|
Autobianchi A 112 Abarth VS Innocenti De Tomaso
Gracias a lo reducido de sus dimensiones exteriores, se mueven con la mayor facilidad en el denso tráfico de las grandes ciudades —callejear es su punto fuerte—, aparcando además, en los espacios más inverosímiles. Por otro lado, y en virtud tanto de la buena potencia de sus motores como de la instantaneidad de sus respuestas a la menor presión sobre el acelerador, son imbatibles a la hora de reemprender la marcha una vez encendida la luz verde; son en definitiva los "reyes de los semáforos". En tales características radica el mayor atractivo de los dos coches que hoy comparamos, dotados con idéntico esquema de distribución mecánica —motor delantero/transversal, tracción a las ruedas anteriores—, casi iguales en cuanto a niveles de potencia —70/71 CV— y dirigidos a un sector muy concreto de usuarios.
Los dos modelos Autobianchi A 112 Abarth e Innocenti De Tomaso, son de importación; el Autobianchi llega de la mano de Fiat Hispania, mientras que el Innocenti lo hace a través de Leyland España.
En las siguientes líneas intentaremos dilucidar, en el ya clásico examen objetivo de MOTOR MUNDIAL, las virtudes más relevantes de uno y otro modelo. El lector podrá así elegir en función de las que más le convengan; por de pronto, como inicio de la confrontación ofrecemos los precios franco-frontera: 611.316 ptas para el A 112 y 583.281 ptas para el De Tomaso, precios traducidos tras el paso arrasador de Hacienda con su temible Impuesto de Lujo en 764.329 y 737.408 ptas, respectivamente.
AUTOBIANCHI A 112 ABARTH
Grandes faros redondos conformando, por sí solos, los frontales de las aletas anteriores, prominente toma dinámica de aire sobre el capó, abundancia de zonas pintadas en negro confiriéndole aspecto deportivo y presencia "amenazadora" del escorpión sobre cada una de las llantas, son identificativos inconfundibles del Autobianchi en su versión Abarth.
El tablero frontal, en negro mate, cadente de agresividad por la buena elección de los recubrimientos, se conforma a base de líneas rectas; dispone de una pequeña guantera y otro hueco para situar la radio cubierto por una tapadera. El conductor tiene ante sus ojos un cuadro muy completo y bien visible, sin ningún tipo de reflejos, pero, por contra, no son tan visibles los tres relojes dispuesto en la consola central por situarse a un nivel demasiado bajo. El volante de acero y cuero, típico de la firma Abarth, ofrece un tacto excelente y sólo su postura, algo horizontal, ralentiza las maniobras rápidas. Pedales, palanca de cambios y freno de mano adoptan una disposición muy correcta si bien requieren demasiado esfuerzo para su accionamiento los pedales de freno y embrague.
La visibilidad es, pese a la postura algo baja del conductor, buena en todos los sentidos. El coche demuestra su estilo deportivo en el interior por la abundancia de tonalidades negras, poniéndose de manifiesto la buena calidad del acabado hasta en los más mínimos detalles.
MECANICA Y COMPORTAMIENTO
Una vez abierto el capó, se perciben de manera instantánea las primeras pruebas de la intervención de una firma tan experimentada en el campo de las transformaciones como es Abarth.
En efecto, sobre la base del motor 903 cc característico del 127 con árbol de levas lateral, bloque de fundición y culata en aleación ligera se llega, por aumento de las cotas iniciales hasta los 1.050 cc. Generando esta planta, con relación de compresión de 10,4 a 1, la cifra de 70 CV a 6.600 rpm. El propulsor del Autobianchi es un claro exponente de la técnica "carrera larga" —carrera superior al diámetro— con 67,2 mm de diámetro y 74 mm de recorrido para el émbolo; a consecuencia de tal estructura los émbolos alcanzan una velocidad lineal considerable. Aún así este 1.050 cc acepta sin quejas las 6.600 rpm de su régimen de potencia máxima.
El par máximo, 8,7 mkg, se obtiene también a un régimen bastante alto, 4.200 rpm y por tal motivo, pese a la presencia de un carburador doble cuerpo, es algo molesta la conducción en marcha lenta, a no ser, que se utilicen las relaciones más cortas para mantener alto el número de revoluciones.
La caja de 5 velocidades con desarrollos muy cortos, al lado de una favorable relación peso/potencia (10 Kg/CV), posibilita la obtención de aceleraciones dignas de relieve y buenas prestaciones. El manejo de la palanca de velocidades requiere un pequeño tiempo de adaptación por la peculiar disposición de la primera velocidad, pero una vez conseguido el hábito sorprende por la precisión de sus maniobras y la cortedad de sus desplazamientos.
El A 112 tras su paso por Abarth experimenta una serie de retoques en su suspensión — el lógico endurecimiento general— con repercusiones beneficiosas en el capítulo estabilidad, incluso a velocidades muy considerables, aunque en detrimento del confort de los pasajeros, pues cualquier desigualdad del terreno tiene inmediato reflejo en el habitáculo. En el tren anterior la suspensión es del tipo McPherson, mientras que la suspensión posterior monta un ballestón en posición transversal, que permite la independencia de ambas ruedas. Con todo ello se logra una estabilidad calificable de excepcional.
El conjunto frenante utiliza la distribución ya clásica, discos en el tren delantero/tambores en el tren trasero; no cuenta con mecanismo de servoasistencia y por ello la fuerza necesaria para la detención del vehículo debe ejercerse por el propio conductor, aún así el sistema funciona a la perfección y permite deceleraciones satisfactorias.
La dirección, de cremallera, es sumamente precisa y permite una conducción muy ágil, contribuyendo a ello el escaso número de vueltas de volante entre topes y el reducido diámetro de giro del coche.
Solo nos queda una precisión final para las ruedas: las dimensiones mínimas de llantas y neumáticos no están en consonancia con esa potencia final de 70 CV y sería aconsejable el montaje de medidas superiores para la perfecta transmisión de tal "caballaje".
INNOCENTI DE TOMASO
Silueta increíblemente baja, perfil en cuña, abundante recurso a los tonos negros —franjas de protección, toma dinámica sobre el capó, tiradores de puerta, etc, así como el pequeño diámetro de sus ruedas —llantas de 12 pulgadas en lugar de las 13" tradicionales— personalizan, de una manera perfecta a este coche en la versión específica de nuestra prueba, última evolución del diseño Bertone, transformado bajo óptica deportiva por los estilistas del industrial Alejandro de Tomaso.
El modelo inicial, con base mecánica Mini de Leyland y carrocería Bertone, se presentaba en el Salón Italiano de Turín en 1974 y dos años después, en el mismo Salón, se exponía por vez primera la transformación De Tamaso. La vocación primitiva del coche era la circulación por ciudad y tal idea ha permanecido intacta entre las preocupaciones primordiales de su constructor, confirmándose su carácter en esa excelente protección del conjunto, merecedora de la máxima calificación: paragolpes envolventes de gran tamaño realizados en materia plástica, flancos bien cubiertos con una amplia franja extendida entre los pasos de rueda, y los propios pasos de rueda defendidos mediante elementos semicirculares de igual materia plástica. El parabrisas laminado y la disposición transversal del motor en el vano delantero configuran un conjunto con aceptable nivel de seguridad pasiva.
La accesibilidad a las plazas delanteras es digna de la máxima nota, como también a las plazas posteriores en virtud del magnífico ángulo de abatimiento de los respaldos anteriores. En el De Tomaso, destaca con luz propia el buen diseño anatómico de sus butacas anteriores, que recogen bien el cuerpo.
El salpicadero, en material no agresivo de tonalidad negra, denota también el paso del maestro Bertone; el cuadro de instrumentación con sus grandes relojes, bien visibles, y la disposición original tanto de sus avisadores ópticos como de sus aforadores y termómetros muestra con claridad la importancia de la investigación estética. La visibilidad de todo el conjunto es buena y, en ningún caso, se reciben reflejos molestos.
El posicionamiento de los pedales, herencia del clásico Mini, está algo descentrado y ello obliga, por conjunción con el ángulo del volante, bastante horizontal, a sentarse ligeramente ladeados hacia la derecha. La suavidad de manejo en todos y cada uno de los mandos es la nota característica, tanto más destacable por cuanto la buena sección de los neumáticos no repercute en un endurecimiento de la dirección. La visibilidad para el conductor, es buena en todas las direcciones. El Innocenti goza de un perfecto nivel de definición en todos sus detalles evidenciándose la calidad de sus materiales ya desde el primer instante de utilización.
MACANICA Y COMPORTAMIENTO
Impulsa al De Tomaso un propulsor glorioso, el cuatro cilindros de 1.275 cc construido por completo en fundición —poca conductibilidad del calor—, el ya clásico "corazón" de la generación Mini y ahora de la más reciente generación Leyland, los Mini Metro.
Con relación de compresión 9,75 a 1 y alimentación a través de un carburador semi-invertido SU, este corazón genera 70,5 CV a 6.100 rpm con un par máximo de 10,6 mkg al régimen muy interesante de 3.200 rpm. Tal cifra de par se aúna con la característica estructura del motor Leyland 1.275 cc, un motor fiel a la tradición "carrera larga" como demuestran, de forma inequívoca, sus 70,6 mm de diámetro por 81,3 mm de desplazamiento, para permitir una conducción sumamente cómoda por ciudad, sin prejuicio de las prestaciones "pura sangre" a regímenes más altos; en efecto, esta planta motriz presenta dos comportamientos diferenciables con facilidad: a bajo régimen tira con vigor sin rastro de brusquedad, transformándose, al sobrepasar las 4.000 rpm, con el desencadenamiento muy progresivo de la potencia. En pocas palabras, estamos ante el Dr. Jekyll y Mr. Hide.
En el Innocenti la caja de cambios forma conjunto y parte del motor, por la situación de sus engranajes en el cárter común -de aluminio-; el mismo aceite se encarga de lubricar tanto el motor como la caja, en el primer caso por presión y en el segundo por simple barbotaje. Las cuatro velocidades presentan un buen escalonamiento y ello posibilita las aceleraciones fulgurantes. El recorrido muy corto del sistema de embrague, acoplando la potencia con gran rapidez, exige un ligero tiempo de adaptación para extraer el máximo partido al propulsor; de cualquier manera y gracias al carburador único la potencia no llega nunca con violencia. El manejo del selector de velocidades resulta agradable y, sólo en algunas ocasiones, la primera se muestra remisa a su inserción.
La suspensión, del tipo cuatro ruedas independientes, utiliza un sistema de muelles cónicos de caucho con amortiguadores hidráulicos, sistema original Leyland; el grado de estabilidad conseguido en virtud de su concurso merece la calificación de excepcional pero, en contrapartida, manifiesta, quizá con excesiva dureza las irregularidades del terreno en el interior del coche. El tratamiento deportivo origina, de manera indefectible, esta última consecuencia.
Para la frenada el Innocenti sigue el esquema clásico, discos en tren anterior/tambores en el posterior, su acción conjunta origina deceleraciones muy enérgicas. Pese a la carencia de servo, el sistema no exige, en ningún momento, presiones exageradas y las buenas dimensiones de los neumáticos facilitan la tarea de forma considerable.
La dirección de cremallera es muy directa y el diámetro de giro sumamente reducido, ello produce una inmejorable sensación de movilidad, acorde con las restantes características del coche.
Ya, por último, aparece el capítulo ruedas, capítulo bien tratado en el Innocenti gracias a sus llantas con 5 pulgadas de garganta, en perfecto emparejamiento con los neumáticos 155/70 SR 12. Amplia superficie de rodadura y perfil bajo contribuyen tanto a la exacta transmisión de potencia como a la frenada enérgica, sin olvidar sus influencias beneficiosas en el capítulo estabilidad.
EQUIPAMIENTO
Las diferencias a nivel de equipamiento entre nuestros dos contendientes se localizan, de manera primordial, en dos capítulos: el correspondiente a elementos específicos para vigilancia de la mecánica y, por otro lado, el correspondiente a elementos de seguridad.
El Autobianchi se impone al Innocenti en el primer aspecto por la presencia en su tablero de instrumentación de un termómetro de aceite y un totalizador kilométrico parcial. En la otra vertiente, ya dentro del campo seguridad, el producto de Leyland manifiesta su superioridad al contar con: cinturones de inercia en las plazas delanteras —los cinturones básicos del A 112 son del tipo clásico—, piloto antiniebla posterior —también lleva luz antiniebla en su frontal—, y dispositivo de intermitencia simultánea. Para finalizar dos últimas diferencias entre uno y otro coche; mientras el producto Fiat exhibe su retrovisor exterior regable desde el interior, el producto Leyland dispone de tapón de gasolina con llave. En virtud de nuestra mayor valoración del aspecto seguridad nos inclinamos por conceder ventaja al Innocenti.
HABITABILIDAD/MALETERO
Las dimensiones exteriores de estos dos pequeños vehículos no permiten presagiar el valor real de su habitabilidad; en efecto, los interiores de ambos coches posibilitan el alojamiento de cuatro personas adultas, eso sí, con más facilidad en el caso del Innocenti por la mayor amplitud tanto a nivel transversal —a la altura de codos y hombros—, como a nivel longitudinal, pues si la distancia entre los pedales y el respaldo del asiento posterior arroja un valor superior para el A 112 con respecto al De Tomaso, sin embargo, el espacio entre el respaldo de las butacas anteriores y el perfil del asiento posterior es más grande en el coche de Leyland, otorgando a los pasajeros, por tanto, mejores facilidades de movimiento, aunque sea a costa de un asiento, propiamente dicho, algo estrecho.
La utilización de estos dos coches exige, en algunos casos, el transporte de maletas, y en ese momento ambos demuestran la debilidad más patente de su diseño: carecen propiamente de un verdadero maletero, haciendo necesario abatir, en ambos casos, el asiento trasero para que sean realmente útiles. Al abrir el portón posterior de los dos vehículos se accede a un volumen de carga con valores exiguos, de todos modos las formas bastante rectilíneas de las aristas posibilitan el logro de un volumen utilizable de 122 dm3 en el Autobianchi y de 95 dm3 en el Innocenti. Existe en esta ocasión una clara ventaja del producto Fiat que además, puede abatir su asiento trasero en dos mitades.
Tanto el Autobianchi como el Innocenti son dos auténticos "dominadores de la ciudad": los dos se aparcan sobre una "caja de cerillas", giran en un palmo de terreno y callejean con la mayor facilidad. Por tamaño se impone escasamente el De Tomaso al A 112 Abarth, pues la suma de los valores correspondientes a longitud y anchura total proporciona un valor más pequeño para el coche de Leyland.
En los aspectos diámetro de giro y vueltas de volante entre topes la igualdad es manifiesta, aunque en los últimos límites se podría conceder una ligera ventaja al producto Fiat. En cuanto a suavidad o comodidad de marcha a través de la congestionada circulación de nuestras ciudades, el primer lugar corresponde, sin duda alguna, al Innocenti, debido a su par motor más alto —10,6 mkg en comparación con los 8,7 mkg ofrecidos por el Autobianchi— obtenido a un régimen bastante inferior. Por último, abundando más en el tema, el mando de embrague requiere para su accionamiento un esfuerzo netamente más pequeño en el Innocenti. Por todo ello, este último coche se adelanta en el presente apartado.
PRESTACIONES/CONSUMO
Dentro del capítulo velocidad se impuso ligeramente el producto Leyland con sus 157,6 Km/h, quizás como consecuencia de la mejor aerodinámica del conjunto.
Para el enjuiciamiento de las aceleraciones conviene, en la presente prueba, valorar el concurso de dos elementos: de una parte la relación peso/ potencia, muy similar en ambos coches —10 Kg/CV para el Autobianchi, 10,6 Kg/CV para el Innocenti—, y por otro lado el tamaño de su equipo neumático, donde gracias al buen dimensionamiento de su "calzado" el coche de Leyland transmite mejor la potencia al suelo en los primeros 400 m, imponiéndose así en esta medición: 18,1 seg contra los 18,8 del coche de origen Fiat. Sin embargo, a lo largo de los 1.000 m, la menor cifra de Kg movida por cada CV propia del Abarth le concede ventaja sustancial en su duelo con el De Tomaso. En aceleración hay que inclinarse ante él.
El apartado reprise, o recuperación en 4ª desde 40 km/h, es coto particular del Autobianchi como consecuencia de sus relaciones de cambio más aproximadas y cortas en comparación con las del Innocenti. En cuadro aparte quedan reflejados todos estos valores.
Los consumos obtenidos en carretera, como en ocasiones anteriores, con una sola persona en el coche circulando a velocidades constantes de 90 y 120 km/h, otorgan la primacía al Abarth en virtud de su 5a velocidad, al permitir una considerable reducción del régimen de giro del motor y por consiguiente una rebaja del "apetito". En ciudad, por contra, la facilidad, del De Tomaso para rodar sin problemas a bajos regímenes juega a su favor dándole ventaja.
CONFORT
En el capítulo confort son cinco los puntos conformadores para nuestra clasificación final.
Comenzando por la comodidad de las suspensiones para los pasajeros, diremos que no es precisamente en este punto donde podemos alabarles: suspensiones de tarado muy duro y recorridos mínimos para los amortiguadores son la justificación de tal carencia, explicable por el carácter deportivo de ambos mini-ejemplares; de todas formas, aunque por muy leve margen —el mayor tamaño de sus ruedas absorbe mejor los desniveles de la carretera— se impone el Autobianchi.
En comodidad de los asientos hay una clara ventaja en favor del Innocenti, sus excelentes butacas anteriores y su buena banqueta posterior le elevan claramente sobre su competidor, que además peca de butacas algo estrechas.
La climatización es brillante en los dos modelos y a la buena aireación contribuye las enormes tomas dinámicas presentes sobre los capós anteriores de ambos coches. Igualdad.
El nivel sonoro dentro del habitáculo es muy alto en uno y otro automóvil. Pero la facultad mostrada por el Abarth de girar a regímenes muy elevados, se manifiesta en el interior con un volumen de rumorosidad superior al de su contrincante, de motor más tranquilo. Ventaja Innocenti, pues.
La clásica postura de conducción propia de los Mini se repite en el Innocenti y, ello impone al conductor un ligero desplazamiento de su posición hacia la derecha, motivada por la situación de pedales y volante; el Abarth no presenta ese problema y por tanto la ventaja es suya.
Para nosotros, un empate en confort es la sentencia lógica impuesta por las características de ambos contendientes. Ustedes valoren, no obstante, al igual que en los anteriores apartados, lo que más les seduzca a la hora de comprar uno u otro automóvil, si es que se han presentado esta duda. Nuestro cómputo de clasificaciones sólo tiene un valor orientativo.
· Fuente: A. Marco, M. Otermin y G. Romero-Requejo (MOTOR MUNDIAL nº 439, Enero 1982)
|
|