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Seat Malaga LD
No hace demasiado tiempo vio la luz la gama Málaga de Seat. En ella se incluyen dos versiones propulsadas por un motor Diesel de 1.700 centímetros cúbicos. La más baja de ellas, protagonista de esta prueba, engloba características cada vez más importantes en los coches, entre las cuales hay que destacar el equilibrio logrado entre economía y prestaciones.
A finales del pasado mes de abril se presentó oficialmente el nuevo Seat Málaga, que inicialmente está disponible en el mercado en versión de gasolina de 1.500 c.c. y esta de gas-oil, de 1.700 c.c. Ambas heredan las mismas soluciones técnicas de los Ronda e Ibiza, pero en el caso particular del Málaga Diesel, su motor es el antiguo y no el que se está preparando, con nueva culata, para las nuevas versiones del Ibiza Diesel.
La versión que protagoniza esta prueba es la básica, denominada «L», con un equipamiento muy austero y un enfoque esencialmente económico, tanto en el precio de compra como en su mantenimiento.
ESTETICA: DISCRETA Y SIN CAMBIOS
La carrocería del Málaga, en las versiones de gasolina y gas-oil, no podemos decir que sea un prodigio de diseño. Adoptando la misma plataforma de los Ronda y los Ibiza, su diseño mantiene ciertos rasgos comunes a aquéllos, sobre todo en lo referente al frontal y al perfil.
Con relación a la parte anterior, la versión diesel del Málaga se mantiene idéntica a la de sus hermanos con motor System Porsche. Esta cuenta con una calandra negra enrejada, con reminiscencias del Ibiza, unos faros rectangulares de buenas dimensiones y un paragolpes, construido en material sintético, que va pintado en el mismo color de la carrocería a excepción de una franja en su parte superior, en negro, sobre la que van encastrados los intermitentes.
La vista lateral permanece también invariable, siendo una mezcla de diseño del Ibiza y el Ronda a la que se ha unido un maletero, muy armonizado, por cierto, pues no resulta ser «un parche» en el conjunto del diseño. Las únicas variaciones están referidas a las bandas protectoras laterales, más estrechas en esta versión básica, y a las llantas, que son de chapa estampada como elemento de serie.
Finalmente, para terminar este apartado, hay que aludir al diseño de la parte posterior. Esta resulta muy homogénea, aunque en absoluto novedosa, pues su estilo, a pesar de ser acertado, no incorpora elementos que llamen, por sí solos, la atención.
INTERIOR: EXCESIVAMENTE AUSTERO
El proyecto S-3, denominación técnica de la gama Málaga, no destaca, desde luego, por ser un prodigio de lujo y terminación en lo que a diseño del habitáculo respecta. Si el Málaga CLX, el más caro de todos, presenta ciertas lagunas de equipamiento, la versión «L» de gas-oil cuenta aún con más «ausencias».
El amplio espacio interior ofrece un aspecto que, para nuestro gusto, resulta exageradamente austero.
Los asientos están tapizados con un tejido que, aunque resistente y duradero, resulta algo antiguo y pobre. Sin embargo, hay que romper una lanza en favor de su comodidad, pues aunque la banqueta posterior es algo corta, en general, tanto la plazas delanteras como las traseras son amplias y confortables.
Por otro lado, los paneles de las puertas son de lo más simple, pues su revestimiento, en plástico con aspecto de tela, carece de bolsas portaobjetos (excepto en la del conductor) y sólo cuentan con unos sencillos apoyacodos y las clásicas manivelas alzacristales, ya que ningún Málaga ofrece como elemento de serie los elevalunas eléctricos.
Ya para concluir este apartado, hay que destacar algunas «ausencias», como dijimos al principio, que no estarían nunca de más en este tipo de modelos, pues el hecho de que cuenten con un motor de gas-oil no les exime de estar equipados con un cierto número de elementos que ya son habituales incluso en coches de menos precio y condición. Así, el Málaga L-D carece de guantera, de apoyacodos central, de espejo retrovisor exterior derecho, de reloj horario, etcétera. Son, en definitiva, lagunas que, si no son catalogables como imprescindibles, sí empobrecen la imagen del habitáculo.
MOTOR: BUENO, PERO ALGO ESCANDALOSO
A la espera de que Seat lance el nuevo motor Diesel, con una culata rediseñada, el Málaga incorpora el mismo propulsor con que cuentan los Ronda y los primeros Ibiza de gas-oil. De todos modos, ello no es obstáculo para que su comportamiento no ofrezca ninguna pega.
Con 1.7 litros de cilindrada y 55 caballos de potencia, que se obtienen a 4.500 vueltas, el motor Diesel de este Málaga resulta lo suficientemente ágil como para realizar una conducción no excesivamente tranquila. Su única pega puede residir en el hecho de que su «claqueteo» esté más cerca de los motores de gas-oil de la vieja generación que de la nueva. De todos modos, su rendimiento resulta óptimo, con una curva de par que tiene su punto máximo a 3.000 revoluciones por minuto, cifra a la que desarrolla 10 kgm., pero que peca de ser poco plana.
En cuanto a la caja de cambios, ofrece dos aspectos bien diferenciados: manejo y desarrollos.
En el primero de ellos el Málaga se muestra mediocre, con una palanca cuyo accionamiento es áspero —incluso duro— y que, además, produce unos ruidos extraños. En el segundo está la cara positiva de la moneda. El escalonamiento de las marchas, que no resta eficacia en absoluto al motor, es muy acertado, con unos desarrollos que no resaltan largos, permitiendo, según gustos, una conducción económica (si no se abusa en los cambios) o una conducción briosa, aunque siempre dentro de los márgenes que un motor Diesel de este tipo presenta.
AL VOLANTE: APROBADO POR LOS PELOS
La colocación del conductor, aunque no es en ningún caso incómoda, está limitada a la regulación del asiento, en el que es fácil encontrar la postura más confortable, pues el volante, a diferencia de versiones más caras, no es regulable en altura. Por otra parte, el aro de éste, con un diámetro considerable, facilita las maniobras en parado, si bien éstas resultan un poco «costosas» por el mayor peso que el motor hace recaer sobre el tren delantero. Los pedales, algo desplazados a la derecha, sólo ofrecen un problema, y es que el del freno, además de estar algo más elevado que el del acelerador (cosa que obliga a mover el pie derecho más de lo acostumbrado), tiene un recorrido bastante largo.
La instrumentación, como ocurre con el interior en general, resulta paupérrima y levemente complicada en su manejo inicialmente. El tablero de instrumentos, que cuenta con los testigos correspondientes a las informaciones fundamentales del vehículo, está presidido por tres únicos relojes: el velocímetro, el indicador del nivel de combustible y el termómetro de agua, echándose de menos un indicador de presión de aceite o un cuentavueltas, cada vez más habitual en los modelos movidos por el combustible «menos caro». Los mandos, similares a los del Ibiza, exigen una fase de adaptación previa, especialmente en lo que se refiere a los dos interruptores para las luces de posición, cruce y carretera, y al mando del limpia-lavaparabrisas, de accionamiento mal estudiado. La palanca de cambios, por su parte, y como dijimos en el apartado correspondiente al motor, es algo desagradable al tacto. El enclavamiento de las velocidades, aunque preciso, es áspero, a lo que debemos sumar la excesiva dureza, no de engranar, sino de desengranar la marcha atrás.
En el terreno de la visibilidad, la gran superficie acristalada del Málaga —que en esta versión carece de cristales tintados— permite un buen «dominio» del contorno. No obstante, sería muy de agradecer un retrovisor en el lado derecho y, puestos a pedir, el reglaje desde el interior del correspondiente al lado del conductor.
COMPORTAMIENTO: NOBLE Y TRANQUILO
El comportamiento del Málaga Diesel, al igual que ocurre con el equipado con motor de gasolina, no ofrece problema alguno. Las suspensiones que monta (con columnas McPherson delante y triángulos inferiores unidos por una ballesta transversal y amortiguadores en el eje trasero), no presentan excesivas pegas. A pesar de tener un recorrido considerable, que hace que el coche se incline en ocasiones más de la cuenta, mantiene un perfecto equilibrio entre confort y seguridad. En carreteras rápidas y con curvas de gran radio —autovías y autopistas—, la estabilidad es francamente buena, sin perder en ningún momento el Málaga su trayectoria. Ya en zonas viradas, el nuevo producto de Seat varía algo en su comportamiento. Como todo tracción delantera, por culpa del mayor peso sobre el tren anterior —en esta ocasión incrementado por el mayor peso del motor Diesel—, el Málaga muestra una ligera tendencia al subviraje. A ello hay que unir, además, cuando se circula rondando los límites de este automóvil, un leve «barrido» del tren trasero, que en cualquier caso resulta «agradable», pues ayuda a compensar el subviraje inscribiendo al coche en la trayectoria deseada.
En cuanto al comportamiento de los demás elementos mecánicos, la dirección resulta algo pesada y lenta, lo que dificulta tanto las maniobras en parado como su conducción en trazados de montaña o con curvas muy cerradas. En cuanto a los frenos, y dada la condición tranquila de este coche, no mostraron durante la prueba síntomas de fatiga, pero no resultan demasiado agradables al tacto, pues al largo recorrido del pedal hay que sumar su excesiva progresividad, que hace tener la sensación de que el Málaga no se va a detener a tiempo.
PRESTACIONES: DENTRO DE LA LOGICA
En el capítulo de prestaciones, el Málaga Diesel se mantiene más bien discreto, con unas aceleraciones y velocidades máximas que son comunes a casi todos los coches movidos por gas-oil de su categoría. El motor de 1,7 litros y 55 caballos de potencia no es una bomba, pero sí permite unos buenos promedios. Así, se puede circular con él haciendo medias de 120 ó 130 km/h. sin riesgo para el conjunto mecánico.
Pero yendo a cifras concretas, no hay que esperar demasiado de este Seat. Los algo más de 126 km/h. en cuarta y los casi 144 km/h. en quinta, unidos a sus elevadas cifras en aceleraciones, con casi 20 segundos para pasar de 0 a 100, no son como para quitarse el sombrero; ahora bien, ello es excusable por su condición de automóvil tranquilo, pues quien quiera correr recurrirá a modelos de gasolina y de mayor cilindrada.
CONSUMOS: MAS QUE ACEPTABLES
El Málaga Diesel está enfocado directamente hacia la economía de consumos, a lo que contribuyen tanto el hecho de que consuma el combustible más barato como el motor en sí, que en absoluto pasa por ser glotón. Prueba de lo que decimos son esos 5,6 litros consumidos a una velocidad constante de 90 kilómetros por hora, los 6,2 gastados a 120 o, lo que importa más al usuario —ya que generalmente se circula más por ciudad que por carretera—, los 7,1 litros que el Málaga bebió en tráfico urbano (bastante denso, por cierto).
En líneas generales, y a tenor de estos datos, el Málaga Diesel es el coche idóneo para combinar su uso por carreteras y ciudad, ya que ni en uno ni en otro terreno llegan las cifras a disparatarse, cosa que, por otro lado, queda confirmada con los 10,5 litros consumidos en conducción rápida, a medias de 140 y 150 km/h. de velocímetro. En cualquier caso, los consumos son susceptibles de variar en función del manejo que se haga del cambio, pues si se pretende hacer una conducción totalmente tranquila, sin tocar la palanca de cambios más que lo justo, los litros pueden bajar. Por contra, si «usamos» el Málaga Diesel con la intención de moverlo con toda la briosidad que su motor y cambio permiten, la cosa puede ir «in crescendo»; eso sí, sin sobrepasar apenas las cifras que nosotros hemos extraído de esta prueba.
CONCLUSION: EN FUENCION DE LAS PRETENSIONES
Desde que los usuarios comenzamos a concienciarnos de la incipiente crisis del petróleo, la tendencia a comprar coches cada vez más parcos en consumo hay ido creciendo. Ello, sin embargo, no ha sido óbice para que este tipo de coches rechace un cierto nivel de prestaciones, con lo cual tanto la economía como las prestaciones de los coches equipados con motores Diesel han aumentado casi simultáneamente.
Dentro de este tipo de automóviles se encuadra el Málaga Diesel, que, con un motor de concepción más bien clásica, permite una utilización considerableente ágil y a la vez económica.
Así, haremos ahora una especie de foto robot del posible comprador del Málaga L-D. Este será, sobre todo, quien se preocupe prioritariamente del aspecto económico, sin importarle en exceso las prestaciones, que en modo alguno son bajas. Además, será aquel que desee un costo lo más bajo posible, para lo cual sacrifica las ya clásicas concesiones al equipamiento, como pueden ser los elevalunas eléctricos, los cristales tintados, los cierres centralizados y algún que otro elemento más en el tablero de instrumentos. De todos modos, no creemos que este modelo de Seat resulte por culpa de estas lagunas, menos interesante, ya que sus virtudes se encuentran tanto en el terreno de la amplitud, con un habitáculo sumamente espacioso y un maletero enorme, como en el de la mecánica, resistente y austera.
PRESTACIONES
CONSUMOS
A 90 km/h.: 5,6 litros/100 km.
· Fuente: J. L. Páder, VELOCIDAD Nº 1241 (6 de julio de 1985)
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