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Seat 124 Sport Coupé 1600
Hablar del Seat Sport Coupé 1.600 es hablar de potencia, de 110 caballos de potencia. Quizás demasiada potencia para la estructura general del coche.
Es manejable... hasta que se le pisa a fondo. Cuando se le exige todo lo que lleva dentro, hay que tener cuidado. Es un coche que precisa manos expertas, reflejos rápidos, vista larga y decisión para los momentos comprometidos.
La culata es de aluminio con cámara de combustión de doble fondo; dos árboles de distribución dispuestos en la culata con mando por correa dentada; cigüeñal de cinco apoyos; dos carburadores verticales de doble cuerpo; ventilador con motor eléctrico, conectado automáticamente por termostato en el radiador; engrase por bomba de engranajes; y, por fin, la suspensión del motor a base de tacos de goma. El embrague es monodisco en seco con mando mecánico; caja de cambios de cinco velocidades y marcha atrás, con una muy buena sincronización entre todas ellas.
Todo esto supone una reserva de potencia extraordinaria en todos los órdenes. Acelerar en primera y soltar el pedal del embrague violentamente supone que las ruedas motrices giren en el vacío durante bastante rato. Con la segunda también se produce ese mismo efecto. Es una planta motriz extraordinariamente potente a la que pocos españoles están acostumbrados. Las prestaciones hablan por sí mismas:
En 1.ª, 45 Km/h. En 2.ª, 80 Km/h. En 3.ª, 120 Km/h. En 4.ª, 165 Km/h. En 5.ª, 180 Km/h.
El motor es de gran robustez mecánica. La curva de potencia no decae fácilmente y la aguja del cuentarevoluciones sube sin parar. Es nervioso y suena bien, tranquilo, sin que dé muestras de cansancio. El coche pesa cinco kilos menos de la tonelada. Y a pesar de ello se mueve como si fuese una pluma en cuanto a potencia se refiere. No cabe duda que los 110 CV que anuncia la fábrica son de verdad, sin concesiones de ninguna clase a la publicidad. Esta potencia se le puede exigir en marchas cortas; pero pedírsela en marchas largas supone alcanzar velocidades para las que muy poca gente está preparada, habida cuenta de la falta de costumbre. Harina de otro costal son las carreteras españolas. Muy pocas admiten todavía el fulgurante paso del Sport Coupé.
La amortiguación del Sport Coupé está resuelta a base de brazos oscilantes y resortes helicoidales en la parte delantera, con amortiguadores hidráulicos y barra estábilizadora; mientras que la trasera es de eje rígido anclado al chasis, con cuatro ejes longitudinales y uno transversal. Resortes helicoidales y amortiguadores hidráulicos completan el conjunto de la parte trasera. Y aquí es donde yo creo que está la madre del cordero. Tanta potencia en la parte delantera no se combina demasiado bien con una dirección y una suspensión de estas características. No se puede hablar de mala estabilidad, porque no sería hacer honor a la verdad. Pero lo cierto es que una distinta concepción de todo el conjunto hubiese sido hacerle un enorme favor a las posibilidades del coche a la hora de negociar curvas muy rápidamente.
El coche es estable, pero su tamaño, unido al peso y a ese molesto eje rígido en la trasera, quieren decir muchas cosas antipáticas cuando se exige al volante. Por ejemplo, en el circuito del Jarama, durante la prueba que le hicimos, a no demasiada velocidad y reteniendo motor, el trompo hizo su aparición casi de inmediato. Cierto es que el derrapaje se ve venir con cierta nobleza, pero también es cierto que se hace difícil su corrección. De todo esto no tiene culpa la Seat, sino la Fiat, que es la casa madre donde se gestaron estas características. Por todo ello hay que recomendar una cierta prudencia para no llevarnos un susto o, cuando menos, un chasco.
Para terminar, diremos que el Sport Coupé es un coche con toda la barba en cuanto a potencia se refiere. Al volante se siente uno con la íntima seguridad de que poca gente puede adelantarnos; de que efectivamente somos los más fuertes y poderosos. Todo eso, unido a la atractiva línea, nos hace sentirnos realmente felices, tanto por ciudad, como por carretera. Mejor no pensar en el precio, porque no hay que olvidar que el Sport Coupé va dirigido a las clases altas por multitud de razones · Texto: F. Cubedo (CRITERIUM nº 6, Febrero 1972)
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