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Dodge Dart 270
La primera impresión que produce el “Dodge Dart Barreiros” es la de la solidez. Inmediatamente, el usuario se ha percatado, a los pocos kilómetros de guiarlo, de su gran confortabilidad. Después se van experimentando una cascada ininterrumpida de sensaciones agradables que todavía perduran al abandonar el coche.
El modelo que la firma Barreiros puso a disposición de nuestro equipo de pruebas pertenecía al año 1965, ya que otro modelo del 66 que nos cedía no estaba lo suficientemente rodado como para obtener de él un rendimiento satisfactorio.
Virtualmente esto no afectaba para nada a nuestro objetivo, ya que ambos modelos son idénticos, mecánicamente hablando, con la sola excepción de modificaciones en su aspecto exterior, a saber: nuevo diseño de parrilla, supresión de la moldura lateral de la carrocería, nueva geometría de las luces traseras y nuevo diseño del salpicadero.
El protagonista de nuestra prueba tenía, al empezar ésta última, 4.350 kilómetros. Utilizamos, como es habitual, gasolina de 96 octanos. Iniciamos nuestro recorrido escogido (el ya conocido por nuestros lectores: Madrid, Alto de los Leones, San Rafael, Valladolid, Palencia, Burgos, Alto Somosierra, Madrid), el pasado 3 de marzo a primera hora de la mañana, con temperatura de 9 grados, sol y suelo seco. El trayecto hasta el alto del puerto de Guadarrama se realizó a ligero tren, poniéndose el coche en el trozo nuevo de autopista a 140 kilómetros por hora con entera facilidad. Tomando la desviación de Villalba pudimos constatar la estupenda aceleración que posee, tanto en primera, como en segunda o en tercera. En este aspecto hace honor a los 3,69 litros de cilindrada de su motor de seis cilindros.
La subida al Alto de los Leones, favore cidos por la casi absoluta ausencia de circulación, la realizamos a una marcha muy viva. Descendiendo hacia San Rafael encontramos vestigios de hielo, así como piso húmero, lo cual nos hizo adoptar las lógicas precauciones de rigor. No obstan te este descenso del tren de marcha no nos impidió percatarnos del buen “agarre" del coche en las curvas, logrando de él, el hacerle derrapar ligeramente de atrás para tomar alguna curva, comprobando que se sujeta de manera perfecta. Esto, unido a la gran salida que tiene, se le puede pisar en segunda para salir lanza do. En cuanto a frenos, suspensión, esta bilidad y dirección merecen nuestros plá cemes. Al pasar por San Rafael echamos números: 90 kilómetros por hora de pro medio y consumo ligeramente superior a los 15 litros. Aceptables estas cifras si consideramos el “hueso” del puerto que tuvimos que franquear.
De San Rafael a Valladolid la densidad circulatoria no sufrió variaciones sensibles. Sin comentarios dignos de mención transcurrió nuestro viaje hasta las rectas que hay llegando a Olmedo (en donde realizamos las pruebas de aceleración). En aquellos parajes el coche hubo ratos que se puso a 160 por hora. A partir de Boecillo, quince o veinte kilómetros antes de llegar a Valladolid, empezó a caer agua con cierta intensidad, lo que nos obligó a bajar el tren de marcha en evitación de posibles sorpresas. Notamos que el comportamiento del coche sobre el agua era bueno.
Tanto la media general como el consumo hasta Valladolid fueron ligeramente superiores, lo que demuestra que un coche potente como éste, a velocidades de 140 y 160, repercute directamente en un consumo más elevado.
De Valladolid a Palencia continuó la presencia del líquido elemento, con aumento sensible de la circulación, especialmente de camiones. Esto, unido a la parcial inundación de algunos tramos de carretera, hizo descender sensiblemente nuestro promedio a 89,03 en relación directa al consumo (10,21 litros), lo que ratifica nuestro criterio anterior. Esta cifra de consumo es equiparable casi a la de un coche de turismo pequeño. La estanqueidad la pudimos comprobar en todo este tramo en las horas que estuvimos en Palencia, con el coche aparcado y soportando un aguacero persistente.
El resultado fue que ni una sola gota de agua penetró en el interior. El limpiaparabrisas es muy eficaz. El depósito de agua para su limpieza es un recipiente de plástico de buen acondicionamiento y capacidad, cuyo accionamiento se efectúa a través de un motorcito eléctrico, lo que evita el tener que bombear agua con el dedo.
El tramo siguiente, Palencia-Burgos —después de haberle hecho un recorrido en ciudad de 187 kilómetros en Palencia, en donde, a pesar de sus 3.690 centímetros y de la estrechez y angostura de sus calles, se comportó de manera satisfactoria, tanto por su maniobrabilidad como su sencillez de aparcamiento—, cambió el tiempo y disminuyó hasta casi hacerse imperceptible la circulación. Únicamente a diez kilómetros de Burgos apareció la carretera mojada.
El promedio de marcha de Palencia a Burgos lo hacemos a 105 kilómetros por hora, subiendo también el consumo a 16,02 litros a los 100. Muchos lectores notarán que en este tramo la media no fue excesiva. Ello se debe a que en estos 88 kilómetros nos dedicamos a comprobar las variaciones del cuentakilómetros, puesto que no todo consiste en ir a tope siempre.
Tras parar en Burgos para sacar algunas fotografías, emprendimos la marcha hacia el Alto de Somosierra, acompañados de un aire lateral bastante considerable, buen tiempo y suelo mojado hasta 20 kilómetros de la salida de la ciudad del Cid. La circulación aumentó algo más, pero sin llegar a ser abundante, ni siquiera molesta, a pesar de ser la CN-1. Así pues, el promedio subió hasta casi los 112 por hora, aumentando también el consumo a 18,03 litros, teniendo en cuenta que aquí fue donde pusimos a tope el acelerador, llegando éste último a marcar 165 kilómetros por hora, cifra que a tenor del error apreciado por nosotros en el cuentakilómetros, se quedan reducidos a 154,84 kilómetros hora, promedio muy aceptable con sólo tres velocidades. Es muy posible que con una caja de cambios menos desmultiplicada y una cuarta velocidad, el coche bajaría en reprise y ganaría en velocidad punta. De todas maneras, marchando a tercera a 40 kilómetros por hora, se le pisa y “sale” con espectacularidad.
Carea de Aranda de Duero existen unos tramos con curvas cerradas, en donde entramos fuerte para ver el comportamiento de este coche. El resultado se define asi: maravilloso. En las curvas suaves el coche las abordaba a 150 kilómetros por hora de contador sin que acusase el menor síntoma de alarma. El volante, a veces, lo llevamos con una sola mano, sin que por ello experimentara la más insignificante modificación en su trayectoria.
Comenzando a escalar Somosierra, encontramos nieve en las laderas, y ya casi coronando nos encontramos con hielo en la misma carretera, pero no había apenas circulación, lo cual se tradujo en la ausencia de problemas de ningún tipo.
Entre Somosierra y Madrid, los tres primeros kilómetros, nevados y con manchas de hielo, así como un viento intenso de costado. El tráfico, se notaba que íbamos acercándonos a la capital, se animó bastante, pero siempre con tendencia a no resultar embarazoso. El promedio, teniendo en cuenta que casi todo es cuesta abajo, fue de 107,50 kilómetros por hora, pero en lo que se notó lo favorable del terreno fue en el consumo, que descendió espectacularmente, en relación con el tramo Burgos-Somosierra, a 12,55 litros a los 100. Llegando a San Sebastián de los Reyes la circulación se hizo densa, pero en general en términos muy aceptables.
CONSUMO
Para completar y ratificar la impresión que nos produjo este modelo, realizamos posteriormente un viaje a Barcelona, con tres personas a bordo, después del cual llegamos a la convicción de que se trata de un coche con una “tenue de route” extraordinaria, y que posee todos los ingredientes para convertir un largo viaje por carretera en un verdadero placer de la conducción y confort.
En el salpicadero nos llamó poderosamente la atención una iluminación en tono verdoso, graduable con más o me nos intensidad, que realza la prestancia y calidad de este nuevo coche español.
El cambio de luces va al pie, a la izquierda del pedal de embrague, sistema que, aunque no es nuevo, no resulta de difícil adaptación.
Respecto al interesante capítulo del consumo, podríamos aplicar el clásico refrán, en su “adaptación” para el automóvil. Es decir: “Dime cómo le pisas y te diré cuánto consumes.” Efectivamente, este coche ofrece una amplia gama de posibilidades, puesto que a velocidades inferiores a los 100 kilómetros por hora no consume más arriba de los 10 litros cada 100 kilómetros, mientras que con promedios altos sin límite consume cerca de los 19 litros.
En ciudad la forma más económica y práctica de llevarle es siempre a punta de gas, ya que con este procedimiento, al que podríamos calificar como el adecuado, el consumo oscila alrededor de los 15 litros.
No obstante, este gasto aumenta hasta cerca de los 20 litros cuando la conducción es despreocupada, sin miramiento en las aceleraciones.
· Texto: A. Calderón (MOTOR MUNDIAL nº 260, Abril 1966) · Gracias a RUBEN 3700 por las fotos >
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