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Fiat Argenta Turbo D VS Peugeot 505 GTD Turbo
El Fiat Argenta Turbo D, un coche importado, y el Peugeot 505 GTD Turbo, un coche fabricado en nuestro país, tienen una etiqueta del máximo interés para el posible usuario: son los turbodiésel más baratos del mercado español. Aunque ambos superan por poco la cifra de los dos millones de pesetas, son casi trescientas mil pesetas más económicos del menos caro de sus competidores.
Los dos coches son rápidos, logran unos consumos bastante ajustados y su imagen es tan noble como la del mejor modelo de lujo; ambos fallan, sin embargo, en el capítulo de ruidos y en el de humos, una servidumbre a la que todavía no se han escapado muchas mecánicas diésel; cuando el Argenta o el 505 se sitúan a nuestro lado en cualquier semáforo denotan su presencia con un «castañeteo» poco elegante, también son poco elegantes los gases negros que salen por sus tubos de escape ya sea en el momento de arrancar en frío o cuando se acelera violentamente.
El aspecto más destacable de estos dos coches es, sin duda alguna, la facilidad de su conducción. Al volante del Argenta y del 505 se tiene una sensación muy favorable: la de llevar un coche con motor de gasolina; en efecto, tanto la velocidad punta como las aceleraciones y, sobre todo, las recuperaciones son equiparables a las de cualquier berlina familiar rápida; los adelantamientos se realizan en un abrir y cerrar de ojos, por lo que ya no es necesario estar calibrando hasta el último milímetro.
El equilibrio entre uno y otro modelo se deshace de forma clara tan sólo en dos puntos: comportamiento y consumo. El 505 se comporta mejor que el Argenta, mientras que el italiano, con unas prestaciones algo superiores, consume, sin embargo, menos gasóleo que su rival. Los usuarios que deban recorrer un buen número de kilómetros al año en un modelo representativo deben pensar en estos coches.
Por economía de consumo y por precio, Argenta y 505 son modelos a resaltar a la hora de una elección juiciosa.
ARGENTA TURBO D: MILAGRO DE MAQUILLAJE
La moda mecánica tiene un nombre: turbodiésel, y nadie puede escapar a esta influencia. El Fiat Argenta, el modelo cumbre en la gama del constructor italiano mientras no haga su aparición el ya inminente «Tipo 4», fue una de las últimas excepciones hasta el verano del 83, pero, a partir de ese momento, el clásico motor Sofim, un viejo conocido de los usuarios españoles por ser el mismo que utilizan los Seat 131 «dromedario» —por aquello de la joroba en el capó—, recibió el apoyo de ese dispositivo casi mágico que es el turbocompresor, que, sin sacrificar los consumos, permiten aumentar las prestaciones de una forma considerable.
El Argenta es una evolución de otro automóvil ya clásico en nuestro país, el Fiat/Seat 132; los cambios en la carrocería y en la mecánica han sido pequeños pero eficaces, se ha conseguido no sólo un espacio interior más amplio y una mejor aerodinámica del conjunto, sino que además el comportamiento ha mejorado radicalmente con relación a lo que era clásico en el coche de los «subsecretarios».
El cuatro cilindros turbodiésel de Fiat es potente y elástico. Puede lanzar al Argenta por encima de los 160 kilómetros por hora y también sabe ir al paso de una persona en una marcha larga sin que aparezcan traqueteos. Esta virtud evita el uso de la palanca de cambio con todo lo que ello supone de comodidad para el conductor.
La transmisión tiene una personalidad bien adaptada a la del motor y lo único criticable es la excesiva dureza que muestra la palanca de cambio en el momento de su accionamiento. El mando es bastante preciso y los recorridos entre las distintas posiciones muy cortos.
505 GTD TURBO: MÁS TURBO QUE DIÉSEL
Los diseñadores de Peugeot son poco partidarios de los coches llamativos, y el 505 es la mejor prueba de ese gusto por lo discreto. Los rasgos sobrios de la carrocería, rasgos dibujados por los estilistas italianos de Pinifarina, esconden, en el caso del 505 GTD Turbo, una mecánica de primera clase, con dos elementos destacables: el motor y las suspensiones.
El motor turbodiésel empleado en este modelo es como el corazón de un corredor de medio fondo, no sólo tiene una resistencia especial que le permite funcionar sin problemas durante horas, sino que además hace gala de ese empuje suplementario, suficiente para acelerar fuerte durante algunos momentos, con la energía del mejor velocista. La fuerte emisión de humos, el largo tiempo necesario para que las bujías de incandescencia alcancen su temperatura ideal en el momento de la primera puesta en marcha del día y el ruido de funcionamiento son los inconvenientes más notables de un conjunto potente y bastante ágil.
Las suspensiones, por su parte, han sido capaces de aunar dos objetivos bastante alejados entre si: por un lado, comodidad para los pasajeros y, por otro lado, buen comportamiento, tanto en rectas como en curvas, sea cual sea el estado del suelo.
La caja de cambios del 505 SRD Turbo sorprende, de forma muy favorable, por su accionamiento suave y preciso, que la convierte en una auténtica tentación para el usuario.
El carácter de la caja de cambio del Peugeot sintoniza muy bien con el estilo del motor, por lo que, gracias a ella, se pueden lograr buenas prestaciones y consumos bastante ajustados sin grandes problemas.
COMODIDAD
El coche fabricado en nuestro país, el 505, ofrece una mejor postura de conducción que su rival, el Argenta. El Fiat da la impresión de estar hecho para personas de mucha talla, y si la estatura del usuario es menor de 1,70 metros es fácil sentirse perdido en la grandeza del conjunto. La posición de los mandos es irreprochable en el 505, que no tiene, sin embargo, volante regulable en altura, un refinamiento que sí muestra el Argenta.
El asiento delantero del Peugeot es mejor que el del Fiat. La forma del conjunto es más atómica y envolvente en el coche de fabricación nacional que en el importado. La butaca del 505 hace gala de una especie de cojín a la altura de la zona lumbar que hace la vida más agradable a las espaldas menos fuertes. Tanto en uno como en otro coche no hay queja en cuanto se refiere a la dureza del mullido.
Los cuadros de mandos de estos dos coches son muy visibles y se consultan de un solo vistazo. El cuadro del 505 lleva cuentarrevoluciones, un elemento que falta en el Argenta, pero el modelo italiano muestra, sin embargo, una pequeña central de control que examina nueve aspectos diferentes de la mecánica. La ventaja en este capítulo es para el Fiat.
La visibilidad del exterior es buena, siempre y cuando se contemple tan solo la parte anterior o los laterales; la visibilidad posterior en estos dos coches es, por contra, bastante mala por culpa de los voluminosos apoyacabezas del asiento trasero.
El Argenta tiene algo más de amplitud en su interior que el 505, las diferencias en centímetros son cortas pero se notan, sobre todo en la parte trasera, en la que hay más espacio para las piernas de los pasajeros en el coche italiano que en el fabricado en Vigo. En lo que se refiere al maletero, es sensiblemente más grande el del Peugeot. El del Argenta pierde capacidad por causa del depósito de gasolina.
El Peugeot queda por delante del Fiat en lo que se refiere a eficacia de la climatización. Los dos rivales proporcionan en verano un buen caudal de aire fresco, mientras que en invierno sorprende la eficacia del sistema montado en el 505. El acabado es bueno, tanto en el Argenta como en el 505.
AL VOLANTE: SEÑORIALES Y CON GARRA
Los técnicos de Peugeot han sido más eficaces que los de Fiat a la hora de lograr el difícil compromiso entre comodidad de los pasajeros y calidad de comportamiento. El 505 hace gala de un conjunto de suspensiones mejor adaptado a los malos pavimentos, presentes en muchas carreteras españolas.
Si los dos coches se conducen por suelos asfaltados y sin pretensiones deportivas, es imposible establecer diferencias a favor de uno u otro modelo; tan solo las inclinaciones de la carrocería en las curvas, más espectaculares en el Argenta que en el 505, dan una ligera ventaja al Peugeot, a ojos de sus ocupantes.
Cuando la carretera está llena de curvas, el piso es malo y el conductor quiere ir deprisa, la diferencia se hace más clara: el modelo fabricado en Vigo queda por delante del coche de importación; el Argenta se ve traicionado en tal caso por la combinación de un eje trasero rígido y unos neumáticos de perfil bastante bajo, cóctel poco eficaz no solo para la persona sentada a los mandos, que debe moderar sus impulsos, sino también para los pasajeros, que, a pesar de los buenos oficios de los elementos filtrantes —amortiguadores y muelles—, notan más traqueteos de los deseables.
La seguridad que dan ambos vehículos sobre asfalto seco es alta si se considera que son dos familiares rápidos pero sin pretensiones de jugar a las carreras. La cosa cambia en suelo mojado; en tales circunstancias, el Argenta y el 505 ponen de manifiesto en todas las curvas una tendencia a irse de morro bastante pronunciada, consecuencia directa del elevado peso de sus motores, en tales circunstancias, las únicas soluciones son: levantar el pie del acelerador y redoblar la prudencia.
Si en el capítulo de comportamiento la ventaja es para el Peugeot, en el aspecto frenos la ventaja es para el Fiat. El Argenta, con sus cuatro discos, necesita menos metros que el 505 para detenerse, y también es más fácil dosificar la frenada. El coche italiano merece, sin embargo, una crítica por la facilidad con la que se hunde el morro en las retenciones más violentas.
La dirección de estos dos coches hace gala de una gran suavidad de accionamiento, y solo son necesarias tres vueltas para llevar las ruedas de un tope a otro. Se puede hablar de un empate claro entre Argenta y 505.
El Fiat es más rápido que el Peugeot; la velocidad punta del Argenta es casi un 5 por 100 más alta que la del 505. Sin embargo, hay una gran igualdad entre los dos modelos tanto en posibilidades de aceleración como en recuperaciones.
La mayor velocidad punta del Argenta se justifica por la mejor adaptación de su quinta marcha a las autopistas y a las carreteras rectilíneas, una quinta que permite también obtener mejores consumos en todas las circunstancias.
El modelo italiano gasta menos gasóleo que el coche montado en nuestro país, y la diferencia se hace más palpable a medida que se aumenta el ritmo de marcha. En ciudad, los dos coches gastan prácticamente lo mismo. A una velocidad constante de 90 kilómetros por hora, el Argenta ahorra más de medio litro con respecto al 505, y a 120 kilómetros por hora, la diferencia es casi de un litro.
CONCLUSIÓN: SETENTA MIL DE DIFERENCIA
El coche fabricado en nuestro país, el 505, es casi setenta mil pesetas más barato que su rival, el Argenta, pero esta diferencia en precio no es suficiente, en principio, para tomar una decisión.
El Fiat es un coche muy homogéneo que ofrece unos valores de consumo estupendos y prestaciones de primera línea, complementado todo ello por una mecánica experimentada, en donde sobresale la eficacia de los frenos. La dureza de la caja de cambio, las inclinaciones excesivas de la carrocería a la hora de tomar las curvas muy deprisa y las reacciones saltarinas del tren trasero cuando se circula por malas carreteras son los factores menos destacables.
Por su gran capacidad interior, el Argenta se dirige a aquellos usuarios que viajan siempre con cinco plazas, también se dirige a aquellos usuarios que ya tuvieron en otro tiempo un 132 y a aquellos a los que les gusta distinguirse a los mandos de un vehículo de importación.
El Peugeot es, en líneas generales, más confortable que su rival, y tal diferencia la perciben tanto los pasajeros como el conductor. El 505 se maneja con suma facilidad sea cual sea el recorrido y tiene un maletero de gran capacidad, por contra cede algunos puntos en lo que se refiere a consumo y no es tan amplio interiormente como el Argenta.
Un último dato a considerar en la elección es el número de puntos de asistencia, la red Peugeot triplica el número de talleres de la red Fiat.
· Texto: Angel Marco ( MOTOR 16 Nº 45, 1 de septiembre de 1984) · Gracias a Enric por enviar el repotaje
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