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Volkswagen Santana Turbodiesel
Continuando los acuerdos que existen entre Seat y Audi-Volkswagen, se ha comenzado a montar en España el Volkswagen Santana. Es el tercer modelo de la marca germana que se hace en nuestro país, después del Polo y del Passat. El Santana pasa a ser el vehículo alto de gama de los construidos por Seat en la actualidad y es, además, la mayor berlina, en tamaño, fabricada por la empresa del INI desde sus comienzos.
El motor diésel de Volkswagen es un viejo conocido, al que en esta ocasión se le ha acoplado un turbocompresor. Hace ya varios años que vio la luz, equipando en aquel primer momento al modelo Golf, y causó furor entre el público por su suavidad de funcionamiento, bajo consumo y alto nivel de prestaciones. De un tiempo a esta parte la técnica del diésel ha evolucionado a pasos agigantados, y hay ya una gran cantidad de marcas que disponen de mecánicas de gasóleo de avanzada tecnología que se encuentran cada día a menos distancia de los motores de gasolina.
Atrás quedaron los antiguos coches de gasoil a los que de inmediato se asociaba con el ruido, las vibraciones, el humo y la lentitud de marcha y de respuesta, al pisar el acelerador. Quizá este motor Volkswagen fuera el pionero de esta nueva generación y, a pesar de su veteranía, sigue teniendo perfecta vigencia con el paso de los años.
Consumo (litros /100 km)
Con la incorporación del turbo el motor ha ganado brillantez y elasticidad, y sus casi 1600 centímetros cúbicos, que podrían parecer insuficientes, mueven la voluminosa carrocería del Santana con envidiable alegría. La caja de cambio no contribuye, sin embargo, a aprovechar todas las posibilidades que le brinda el grupo motriz. Los desarrollos de las marchas son excesivamente largos, y están orientados, sobre todo, a la economía. La quinta velocidad, que en el pomo de la palanca de cambios aparece con la denominación E, tiene una personalidad eminentemente ahorrativa; a 1000 revoluciones del motor, la velocidad teórica es de 41,3 km/h. Gracias a ello, los consumos a velocidad constante son bajísimos: 4,6 y 6,4 litros por cada cien kilómetros, a 90 y 120 km/h de crucero, respectivamente. Incluso forzando el ritmo, nunca se llega a cifras elevadas.
Prestaciones
Pero esta economía de marcha tiene su contrapartida en las prestaciones. El Santana se recupera con mucha pereza al apretar el acelerador en 4ª o en 5ª. Esto, en la práctica, quiere decir que si pretendemos efectuar un adelantamiento cuando circulamos en una de estas velocidades, debemos reducir a una marcha más corta para concluir la maniobra con rapidez y así evitar situaciones embarazosas. Las aceleraciones, por el contrario, son bastante buenas, al igual que la velocidad máxima, que supera sobradamente los 150 km/h, y además, se consigue en quinta.
El terreno favorito de este vehículo son las grandes autopistas o las carreteras anchas y con buen firme, pero se adapta también con una facilidad asombrosa a cualquier tipo de rutas. El Santana es un coche que se pega literalmente al suelo, y además, el balanceo de la carrocería no es excesivo, algo poco corriente en las berlinas de este tamaño.
En el recorrido habitual que hacemos por carreteras de montaña nos convertimos por unos momentos en pilotos de rallyes para ver dónde encontramos el límite del coche, y aunque este automóvil evidentemente no está pensado para un estilo de conducción así, quedamos satisfechos de sus aptitudes. Hay que ir bastante más deprisa de lo que lo hace cualquier conductor normal, sobre todo el comprador potencial de este modelo, hasta encontrar pegas a su comportamiento y vernos en situaciones de apuro. Al abordar curvas cerradas el morro tiene tendencia a seguir recto, si la velocidad con que entramos es grande. Basta, entonces, con levantar el pie del acelerador y girar el volante hacia el interior del viraje algo más de lo habitual. Una vez que el vehículo ha tomado la curva y lo tenemos enfocado en la dirección que debemos seguir, se puede acelerar con energía y continuar sin problemas. Eso sí, hay que emplear siempre marchas cortas —la tercera, y en muchas ocasiones la segunda— para que salga con suficiente fuerza, lo que hace que las ruedas delanteras patinen ligeramente. Las curvas rápidas presentan menos complicaciones. Únicamente debemos ir dosificando el acelerador, sobre todo si es una zona de enlazadas donde las curvas se suceden en uno y otro sentido, para evitar que el coche siga de frente.
El sistema de frenos, de discos delante y tambores detrás, cumple su cometido. Al abusar de ellos, por ejemplo, bajando un puerto, tienen cierta facilidad para fatigarse y acaban con muestras de cansancio. El tacto del freno es bueno, y se puede dosificar con facilidad la presión a ejercer sobre el pedal.
Frenos
CARROCERÍA ***
El acceso al interior se realiza sin dificultad, gracias a la amplitud de las puertas y a que no hay obstáculos que esquivar para entrar o salir. Ya dentro, el espacio que queda es grande y pueden viajar cuatro adultos sin estrecheces. Un quinto ya se encuentra incómodo, pero no por falta de sitio, sino por el diseño del asiento trasero, que en la zona central, ocupada por el reposabrazos, es muy recto y sin forma para acoplar el cuerpo. Los asientos delanteros son amplios y cómodos en trayectos largos por su ligera dureza, aunque carecen de la suficiente sujeción lateral, sobre todo a la altura de los hombros.
La persona sentada al volante del Santana se encontrará a gusto y podrá acoplarse con rapidez. Todos los mandos quedan al alcance, sin necesidad de hacer extrañas contorsiones para llegar a ellos. El volante es bastante vertical, por lo cual, una vez definida la postura que le guste a cada uno se llega a cualquier punto sin estirar mucho los brazos.
Un punto negro del Santana es la climatización. La entrada de aire por las rejillas del salpicadero es casi nula si no se echa mano del ventilador, y aun con este conectado no es del todo suficiente.
El acabado es óptimo. Todo encaja con precisión, y los distintos remates, o las costuras de los asientos, están hechos a conciencia. Sin embargo, el interior da aspecto de pobreza. Es de una sobriedad abrumadora, algo característico de los vehículos germanos, que no será muy del agrado de los directores generales, a quienes la administración ha designado el Volkswagen Santana como coche oficial.
El maletero tiene unas dimensiones generosas, pero peca de excesiva altura a la hora de cargar bultos pesados.
Equipamiento
Sonoridad
FICHA TECNICA
FRENTE A SUS RIVALES
El Volkswagen Santana es, por tanto, una opción perfectamente válida, al igual que todos los demás. Hay ciertos detalles diferenciadores, unos a favor de un coche y otros a favor de otro, que son los que tendrá que valorar el comprador en función de sus necesidades o, simplemente, de sus caprichos personales.
· Fuente: J. Hernández (MOTOR 16 nº 93, 3 de agosto de 1985) · Gracias a Jose Fidel por enviar el reportaje
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