
Poco
después de haber finalizado en Europa el Plan Marshall, abre sus puertas el Salón
del Automóvil de París. Es el año de 1951 y por vez primera hace su aparición
el automóvil español Pegaso. La industria nacional ha lanzado un auténtico
gran turismo, un coche que va a marcar una época de la automoción en nuestro
país. El Pegaso va a revelarse como un fuera de serie y para confirmar la
admiración por él causada, Wifredo Ricart, su creador va a introducirle en el
mundo de las carreras. Ello no tendrá lugar hasta 1953. Durante tres años, los
deportivos alados van a competir en numerosas pruebas, tanto en España como en
el extranjero y en todas ellas dejará constancia de su categoría al más alto
nivel, venciendo en las más variadas especialidades. Van a ser tres años, que
a muchos parecerán un sueño jamás imaginado. De 1953 a 1955 los Pegaso
participarán en las competiciones más importantes, siguiendo el ejemplo que en
su día dieran sus predecesores los Hispano Suiza.
AUTENTICAMENTE
EXTRAORDINARIO
Pocos
son los Pegaso que actualmente permanecen en España. Coches sumamente cotizados
por los coleccionistas, han ido a parar en su mayoría a países extranjeros.
Menos conocidos aún que los modelos de producción, son los de competición,
aquellas espectaculares barquetas carrozadas por Touring y la propia ENASA.
Eran
aquellos unos deportivos, símbolo al más alto nivel de una de las más bellas
épocas del automovilismo. Las barquetas representaban lo más sofisticado de la
exigua producción de automóviles Pegaso (unas 120 unidades), el summun de
aquellos autos extraordinarios. Pero no debe olvidarse que las cualidades de los
modelos de serie eran tales, que también con ellos corrían asiduamente los
clientes de la marca.
REPRESENTATIVO
DE UN ESTILO
La
importancia de la carrocería en cualquier diseño automovilístico es vital. En
los Pegaso, hay un nombre al que se le debe rendir el honor que merece: es el
italiano Touring. De su pluma no sólo salieron los coupés que ilustran estas páginas,
sino también las barquetas de carreras.
Inspiradas
en estas, también ENASA realizó algunas otras barquetas, que se conocerían
popularmente como los Spyder Rabassada. Sin pretender relegar a Touring, en
cuyos diseños la inspiración era absoluta, no podemos por menos de expresar
nuestra admiración por las líneas del Rabassada más puras incluso, si cabe,
que las del carrocero italiano.
Igualmente
los coupé de Touring Superleggera eran algo fuera de lo común, aunque en
competiciones se ilustraron con menos frecuencia que los modelos abiertos. De
hecho había pilotos como Joaquín Palacio -hombre clave en el desarrollo de
estos coches-, que preferían las barquetas.
MUY
BIEN CALCULADO
Hablar
con Joaquín Palacio sobre los Pegaso puede ser apasionante. Para él, hombre
que pilotó desde los años veinte los más populares coches de competición,
los Pegaso "eran divinos". Eran mejores que cualquier otro, mejores a
su juicio incluso que los Jaguar D.
Los
Pegaso no se rompían. El motor arrojaba un rendimiento suficiente y el cambio
era lo suficientemente sólido para transmitir la potencia sin complicaciones,
aunque se le diera un trato duro.
El motor
de ocho cilindros en V tenía dos árboles de levas en cabeza por cada línea de
cilindros e iban accionados por cascada de engranajes. Las válvulas llevaban
muelles dobles y las de escape iban refrigeradas por sodio, refinamiento poco
común.
Los
motores, salvo en su cilindrada, sólo cambiaban en el sistema de alimentación.
Lo más usual eran uno o cuatro carburadores dobles Weber, en combinación con
el compresor.
Las
cilindradas iban de 2.500 a 3.200 c.c. Y sus potencias se situaban entre los 225
y los 350 CV. Es de señalar que el bloque y la culata eran en aleación ligera
de aluminio. La lubricación era por cárter seco.
El
cambio de cinco velocidades tenía el eje primario hueco, a través del cual
pasaba el aceite y se distribuía a los puntos vitales. Es de señalar que iba
acoplado al diferencial autoblocante ZF y, junto con los frenos, formaba un
bloque en el tren posterior.
LA
ESTABILIDAD, SU MEJOR VIRTUD
Según
Palacio, el Pegaso "se aguantaba de delante" y en ello estribaba una
de sus principales diferencias frente a sus competidores. Tenía un excelente
poder direccional y una estabilidad excelente. La suspensión delantera
incorporaba dobles triángulos con amortiguadores hidráulicos y barras de torsión
longitudinales. La trasera recurría al eje De Dion, tan en boga en su época,
con amortiguadores hidráulicos y barras de torsión transversales.
Al
hablar del punto débil de los Pegaso, todos saben que eran los frenos. La bomba
y los tambores (estos de aluminio) no eran suficientes para las altas
velocidades que desarrollaban, "pero iban como rayos".
Lamentablemente
con el paso de los años dejarían de fabricarse, cuando ya habían alcanzado un
perfecto grado de puesta a punto, gracias a sus constantes participaciones en
carreras y a las largas pruebas que se realizaban.
TRES
AÑOS DE VICTORIAS Y ESPERANZA
Al
hablar de las participaciones de Pegaso en competiciones, debe decirse que su
terreno favorito eran las carreras en cuesta. En España, Francia y Suiza
lograron brillantes resultados desde 1953 hasta 1955.
Pasado
un primer período de puesta a punto, se pensó correr en las 24 Horas de Le
Mans de 1952. La idea fue postergada al año siguiente. En principio se iban a
participar con el bisiluro, para hacerlo finalmente con dos barquetas. En los
entrenamientos, los tiempos de los Pegaso estaban al mismo nivel que los de los
Jaguar C (futuros vencedores). Desafortunadamente Juan Jover sufrió un grave
accidente y Ricart decidió abstenerse de participar. No se sabía si Jover
salvaría la vida y además Ricart no quería participar con un solo coche.
Por fin,
el 8 de julio de 1953 se alcanzó un resultado de relieve. Palacio corrió la
"Vue des Alpes" en Suiza y logró el segundo mejor tiempo de los 140
coches de sport participantes, tras el Ferrari de Hans Ruesch. Tras él se
clasificaron un Talbot Le Mans, un Ferrari, dos Jaguar 3,4, un Alfa 2,3, etc.
Poco
después, el 11 de septiembre, en la carretera de Tona a Vich, Celso Fernández
alcanzó con el bisiluro una velocidad de 226,4 k.p.h. Con una barqueta Le Mans,
el príncipe de Metternich consiguió una cifra bastante aproximada. Fueron a
continuación a Bélgica a hacer pruebas. En la autopista de Grande a Ostende,
en Jabekke, Celso Fernández con la barqueta 2,8 (en el bisiluro una bujía rota
había dañado un cilindro), estableció cuatro récords internacionales: un kilómetro
con salida parada al promedio de 138,9 k.p.h.; la milla con salida parada a
159,1 k.p.h.; el kilómetro lanzado (a continuación del de salida parada) a
243,0 k.p.h. y la milla lanzada a 241,6 k.p.h. Se habían batido los récords de
Jaguar.
Las
subidas iban a ser a partir de ese momento el campo de predilección de los
Pegaso, aunque también hicieron algún rallye como el Cataluña y el Sables
d'Olonne. La Faucille, la Rochette, el Col Bayard, la Rabassada, Perdices, Los
Leones, Galapagar, etc., les verían participar con éxito. Rudy Bay, Paco Godia,
el conde de Caralt, Romero Requejo, Julio Reh, el príncipe de Metternich,
Antonio Creus, Celso Fernández, Polo Villaamil, etc., corrieron asiduamente con
ellos. Debe destacarse la intensa actividad de Joaquín Palacio, que corrió con
los Pegaso veintidós carreras internacionales. De ellas ganó diez y ocho, fue
segundo en una, sexto en otra y las dos restantes las acabó en el hospital.
La última
participación oficial de un Pegaso en competición fue en la Subida al Puerto
de Los Leones en 1955, que ganó Palacio. Ahí acabó todo, aunque los
deportivos Pegaso seguirían fabricándose hasta 1957.
EL
DOMINICANO
Una de
las participaciones de Pegaso que más expectación causó fue la de la
Panamericana de 1954.
Fue una
idea de Trujillo, el presidente de la República Dominicana. Había comprado un
Pegaso, el llamado "Rosa de té" (un 2,8 con compresor) y Joaquín
Palacio fue el encargado de entregarlo. Manolo Valdés, el embajador, les
presentó y Palacio comentó a Trujillo que no le gustaría morir sin haber
corrido la Panamericana.
Palacio
tomó un avión y llegó a Méjico 24 horas antes de la salida.
En un
principio se colocó en cuarta posición. Pronto fue cogiendo confianza, hasta
colocarse tercero, después de ganar la etapa Oaxaca-Méjico. Las posibilidades
de Palacio eran grandes, pero un grave accidente en la etapa Méjico-León dio
al traste con todo. Al final de la larga recta, en la que con los desarrollos más
largos se rozaban los 300 k.p.h., Palacio no pudo abordar una curva en ángulo
recto y se salió por derecho. El coche hizo una espectacular cabriola y voló
durante largos e interminables metros, para acabar cayendo por un barranco.
Cuarenta kilómetros antes había cargado 310 litros de gasolina. Cuentan las crónicas
que apenas se detuvo el vehículo se originó una tremenda explosión; el coche
se incendió y quedó completamente destruido. Palacio quedó colgado en un gran
cactus con diversas lesiones, siendo trasladado posteriormente al hospital,
donde inició su recuperación. La carrera fue ganada por los dos Ferrari de
Maglioli y Hill.
PROYECTADO
PARA LE MANS
Un
modelo muy poco conocido fue el bisiluro, que Ricart diseñó para participar en
las 24 Horas de Le Mans de 1953. Este coche se caracterizaba por su carrocería
con el puesto de pilotaje en el lado derecho, en un carlinga de pequeñas
dimensiones, cuyo fin era ocupar el menor espacio posible.
El
objetivo del ingeniero Ricart con este Z-102 B "Especial Competición"
era retrasar la posición del motor todo lo posible y conseguir así un
equilibrio óptimo. Igualmente se buscaba el mejor rendimiento aerodinámico y
una buena estabilidad a alta velocidad. Con el motor 2,8 sobrealimentado este
coche alcanzaba los 270 k.p.h.
Es
curioso señalar que para respetar los reglamentos de Le Mans, Ricart acondicionó
una plaza para un pasajero, tapada con una trampilla como luego se haría en el
Jaguar- D. Tenía también un pequeño parabrisas escamoteable y un maletero
posterior, en el que se situaba la rueda de repuesto.
Desafortunadamente,
un incendio retrasó su construcción y no pudo tenerse a punto para Le Mans,
haciendo posteriormente, con Celso Fernández al volante, las pruebas de
velocidad de Tona a Vich.
Este
coche tenía un peso de 1.000 kilos y una notable longitud de 4,49 metros con
una anchura de 1,88. Sin duda, fue el Pegaso más original de todos los que se
construyeron.
EL BISILURO Y
LAS BARQUETAS DE COMPETICIÓN: HISTORIAL
Aunque muchos
clientes de Pegaso participaron en diversas carreras tanto nacionales como
internacionales, estos son los vehículos destinados específicamente por la
marca para la competición. Puedes hacer click sobre el nombre del modelo para
ver su historial.
· Fuente: LOS
MONSTRUOS SAGRADOS DE LA COMPETICION. Alberto Mallo, Velocidad, Madrid circa
1977 y elaboración propia
· Gracias a Colempi por enviar el
artículo
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