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Mercedes 190E 2.6 Sportline Aut.
Si el 190 E 2.6, tal como viene de serie, ya goza de un comportamiento de lo mejor dentro de su clase, las mejoras que se realizan en el Sportline consiguen dejarlo al nivel de un buen deportivo.
Aunque en España no sea frecuente encontrar modelos de la marca de la estrella mejorados por preparadores de prestigio, en Alemania sí que es normal ver Mercedes que han sido «mejorados» tanto a nivel estético como de suspensiones, cambio y motor.
De cara a un tipo de clientela más exigente con la estabilidad y comportamiento de su coche, Mercedes, con el equipo Sportline ofrece la posibilidad de equipar sus modelos con una serie de mejoras que principalmente afectan al bastidor y el equipo de ruedas. Un trabajo semejante, realizado por el mismo fabricante, tiene indudables ventajas sobre el realizado por un preparador. No es que pongamos en duda la capacidad de trabajo de este tipo de profesionales, pero siempre resulta más fiable que el trabajo venga realizado de fábrica. Por otro lado, el costo final se reduce y, lo que es más importante, tendremos una garantía de fábrica que no se pierde como en el caso de transformar el coche por una tercera persona.
Como es tradicional en la marca, al lanzar los Sportline no se ha caído en la tentación de diferenciarlos exteriormente a base de toda la parafernalia que en ocasiones utilizan algunas marcas y muchos preparadores, que no siempre son de buen gusto. Exteriormente los Sportline siguen siendo tan sobrios como sus hermanos, descubriéndose sus cualidades en el momento en el que nos sentamos al volante y comenzamos a rodar.
La primera sorpresa agradable es la de volante, que tiene un diámetro 2 centímetros menor que el de serie. Llevar un volante de gran diámetro, algo muy querido por Mercedes, puede tener sus ventajas en una conducción relajada o por autopistas, pero a la hora de circular rápido por zonas viradas no es la solución ideal. Con el volante de 39 cm de diámetro del Sportline, no hay que trabajar tanto con los brazos haciéndose la conducción más agradable. El único inconveniente con el que se encontrarán algunos conductores, en especial los de tallas altas, es el de encontrarse parte de la instrumentación tapada por el aro de menor diámetro. No olvidemos que Mercedes utiliza en todos sus productos un tipo de relojes de gran diámetro, con lo que se asegura una excelente visibilidad de la información que nos manda el cuadro de instrumentos, algo que no se lleva bien con un diámetro de volante pequeño.
En cualquier caso, la mejora que se consigue con el volante más pequeño compensa sobradamente el hecho de que no veamos correctamente los extremos de la instrumentación.
La otra sorpresa agradable que encontramos en el interior de este modelo son los asientos heredados del 16 válvulas. Con ellos no tendremos problemas de sujeción circulando rápido en zonas viradas, algo que se agradece bastante al permitir centrarnos mejor en la conducción.
Los cambios más importante están en la suspensión, que respetando el esquema de los 190, se han sustituido los muelles por otros de mayor dureza y más cortos. Con ello se consigue bajar la altura del monocasco en 22 mm. Junto con este cambio se utilizan unos amortiguadores con un tarado un 20 por ciento mayor. También se cambian las cotas del tren delantero, dejándolo con caída negativa.
La dirección se toma del 190 16 válvulas, siendo más rápida que la de serie, lo que contribuye positivamente a la hora de practicar una conducción deportiva.
Por último, el detalle más visible de todos los cambios realizados en el Sportline son el nuevo equipo de llantas y neumáticos. Los 185/65 VR-15 han dejado lugar a unos 205/55 ZR montados en llantas de aleación ligera con una garganta de 7 pulgadas. Gracias a este nuevo equipo el 190 tiene poquísima deriva en curvas, siguiendo fielmente la trayectoria impuesta por el conductor. Por supuesto, no hay que olvidar que gran parte del mérito del buen comportamiento de este coche lo sigue teniendo el sistema de guiado de las ruedas traseras con 5 brazos transversales que se encargan de que haya muy pocas variaciones en su geometría.
Gracias al nuevo reglaje de las suspensiones y al equipo de llantas y neumáticos, el comportamiento del 190 mejora bastante con respecto a la versión de serie. Este último ya goza de un excelente nivel en este apartado, notándose los trabajos realizados en una mayor agilidad. El Sportline inclina bastante menos, lo que permite enlazar curvas seguidas con gran facilidad. Por otra parte, el equipo de neumáticos mejora el agarre permitiendo mayores velocidades de paso en curva.
Quizá el mayor mérito de Mercedes es haber hecho todos estos trabajos sin que el confort de marcha se haya visto muy afectado. Con este 190 se sigue viajando con un alto nivel de confort, ya que no se ha perdido la capacidad de sus suspensiones para absorber correctamente las irregularidades del terreno.
Como los ruidos aerodinámicos son bastante bajos y el motor se oye poco, se puede viajar a velocidades altas sin que se noten síntomas de fatiga.
La unidad probada venía equipada con cambio automático. Aunque este último lleve dos programas; uno económico y otro Sport, la realidad es que se sacaría mayor partido al Sportline con uno de tipo manual con el que poder llevar al motor al régimen deseado en zonas viradas. Utilizando el programa Sport, en el que los cambios de marcha no se realizan hasta subir cerca de las 6.000 r.p.m. si se mantiene el pedal del acelerador pisado a fondo, se pueden aprovechar bastante bien los 160 CV. del motor, especialmente si utilizamos la palanca manualmente, aunque insistimos que con un cambio manual de 5 velocidades se puede aprovechar mejor todo el potencial del motor que, por otro lado, es bastante alto.
El 6 cilindros en línea de 2.599 cm3 sube, progresivamente, liberando sus caballos hasta las 6.000 r.p.m., momento en el que consigue su máxima potencia que, por cierto, a la hora de medirla en el banco de potencia resultó claramente superior a la declarada por Mercedes. En lugar de los 160 CV. oficiales a 5.800 r.p.m. nos encontramos con la grata sorpresa de disponer de 168,7 a 6.000 r.p.m. Estos caballos extras son los responsables de que el Sportline, pese a llevar un equipo de neumáticos más anchos que frenan poco más al conjunto que los 185/65 de serie, haya logrado una velocidad máxima ligeramente superior a la oficial.
En cualquier caso, esta mecánica de funcionamiento suave y progresivo, da lo mejor de sí en la zona de las 3.500 r.p.m. y las 4.750, ya que en ellas nos encontramos con importantes valores de par. Entre esas vueltas su valor no baja nunca de 21 mkg. responsables de que siempre que aceleremos notemos un agradable empuje sea cual sea la marcha que, en ese momento, lleve engranada el cambio automático.
Ya que estamos con el cambio, su utilización con dos programas, el Sport comentado anteriormente y el económico, es francamente agradable. En el segundo caso el coche arranca sin que entre la primera, con lo cual se mejora el confort, al no haber tirones fuertes, y se consigue un menor consumo en general. En este programa los cambios de marcha se realizan normalmente cerca de las 3.000-3.500 r.p.m., siempre buscando un consumo bajo y suavidad de marcha.
El funcionamiento del convertidor de par está también logrado, pues Mercedes no ha considerado necesario recurrir a su bloqueo en marchas largas como hacen otros fabricantes. Esto que repercute ligeramente en el consumo final, tiene la ventaja de hacer la conducción aún más suave, ya que siempre tendremos al convertidor como amortiguador de los pequeños tirones que pueden llegar a producirse al pisar y soltar el acelerador.
Otro punto en el que se ha acertado plenamente, al menos desde el punto de vista del Sportline, es en el desarrollo final. Normalmente los coches con cambio automático se dejan más largos que los de cambio manual, en este caso Mercedes deja una 4.a de 34,48 km/h. a 1.000 r.p.m. (en realidad es algo más corta ya que siempre hay algún pequeño resbalamiento del convertidor de par), mientras que en la versión manual es de 36,3. Una elección de este tipo permite muy buenas recuperaciones en la marcha más larga y deja que el motor suba y pase de las 6.000 r.p.m. para alcanzar su velocidad punta.
Quizá con un desarrollo de este tipo se pierda un poco en los consumos finales, aunque no creemos que al propietario de un coche de este tipo le preocupe gastar medio litro más cada 100 km y, sin embargo, sí que agradecerá la posibilidad de moverse con soltura en carretera, especialmente si ha elegido este modelo de carácter deportivo.
En cuanto al equipo de frenos, pese al hándicap que supone el cambio automático que tiene menos retención que uno de tipo manual, los discos delanteros ventilados y los macizos traseros, ambos de buen diámetro, cumplen perfectamente con su misión. El coche tiene suficiente capacidad de frenada y la resistencia a la fatiga está a un buen nivel. Si a esto añadimos la presencia de ABS, nos encontramos con un conjunto al que difícilmente se le pueden poner pegas, algo que, por otra parte, es bastante difícil de hacer en todos los componentes de una marca como Mercedes cuyo nivel de diseño y calidad podría ponerse como ejemplo para cualquier fabricante de automóviles.
BALANCE
CARACTERISTICAS TECNICAS
· Fuente: F. de la Rica, A. Godino (AUTOMECANICA nº 246, Septiembre 1990)
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