|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
Renault 8 2ª generación
Cuando este número esté en la calle, se habrán cumplido nueve años desde que los primeros R-8 comenzaron a salir de las factorías de Fasa Renault en Valladolid.
Su aparición coincidió con la de otro modelo semejante con el que otra marca debutaba en el mercado español, dividiéndose entre ambos las preferencias de los compradores.
Poco a poco el R-8 fue haciéndose con el mayor número de ventas, anulando prácticamente toda la competencia y obligando incluso a sus detractores a reconocerle un sinnúmero de virtudes. Nueve años después, el R-8 sigue siendo uno de los coches más fuertes en el competido mercado nacional, en donde hay más de dos modelos donde elegir. Pese a todo todavía existe un buen número de miles de compradores que cada año prefieren la seguridad de un coche comprobado a la novedad del último modelo cuyos posibles fallos no han sido detectados todavía y por tanto no se han corregido.
Por otra parte, en estos nueve años ha recibido un sin fin de modificaciones por parte del fabricante, hasta ponerlo al gusto actual. Apenas hace un mes, se han incorporado unas protecciones de goma en los paragolpes, así como un nuevo volante, más pequeño de diámetro y mejor guarnecido en caso de accidente.
El coche que hemos probado en esta ocasión es el último modelo, de cuatro faros, nuevos paragolpes rectos y nuevas llantas.
Si intentamos averiguar por qué el R-8 mantiene ese grupo de compradores incondicionales, aparte de por esa seguridad que dan los productos comprobados, nos encontraremos con las cuatro puertas como principal virtud. En nuestro país todavía, el que el coche tenga aspecto de "coche", todavía vale mucho, y el R-8, como rezaba uno de sus slogans, tiene porte de coche.
Además, son cuatro puertas lo suficientemente anchas como para que el acceso a los asientos sea normal, sin problemas particulares.
La carrocería, autoportante, es robusta, resistiendo bien las torsiones a que se ve sometido todo coche por carreteras sobre piso mediocre. Gracias a esto, teniendo un mínimo de cuidado, el R-8 puede resultar silencioso en cuanto a ruidos de carrocería (puertas, cristales, etc) cosa bastante difícil en coches de su categoría, si además tienen esas deseadas cuatro puertas. En este sentido ayuda el que los cristales traseros sean correderos, que confieren mayor rigidez al conjunto aunque puedan resultar algo incómodos e inseguros desde el punto de vista de los robos de coches. Menos mal que el sistema de cerraduras de seguridad y bloqueo de dirección funciona bien, siendo escasísimos los vehículos de este modelo que se roban en nuestras ciudades.
El portaequipajes, como es natural en un coche de motor trasero, va en la parte de delante. La tapa se abre desde un tirador interior situado bajo el tablero de mandos, de fácil manejo. Esta tapa, muy amplia, cubre también los bordes del cofre, con lo que se evitan los arañazos típicos en la pintura al cargar o descargar bultos pesados. Dentro del maletero, relativamente amplio (tres maletas de regular tamaño además de dos o tres bolsas o maletines más pequeños pueden ser fácilmente acoplados), va el compartimento de la batería. El maletero, debajo de la goma que lo guarnece, lleva un desagüe, a fin de facilitar su lavado.
El neumático de repuesto va colocado debajo del maletero, sin restarle el más mínimo espacio, accediéndose a él por una trampilla colocada bajo el paragolpe, sobre la que va atornillada la matrícula, y cuya apertura se realiza por una palanca situada junto al compartimento de la batería en el interior del cofre.
En la parte trasera va situado el motor. La tapa de su compartimento es amplia, facilitando el trabajo en caso de reparación.
En su versión actual, el coche va equipado de cuatro faros frontales. Los dos exteriores son cruce/carretera, y los interiores, que se encienden a voluntad del conductor por medio de un interruptor en el tablero, sólo de carretera. La iluminación resulta suficiente, pero puede mejorarse colocando un conjunto de halógeno H-4 en los exteriores y H-1 en los interiores.
Las luces traseras son muy visibles, pero muy expuestas a los golpes de aparcamiento.
La línea general del coche, resulta atractiva, sin que se note demasiado el paso de los años. Además se ha bajado incluso un poco con la adopción de las llantas del R-5.
HABITACULO
El interior del R-8 estuvo siempre bastante bien tratado. Fue funcional y sin grandes excesos, pero suficiente y bien acabado.
El tablero de mandos pasó de ser rectangular a un conjunto de cuatro relojes redondos, dos grandes centrales y dos pequeños. Estos dos pequeños son marcadores del depósito de la gasolina y de la carga de la dinamo.
En los centrales grandes, uno tiene el velocímetro con el cuentakilómetros, y el otro todo una serie de testigos luminosos, de luces, luces largas, temperatura y presión de aceite, estrangulador de aire, etc.
El tablero va cubierto de una lámina de madera, y se completa con dos grandes guanteras, ambas sin tapa, y un cenicero.
Las puertas delanteras llevan apoyabrazos, que resultan un poco bajos. Las traseras en cambio sólo llevan unos pasamanos para sujetarse o cerrar las puertas, además de sendos ceniceros.
Los asientos, una de las virtudes del R-8, han cambiado. Y no se puede decir que el cambio haya sido mejor. Al ser abatibles, en ciertas posturas, se nota en los riñones la dureza del eje de abatimiento. De todas formas, el confort sigue siendo bueno, el cuerpo del conductor o el acompañante quedan bien agarrados.
Por otro lado, estos nuevos asientos delanteros roban, por su diseño, algo más de terreno a los pasajeros de atrás.
La tapicería de los asientos, en velour, es buena y agradable. El piso va recubierto de moqueta, con goma superpuesta a la altura de los pies en los asientos delanteros. El sistema de ventilación es bueno, y el ventilador silencioso.
En resumen, un habitáculo confortable para cuatro personas, aunque ciertos detalles de la versión anterior (asientos delanteros), debían haber sido mantenidos.
MECANICA
El motor no ha cambiado. Sigue siendo el 956 cc. con cigüeñal de cinco apoyos, que cumple perfectamente su cometido. De todas formas se nota un descenso en las prestaciones del coche, quizás debido al nuevo equipo neumático. La velocidad punta se resiente, siendo escasamente superior a los 125 km/h (cuando en modelos anteriores se habían llegado a sobrepasar los 130 km/h), e igualmente quedan un poco deslucidas las aceleraciones, aunque la flexibilidad del motor tapa algo de esta "marcha atrás".
En lo que no ha variado el R-8 es en su económico consumo, que registra valores de 6,5 litros manteniéndonos en los 110 km/h., que es una magnífica velocidad crucero en este coche.
El nivel sonoro es aceptable en general, aunque cuando se solicita al motor más de lo normal (superando los 120 km/h y apurando las marchas) hay que optar por comenzar a hablar a gritos o callarse.
La transmisión se realiza por medio de una caja de cuatro marchas hacia delante, todas ellas (bien) sincronizadas. Su escalonamiento es bueno pudiéndose llevar sin peligro de hacer rebotar las válvulas hasta los 40, 70 y 100 km/h. de contador en caso de necesidad. El manejo es fácil y sin problemas aunque la palanca resulta un poco alejada del conductor, obligándole a separar la espalda del respaldo para meter la tercera, aun manteniendo una posición normal al volante.
En el capítulo de frenos, el R-8 monta discos delanteros y tambores traseros. En este terreno tampoco merece el coche censuras particulares, aunque a veces el repartidor de frenada hace que el coche, en vacío y a baja velocidad, frene casi exclusivamente con los frenos delanteros de disco, obligando al conductor a ejercer gran presión sobre el pedal.
En cuanto a la dirección, es una de las mejores cosas del vehículo. Suave, directa, precisa, adaptada al tipo de coche, contribuye a que la conducción del modelo sea un auténtico placer.
En el plano de la estabilidad, el R-8, pese a su motor trasero, es un coche que no pone particulares problemas. Cierto que tiene una tendencia sobreviradora, pero es muy menguada, pudiendo decirse que el coche, en condiciones normales es prácticamente neutro. Hay que forzarlo a condiciones fuera de lo normal para que se deje sentir esa tendencia a esquiar del eje trasero. Y aun así, cuando esto sucede, no hay brusquedades que puedan sorprender al conductor y ponerlo en situaciones difíciles.
En este sentido, los "puristas" habían hablado de que la última versión del coche había también empeorado. Posiblemente muy al límite, los modelos anteriores, con neumáticos de menos deriva, se mantuvieran en la carretera ligeramente mejor que éste, pero eso entra ya en el terreno de las apreciaciones muy difíciles de estimar, sobre todo en un coche de 125/130 km/h como es éste.
En cuanto al viento lateral, lo afecta como a todos los coches que tienen el mismo tipo de construcción, pero sin llegar en ningún caso a extremos alarmantes.
· Texto: S. Piccione (MOTOR MUNDIAL Nº 359 Octubre 1974)
|
|