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208.000 Kms. con el Dodge Dart
Hasta ahora era típico, cuando surgía un nuevo vehículo, que las revistas especializadas se apresurasen a probar un ejemplar del nuevo modelo, para ofrecer a sus lectores un vaticinio de las ventajas e inconvenientes que podía presentar en el futuro dicho vehículo.
A nosotros se nos ha ocurrido que sería quizá más interesante exponer a los posibles usuarios una visión del coche de sus sueños, basada en las opiniones de un poseedor de este tipo de vehículo.
Nuestro primer trabajo se refirió, como recordarán los lectores asiduos de VELOCIDAD, al Simca 1000. Puestos ya sobre los vehículos de Chrysler, hemos decidido efectuar un trabajo semejante sobre el Dodge Dart. Como precisábamos un vehículo suficientemente experimentado, nos pusimos inmediatamente a la búsqueda de un Dodge Dart que cumpliese dichas condiciones.
Hemos de agradecer desde estas líneas la gentileza de don José María de Benito y Díaz de Cerio, presidente del Consejo de Administración de Impermeabilizaciones Andaluzas, empresa que tiene su sede central en Madrid, avenida del Mediterráneo, 14, quien, haciendo gala de una amabilidad que hoy en día comienza a echarse de menos, se ofreció inmediatamente a dedicarnos un poco de su precioso tiempo, y, aprovechando una de sus estancias en la capital, contamos sus impresiones sobre el Dodge Dart, permitiéndonos al mismo tiempo la toma de contacto con el vehículo. Diremos además que este vehículo ha rodado bajo todas las condiciones climatológicas y sobre las carreteras de todos los países de Europa Occidental.
Para el desarrollo de este trabajo, seguiremos un camino semejante al que realizamos en el análisis del Simca 1000.
Sobre la línea estética poco hay que hablar, pues a la vista de las fotografías que ilustran este artículo poco podemos añadir nosotros. Se trata del típico compacto americano, y la línea en conjunto nos resulta muy agradable.
Como en todos los vehículos, existen los famosos ángulos muertos de visión, que hacen necesaria la presencia de un espejo retrovisor exterior, cuya obligatoriedad no nos cansaremos de predicar. Lamentándolo mucho, no nos queda más remedio que colocar un punto en contra a la Chrysler, ya que, dado el precio del vehículo, el espejo exterior debería venir de fábrica.
En cuanto a la calidad de adornos y embellecedores, en este modelo parece bastante buena. Un punto a favor, que queda inmediatamente contrarrestado por el punto en contra que vamos a adjudicar a los «stocks» de accesorios, ya que es prácticamente imposible encontrar las molduras y adornos niquelados que embellecen estos vehículos. No aparecen por ningún establecimiento de accesorios, en particular la «parrilla» delantera, que escasea a tal punto que, si resulta dañada en algún accidente, es imposible reponerla, salvo que se encuentre alguna procedente de un desguace.
Lo mismo ocurre con las plaquitas embellecedoras que exhiben la leyenda Dart 270, y que, por lo mucho que escasean, podrían resultar un lucrativo negocio para los vendedores de accesorios si no fuera porque las colas de sujeción no sirven absolutamente para nada, y la pérdida de la nueva plaquita es prácticamente inmediata. Con todo el dolor de nuestro corazón, hemos de volver a asignar un punto en contra a Chrysler, aunque sea pequeño. Y, aprovechando la oportunidad, va a ser ahora un «punto negro» en contra el que asignamos al aro de claxon que embellece el volante. En contra porque, si se rompe, es dificilísimo volverlo a encontrar, y «punto negro» porque sus afilados bordes, en caso de accidente, son un arma mortal. —el llorado torero «Gitanillo de Triana» murió en accidente automovilístico degollado por el fatídico aro—. En cuanto al portamaletas, se lleva un punto a favor, ya que su amplitud, de acuerdo con el tamaño general del coche, es inmensa.
La varilla o montante que separa el desviabrisas del resto del cristal delantero está colocada de manera que resulta un poco incómodo el movimiento de la mano a través de la ventanilla. Y, metidos con las ventanillas, diremos a ustedes también que las puertas, en especial la delantera izquierda, no ofrecen mucha estanqueidad al viento, aunque no llegan a permitir el paso del agua. Por tanto, son dos los puntos en contra que asignaremos esta vez.
La insonorización de la cabina es bastante buena, y la calefacción muy silenciosa en funcionamiento normal, comenzando a percibirse más ruido cuando el sistema calefactor es exigido al máximo. Así que esta vez asignaremos un punto a favor y toleraremos el ruidito de la calefacción. De la eficacia del calefactor les diremos que es suficiente para el cristal delantero, no así para el trasero, que resulta imposible de desempañar. Punto en contra habida cuenta del nivel económico del vehículo.
Otro detalle bastante curioso, pero no por ello menos molesto, es la imposibilidad de utilizar al mismo tiempo el sistema de ráfagas de luz y el claxon, mientras se llevan encendidas las luces de posición. O las ráfagas o el claxon. Son las dos posiciones de un interruptor que resulta un poco incómodo de manejar en plena marcha.
Y tras este punto en contra, vamos a dar un punto a favor a la comodidad de los sillones. No así a la guantera, que resulta de una capacidad ridícula frente al tamaño total del vehículo. Con ello vamos a dar por concluido este apartado.
Dados los kilómetros que ya tiene el vehículo bajo sus ruedas, la carrocería ya emite algún que otro ruido misterioso, de esos propios de la edad.
En el limpiaparabrisas, como en la mayoría de los vehículos nacionales, se echa en falta una velocidad más, ya que, a plena lluvia, resulta insuficiente. Es lástima que vehículos de esta categoría, en los que ya se comienza a prestar una mayor atención al confort del usuario, incurran en fallos de este tipo, que no dejan de ser una nota desagradable.
En cuanto al gato, resulta insuficiente para levantar todo el peso del coche, arqueándose de manera peligrosa y haciendo temer que en un momento dado pueda saltar y dejar caer el coche al suelo.
La caja de herramientas que viene de fábrica induce a sospechar que lo que se ha previsto es que el usuario tenga que instalar un enchufe en la pared de su casa, pues de atacar al coche con aquello, ni pensarlo.
Se nos olvidaba el detalle de que la cerradura de la puerta delantera derecha no funciona desde el exterior, y su apertura ha de realizarse desde el interior.
DE LAS AVERIAS Y LOS SERVICIOS OFICIALES
La primera avería grave del vehículo ocurrió a los 4.000 kilómetros, en Zurich, donde, por casualidad, se descubrió la rotura de frenos mientras el coche estaba aparcado —¡menos mal!—. El Servicio Oficial Chrysler de Zurich diagnosticó la avería a las dos horas exactas de haberles sido confiado el vehículo y la reparó cuatro horas después de haber realizado dicho diagnóstico; culpables: los bombines de fabricación española. La extraordinaria amabilidad del Servicio Oficial en Zurich quedó completada por el Servicio Oficial Barreiros, que se hizo cargo de las mil ochocientas pesetas —¡aleluya!— que había costado la reparación de dicha avería. Nosotros nos preguntamos: ¿habría reaccionado de igual manera el Servicio Oficial Barreiros si la primera reparación la hubiera efectuado el Servicio Barreiros de otra capital española en lugar del Servicio Oficial Chrysler de Zurich? Lo que sí es cierto es que a nuestro amigo es de las pocas veces que le han tratado con semejante amabilidad en un Servicio Oficial.
A los 80.000 kilómetros sería el cable del acelerador quien daría la mala nota y, algún tiempo después, el diminuto condensador —autor de tantos desaguisados— se encargó de dejar tirado a don José María.
La arrancada durante tiempo frío es muy buena, puesto que el «starter» automático es bastante eficaz. La dirección, de cremallera, peca un poco de blanda.
El embrague deberá ir pronto a revisar, pues tiene un recorrido excesivamente largo y la segunda velocidad rasca un poco al entrar. Ya que, casi sin darnos cuenta, nos hemos metido con la caja de cambios, diremos a ustedes que este vehículo ha tenido ya una rotura de corona de la segunda relación de marchas y que, además, lleva una nueva bola en la palanca de cambios, pues la primera se partió.
Hace algún tiempo apareció partido uno de los gruesos soportes que fijan el motor al chasis del vehículo. Esto pudo haber resultado peligroso, como consecuencia de la sobrecarga en el resto de los soportes y existencia por tanto de más posibilidades de rotura de los mismos. Afortunadamente se descubrió, aunque por casualidad, la avería y no hubo problemas.
Se han realizado ya dos o tres cambios de amortiguadores, pues don José María es bastante exigente en este aspecto, y en cuanto el vehículo, libre el volante, no se mantiene en la línea de marcha marcada, hace revisar las suspensiones. Por cierto que fue en una de estas revisiones cuando descubrieron en el taller una hoja de ballesta partida, que fue repuesta inmediatamente.
Observarán que, desde hace algunos párrafos, no hemos asignado puntuación a favor o en contra, pues nos parece preferible que cada cual valore según su criterio los diferentes puntos de nuestra exposición.
Se ha realizado también un cambio de radiador, que, obstruido probablemente por los residuos de anticongelante y demás impurezas, comenzaba a refrigerar mal.
En cuanto al motor, quizá sea la mejor parte del coche; es un 6 cilindros, poco revolucionado, como buen coche americano, y que, hasta la fecha, no ha originado ninguna avería.
Lo que si queremos advertir a nuestros lectores es que, si algún día necesitan revisar los platinos de un Dodge Dart, deben buscarse un relojero, pues el acceso a la tapa del delco es igual de crítico que al áncora de un cronómetro.
DEL CONSUMO Y OTRAS COSILLAS
Finalizaremos este estudio hablando del consumo del vehículo y repasando algunas cosillas que quedaron atascadas en el tintero.
El consumo no es apto para cardíacos. En carretera, a una velocidad de crucero de 120 km/h., consume de doce a trece litros, consumo que se eleva a quince litros si la velocidad de crucero sube hasta los 140. En capital, con las reservas propias de estos cálculos, se hace una media de 22 y 23 litros cada 100 kilómetros. Media que asciende a la terrorífica cantidad de treinta litros a nada que haya embotellamientos.
Se nos olvidaba advertir que el cenicero deja escapar humo a la cabina, lo que resulta desagradable. Entre los instrumentos, dado el empaque del coche, se echa en falta un tacómetro. Respecto a la chapa, es de estupenda calidad, así como la pintura de fábrica, cosa que no ocurre con la pintura utilizada posteriormente en las reparaciones del chapista.
Queremos terminar el trabajo presente como hicimos con el Simca 1000, recordando a ustedes que aquellas cosas de las que no hemos hablado funcionan correctamente, por lo que no han despertado nuestra curiosidad, y, también, que todo lo que aquí se ha dicho se refiere a un ejemplar en particular y no se puede generalizar a sus hermanos de marca y modelo. ¿O sí se puede? • Texto: Jorge Palacios (VELOCIDAD nº 479, 14 de noviembre de 1970)
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