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Lancia Y-10 GTi VS Innocenti Turbo De Tomaso
La cualidad primordial de un vehículo urbano es la agilidad y ésta se consigue gracias a un tamaño contenido unido a un motor poderoso. Tanto el Innocenti como el Lancia son excepcionales en ambos aspectos. Los dos son el auténtico nervio de la ciudad.
El Innocenti Turbo De Tomaso tiene una dilatada historia a sus espaldas. Las primeras versiones del modelo fueron presentadas en el Salón de Turín de 1974 y estaban propulsadas por mecánicas de origen British Leyland (Mini). Dos años después cambió su denominación apareciendo con el nombre actual: De Tomaso. En el 82 la mecánica fue sustituida por una japonesa Daihatsu similar a la que lleva el Charade de esta firma nipona. Tiene la particularidad única de tratarse de un tres cilindros en línea con menos de un litro de cubicaje. Coincidiendo con el nuevo grupo motriz se mejoraron las suspensiones. En el 86 le llegó el último lavado de cara. En esta reforma su carrocería fue ligeramente alargada y ha permanecido inalterada hasta hoy.
El caso del Y-10 es bien distinto. Vio la luz por primera vez en el Salón de Ginebra de 1985 naciendo como sustituto del Autobianchi A 112. De hecho en nuestro mercado los Y-10 fueron amparados bajo esta denominación en sus primeros años de comercialización. En 1989, ya con la etiqueta Lancia, sufrió algunas modificaciones de carrocería y equipamiento, y su versión superior que estaba impulsada por un motor turbo fue sustituida por una menos explosiva aunque más fiable alimentada por inyección electrónica.
Estos dos modelos son los más puros representantes del genuino utilitario gracias a sus pequeñísimas dimensiones exteriores. Sin embargo su condición de minicoches no impide que animados por un motor de alta potencia tengan unas prestaciones, sobre todo en lo referente a aceleraciones, dignas de deportivos de pura raza. En cualquier caso «de casta le viene al galgo» ya que los padrinos De Tomaso con su impresionante Pantera y Lancia con su larga tradición de campeones de rallyes saben lo que son modelos de altas prestaciones.
El premio a las dimensiones exteriores más reducidas se lo lleva de calle el pequeñísimo De Tomaso que aventaja al Y-10 en casi 20 centímetros. Su silueta, a pesar de ser más antigua que la del Lancia, es mucho menos conocida y el comentario que se oye más frecuentemente tras hacer algún alarde de aparcamiento es «con ese coche ya podrá, seguro que es un modelo nuevo», a esta última parte del comentario colaboran definitivamente las placas temporales que nos han dado con el coche, que por cierto, nos fue cedido con cero kilómetros de marcador.
El problema de tener una carrocería de diseño más antiguo es fundamentalmente la aerodinámica; la gran ventaja, la personalidad que tienen los trazos de los primeros años de la década de los 70. Todo el aspecto del coche transmite fuerza, su paragolpes anterior tienen grandes agujeros de refrigeración y unos poderosos faros antiniebla integrados en la carrocería lo que le un aire robusto. Los pasos de rueda ensanchados, la toma de aire sobre el capó, las personalísimas llantas de aleación y el pequeño resalte que tiene la parte posterior del techo hacen todo lo demás y exteriormente el coche destila fuerza concentrada. Eso sin citar el reflectante que une ambos pilotos traseros e indica «turbo», algo que resulta difícil de creer por algunos conductores que situados detrás de nosotros en los semáforos se empeñan en achuchar inútilmente, porque en cuanto la luz se pone verde es visto y no visto. El pequeño De Tomaso desaparece raudo doblando la primera esquina con una agilidad realmente sorprendente y envidiable.
El Y-10 juega con su concepción más moderna y con un diseño y una personalización que sin resultar agresiva transmite una sensación elegante y poderosa. Empezando por las llantas que son las de aleación similares a las que montan las versiones superiores del Dedra y el Thema, se le distingue de sus hermanos de serie por los neumáticos anchos, una discreta franja con el anagrama GT en la parte baja de los laterales y dos pequeños cartelitos en la delantera y sobre el peculiar portón trasero negro cortado a cuchillo característico del modelo.
MOTORES: DOS ESTILOS, UN RESULTADO
El juego de Lancia con este modelo tope de gama es la inyección electrónica. El motor es el bloque de 1.301 centímetros cúbicos que llevaba la anterior versión del Uno Turbo. Gracias a este cubicaje relativamente amplio y a la inyección y encendido electrónicos, se consigue una buena respuesta a cualquier régimen lo que permite una utilización del motor en función de nuestro ánimo del día; ahorrativo y tranquilo, gastón y agresivo... Lo admite todo, aunque en su contra esta mecánica tiene un exceso de sonoridad si se desea llevar en la parte alta de cuentavueltas.
COMPORTAMIENTO RUTERO
En carretera semidespejada es donde empiezan a tener un sentido los potentes motores de estos coches. En ciudad, el hueco que hay para aparcar es el mismo para ellos que para sus hermanos menos potentes, entre semáforos se destacan con gran facilidad y en carretera en cuanto empiezan a disponer de pista libre se escapan totalmente. Jugar con una relación peso-potencia tan tremendamente favorable y dedicarse a culebrear como en moto es sorprendente cuando se lleva techo encima. La velocidad punta es mejor en el Lancia gracias a su aerodinámica, que le hace superar en más de 10 km/h al De Tomaso. Pero la punta con ser importante no es lo más significativo, lo importante es como la consiguen. El Lancia sin problemas, sin parecer querer parar de subir vueltas, aunque con un ruido de motor algo excesivo. El Innocenti por su parte empieza a bramar sordamente cuando el silbido del turbo queda superado por el del escape; al pasar las 4.000 vueltas parece que vamos subidos en un cohete. La única pega en el aspecto mecánico que le vemos a este coche es el clasicismo de encendido y alimentación que puede provocar un sobrerégimen ya que en quinta es fácil superar la punta teórica del coche.
Lancia Y-10
Innocenti De Tomaso
COMPORTAMIENTO DELICADO
El Innocenti una vez superadas las antiguas suspensiones del Mini encomienda el eje delantero, al igual que el Lancia, al contrastado sistema McPherson. En el eje trasero es donde está la gran diferencia. El De Tomaso lleva brazos oscilantes anclados a un ballestón transversal y esto fuerza que para mantener un funcionamiento equilibrado con el eje delantero los recorridos de suspensiones estén muy limitados, lo que influye negativamente en el confort sobre firmes irregulares. El Y-10 es más confortable, el peculiar eje Omega hace al coche cómodo ya que absorbe bien las irregularidades del terreno, pero plantea algún que otro problema de estabilidad en el caso de levantar el pie o cambiar la trayectoria en pleno apoyo.
Lancia Y-10
Innocenti De Tomaso
En ambos modelos las altas velocidades son bien admitidas, pero hay que aceptar lo inevitable, conseguir que estos coches no despeguen solos es únicamente posible gracias a una firmeza de suspensiones tal que agita a los ocupantes en sus asientos. La dirección es capaz de meterlos en cintura a pesar de sus cortísimas batallas. En cualquier caso ni siquiera en autopista nos aburriremos con este coche.
Aquí es donde el Y-10 da la de cal. Es el coche del mercado donde se pueden encontrar más refinamientos por centímetro cuadrado. Además de todo lo que lleva el Innocenti este tiene abrelunas traseras eléctrico, guanteras y laterales forrados en tejido Alcántara, cierre centralizado, climatizador automático, check-control electrónico y volante regulable en altura. Los elementos distintos del De Tomaso son un fantástico volante de cuero marca Momo y sobre todo un interior con un sabor artesano que en Lancia han perdido debido a unos métodos de producción más industriales que si bien han eliminado el problema del acabado, se han llevado consigo parte del sabor. Los interruptores son grandes botones repartidos tras el volante, la calefacción se maneja casi rudimentariamente y en el salpicadero hay un pequeño filetito en madera que aporta el justo toque retro. En suma, en este aspecto el De Tomaso es agradablemente anticuado, pero en el Lancia tenemos todos los avances que se pueden incorporar en el campo del equipamiento.
Lancia Y-10
Innocenti De Tomaso Tanto Lancia como Innocenti tienen en estas versiones unos magníficos exponentes de lo que es el coche-capricho. Sus consumos son más elevados que los de las versiones utilitarias de las que derivan, como también lo son sus prestaciones y sobre la distinción que aporta tener un coche distinto en el que no está reñido el lujo con el tamaño reducido. Por precio, habitabilidad, equipamiento y prestaciones el Y-10 es superior pero el De Tomaso turbo juega con el exotismo mecánico y una imagen mucho menos vista. Como todo capricho estos coches se compran sin pensárselo uno dos veces, aunque si así se hiciera no quedaríamos defraudados de todo lo que dan por lo que cuestan. · Fuente: C. Moreton/J.M. Martínez (AUTO HEBDO nº 300, 26 de enero de 1991)
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