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Opel Ascona 1600 GLS
En Europa la imagen del Opel determina un interés, más por su solidez que por sus prestaciones y la comodidad que puede ofrecer a su clientela. Pero he aquí que treinta años después del renacimiento de Opel, tras la guerra mundial, la casa alemana nos presenta un Ascona. ¿Se trata de un Opel más?
CARACTERISTICAS GENERALES
Situado entre el Kadett y el Rekord, el Ascona existe desde 1970. Han sido, pues, necesarios seis años para que el modelo adquiera una personalidad propia. La versión 76 se diferencia mucho de las anteriores. En primer lugar, la carrocería, rediseñada a fondo, incluyendo todas sus dimensiones básicas. El Ascona 76 es más ancho (2,8 centímetros más), diecinueve centímetros más largo, seis centímetros más bajo, tiene una superficie acristalada más grande y un coeficiente de penetración más favorable. Por otra parte, su distancia entre ejes ha pasado de 2,43 a 2,52 metros, y las vías han aumentado en cincuenta milímetros delante y 55 milímetros atrás.
Desde el punto de vista mecánico, el Ascona se ofrece con cuatro motores, cuya cilindrada oscila entre 1.196 y 1.897 centímetros cúbicos, y su potencia va de 60 CV. DIN a 5.400 r.p.m., a 90 CV. a 5.100 r. p. m. El coche de la prueba era un 1600-S, con un motor de 1.584 centímetros cúbicos (85 x 69,8), desarrollando 75 CV. DIN a 5.000 r. p. m., con un par máximo de 11,7 mkg. a 3.800 r.p.m.
Este grupo es un cuatro cilindros en línea con árbol de levas en cabeza, colocado longitudinalmente a caballo sobre el tren delantero. El motor tiene una relación volumétrica de 8,8, por lo que necesita gasolina super, y su alimentación se realiza por medio de un carburador de doble cuerpo. El cambio tiene cuatro velocidades sincronizadas, con las mismas relaciones que tiene el de 1.897 c. c. de 90 CV. y la misma relación de puente. La potencia se trasmite por un árbol articulado hasta el eje rígido trasero.
En cuanto a la suspensión, delante encontramos ruedas independientes montadas sobre muelles helicoidales con dos brazos, uno inferior y otro superior, de longitud desigual, y una barra estabilizadora de torsión transversal.
Atrás, el puente rígido es mantenido eficazmente. Los amortiguadores telescópicos están fuera de los muelles helicoidales, y los dos brazos longitudinales van unidos a una traviesa colocada por delante del puente. También tiene una larga barra transversal Panhard para anular los desplazamientos laterales y una barra estabilizadora que controla la oscilación lateral de la caja.
En el anillo de velocidad de Montlhéry registramos una velocidad punta de 154,9 kilómetros por hora. Es admisible, pues, la cifra anunciada por los fabricantes de 158 km/h. en línea recta. En cuanto a las aceleraciones, los 400 metros de salida parada los cubrimos en diecinueve segundos y los 1.000 metros en 35" 4/10. En lo que se refiere a las recuperaciones en cuarta, a partir de los 40 km/h., los 400 metros se alcanzaron en 20" 2/10 y los mil metros en diecinueve segundos más. En relación con la medida de los modelos concurrentes en cilindrada y precio, el Ascona 1600-S es un coche rápido y nervioso, pero le falta algo de par motor a medio régimen, circunstancia que coincide con una disminución de la elasticidad.
En razón de su buena insonorización, de la anulación conseguida de las vibraciones mecánicas y gracias también a su buena aerodinámica, el coche penetra en el aire tan silenciosamente que falsea la impresión de velocidad que puede tener su conductor. Esta sensación fue la que experimentamos durante la prueba.
El coche se adapta bien a los itinerarios tortuosos, gracias a una segunda que alcanza los 80 de velocímetro y una tercera que llega hasta los 120. Su conducción se caracteriza por la manejabilidad del cambio y la marcha atrás no entra nunca por equivocación. En ciudad resulta muy manejable, y en todos los terrenos se muestra un vehículo nervioso, aunque en general acusa mucho la carga, por lo que a veces no se puede por menos de añorar el motor 1.900.
Sin ser excesivo, el consumo es superior al de los coches más afinados en su categoría. A 75 km/h. de media —en el recorrido habitual—, el gasto registrado fue de 8,2 litros a los 100 kilómetros, y apurando sus posibilidades al máximo en carretera, la cifra registrada fue de 13,4 litros a los 100 kilómetros.
En este aspecto es en donde más se han notado las mejoras realizadas en el modelo. Un vehículo saltarín y poco estable se ha convertido en una máquina segura, que destaca entre los modelos más modernos. En un primer contacto, su confort no produce grandes entusiasmos. La suspensión es dura, muy dura, produciendo reacciones más acusadas que las que ofrece una suspensión «a la francesa», más suave. Pero cuando los kilómetros se van sumando, uno se da cuenta de que el balance es positivo, sobre todo en los asientos delanteros. El coche asimila bien los baches y es difícil decidir entre las ventajas e inconvenientes de los dos tipos de suspensión (la dura y la suave).
En cuanto a la dirección, en este coche es un auténtico placer comprobar que no tiene la pesadez que caracteriza a la casi totalidad de los de tracción delantera y
que a la vez tiene una gran precisión y permite respuestas rápidas. El Ascona tiene un equilibrio general muy satisfactorio para una berlina fabricada en grandes series. Es ligeramente subvirador y no tarda en equilibrarse sobre sus cuatro ruedas cuando se aumenta la velocidad en las curvas, hasta que aparece esa ligera deriva en la parte trasera que permite mejorar la velocidad de giro. Es decir, es un coche que no tiende a seguir recto en las curvas y que tampoco es aficionado a dar trompos, con una estabilidad de trayectoria en línea recta que resulta perfecta.
Con una suspensión dura se podría temer una disminución sensible de la adherencia con malos firmes. Pero el control de las ruedas es tal que, a pesar del puente trasero rígido, se agarran al suelo, aunque el vehículo sea muy solicitado en sentido transversal. Conviene que recordemos que el coche probado estaba calzado con neumáticos Kleber V 10 GTS 185/70 HR 13, montados sobre llantas de cinco pulgadas y media de anchura, cuyo comportamiento es ciertamente superior al de los 165/13 sobre llantas de cinco pulgadas, que se montan en las versiones inferiores de la gama.
Además de una posición agradable para el piloto, la dirección ofrece otras cualidades. En un giro corto, es suave, precisa y con una desmultiplicación aceptable. Permite un ritmo rápido en carretera con curvas, cosa que resulta muy divertida para los aficionados al deporte. En estas circunstancias, se comprende por qué el Ascona tiene un buen palmarás deportivo en grupo 1, y a pesar de su aspecto clásico, ofrece grandes placeres al conductor. En cuanto a los frenos, después de apurar las posibilidades del coche, no tuvimos queja de sus respuestas, y aunque en alguna ocasión —bajando un puerto— se calentaron, su refrigeración se realizó con rapidez, con un pedal que resultó suave y progresivo.
CARROCERIA Y HABITABILIDAD
A pesar del equilibrio de sus proporciones y de su línea —sobre todo en el cuatro puertas—, no puede decirse que el Ascona sea un milagro de estética. Sus formas son redondeadas, aunque sus aletas bien dimensionadas le confieren un cierto aspecto deportivo, unidas a sus anchos neumáticos. Poco voluminosa exteriormente y con un radio de giro reducido, la compacta carrocería no puede ofrecer un habitáculo demasiado espacioso. Bien dimensionada delante; atrás es más reducida, sobre todo en lo que se refiere al espacio disponible para las piernas. Su accesibilidad no es extraordinaria. Los asientos han mejorado mucho respecto a las versiones antiguas.
La presentación general es francamente buena, salvo el techo de vinilo, que tiene un aspecto criticable. En conjunto, la visibilidad es buena y con los rigores del invierno comprobamos la eficacia de la climatización y de la luneta térmica trasera, que resulta más potente de lo normal.
El cuadro de instrumentos es simpático y los cuadrantes bien distribuidos, con una iluminación nocturna bien estudiada. Los limpiaparabrisas tienen dos velocidades y un funcionamiento intermitente. También tiene acoplado un lavacristales. Las luces son muy potentes, en particular las halógenas Cibié, de largo alcance, montadas en serie. La bocina es muy eficaz.
En cuanto al maletero, pasa como con el habitáculo, que resulta un poco escaso de volumen.
CONCLUSION
Gracias a la sorprendente mejora de sus cualidades ruteras, el Ascona 76 es un coche muy agradable de conducir, con una gran seguridad activa. Es estable en línea recta y se adapta bien a un trazado con muchas curvas. El coche se puede conducir tranquilamente o en plan deportivo. Es silencioso y cómodo en los asientos delanteros, a pesar de la dureza de su suspensión. Por último, si se prescinde un poco del factor economía, no le vendrían nada mal los 90 CV. del motor 1.900, aunque con sus características de menor potencia, el 1.600 sigue siendo muy satisfactorio.
· Fuente: AUTOPISTA nº 884 (24 de enero de 1976)
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