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Renault Clio Baccara
Renault ha dado cartas de nobleza a su modelo más utilitario, al Clio; la madera de nogal y el cuero, los distintivos de cualquier modelo de prestigio, son elementos fundamentales en las versiones Baccara que llegan ahora mismo al mercado español con un precio final próximo a los dos millones de pesetas.
El Clio Baccara se dirige a un público de poder adquisitivo elevado, a personas que no quieren renunciar al lujo y la distinción ni siquiera en su segundo coche, el modelo que utilizan en sus desplazamientos urbanos.
Las tareas urbanas del Clio más lujoso no se reducen, ni mucho menos, al simple transporte de los niños al colegio o al viaje de compras al hipermercado, este segundo coche, más maniobrable y con consumos más reducidos, acaba por desplazar al primero, que duerme semanas y semanas en el aparcamiento a la espera de un viaje largo, el único momento en que recuerda sus cualidades a toda la familia.
Renault ofrece dos versiones de su Baccara más pequeño: con cambio automático y con cambio manual. El modelo automático, animado por el motor Energy de 1,4 litros de cubicaje, hace posible una conducción tan cómoda y relajada que borra las palabras fatiga o "estrés" del vocabulario de sus dueños.
La transmisión automática ahorra cientos de cambios de marchas, movimientos que llegan a convertirse en un verdadero martirio cuando se avanza al paso de una persona en medio del tráfico urbano más congestionado.
El otro Clio Baccara, con caja manual de cinco velocidades, recurre al motor de 1,7 litros de cubicaje con noventa y dos caballos de potencia; el resultado de ese cóctel es un coche de reacciones ágiles que permite rodar a un ritmo rápido sin el menor problema.
Los dos Clio Baccara salen al mercado con el mismo precio, próximo a los dos millones de pesetas; ese valor, que parece excesivo si se tienen en cuenta, tan sólo, las dimensiones del conjunto o la cilindrada de la mecánica utilizada, se justifica plenamente al comprobar la calidad de acabado del conjunto, al examinar la nobleza de los materiales utilizados en su interior.
La prueba del Baccara más enérgico, realizada a lo largo de más de mil kilómetros, se ha centrado en recorridos urbanos, sin descuidar las autovías o carreteras de segundo orden, terrenos en los que el Clio se mueve con absoluta soltura.
El motor utilizado por los Clio Baccara de cambio manual, un viejo conocido de la gama Renault, hace gala de fiabilidad a toda prueba, virtud comprobada en los R-5, R-11 y R-19 que han recurrido a sus servicios. No es un cuatro cilindros con reacciones rabiosas, no ofrece un empuje violento capaz de pegar el cuerpo al respaldo de los asientos, pero empuja sin desmayo en todo momento, con una fuerza tranquila que convencerá al cliente de un Baccara, un usuario que busca, ante todo, confort y exclusividad.
Este motor proporciona siempre un rendimiento satisfactoria; libera toda su energía de una forma progresiva y sube de vueltas con alegría cuando se acelera sin contemplaciones al rodar a regímenes muy tranquilos.
Ese empuje consistente se descubre en todo momento, desde el régimen de ralentí hasta las cinco mil revoluciones por minuto, la cosa cambia en cuanto se supera ese régimen: llegar a las seis mil revoluciones es un proceso lento y el motor muestra su enfado con un ruido algo más alto de lo deseable.
La transmisión manual del Baccara no tiene objetivos deportivos. Las cinco marchas buscan el ahorro de gasolina y el desahogo de la mecánica al rodar a velocidades elevadas. La palanca de cambios no merece ninguna crítica. Su manejo es suave y bastante preciso; los recorridos entre las diferentes posiciones son cortos.
Las prestaciones del Clio Baccara 1.7 contentarán a la mayoría de usuarios de este modelo. Una velocidad máxima superior a los ciento ochenta kilómetros por hora, y una aceleración que permite pasar de cero a cien por hora en poco más de diez segundos son valores notables para un coche sin vocación carrerista.
Los adelantamientos se efectúan sin grandes problemas en cuarta o en quinta; para lograr respuestas más contundentes, las respuestas exigidas en caso de un adelantamiento algo apurado, debe utilizarse la tercera sin el menor reparo. Los consumos se mantienen siempre en valores razonables, al nivel logrado por otros vehículos de peso semejante y con cien caballos mecánicos bajo el capó delantero. El consumo de gasolina en carreteras y autovías es bastante reducido, pero en ciudad se puede pasar de los diez litros a los cien kilómetros con cierta facilidad.
Los frenos de los Clio siempre han brillado en nuestro banco de pruebas. El sistema cuenta con discos ventilados en el eje anterior y tambores en el tren posterior, un equipo que asegura retenciones enérgicas en distancias bastante recortadas; no da síntomas de desfallecimiento en ningún caso, ni al castigar el pedal central más de lo debido en el descenso de un puerto de cierta longitud.
La dirección del Clio Baccara, que monta de serie el mecanismo de servoasistencia, es precisa y muy suave. Exige tres vueltas y media el volante para llevar las ruedas de tope a tope. El volante es perfecto por tacto y tamaño; su aro está forrado en cuero.
El comportamiento del Renault más distinguido es correcto en todas las situaciones. Su suspensión permite abordar cualquier curva con seguridad, sin que aparezcan reacciones extrañas. Los amortiguadores filtran bien todas las irregularidades del firme y dan mucha comodidad a los pasajeros.
La exclusividad y el confort son los valores clave de los modelos Baccara. El cuero, presente en los asientos y en los revestimientos de puerta, combina a la perfección con los listones de madera que cubren el cuadro de mandos. El aire acondicionado es equipo de serie. Esa exclusividad se confirma en el exterior con unas llantas de diseño especial y con la sigla "B".
· Texto: P. Martín ( AUTO 1 Nº 112 - 1-Octubre-1991 )
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