuentavueltas. Y hubiera sido interesante el poder disponer de tal instrumento para saber el régimen de giro a que se va con la quinta marcha engranada, para una conducción económica, teniendo en cuenta el número de vueltas a que da el par motor máximo. Siempre queda, claro está, el recurso de saber a qué velocidad de marcha corresponde el régimen de giro al que se quiere ir para obtener esa marcha económica y entonces, bastará con no sobrepasar dicha velocidad. Pero de todos modos, no hubiera estado de más el cuentavueltas.
COMPORTAMIENTO Y PRESTACIONES
Después de una prueba de seiscientos kilómetros y utilizando el coche con dos personas, podemos dar ya una opinión muy concreta con respecto a la forma en que se comporta el coche, tanto en autopista como en carretera virada, es decir, con frecuentes curvas. A tal respecto, conviene decir que no hemos encontrado diferencia apreciable con respecto a la berlina de que deriva y únicamente hay que hacer notar el poder disponer de una caja de cambio de cinco velocidades, gracias a lo cual ha desaparecido el "bache" que existía entre tercera y cuarta a que nos referimos con ocasión de la prueba del R-18 berlina, a lo que hay que añadir además ahora, el que la quinta es superdirecta.
En autopista, el coche ofrece una buena estabilidad. Se tiene bien y su dirección es muy suave y muy precisa. La conducción se hace muy descansada y es fácil recorrer muchos kilómetros sin que aparezcan síntomas de cansancio. Se dispone de un buen sistema de calefacción-aireación y como la visibilidad es buena en todas direcciones, la preocupación en mantener la atención al tráfico queda muy descargada. Por todos estos aspectos, no cabe duda de que se ha cuidado mucho el hacer agradable la estancia en el coche tanto al conductor como a sus acompañantes, pero sobre todo al primero, para conseguir así una buena concentración en su cometido y obtener, por tanto, una deseable seguridad de marcha.
En carretera, si es virada, la conducción requiere cierto cuidado, porque el coche balancea a veces más de la cuenta y si se va fuerte en curva y contracurva, puede suceder que la excesiva inclinación de la caja, como efecto de haber tomado una curva algo cerrada, nos da la impresión de un sobrevirado o coleo que no da tiempo a corregir para entrar en la curva inmediata trazada en sentido contrario —por eso es contracurva— bien colocados. La mayoría de las veces no pasa del susto y no se sabe a ciencia cierta si es mejor el soltar acelerador o el pisarlo más para enderezar y salir más airoso del trance. Teóricamente, lo mejor será esto último, pero en todo caso, lo lógico hubiera sido el montar atrás una barra estabilizadora más gruesa que la que lleva para amortiguar los referidos balanceos y conseguir así una conducción más segura al mejorar la estabilidad. La realidad es que quizá para un empleo normal del coche no sea preciso tocar nada, pero si se requiere hacer algo en mejora de la estabilidad, hay marcas o firmas en el mercado que se dedican a ello.
Por lo que se refiere a prestaciones en cuanto a velocidad punta, cronometramos el kilómetro con lanzamiento a una velocidad máxima de 166 k.p.h.
UN CONSUMO MUY FAVORECIDO
La prueba de consumo la hicimos en autopista de la siguiente manera: Tomamos la nacional VI o carretera de La Coruña y llenamos el tanque a tope en un surtidor a la salida de la capital. A partir de ahí, siempre con dos personas a bordo, comenzamos una conducción a una velocidad de crucero de 120 k.p.h. hasta un surtidor cercano a la desviación de Arévalo. Al repostar allí, también a tope, entraron en el depósito exactamente 8,5 litros; esta cantidad era pues la consumida a los 100 kilómetros de recorrido, marchando a la velocidad mantenida de 120 k.p.h. que no es lo mismo que velocidad promedio, procurando —eso sí— llevar siempre la misma velocidad, extremo éste que nos fue fácil de conseguir al tratarse de un día laborable y en una autopista como la referida.
De vuelta a Madrid, hicimos exactamente lo mismo, pero a velocidad de crucero de 100 k.p.h., bajando el consumo a 7,1 litros, es decir, casi un litro y medio menos. Evidentemente, se nota ese aumento de velocidad de 100 a 120 y es que el mantener un coche como éste a 100 k.p.h. no es difícil de conseguir, mientras que esos 20 kilómetros más de diferencia, ya requieren el llevar más pisado el acelerador y como consecuencia, más abierta la mariposa del carburador, lo que supone un aumento en el gasto de combustible, que está en razón de la mayor potencia que se pide al motor para conseguir una velocidad mayor. Y creemos que la cifra de consumo debe darse a velocidad de crucero porque si queremos dar cifras de velocidad de promedio en las que juega el tiempo invertido, las diferencias pueden ser muy notables, dependiendo éstas del estado de la ruta en buena medida. Por eso hablamos de 100 o 120 de velocidad de crucero, procurando marchar siempre a una u otra marcha y si algún rato se ha debido aflojar por incidencias de tráfico, tratar de compensar sobrepasando en la medida adecuada durante un tiempo igual, la velocidad que nos hemos marcado.
CONCLUSIÓN
Por su presentación, acabado y equipo, se trata de un coche que da algo más que lo que puede considerarse estrictamente de serie. También su precio más subido está marcado así por algo. En este coche se ha sabido reunir la polivalencia o el multiuso, palabras que, aunque no gusten mucho, por lo rebuscadas, sirven para dar idea, en este caso, de lo que es el coche en cuestión. Y es que efectivamente, el R-18 GTS Familiar, lo mismo puede ser utilizado como coche para la familia, cuando hace falta, que para transportar carga de diversa índole según las necesidades de trabajo de diferentes profesionales, e incluso para salir de noche al teatro, puesto que se trata de un coche ante todo elegante y bien presentado, cómodo y bien acabado.
Pero además, se trata de un coche económico en su empleo, como hemos visto por su consumo, e incluso ágil y rápido, gracias a su moderno motor en el que con una cilindrada de 1.647 c.c. y con una relación de compresión de 9,3 a 1 se obtiene una potencia de 79 CV a 5.500 r.p.m., suficiente para mover los 1.475 kilos de peso máximo autorizado, siendo su peso propio de 1.025 kilos. Y en cuanto al peso máximo remolcable es el de 510 con remolque sin freno y 1.000 con freno de inercia. En suma, un modelo muy completo que se sitúa en vanguardia de los coches de su condición. · Fuente: L. F. Medina (VELOCIDAD nº 1005, 13 de diciembre de 1980)
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