|
Opel Monza 3.0 E
El silencio es siempre un buen síntoma: denota un perfecto equilibrio de las partes mecánicas, sin vibraciones, pero también un acertado sistema de suspensión y una lograda aerodinámica e insonorización general. Sólo se rompe esta barrera del sonido al exigirle al motor todo su potencial, produciendo un rugido embriagador, inconfundible, imposible de explicar con palabras, hay que sentirlo.
La ascensión hasta la zona de las 4.000 vueltas es suave, progresiva, decidida, pero una vez sobrepasado este umbral el leve y sordo zumbido del motor se transforma en un auténtico bramido. El que a bajas revoluciones fuese un majestuoso vehículo de paseo se convierte de pronto en una bestia deportiva.
La doble personalidad se hace patente en cada detalle. Todo se ha dispuesto con sencillez y elegancia, pero con un fin práctico. Desde los asientos, tapizados de un agradable terciopelo, y que en curvas fuertes sujetan muy bien, hasta el salpicadero, de diseño muy equilibrado, conjugan la categoría de una berlina de lujo con la practicidad del vehículo deportivo. El tablero de instrumentación forma una media luna ante el conductor para permitir el accionamiento de cualquier mando sin necesidad de desplazar el cuerpo de la postura de conducción.
Conseguir que esta postura sea la ideal y a nuestro gusto es muy sencillo: aparte de desplazarse el asiento hacia adelante o hacia atrás, y una vez regulada la inclinación del respaldo, podemos elevar todo el conjunto mediante una palanca lateral. No importa la estatura del conductor. Un nuevo diseño de la estructura de los asientos mejora asimismo la habitabilidad de las plazas traseras, que encuentran más espacio para las rodillas de los pasajeros.
Sin embargo, aun disponiendo de 4 holgadas plazas el carácter individualista del Coupé ha sido tenido muy en cuenta. De hecho, a la hora de recomendar las presiones de inflado de neumáticos, se contempla en primer lugar la utilización con dos, máximo tres, personas y no olvidando al amante de las prestaciones aconseja a los que «condu cen de forma deportiva» incrementar 0,3 bar la presión de ambos trenes.
Y conviene hacer caso de estas recomendaciones pues a pesar de disponer de una reserva de 180 CV, son 1.400 kg. largos los que se mueven y un buen agarre es fundamental.
Efectivamente, con 2,2 bar aumenta el confort de marcha, pero en curvas fuertes se produce una cierta deriva que desaparece al endurecer las ruedas. Así que, ateniéndonos al manual, con dos kilos y medio en cada rueda, procedimos a la prueba dinámica de este alemán con nombre de circuito italiano.
MAGNIFICO SU COMPORTAMIENTO EN AUTOPISTAS
Su aerodinámica línea lo hace especialmente eficaz en carreteras despejadas con largas rectas y en autopistas. Pero para alcanzar altas velocidades no sólo es necesario un potente motor y un bajo coeficiente de resistencia aerodinámica: la suspensión se encarga de que la trayectoria sea en todo momento la deseada por el conductor, que los vientos laterales no alteren la marcha y que ésta sea uniforme y decidida. A este respecto el Monza no tiene reproche, pero a medida que las carreteras van haciéndose más viradas va perdiendo importancia el efecto aerodinámico y cobrándola el mecanismo de suspensión.
Nuevamente se manifiesta la conjugación del deportivo con el rutero: amortiguadores duros y suspensiones (aún siendo reforzadas) algo blandas. El compromiso logrado (recordando que este gran coupé pesa casi tonelada y media) es bastante aceptable. En curvas y virajes rápidos la reacción de los amortiguadores es instantánea. En apoyos largos, sin embargo, la suspensión cede y la carrocería bascula hacia el exterior. Pero las ruedas no pierden su trayectoria. La dirección asistida, muy rápida y sensible permite afinar el trazado.
El conjunto es un pelín subvirador, pero el excelente calzado cura el mal antes de producirse. Sólo será necesario corregir con contravolante si voluntariamente en una curva aceleramos de más. El tren trasero patina entonces y con un rápido golpe de volante volvemos a nuestro camino.
Si las aceleraciones son brillantes (ver el cuadro de prestaciones) las frenadas no lo son menos. Ambos trenes equipados con frenos de disco, los delanteros ventilados, proporcionan una frenada casi instantánea pisando en seco, aunque se alarga un poco (son muchos kilos) con los discos calientes.
CONFORT Y ACABADO IMPECABLES
La versión 3.0 E es la única de la gama Monza que se comercializa en España y ha sido dotada de una serie de elementos de confort y acabado que, incluidos en los casi dos millones de pesetas que cuesta en la calle, complementan este interesante vehículo. Aparte de las ya conocidas variaciones que sufrieron los modelos más altos de la gama, (habitáculos rediseñados) atendiendo a las nuevas teorías ergonómicas -salpicadero envolvente, etcétera- nueva configuración del tablero de mandos, añadiendo a los ya existentes manómetro y voltímetro un reloj digital y un econoscopio -aparato de relativa utilidad en un vehículo del carácter del Monza- y nueva disposición de los mandos; y en cuanto a carrocería spoiler delantero más prominente que acorta la distancia al suelo mejorando la aerodinámica viene equipado con una caja de cinco velocidades (muy bien escalonadas con una quinta superdirecta perfectamente utilizable), preequipo de radio, parabrisas laminado con antena en el propio parabrisas, asientos traseros abatibles separadamente (lo que permite multitud de variantes de carga), cierre electromagnético de puertas y la regulación de altura del asiento del conductor.
Las llantas de aleación son de diseño muy sencillo, con grandes aberturas para refrigeración de los frenos, a través de las cuales se ven claramente los brillantes discos.
SORPRENDENTE LA FACILIDAD DE MANIOBRA
Exteriormente llama la atención la extraordinaria longitud del vehículo (4,7 metros); pero sorprende aún más la facilidad de maniobra (el radio de giro es de sólo 5 metros).
El Monza es sólo 12 centímetros más corto que su hermano el Senator (con el que comparte tanto motores como elementos de suspensión y acabado), y tres centímetros y medio más bajo, pero su conformación de Coupé no sólo no le ha restado plazas sino que ha aumentado la capacidad de carga (no de maletero). Ligeramente más compacto y robusto, habiendo desaparecido las puertas traseras, el montante intermedio ha aumentado su grosor, formando un auténtico arco de seguridad.
Los grupos ópticos traseros, situados bajo un ligero alerón tienen un diseño simple y por esa misma razón bonito.
La visibilidad es bastante buena, ayudada por el espejo exterior regulable desde el habitáculo mediante un mando directo. Sólo se echa en falta otro espejo en el lado derecho pues queda un punto muerto de visión en los tres cuartos traseros de este lado (se amontonan el montante lateral y el trasero con el reposacabezas del acompañante).
El Opel Monza 3.0 E es, en conclusión, un interesante vehículo para aquél que quiera conjugar la imagen deportiva con la de coche de alto standing. La tecnología está a la altura de lo que representa. Se trata del deportivo más silencioso del mundo.
· Texto: C. H. H. (AUTOMÓVIL Nº 51 - 1-abr-82)
|
|