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Alfa Romeo Alfetta 2000
En la primavera de 1977 la firma Alfa Romeo lanzaba al mercado el «Alfetta 2000», un coche que completa la línea de los «Alfetta 1800» (mayo 1972) y «1600» (enero 1975) representando al mismo tiempo el vehículo más prestigioso de la fábrica de Arese (Milano) tras la desaparición del malogrado «Montreal». El «2000» conserva prácticamente las mismas características de los otros «Alfetta»: motor delantero de 4 cilindros con doble árbol de levas en cabeza refrigerado por agua, sistema de transmisión «Transaxle», siendo la caja de cambio situada posteriormente, haciendo bloque con el diferencial (sistema utilizado ya en 1953-55 por Pegaso), suspensión trasera de Dion, carrocería espaciosa de 4-5 plazas con un enorme maletero. Las diferencias principales estriban en el cubicaje del motor que pasa de 1779 cm.3 a 1962 cm.3 con una modesta ganancia de potencia, de 115 ch (84,5 kW) a 121 (89 kW) al mismo régimen de 5300 r.p.m. En la realidad no puede hablarse de una efectiva ganancia de potencia ya que la potencia específica baja de 64,6 ch-L a 61,7 ch-L y la relación peso-potencia sube de 9,1 kg-ch a 9,4 kg-ch.
Sin embargo lo que Alfa quería era disponer de un coche más flexible y suave de conducción, aun sacrificando en algo su imagen deportiva y esto se ve reflejado en el par máximo que pasa de 17 a 17,9 mKg. a un régimen inferior, 4.000 r.p.m. en lugar de las 4.400 del «Alfetta 1800». El cambio de marchas sigue con cinco relaciones hacia adelante con una quinta superdirecta y los frenos permanecen naturalmente del tipo de disco con doble circuito y servo. Muy interesante el capítulo «manutención» como ya lo era por el 1800: cambio de aceite cada 10.000 km. y ausencia completa de engrasadores. La dirección es de cremallera y el depósito de gasolina puede tragar hasta un máximo de 49 litros, lo que no es precisamente mucho. Como los otros «Alfetta» el «2000» calza neumáticos de 165SR14 sobre llantas de 5,5J. Los amortiguadores son telescópicos.
PRESENTACION Y ACABADO
La línea de Alfetta «2000» es bien conocida y carac terística y no se aparta de la del Affetta «1800»: cola relativamente alta que oculta una espaciosa maleta, morro característico de todos los Alfas. El acabado a primera vista es bueno, sin embargo si se le examina con cierto detenimiento no parece a la altura de lo que tendría que ser, de momento, el «buque insignia» de la firma de Arese. Las quejas de los clientes a este propósito empiezan a formar una leyenda: embellecedores que ya a la entrega del coche están mal montados, manecillas de puertas que se quedan en la mano y otras «alegrías» parecidas que confirman una vez más, si falta hiciera, los resultados de una fábrica que sufre de continuas huelgas. Los asientos, tapizados en paño, son bonitos y agradables, el tablier (mal colocado como luego veremos) comprende de la izquierda a la derecha los siguientes instrumentos: Velocímetro, tarado hasta 200 km-h, termómetro temperatura agua, manómetro presión de aceite, indicador nivel de carburante, cuenta revoluciones con sector encamado que empieza a 5700 r.p.m. En el centro un reloj, interiormente una serie de chivatos no todos demasiado inteligibles. La palanca del cambio cae bien bajo la mano, mientras que una guantera y otros receptáculos permiten colocar los varios pequeños objetos que se pueden necesitar en ciudad o en los largos desplazamientos.
AL VOLANTE DEL ALFETTA «2000»
Al sentarse al volante la primera impresión es a la vez positiva y negativa; los asientos son cómodos con amplias posibilidades de regulación y es fácil encontrar la posición ideal, sin embargo salta a la vista la pésima colocación de los instrumentos con relación al volante; éste, en su parte superior, oculta inexorablemente el sector comprendido entre 50 y 60 km-h del velocímetro y la zona digamos así «peligrosa» del cuentavueltas, alrededor de las 5500-6000 r.p.m. El instrumento más visible es sin duda alguna el reloj, lo que no deja de ser paradójico y divertido al mismo tiempo. El motor se pone en marcha sin vacilaciones incluso por tiempo frío adquiriendo su temperatura ideal al cabo de pocos minutos así que el potente sistema de calefacción puede actuar con encomiable solicitud. Dos otros puntos, muy importantes saltan a la vista: el comportamiento del motor en extremo voluntarioso y excepcionalmente elástico por tratarse de un 4 cilindros tan sofisticado que, sin embargo, ha perdido bastante en «rabia» y brillantez. A la postre, y al parecer, esto es exactamente lo que los técnicos de Alfa Romeo pretendían, un motor más dócil y menos «puntiagudo» del que equipaba el Alfetta «1800».
El otro punto que esperaba averiguar con mucho interés era el del cambio de marchas; entre los usuarios del Alfetta «1.800» se habían levantado muchas quejas a propósito de la precisión del cambio llegándose en casos extremos a denunciar la casi imposibilidad de un rápido paso entre segunda y tercera. Normalmente se achacaba esta peculiaridad a la disposición «transaxle» de la caja de cambio y, por consecuencia, el largo sistema de palancas y barras de mando entre la caja misma y la palanca del cambio. Hay que decir en seguida que la maniobra del cambio me ha parecido perfecta en cualquier circunstancia a parte de resultar algo dura; no es el clásico «cuchillo caliente en un pote de mantequilla», pero tampoco ninguna barbaridad.
Reseñamos rápidamente otros puntos positivos: la dirección, ligera, muy precisa y que juntamente con otras características dinámicas confiere al coche una insospechada agilidad. Tres vueltas y media del volante son suficientes para pasar del «todo a la derecha» al «todo a la izquierda» y no me refiero, a en este caso, al notorio color político de los obreros de la fábrica de Arese. Disposición de los mandos y de los pedales en general satisfactoria, posibilidad de efectuar la maniobra de «punta-talón» más que nada para no perder la costumbre ya que las diferentes relaciones del cambio están perfectamente sincronizadas. Visibilidad muy buena en cualquier dirección y asientos que sujetan bien al pasajero y conductor incluso en los virajes tomados con cierta «alegría». Suspensión que puede definirse de confortable, motor silencioso (prácticamente inaudible al relentí.) y notable ausencia de ruiditos extraños de carrocería, por lo menos en el ejemplar caído bajo mis manos. El volante vuelve a su posición normal, después de un viraje, enérgica y rápidamente.
La estabilidad y el poder de tracción son muy buenos como he podido comprobar incluso recorriendo carreteras de montaña cubiertas de nieve, sin embargo aquí hay que señalar un punto no digo negativo sino que peculiar y que el usuario que estrena un Alfetta «2.000» tendrá que tener presente; a velocidades bajas o modestas el coche es notablemente subvirador y esto puede apreciarse (¡es un decir!) particularmente en los cerrados virajes de montaña. ¿Otros defectos? La aguja del cuentarevoluciones que parece sufrir de cierta inercia, la posición que no todo el mundo aprecia de los pulsadores de las bocinas sobre los radios del volante. Los frenos, a primera vista, no parecen del otro mundo, pero esto es debido a que es prácticamente imposible bloquear las ruedas lo que a todos los electos no deja de ser una apreciable ventaja. Una cosa es cierta: el Alfetta «2000» proporciona inmediatamente al conductor un sentido de seguridad juntamente con aquella facilidad de conducción que es característica no seriamente de la casa sino de todos los vehículos de categoría.
La velocidad máxima, por poco que las condiciones de carretera sean favorables, supera alegremente los 195 kilómetros por hora y el kilómetro, con salida parada, puede recorrerse en poco más de 30", 30'6 por la exactitud ¿Y el consumo? Nada mal, a mi criterio, ya que en término medio puede situarse entre un mínimo de 8'5 litros cada 100 kilómetros hasta un máximo de 14, naturalmente siempre y cuando no se abuse de los regímenes elevados.
CONCLUSION
El «Alfetta 2000» es un coche del cual sales muy satisfecho en ocasión de la primera toma de contacto; con el tiempo el propietario y usuario puede que empiece a notar pequeños faltos, tonterías más que nada, de acabado, lo que nos lleva a la conclusión que se trata del coche llamado a ser el más prestigioso de una fotografía de tal solera merecería más atención en este sector. De todas maneras y a pesar de todo me parece que la conclusión que podría adoptarse es la del notorio refrán en dialecto milanés: «Un Alfa l'é semper un' Alfa!» · Fuente: Adriano Pascucci (MOTORAUTO nº 19, 16-Febrero-1978)
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