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Opel Rekord 2.0 E
Clásico y honesto, pero no exento de brillantez; tal podría ser el resumen de las cualidades básicas del Opel Rekord 2.0-E, una amplia berlina con motor 2 litros de inyección, en la que todas sus características están muy bien armonizadas unas con otras, destacando quizás en lo positivo el confort y la velocidad, y en lo negativo, un consumo que, sin ser escandaloso, resulta un poquito alto para lo que se espera de un motor a inyección. La no inclusión del “overdrive” dentro del paquete de opciones de los coches importados puede ser responsable en gran parte de esto último.
El Rekord es un coche de implantación básica muy clásica, pero no arcaica. Motor de fundición, culata incluida, pero monoárbol en culata, con inyección, y una distribución hidráulica totalmente silenciosa; cambio de 4 marchas, pero excelentemente sincronizado y mandado, y con una opción de sobremarcha que, como ya hemos señalado, desgraciadamente no se importa; una suspensión con eje rígido atrás, pero bien guiado, con MacPherson delante y estabilizadoras en ambos trenes, sin detalles de lujo superfluo (las puertas están tapizadas en plástico), pero en cambio perfectamente equipado con la mayoría de los detalles de equipamiento que realmente cuentan. Un coche, en resumen, sin grandes alharacas aparentes, pero donde no hay gato por liebre.
Comercialmente, el Rekord de importación viene a insertarse en la cada vez más nutrida categoría de los 2 litros, donde ya hay un par de coches de fabricación nacional (Seat 132 y Peugeot 505), y bastantes más de importación. Comparando con estos, tanto por precio como por tamaño, el Rekord viene a quedar a mitad de camino entre los Taunus y el Granada 2.3, si bien igualado en precio con este último; hoy por hoy, los precios de Ford dentro del campo de los importados, son imbatibles. También está en el mismo grupo, un poco más alambicado de carrocería, pero superior en prestaciones y aptitud rutera, el Alfetta 2.0-L, cuyo precio apenas es un poco más alto. Luego hay otros coches de la categoría, pero ya superan por mucho la barrera del millón y medio, impuestos incluidos, que se puede considerar aceptable para un coche importado con un buen motor de 2 litros.
TURISMO RAPIDO, SÍ; AL LIMITE, NO TANTO
Dado su tamaño, más que su peso (es ligero para 4,60 m de largo), el Rekord no es un coche para andar echando carreras por esas rutas de Dios. Se trata de una amplia y confortable berlina familiar, muy apta para el viaje rápido, con carga y manteniendo un elevado confort. De todos modos, su comportamiento básico es bueno; generosamente calzado, el Rekord mantiene una gran fidelidad de trayectoria a lo que se le ordena con el volante. Su eje rígido posterior, posicionado mediante cinco elementos, está muy bien guiado, y la precisión sería todavía superior si todos los silent-blocs no estuvieran tan generosamente dimensionados, con el evidente objetivo de mejorar el confort, lo que se consigue con pleno éxito.
En curva, lo único un poco raro que le hemos encontrado es que parece como si las frecuencias de los muelles delanteros y traseros, o bien el tarado de amortiguación de los respectivos trenes, no estuviesen bien acordados entre sí, y el resultado es que sobre todo en las curvas largas y rápidas se genera un movimiento helicoidal, como un buque cuando el oleaje le toma sesgado. Todo esto, por supuesto, cuando se llega a unos límites de apoyo que probablemente el 90 por ciento de los potenciales usuarios de un Rekord no llegarán a explotar casi nunca, y sin que el coche pierda la fidelidad de trayectoria antes citada; es la carrocería la que flota un tanto sobre la suspensión, pero las cuatro ruedas mantienen perfectamente la trayectoria. Y sobre mal pavimiento, repetimos que el eje rígido es de los que menos se dejan notar.
La dirección, ayudada por servo, se podría permitir perfectamente el lujo de prescindir de la asistencia una vez el coche en marcha, ya que tiene más de tres vueltas y media de lado a lado. Por lo demás, es muy precisa, y esta relativa lentitud se armoniza en cierto modo con la filosofía del coche y de su clientela más lógica, que debe estar compuesta por gente tranquila, que ya “pasa” de veleidades deportivas. Como buen coche alemán, comparte el defecto de tener los pedales muy lejos y el volante muy cerca, pero gracias a la regulación del asiento, en altura e inclinación, y a que el pie izquierdo encuentra un buen punto de apoyo, se reduce mucho el problema.
En cambio, los frenos no tienen condicionamiento alguno; son excelentes. No solo ofrecen una excelente progresividad, mordiendo fuerte y seco cuando se les exige, sino que además, tienen una elevada resistencia al calentamiento, y un perfecto tarado que evita hasta el último instante el blocaje de las ruedas (delanteras en mojado y traseras en seco, como es normal).
COMODIDAD DE CONDUCCION
Es lógico que en coches de esta categoría el confort se de por supuesto, pero esto no siempre coincide con que resulten agradables y relajados de conducir. El Rekord es de los coches con los que resulta realmente descansado hacerse de una tirada un buen montón de kilómetros. Disponiendo de muy buena aceleración, excelentes frenos y estabilidad más que suficiente, el conductor ya está tranquilo respecto a lo fundamental; y con la posibilidad de regularse el asiento casi totalmente a medida, acaba por encontrase muy a gusto ante el volante. Entran luego en juego el apoyo para el pie izquierdo, un excelente pedalier que permite el punta-tacón, la dirección asistida y un cambio muy preciso y bien sincronizado, en el que resulta prácticamente imposible fallar un engrane, sea subiendo o bajando marchas.
Dos factores más contribuyen positivamente: el excelente asiento, del cual no se pueden decir más que cosas buenas, incluyendo la no muy frecuente virtud de que su respaldo llega de verdad hasta los hombros, y el sistema de climatización, que es muy completo y permite distribuirse la temperatura totalmente a placer, con independencia del pasajero de la derecha, pues casi todas las boquillas tienen control independiente. Los mandos están bien, con la excepción del interruptor general de luces, que siguiendo la misma técnica de Mercedes, obliga a echar mano hasta el salpicadero cada vez que se quiere pasar de pilotos a cruce, y viceversa.
La visibilidad es excelente, debe serlo casi forzosamente porque el reglaje de altura del asiento permite acoplarlo a todas las tallas. Los dos retrovisores cumplen a la perfección su objetivo, el parabrisas (laminado) lleva una banda teñido mucho más oscuro en su parte superior, muy de agradecer con el sol poniente, y los limpiaparabrisas barren una zona muy amplia, en especial, sin dejar apenas el típico triángulo junto al montante izquierdo. Un repaso al cuadro de equipamiento permitirá comprobar que el Rekord, especialmente en su elaboración “Berlina”, que es la más completa, lleva prácticamente todos los elementos deseables, salvo el equipo de limpiafaros, que es opcional, pero no se trae. A este respecto conviene aclarar que todas las opciones señaladas en el cuadro lo son, pero en Alemania; en España, todos los 2.0-E Berlina vienen tal y como lo señalado de serie, pero no hay más opción que la transmisión automática y la pintura metalizada. Hemos señalado estas opciones porque sirven para centrar la categoría en que se mueve el coche.
UN MOTOR QUE SE HACE OLVIDAR
Mecánicamente, este coche parece que es del tipo de los que hacen olvidarse a su dueño de que existen hierros que se mueven por dentro, salvo que es preciso echarle gasolina. El muy supercuadrado 2 litros de inyección arranca siempre a la primera, frio o caliente, y se clava a su velocidad de ralentí, también frio o caliente. Con su distribución hidráulica, resulta prácticamente inaudible, y tan solo pisando a fondo, y a partir de las 5000 rpm, el escape deja notar que hay más de 100 CV buscando su salida a través de dicho tubo.
La elasticidad es algo increíble, no hay patada a ningún régimen concreto, pero desde menos de 1500 hasta más de 6000 rpm, el motor empuja como si fuese eléctrico. A esta sensación de suavidad contribuye el soberbio embrague, cuya suavidad, tanto de accionamiento como de acoplamiento, es realmente fuera de lo normal; en el resto de la transmisión no se aprecian holguras ni ruidos, y el conjunto de la labor de conducción es, por lo tanto, de lo más agradable y sencillo.
El escalonamiento del cambio es un tanto raro: cerradísimo entre 3ª y 4ª, y con un salto enorme entre 2ª y 3ª. El desarrollo de la 3ª es el más largo que nunca hayamos visto en un coche de hasta 2 litros, superando incluso, aunque por poco, al de los Ford Taunus y Capri; la verdad es que es excesivo, y sería mejor, al menos para nuestro tráfico, un poco más corto, de cara a tener todavía más aceleración en los adelantamientos. Lo de poder superar los 140 en 3ª es algo que no tiene un interés más allá de lo anecdótico.
Puestos a pisarle al coche a fondo, lo primero que impresiona es lo mucho que anda. El fabricante lo anuncia para 179 km/h; a 650 metros de altitud nos han faltado 6 km/h, pero de todos modos, el máximo que una berlina 2 litros nos ha dado en el mismo sitio ha sido los 168 del Seat 132-2000, conseguidos en 4ª a tope de vueltas. También con el 505-STI conseguimos 173, pero en Francia, a nivel del mar y durante su presentación; aquí, los 170 quedan fuera de sus posibilidades.
En aceleración, sobre todo en 400 metros, es menos brillante y hay dos razones para ello. Una y principal, lo largo de la 1ª, la segunda es la eficacia del embrague y la adherencia de las gomas 185/70, que no permiten patinar en ninguno de estos dos sitios, por lo que la arrancada (pese a subir el motor a 4000 rpm), en medio segundo se convierte en turística, con el motor a 1500 rpm. El 132, el Taunus y los 505 le dominan en estos 400 metros de salida; pero en los 600 metros restantes, el Rekord demuestra su potencia, y les devuelve la pelota, excepto al 132 con 5 marchas y grupo muy corto. Incluso, para el kilómetro, el Rekord ya se ha situado por delante de los Peugeot, y está ya pegado al Taunus. En recuperación, solo se puede comparar al Ford, por ser los únicos de 4 marchas, y el Taunus le supera claramente; la explicación es evidente: nada menos que 130 kilos menos de peso, diferencia que irá desapareciendo progresivamente según ambos coches se vayan cargando de pasajeros.
MEJOR UNA 5ª QUE LA INYECCION
A pesar de que la directa tiene un desarrollo largo, no lo es suficientemente para rebajar radicalmente el consumo, por mucho que la inyección electrónica haga lo posible. En nuestro circuito de conducción turística, todos sus rivales han gastado menos, excepto el 132, cuya 5ª sigue siendo más corta que la directa del Rekord. En ciudad no hay grandes diferencias y tan solo le rebajan el Taunus con 15,7 y el STI con 15,9 litros, totalmente comparables con los 16,1 del Rekord.
Es en carretera donde se aprecia un poco más el consumo, aunque sin ser nada exagerado. Lo cierto es que bajar de 9 litros exige llevar el coche muy mimado, pero a su vez para pasar de 10 es preciso andar muy rápido. Realmente, las cifras de consumo no son exageradas en sí, sino que más bien sorprenden en un coche con motor de inyección, y cuya velocidad punta hace suponer que tiene buena aerodinámica.
Por esto nos lamentábamos al principio de que no se haya considerado oportuno incluir el “overdrive” entre las opciones, por no decir el equipo de serie del Rekord importado, aunque en tal caso, y no es por poner pegas, lo ideal habría sido saltar al siguiente grupo más corto, porque para las autopistas alemanas se monta (con una relación 0,78:1) con el mismo grupo del 4 marchas, lo que da lugar a una 5ª de prácticamente 40 de desarrollo, que es exclusivamente para autopista.
Resumen de pruebas
CONFORT IRREPROCHABLE
A pesar de sus varias veces mencionado clasicismo, el Rekord tiene muy bien resuelta su suspensión, especialmente de cara al confort; que recordemos, y quizá con excepción de coches americanos, no recordamos ningún otro tan confortable con eje rígido trasero propulsor. Indudablemente, de aquí viene ese comportamiento un tanto flotante que se observa en las curvas rápidas atacadas con decisión.
Ya hemos hablado de los asientos, de la climatización, e incluso del silencio mecánico. A este debe añadirse la total ausencia de ruidos de la carrocería: ni un chirrido, traqueteo, ni vibración. Tampoco hay ruido aerodinámico, en parte porque la carrocería es de diseño muy limpio, y en parte, porque los cristales cierran con perfecto ajuste.
En cuanto al equipamiento general, nos remitimos al oportuno cuadro, para no ser reiterativos. Mencionemos dos detalles: la antena de radio incorporada al parabrisas, y un zumbador que avisa que nos dejamos las luces dadas en cuanto se abre la puerta del conductor.
CONCLUSION
El Rekord 2.0-E Berlina es un coche que, si bien todavía sale algo caro, tiene todas las trazas de ser una buena inversión, especialmente para el usuario que compra un buen coche pensando en que dure años. Su acabado y calidad parecen ser de primera fila. En conjunto, se puede decir que es un rival directísimo del 505-STI, por tamaño, potencia, confort y equipamiento; conociendo las virtudes y prestigio del Peugeot, creemos que esto supone todo un cumplido para el Opel.
· Fuente: A. de Andrés (AUTOPISTA nº 1146, 2 de mayo de 1981) · Gracias a José Fidel por enviar el reportaje
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