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AR 50 Roadster
Existe, para el automovilista, un mundo maravilloso contemplable casi únicamente -sobre todo para el español- en los catálogos y en las revistas especializadas: el mundo de los automóviles de época. Para todos los verdaderos amantes del automóvil, los que consideran a este como algo más que una máquina funcional, útil para desplazarse de un lugar a otro, existe una especie de dialéctica entre la admiración frente a las innovaciones de la técnica automovilística y la pasión por el pasado.
Conductores hay que, al mismo tiempo, presumen de su nuevo vehículo -el último y revolucionario modelo del mercado- y al mismo tiempo se vanaglorian de que por sus manos pasó un célebre Hispano-Suiza.
Conductores hay, y los conoce el firmante -que encuentran gloriosas semejanzas entre su Panda de hoy y el 600 de antaño. Y bien sabe Dios que -exceptuando su maniobrabilidad y economía-, pocos son los puntos de contacto entre ambos automóviles. Pero nos indica, esta constante que, posiblemente, el automóvil es una obra de las pocas máquinas diseñadas por el ser humano que, superada por un nuevo modelo, entra en el olimpo de la nostalgia en lugar de perderse en el olvido de lo obsoleto. ¿Quién recuerda hoy su viejo frigorífico de absorción, o todavía menos, su nevera de hielo?; ¿quién echa de menos -frente al impacto de los modernos sintonizados de alta fidelidad- el viejo aparato de radio?
En el mundo del automóvil, sin embargo, algunos modelos especialmente célebres han pasado a ocupar un destacado lugar en el recuerdo colectivo. No en balde son innumerables los clubs de coches veteranos e incontables las publicaciones sobre coches de época. Muchas son las personas que -aunque utilicen habitualmente automóviles supermodernos- mantienen un amor hacia las viejas formas, hacia las líneas clásicas.
Muchos de nosotros desde luego, seríamos coleccionistas de coches antiguos, si dispusiéramos del dinero -mucho dinero- necesario para ello. Para quienes no pueden permitirse el lujo de un verdadero coche de época, nació hace años la réplica que puede definirse como la reproducción a escala 1:1 de un famoso coche antiguo. En general la fabricación de automóviles réplica se ha centrado exclusivamente en los modelos deportivos por ser, quizá, los más espectaculares y los de menor costo de producción.
Valga esta introducción para presentar a un constructor de automóviles réplica, ciento por ciento español, que se inicia en esta especialidad tras muchos años de experiencia en la restauración de coches antiguos y construcción de carrocerías. Se trata de Francisco Pueche -Paco para todos-, que hace años se especializó en rescatar de abandonados desguaces, de insólitos sepulcros, maravillosas ruinas de Hispano Suiza y otras gloriosas marcas que, pacientemente, tornillo a tornillo, reconstruyó hasta hacerlas renacer nuevamente de sus cenizas. Gracias a esta experiencia, Paco Pueche ha organizado la Marca AR (Auto Réplica), especializada en rescatar de la historia del automóvil aquellos modelos que representan un concepto de vehículo que aún persiste en el recuerdo de los aficionados.
La primera realización de Auto Réplica es el AR-50 Roadster, que se presentará en el próximo Salón del Automóvil de Barcelona y del que ofrecemos una auténtica primicia en estas páginas. Se trata de una versión, fiel al ciento por ciento, del deportivo británico MG TD, que inició su fabricación en 1950, cosechando importantes triunfos deportivos y con una producción total superior a las 30.000 unidades. En su carrocería, el AR-50 Roadster reproduce hasta el más mínimo detalle la línea y elementos del famoso deportivo; su construcción es artesanal, con especial cuidado en la selección de materiales y accesorios, que han sido reproducidos exactamente.
Es importante destacar que la mecánica elegida para este modelo es la SEAT 1430; como es sabido, todos los réplica que se fabrican en el mundo reproducen con fidelidad la apariencia externa de los modelos originales, pero en su interior utilizan motores y además elementos mecánicos totalmente actuales, lo que abarata tanto la fabricación del coche como el posterior mantenimiento por parte del usuario.
La elección de la mecánica Seat, que abarca no sólo el conocido motor 1430, sino los restantes elementos (alimentación, suspensión, transmisión, dirección, frenos, etc.), se ha debido -según Paco Pueche- a la conveniencia de utilizar una motorización de eficacia largamente probada (Seat ha montado -y monta- la motorización 1430 en diversos modelos de su gama), así como a dar satisfacción, al mismo tiempo, al gusto por unas líneas y un estilo determinado, pero sin olvidar el sentido práctico. Es decir, este modelo réplica -el AR-50 Roadster- no es simplemente un automóvil de colección, sino que gracias a su sólida construcción y moderna y eficaz mecánica, es adecuado para utilización en cualquier circunstancia. Esta mecánica facilita, además, el mantenimiento del vehículo, que se beneficia de la red asistencial y de recambios de la marca española, al mismo tiempo que posibilita la obtención de unas prestaciones particularmente brillantes, en función de un consumo reducido. Se trata, pues, de un modelo con la apariencia y línea exterior de un bello pura sangre de época y que, sin embargo, goza de las ventajas -en materia de eficacia, seguridad y economía-, de una mecánica moderna y sólida.
· Fuente: Revista SEAT nº 162, Abril 1981
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