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Chevrolet Blazer Silverado 6.2 D
La idea de cuanto más grande mejor, debe de ser un invento americano, como lo es este “peso pesado” que hoy traemos a nuestras páginas. El Blazer Silverado pertenece al grupo de los genuinos y auténticos todo terrenos yankees, que aun siendo de la anterior generación, tiene todavía una legión de incondicionales. Enorme, gigantesco, descomunal e incluso ilógico, pero con un irresistible poder de atracción, que por si solo define toda una filosofía de vida.
Lo mires por donde lo mires es exageradamente grande, y creo que es precisamente en esto donde radica su encanto. Todo en él está hecho con exceso, tanto si lo miras desde fuera, como si te metes en su interior, o levantas el capó para descubrir su motor. No debemos de olvidar el país de origen de este vehículo, para entender lo que aquí nos parece inexplicable, pero dejando aparte sus dimensiones y atractivas formas nos centraremos en su análisis de las características y propiedades de este Chevrolet americano.
INTERIOR
Para acceder al interior del habitáculo hay que “trepar” un poco. La sensación de dominio que se tiene desde ahí arriba es total, y por la forma del morro del coche, casi da la sensación de que estás subido a un camión, de aquellos de chimeneas cromadas en el techo, y bocinas que se accionan por medio de un tirador manual.
Vuelves a darte cuenta que las proporciones interiores no se parecen a nada de lo que normalmente estabas acostumbrado. Si miras a tu derecha verás que el asiento del acompañante se sitúa bastante más lejos de lo habitual. Al principio estos vehículos venían equipados con un asiento delantero corrido, pero por actualizarse con las normas de seguridad se ha optado por el emplazamiento de dos butacas que dejan un espacio bastante grande entre ellas, donde se ha instalado un cofre de generosas dimensiones con cierre a llave.
El diseño del salpicadero es de corte clásico al más puro estilo americano. La gran profusión de cromados y las grandes esferas analógicas te recuerdan el país de procedencia además de acusar ya el paso del tiempo. Tiene una instrumentación completísima, aunque carece de cuentavueltas. En su lugar se ha instalado un enorme reloj de nivel de combustible igual de grande que el velocímetro. Además de ello tenemos relojes para la temperatura del agua, presión de aceite y control de la carga de la batería, y por supuesto, un buen número de indicadores y lucecitas que avisan en caso de avería o control.
El volante es regulable en altura por medio de una palanca que se sitúa en la caña de la dirección, y como en casi todos los vehículos de su país el freno de estacionamiento se hace presionando un pedal que se sitúa en la parte izquierda.
La palanca de selección del cambio automático de cuatro relaciones con overdrive, está emplazada en la columna de la dirección, pero no así la de las reductoras que está situada en el piso del vehículo.
Los asientos son muy confortables y ofrecen una postura realmente cómoda para hacer cientos de kms sin tener que quejarse, aunque como en la mayoría apenas recogen en la zona lumbar.
Gracias a su elevada posición la postura de conducción es francamente buena, con lo que se consigue un dominio perfecto de la situación tanto en carretera como en campo. En el panel de la puerta del conductor, tenemos los mandos para el bloqueo de puertas y el accionamiento eléctrico de las ventanillas. La luneta del portón trasero se abre eléctricamente por medio de un pulsador que se instala en el salpicadero.
La climatización del habitáculo se encomienda a tres grandes aireadores frontales, pero si lo preferimos podemos conectar el aire acondicionado que viene instalado de origen. Asimismo, al igual que ocurriera con su hermano pequeño el S-10, los cristales de la parte posterior, tanto los laterales como el trasero vienen tintados de negro, siendo el parabrisas frontal y los laterales delanteros de color transparente.
El nivel de terminación y acabados es muy alto, ofreciendo un aspecto realmente impecable. Todo el piso, incluido el espacio de carga está enmoquetado con materiales de primera calidad. El espacio que queda en la parte posterior después de abatir completamente el asiento trasero es realmente impresionante. Con sus 2,02 m que tiene de ancho el Chevrolet, me atrevería a vivir durante mis vacaciones en el interior de este Silverado, si antes hubiera instalado fuera el neumático de repuesto.
PARTE MECANICA
En cuanto al motor, tenemos que decir que por cilindrada, es uno de los más grandes propulsores que podemos encontrar dentro de la oferta actual de todo terreno.
Concretamente se trata de un Diesel atmosférico de 8 cilindros en V de 6217 cc. Los más de seis litros de cilindrada nos dan una potencia de 145 CV a 3600 rpm. Lo bueno de este motor es la relación que existe entre su bajo régimen de giro y la gran potencia que ofrece lo que se traduce en un óptimo rendimiento a la vez que nos asegura un buen futuro de fiabilidad.
Hay que mencionar que este motor del Blazer Silverado es el mismo que montan los Hummer, que es el actual vehículo todo terreno del ejercito de los EEUU que tantas veces habremos visto por televisión en la recién terminada guerra del Golfo.
En cuanto a su funcionamiento podemos catalogarlo de intachable, mostrando en todo momento una respuesta inmediata y llena de potencia, ya que los 145 CV se dejan notar al primer golpe de gas del acelerador.
El esquema de la transmisión es el típico de tracción trasera con posibilidad de tracción total, si accionamos la palanca que se sitúa entre los dos asientos delanteros.
La operación de pasar de 4x2 a 4x4 se puede hacer en marcha, siempre que la velocidad no sea superior a 40 km/h. Lleva desbloqueadores de giro automáticos en las ruedas delanteras, pero también se puede pedir con estos desbloqueadores por accionamiento manual en la propia rueda.
También existe la posibilidad de pedido con autoblocante para el eje trasero, o si lo preferimos, bloqueador de diferencial por sistema electroneumático, tanto para el tren trasero o el delantero. Los frenos son un apartado muy especial para vehículos que sobrepasan los 2000 kg de peso. En este caso, la frenada está asegurada a un sistema con ABS para las cuatro ruedas que asegura un perfecto funcionamiento del vehículo en cualquier circunstancia.
La mezcla de discos delanteros de gran diámetro y tambor en las ruedas posteriores aseguran una frenada intachable en este “grandullón” que encima equipa cambio automático.
Ya sabemos que los vehículos automáticos retienen menos que los que optan por la caja de cambios manual, pero de cualquier forma, la frenada del Silverado se muestra potente y en ningún momento observamos falta de eficacia.
El sistema de suspensión consta tanto para el conjunto delantero como trasero de un eje rígido con ballestas y amortiguadores.
A pesar de tratarse de un sistema tan clásico como el propio vehículo éste mostró una eficacia de comportamiento, que nos sorprendió favorablemente, pero no quiero entrar ahora en explicaciones y las dejaremos para más adelante cuando llegue el turno del comportamiento en marcha.
En cuanto al nivel de sonoridad del motor dentro del habitáculo, podemos decir que es absolutamente silencioso e incluso al ralentí (que es por donde normalmente se descubre a los motores de gasoil). El sonido que emiten los 145 CV del Blazer cuando lo aceleras es de lo mejor que hemos escuchado en la categoría Diesel.
También tenemos que romper una lanza en favor del ajuste y la terminación de todos los componentes del interior, ya que suele ser bastante normal en vehículos todo terreno la aparición de ruiditos por alguna parte de la carrocería, y más si al vehículo le gusta someterse a “tratos duros”. En el Chevy Silverado incluso cuando circulamos por caminos verdaderamente bacheados, no aparecieron ni el más mínimo ruido en su interior, lo que en cierto modo te da una idea de la solidez y buen acabado del conjunto.
COMPORTAMIENTO
Teniendo en cuenta la situación de agobio y falta de espacio de aparcamiento a la que nos vemos obligados por el caótico tráfico de las ciudades, me parece algo exagerado su uso para la ciudad. Inmenso en el tráfico, el Silverado destaca sobre todos los demás, ya no por su abultado tamaño de casi 5 m de largo por 2 m de ancho, sino también por la imagen tan impresionante que nos ofrece con su espectacular frontal cromado.
Si a pesar de avisarte que es demasiado grande para callejear, no haces caso, tu mismo te sorprenderás de lo cómodo y maniobrable que resulta conducir a este gigante de USA. De entrada, el cambio automático es una ventaja en ciudad, ya que todo se limitará a acelerar y frenar. La dirección resulta superblanda y muy rápida, lo que te vendrá de maravillas para “ratonear” y alcanzar -si puedes- la “pole position” en los semáforos. El motor es tan dulce de utilizar que responde sin titubeos desde cualquier régimen de giro.
Pero hay algo que por muchas vueltas que le demos no tiene solución, y es la anchura del propio vehículo. En alguna ocasión te habrás encontrado con un vehículo mal estacionado cuando circulas por calles estrechas, y siempre pensabas que de llevar un coche un poquito más ancho no hubieras pasado.
Pues bien, el Chevy no es de los de “un poquito más ancho”, más bien tienes que llevar la mentalidad del que reparte con el camión de “La Casera”.
En carretera podríamos decir que se desenvuelve como pez en el agua, su fantástico motor unido a la gran autonomía de viaje, junto con su impecable interior, pueden hacer del Silverado un inagotable “tragamillas” por excelencia.
La ausencia de ruidos aerodinámicos y de motor en su interior te harán más llevaderos los viajes por muy largo que te lo hayas propuesto. Tiene la gran ventaja de una gran capacidad de combustible, ya que nada menos que 121 litros le caben en su interior. Ello, unido a un consumo de 12 a 13 litros, te garantizan una fantástica autonomía de viaje.
Con una velocidad máxima de 160 km/h puedes mantener cruceros por encima de 140 km/h sin que por ello perjudiques al motor, ya que este está muy poco revolucionado.
En campo, su comportamiento a pesar de sus limitaciones de tamaño y peso nos ha sorprendido gratamente.
Las suspensiones podemos afirmar que funcionan correctamente y en pocas ocasiones podemos decir lo mismo, ante un esquema tan conocido como ballestas y amortiguadores.
Absorben perfectamente las irregularidades del terreno, y los baches y grietas los trata de la misma forma que si una suspensión atendida por muelles se tratara.
El resultado del perfecto funcionamiento se debe a que las hojas de las ballestas no son demasiado gruesas y al peso del propio vehículo que en este caso si que las hace trabajar en extensión y compresión. Además nos sorprendió el aceptable recorrido de suspensiones y cruce de puentes que sin llegar a ser los de un Range Rover, se defiende perfectamente en este tipo de terrenos.
Pero sin duda, el gran aliado de su comportamiento en campo va a ser el motor. Gracias a su magnífico par motor de 39,4 kgm a 2000 rpm se consigue una motricidad que es clave para que salga exitoso de las situaciones comprometidas.
A pesar de su peso, el comportamiento del Blazer en zonas de nieve o barro las resuelve con gran eficacia.
No se me ocurre pensar que nadie compre este vehículo para hacer todo terreno o trial en su más pura expresión, porque podríamos tacharle de loco o excéntrico. La filosofía del Chevrolet Blazer Silverado no es otra que la del placer de conducir una máquina exclusiva, -por ahora- en donde la suavidad y sencillez de funcionamiento se dan la mano.
· Texto: M. Andújar (Auto Verde) · Gracias a José Fidel por enviar el reportaje
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