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Mercedes 300 SL
El motor de seis cilindros y tres litros de cilindrada diseñado para el segmento medio de turismos en la serie W 124, encontró su aplicación en la serie SL, que al fin y al cabo se fabrica ya desde 1971. De esta forma volvió de nuevo el famoso anagrama: 300 SL.
Es frecuente y usual en el sector automovilístico, que un trasplante de motor anuncie un verdadero cambio de modelo. Sin ir más lejos, para el Salón de Frankfurt en 1987 Daimler-Benz presentará al sucesor de la actual serie SL. Se trata de un automóvil completamente nuevo, en el que los únicos grupos conocidos serán los ya empleados motores de seis y ocho cilindros. El tres litros también marcará el inicio en el nuevo SL.
Hasta entonces seguirá dando empuje en un modelo clásico, sustituyendo a aquel seis cilindros doble árbol de levas de 2,8 litros que hasta hace poco también encontraba su aplicación en el predecesor del 124 y en la clase S. El cambio de grupo motriz va acompañado por una serie de medidas de remodelación que afectan tanto la estética como el equipamiento interior y el bastidor:
- Nuevo espóiler delantero con rejilla integrada para toma de aire. - Espejo retrovisor izquierdo calefactado. - Asientos más envolventes. - Indicador de nivel para aceite motor, líquido de refrigeración y líquido del limpiaparabrisas. - Regulación electrónica de la temperatura. - Eje delantero modificado con nueva geometría, menor radio de rodadura en la dirección. - Frenos de disco de pinza fija con discos delanteros de mayor diámetro.
La mejora más importante, es decir, el nuevo motor de seis cilindros de tres litros, aparece bajo el capot del SL tan bien ordenado que parece que el resto del automóvil haya sido construido a su alrededor. En una época en la que el vano motor resulta cada vez más feo, el seis cilindros SL de 1986 constituye toda una excepción: A pesar de todo su modernismo, bajo el capot se encuentra una buena dosis de construcción de motores de los buenos y viejos tiempos. No hay ningún entramado de tubos y conductos; la varilla del aceite está en el lugar correcto y se observa la ancha correa que acciona casi todos los grupos con su eterna durabilidad en la cabecera del motor.
Aún queda algo de espacio para el grácil radiador Behr y ahí termina el SL con su abombada superficie cromada y la gran estrella en el centro.
Parece ser uno de los últimos automóviles con cromados por doquier. En la parte delantera los cromados abundan y también en las partes laterales, por las ventanillas, incluso al abrir las enormes puertas todo brilla mostrando e indicando que el dueño es director de un banco, o un famoso cantante.
Es difícil superar en orden y claridad la disposición de los enormes instrumentos y relojes en el salpicadero que, parcialmente, va revestido en madera. Los relojes no han variado con el paso del tiempo y esto demuestra que Daimler-Benz no cambia por cambiar. Los buenos resultados se mantienen en uso y en la casa madre a nadie le extraña que ya tengan 15 años.
Los asientos sí han variado y mejorado notablemente. Ahora la posición es algo más alta aumentando así la visibilidad y así se tiene la posibilidad de observar el carácter, ahora marcadamente nostálgico, de este modelo. La falta de modernidad no sólo radica en sus coeficiente de penetración aerodinámica de 0,44. También se nota en el pequeño y casi vertical parabrisas, que puede prescindir perfectamente de un caro limpiaparabrisas monovarilla y se contenta con dos escobillas de modestas dimensiones que en posición «cero» quedan una encima de la otra. Hacia delante, se alarga el curioso y ligeramente abombado capot. Precisamente desde esta perspectiva destacan las proporciones clásicas de este deportivo.
Hacia atrás no queda mucho. El SL es un auténtico biplaza. En los huecos de la parte trasera se oculta por completo la capota y aún resta espacio para un aceptable maletero. El hardtop pesa 41 kg y con ayuda de las sólidas herramientas que DaimlerBenz incluye, resulta fácil de montar o desmontar. Este hardtop entra dentro del equipamiento de serie de este modelo. De esta forma, el SL se convierte estéticamente en un coupé, sin que, naturalmente, se logre la resistencia a la torsión de auténtico coupé Mercedes. Por carreteras en mal estado algún que otro gemido en la parte del techo y de las puertas recuerda que se está conduciendo un roadster, aun cuando con el depósito lleno éste pese más de tonelada y media.
Viendo toda esta solidez en la construcción en general, se siente curiosidad por ver lo que el seis cilindros logra hacer con sus 188 CV a 5.700 r.p.m.
No puede sorprender el hecho de que este motor se emplee a fondo en el SL. No se aprecian prácticamente ningún tipo de vibraciones e incluso da lugar a un agradable sonido de fondo. Claro que no es el rugir del viejo SL, pero algo es algo.
Las prestaciones se sitúan al nivel del viejo 280 SL. Pero no cabe duda que se logran con mucho menor esfuerzo. Así como también predomina la impresión subjetiva de disponer de mucho motor. Resulta interesante una comparación de las velocidades máximas entre el 300 SL y la berlina 300 E, de igual potencia. Esta berlina deja atrás al deportivo en una relación de 230 km/h contra 207 km/h. Esto se debe al coeficiente de penetración aerodinámica, que para la berlina se sitúa en 0,31 explicándose así el a primera vista curioso comportamiento.
PRESTACIONES
Por supuesto también hay algo de ruido por el viento a elevada velocidad. En la versión hardtop se han medido 82 dB (A) a nada menos que 200 km/h, pero esto es un valor que incluso puede ser considerado muy moderado. Gracias a que se ha logrado reducir en un 30 por 100 el empuje ascensional en el eje delantero, ha mejorado la estabilidad en recta. Resulta impresionante la forma en que este clásico traza su trayectoria totalmente imperturbable por el viento.
También en las curvas el modificado SL muestra un comportamiento que no se ajusta a lo que generalmente se calcula. Con una dirección asistida y muy precisa, fuertes aceleraciones transversales y muy pequeñas reacciones de cambio de carga motor este largo modelo se comporta como si fuera un auténtico Gran Turismo.
Aun así, están contados los días de este automóvil y el precioso biplaza desaparecerá, desapareciendo con él el último estilo barroco de la casa Daimler-Benz. · Autor: A.M.S. (AUTOMOVIL nº 101, JUNIO 1986)
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