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Land Rover 88 Super
Sinónimo de «todo terreno» durante décadas, símbolo de robustez y seguridad incontestado, el Land Rover es ya un clásico, una referencia obligada cuando se habla de un 4x4. Sin ninguna duda, el vehículo todo terreno más conocido en nuestro país, ha llegado a ser, en cualquiera de sus innumerables versiones, el todo terreno profesional por excelencia.
Muy pocos modelos a lo largo de la historia del automóvil han tenido una vigencia tan prolongada como el Land Rover. Desde su presentación en el Salón del Automóvil de Amsterdam en 1947, el Land conserva su línea, si bien a lo largo de estos casi cuarenta años ha ido evolucionando, tanto estética como mecánicamente. Es cierto que del primitivo primer modelo con motor de gasolina de 1.595 c.c., chasis corto, y puesto de conducción central —verdadero Jeep mejorado— queda poco. Sin embargo, su apariencia no ha cambiado, en la más pura línea del conservadurismo británico. Fabricado en España por Metalúrgica Santa Ana desde hace más de veinticinco años, ha acaparado el mercado de su sector durante mucho tiempo vendiendo sus unidades antes de haber salido de las cadenas de montaje.
Los Land como es notorio, acusaron el paso del tiempo y la casa matriz británica remodeló hace un. año y medio toda su gama con las versiones 110 y 90, dotándolas de otras motorizaciones en sustitución de las antiguas. La casa inglesa ha incrementado la potencia mediante la adaptación de un nuevo motor 2,5 en la versión «Ninety» —equivalente al 88 español— y un 3,5 1. de gasolina procedente del Range en su versión «One ten», además de la incorporación de cajas de cinco marchas. Santana ha seguido otra vía para el aumento de prestaciones, la vía turbo en sus versiones del cuatro cilindros 2,3 1. y la conocida atmosférica de seis cilindros y 104 CV.
En el momento de la prueba la versión turbo que hubiéramos querido ensayar no estaba disponible, así que la unidad protagonista de este test fue el 88 super atmosférico. Las versiones «Super» de los Land 88 y 109, salieron al mercado a finales de 1982, y posteriormente han ido sufriendo ciertas mejoras dando como resultado el 88 «Super» que en esta ocasión traemos a vuestras páginas.
Como es de rigor en un buen 4x4, la estructura es un chasis o bastidor formado por dos largueros longitudinales y travesaños en chapa de acero cerradas en forma de cajón. El bastidor, es portante de la carrocería —que va atornillada a él— y del resto de los órganos mecánicos, motor, transmisión, etc. Una de las particularidades más interesantes de los Land Rover es que su carrocería está constituida por paneles de aluminio y acero. La utilización del aluminio no es nueva en los Land sino que forma parte de la idea básica del coche. Su origen coincide con la posguerra en Gran Bretaña y por razones obvias existía en aquel momento una gran penuria de acero. El constructor afrontó este problema con imaginación, y estudió la utilización eventual del aluminio en la carrocería de un coche destinado a la agricultura, obras públicas y a reemplazar a los viejos Jeeps de la guerra.
Este empleo de aluminio, pronto se reveló como una buena idea, ya que al reducir el peso aumentaba la carga útil e impedía la corrosión, sin perder la robustez. El éxito del coche fue fulminante y como no se cambia lo que funciona se ha seguido desde entonces utilizando el aluminio. La duración pues está asegurada, por eso, los Land parecen eternamente jóvenes. La silueta de la caja aunque ha sufrido diversas modificaciones de «aggiornamento», acusa ya el paso del tiempo y para algunos está ya algo anticuada. Para nosotros, sin embargo, su perfil clásico posee un atractivo especial. Quizá el Land es el único todo terreno que sigue conservando su aspecto rústico y eso le confiere esa personalidad propia de 4x4 puro y duro que nos cautiva a los «Cuatrocuatreros». Su imagen de coche fiable, es evocadora de grandes raids y aventuras. Nada más verlo, inspira confianza y parece que nos sugiere emprender un largo y exótico viaje con la seguridad de no quedarnos tirados. En cuanto a la robustez del conjunto chasis-carrocería, no es ya una simple cuestión de imagen, es constatación de la más pura realidad, lo que vimos en nuestra prueba. El conjunto recibió impactos muy duros en un terrible tramo de piedras que recorrimos y no se produjeron deformaciones en la zona del bastidor donde recibió el castigo.
Las puertas demostraron una hermeticidad satisfactoria, el portón trasero a pesar de soportar la pesada rueda de repuesto, no se descuelga cerrando siempre a la perfección sin el menor esfuerzo. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de la apertura de puertas. La manilla está totalmente desfasada y su manejo requiere un notable e incómodo esfuerzo. El capot motor está dotado de llave y tiene un doble cierre de seguridad. Lo que no nos gustó fue el espejo retrovisor situado en la aleta, pues alejado de la mano obliga a bajarse cada vez que se quiere volver a orientar después de haber recibido golpes de ramas, lo que es muy habitual en el todo terreno, por tanto estaría mucho mejor situado en la puerta.
El Land, está cerrado por arriba por un techo duro de fibra desmontable que asegura un eficaz aislamiento térmico constatado por nosotros en días terriblemente calurosos.
El acondicionamiento interior del Land Rover, es totalmente espartano pero racional. Es decir, adecuado al uso que se le va a dar, campo, trabajos, viajes, etc. sin ningún lujo suplementario. El volante tipo Range es muy adecuado a la conducción todo terreno por su tacto, grosor y tamaño de la llanta. La posición de conducción es buena, sino se es de una estatura muy elevada, ya que la regulación de la distancia del asiento al volante está limitada por el mamparo que separa las plazas delanteras de la superficie de carga. El mando situado en la columna de dirección — que combina intermitentes, luz de carretera y cruce y bocina— cae bien a mano y no es necesario soltar el volante para su accionamiento. La situación de la palanca de cambios y del mando de la tracción total y reductora es buena, lo mismo que la colocación de los pedales, sin embargo se echa en falta como casi siempre un apoyo para el pie izquierdo muy útil en la conducción «off road».
La instrumentación es exigua: velocímetro, indicador de temperatura de agua y nivel de combustible, junto con los usuales chivatos. El cuadro incorpora los interruptores generales de luces, limpiaparabrisas, y ventilador de dos velocidades. El pequeño tablero central recibe a los mandos de la calefacción a los interruptores del limpia y lava luneta trasera y a un manómetro de aceite. El lavaparabrisas situado a la izquierda del conductor, y al lado del estrangulador es todavía manual. El aire caliente de la calefacción se distribuye al interior por medio de dos toberas hacia los pies, dos a la altura del tórax de los ocupantes de las plazas delanteras y unas rejillas en la base del parabrisas para su desempañado.
El Land 88 tiene tres plazas delanteras y cuatro traseras. El asiento de la derecha del conductor es una plaza doble o banqueta alargada para dos personas. Esta doble plaza tiene utilidad sólo para cortos trayectos ya que la presencia de un tercer viajero delante molesta al conductor al accionar la palanca de cambio y la reductora. Los asientos, aunque en la misma línea de sobriedad del resto del equipamiento interior, están tapizados en un género que transpira bien. El resto del guarnecido del coche está realizado en plástico tipo skay, y alfombrillas de goma, todo ello muy apropiado para un coche de estas características que por el medio en donde habitualmente se usa, se ensucia con frecuencia. La parte trasera tiene una doble utilidad: transporte de mercancías o de personas, en cuatro asientos desmontables y abatibles. Su capacidad de carga es de 600 kg., para un peso neto en báscula de 1.570 kg. en orden de marcha. Dentro, la impresión es de amplitud, sensación que se ve acrecentada por la gran luminosidad que procura el aumento de la superficie acristalada, las ventanillas alpinas y el color claro del techo. El Land dejó por fin de montar después de toda su vida las típicas ventanillas correderas y el parabrisas de dos piezas, con lo que su aspecto se ha modernizado bastante.
MOTORIZACIÓN MUY JUSTA
El motor que equipa al 88 es el clásico cuatro cilindros diesel de 90,47 de diámetro y 88,90 de carrera que cubica 2.286 c.c. y que con una compresión de 23:1 desarrolla una potencia de 45 kW o lo que es lo mismo 61 CV DIN a 4.000 r.p.m. Lo cierto, es que esta motorización incluso para el más pequeño de los Land nos ha parecido muy justa. Su par máximo a 1.800 r.p.m. nos da una curva de utilización amplia lo que hace que el 88 sea bastante elástico. Esto se agradece en circulación urbana ya que no nos obliga a cambiar frecuentemente. El conocido propulsor de hierro fundido puede trabajar y arrancar a temperaturas entre —20 y 50 °C con lo que las posibilidades de uso en cualquier parte del mundo son enormes.
En cuanto al consumo con este motor hemos conseguido medias de 10,2 1/100 km. con el pie a fondo en carreteras nacionales, en el campo y también rodando al máximo de sus posibilidades sube a los 12 litros. Hay que hacer la salvedad de que el pie a fondo en carretera son 105 km/h. y que estamos seguros de que rodando de forma más tranquila se pueden alcanzar consumos aún mucho más reducidos, sin embargo no tuvimos la paciencia necesaria para ello. El tiempo de precalentamiento es mínimo y podemos decir que en verano es prácticamente nulo siendo inmediata la respuesta al motor de arranque. En definitiva el Land pide a gritos más caballos. El embrague del tipo monodisco en seco con mando hidráulico tiene un accionamiento de lo más fácil, no desmereciendo en absoluto del manejo del cambio que es suave y preciso. La unidad de pruebas equipaba la caja LT-85 (opcional) de cinco velocidades con una primera muy corta útil en franqueos difíciles y una quinta económica. La caja reductora es ultracorta su relación es 2,78:1, lo que es idóneo para el todo terreno ya que nos permite no sólo subir sino bajar escalofriantes pendientes sin acelerarnos demasiado, evitando el toque de freno tan poco recomendable. Para dar una idea, la velocidad máxima en 5. a reducida es de 45 km/h. y la primera no pasa de 5 km/h.
El Land rueda normalmente en tracción trasera y eventualmente por medio de una palanca combinada, que acciona también la reductora conecta el tren delantero. La velocidad punta alcanzada por nosotros en carretera rodando en 4x2 fue 107 km/h. en 5. a teniendo en cuenta que el Land estaba aún algo duro ya que tenía sólo 2.000 km. El paso de la tracción trasera a la total y viceversa se hace en marcha y a cualquier velocidad suavemente y sin el menor problema lo que es una ventaja de primer orden en un vehículo de este tipo. El paso a la relación reducida debe ser forzosamente a coche parado.
AL VOLANTE
Una vez al volante lo primero que llama la atención es justamente la suavidad de la dirección. Desgraciadamente una opción que parece asimismo indispensable, ya que tanto en el campo como en la ciudad su servoasistencia convierte al coche en ingenio francamente manejable.
En la ciudad, se desenvuelve bien, ayudado por la elasticidad del motor que no obliga a cambiar continuamente, su buena visibilidad gracias a su altura y desde luego, a su longitud 3,70 m. y como decimos más arriba a su servodirección. El Land Rover sin ser lógicamente un coche eminentemente urbano, con las mejoras que ha experimentado es un vehículo que se desenvuelve perfectamente en la ciudad.
En carretera debido a la escasa potencia de su motor, rueda con parsimonia pero con seguridad, ya que mantiene la estabilidad direccional perfectamente a pesar de ser un chasis corto.
Pero cuando la carretera se transforma en pista o camino, y se ha dejado atrás el asfalto, el Land se encuentra en su elemento, aflorando su carácter, y probando su efectividad en todas las circunstancias. Como cualquier 4x4 de este tipo, con suspensiones cuyos elementos clásicos están confiados a ballestas, la velocidad máxima en pistas duras con severas irregularidades, no está limitada por su motor sino por sus suspensiones. Resistentes, las ballestas, sin embargo, comunican más directamente los golpes a la estructura y a los ocupantes, si se sobrepasan los límites. Por lo tanto, la baja potencia del 88 Super no es notoria en el campo, encontrándose aquí un equilibrio mucho más homogéneo.
En este momento es cuando uno se da cuenta que el motor atmosférico no debe de ser un criterio determinante para la elección del modelo a comprar, ya que para hacer camino la necesidad de potencia real es rara.
El 88 se maneja muy bien en zonas estrechas o tortuosas ayudado de su corta longitud y de su servodirección, y las maniobras trialeras se convierten en «pecata minuta». En caminos de firme bueno y atacando fuerte el Land 88 nos sorprende con una estabilidad buena y un comportamiento sano.
Al entrar rápido desliza de sus cuatro ruedas alargando la trayectoria, lo que puede ser perfectamente controlado si no se brusquea el volante.
En las frenadas el combinado disco delantero-tambor trasero se revela eficaz, deteniendo el coche en una distancia francamente razonable para el peso y neumáticos del coche.
Sobre suelo mojado o resbaladizo hay que recordar antes de apoyar el pie fuertemente sobre el pedal central, que el 88 es un chasis corto sino el tren trasero intentará adelantar a su hermano delantero.
Los pasos de zonas difíciles se realizan con facilidad, y el 88 sale de los surcos de maravilla. La reductora de accionamiento fácil — un ligero desplazamiento de la palanca hacia delante a coche parado— tiene una reducción cortísima, con una primera de puro corta casi inutilizable y únicamente válida para descensos espeluznantes. La pendiente más difícil que afrontamos, 45° aproximadamente pero larga y deslizante, la hicimos siempre en segunda reducida, y «en par».
En pendiente lateral, no sobrepasamos los 35° aproximadamente (terreno de hierba) pero tendía a deslizar de lado y sólo en el momento en que encontraba una ligera resistencia levantaba ligeramente la rueda de la montaña perdiendo motricidad. El Land en definitiva es un 4x4 puro y duro, utilitario, polivalente destructible e inalterable al paso del tiempo. Recuerdo siempre haber visto Lands de más de veinte años que no los aparentaban y otros que parecían nuevos y cuyas matriculas indicaban que rozaban ya los siete u ocho años. El Land Rover es por otra parte un vehículo que quizá sea inútil presentar. Desde hace treinta y cinco años se han fabricado más de un millón de unidades y es con el Jeep el símbolo del vehículo todo terreno en el mundo.
Se conocen sus defectos, falta de potencia crónica, nivel de ruido alto, pero sin embargo es el 4x4 más apreciado en las zonas y en los países de más duras condiciones de uso, su dureza es ya legendaria, y aquí se hace más verdad que nunca aquello de que «algo tendrá el agua cuando la bendicen». Vehículo militar por excelencía, ha sido homologado como vehículo ligero TT por la OTAN y por los ejércitos y policías de meio mundo, incluido el español.
El Land es un viejo conocido, como el VW escarabajo, un mito, ya una leyenda, o se le ama o se le detesta, nosotros desde luego somos sus incondicionales.
CARACTERISTICAS TECNICAS
· Fuente: A. Cano (AUTO HEBDO Nº 72 - 10-sep-85 )
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