pjlh
Moderador
Buenos días a todos. Habida cuenta que, de una forma u otra, soy propietario de tres de los más representativos "todoatrás" de Seat (600, 850 y 133), me vais a permitir que abra un pequeño debate acerca de las virtudes y defectos de cada uno. Luego pondré fotos, que tengo unas cuantas y bastante buenas que ahora mismo no puedo colgar.
Empezaré por los dos más veteranos. El 600 es un 600D de Mayo del 68, un "segunda serie" color Azul Capri, tapìcería en "pata de gallo", restaurado primorosamente hará 10 años por Luis Abril, conocido de muchos de este foro. El coche está mecánicamente en muy buen estado, conserva el motor original, con muy buena compresión (no lleva depresor de cárter), solamente delata su kilometraje, que no debe ser pequeño, el ruido procedente del grupo cónico. Por lo demás, no tiene ninguna modificación que le aleje de sus especificaciones de origen. Equipa neumáticos radiales en medida 135/80x12, una medida a mi juicio la más adecuada al coche. Puestos a sacarle pegas en lo que a originalidad se refiere, lleva cromadas la tapa de balancines y la tapa del regulador de la dinamo. Aparte, para dejarlo perfecto habría que colocar el interruptor del chivato del tirador del estrangulador, recablear el interruptor de luces (que ahora mismo activa tanto luces exteriores como la del cuadro), retapizar el techo por dentro, poner "en solfa" el aforador, que marca lo que le viene en gana, y arreglarle unos cuantos arañazos y cicatrices diversas.
El 850 es un Especial color blanco, tapicería de escay rojo, de principios de 1972, de los últimos antes de que saliese la serie "D". Soy su segundo propietario, lleva recorridos 53.000 kms reales, y en los más de 10 años que está conmigo la única avería que me ha dado fue una junta de culata que se fue sin mediar calentón ni afectar a nada más. El coche está original a rabiar, solamente lleva unas faldetas salvabarros de aluminio en los pasos traseros y ya. Conserva hasta la rueda de recambio original (Pirelli Cinturato Coronado radial), y ni lleva ni llevará nunca radio.
Este fin de semana he podido conducir los dos coches, y os comento mis impresiones al volante de uno y otro.
El 600 es un coche que sorprende por su capacidad interior para alguien de mi tonelaje. La gente se sorprende de verme entrar y salir de él, pero os aseguro que voy comodísimo en él, más incluso que en el Simca 1200. Una vez dentro, la única incomodidad es encontrar la postura para los pies, ya que si calzas como yo un 44, tiene su miga accionar el juego de embrague-freno sin pisarme a mí mismo. El coche arranca con facilidad usando el estárter, y una vez caldeado el motor responde con voluntad. Por respuesta del motor, por lo lento del accionamiento del cambio y por los frenos, es un coche que para llevarlo hay que "cambiar el chip" con más intensidad que con otros coches viejunos. Si te amoldas a él, se lleva estupendamente, y te mueve con agilidad razonable. Eso sí, su medio son las carreteras reviradas y sin muchas pendientes. La temperatura de su motorzuelo va oscilando bastante en su termómetro original, se nota la carencia de un termostato de verdad. En las pendientes ascendentes pronunciadas la temperatura va poco a poco creciendo, por ello es recomendable (en todos los coches, pero más en este) reducir una marcha y aumentar las revoluciones, sin "freir" el motor, para aumentar el caudal de aire y agua. Con paciencia llegaremos a lo alto del puerto, y al poco de empezar el descenso el termómetro nos lo agradecerá llevándose nuevamente la temperatura a su sitio.
Los frenos, frenan, dejémoslo ahí. Es bueno conducir anticipándose a la jugada para no abusar de sus tamborcetes, que tienen sus limitaciones, pero para lo que es el coche, son correctos. El tacto se hace raro frente a otros coches, pero como ya he dicho, es cuestión de cambiar el chip desde el momento en que coges las llaves del mismo.
La dirección, al igual que los frenos, correcta simplemente. El volante original está bastante cuarteado, pero se mantiene. Al principio parece raro manejarse con semejante diámetro y finura de aro, pero en seguida te haces a él.
En definitiva, conducir el 600 hoy en día es una experiencia muy gratificante, se disfruta más del paisaje, y de la conducción en sí. El coche te transmite muchas más sensaciones, y, si vas relajado, sin prisa ni horario, es un verdadero placer. Un coche totalmente de otra época en la que viajar no era ir del punto A al B simplemente.
Empezaré por los dos más veteranos. El 600 es un 600D de Mayo del 68, un "segunda serie" color Azul Capri, tapìcería en "pata de gallo", restaurado primorosamente hará 10 años por Luis Abril, conocido de muchos de este foro. El coche está mecánicamente en muy buen estado, conserva el motor original, con muy buena compresión (no lleva depresor de cárter), solamente delata su kilometraje, que no debe ser pequeño, el ruido procedente del grupo cónico. Por lo demás, no tiene ninguna modificación que le aleje de sus especificaciones de origen. Equipa neumáticos radiales en medida 135/80x12, una medida a mi juicio la más adecuada al coche. Puestos a sacarle pegas en lo que a originalidad se refiere, lleva cromadas la tapa de balancines y la tapa del regulador de la dinamo. Aparte, para dejarlo perfecto habría que colocar el interruptor del chivato del tirador del estrangulador, recablear el interruptor de luces (que ahora mismo activa tanto luces exteriores como la del cuadro), retapizar el techo por dentro, poner "en solfa" el aforador, que marca lo que le viene en gana, y arreglarle unos cuantos arañazos y cicatrices diversas.
El 850 es un Especial color blanco, tapicería de escay rojo, de principios de 1972, de los últimos antes de que saliese la serie "D". Soy su segundo propietario, lleva recorridos 53.000 kms reales, y en los más de 10 años que está conmigo la única avería que me ha dado fue una junta de culata que se fue sin mediar calentón ni afectar a nada más. El coche está original a rabiar, solamente lleva unas faldetas salvabarros de aluminio en los pasos traseros y ya. Conserva hasta la rueda de recambio original (Pirelli Cinturato Coronado radial), y ni lleva ni llevará nunca radio.
Este fin de semana he podido conducir los dos coches, y os comento mis impresiones al volante de uno y otro.
El 600 es un coche que sorprende por su capacidad interior para alguien de mi tonelaje. La gente se sorprende de verme entrar y salir de él, pero os aseguro que voy comodísimo en él, más incluso que en el Simca 1200. Una vez dentro, la única incomodidad es encontrar la postura para los pies, ya que si calzas como yo un 44, tiene su miga accionar el juego de embrague-freno sin pisarme a mí mismo. El coche arranca con facilidad usando el estárter, y una vez caldeado el motor responde con voluntad. Por respuesta del motor, por lo lento del accionamiento del cambio y por los frenos, es un coche que para llevarlo hay que "cambiar el chip" con más intensidad que con otros coches viejunos. Si te amoldas a él, se lleva estupendamente, y te mueve con agilidad razonable. Eso sí, su medio son las carreteras reviradas y sin muchas pendientes. La temperatura de su motorzuelo va oscilando bastante en su termómetro original, se nota la carencia de un termostato de verdad. En las pendientes ascendentes pronunciadas la temperatura va poco a poco creciendo, por ello es recomendable (en todos los coches, pero más en este) reducir una marcha y aumentar las revoluciones, sin "freir" el motor, para aumentar el caudal de aire y agua. Con paciencia llegaremos a lo alto del puerto, y al poco de empezar el descenso el termómetro nos lo agradecerá llevándose nuevamente la temperatura a su sitio.
Los frenos, frenan, dejémoslo ahí. Es bueno conducir anticipándose a la jugada para no abusar de sus tamborcetes, que tienen sus limitaciones, pero para lo que es el coche, son correctos. El tacto se hace raro frente a otros coches, pero como ya he dicho, es cuestión de cambiar el chip desde el momento en que coges las llaves del mismo.
La dirección, al igual que los frenos, correcta simplemente. El volante original está bastante cuarteado, pero se mantiene. Al principio parece raro manejarse con semejante diámetro y finura de aro, pero en seguida te haces a él.
En definitiva, conducir el 600 hoy en día es una experiencia muy gratificante, se disfruta más del paisaje, y de la conducción en sí. El coche te transmite muchas más sensaciones, y, si vas relajado, sin prisa ni horario, es un verdadero placer. Un coche totalmente de otra época en la que viajar no era ir del punto A al B simplemente.