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Mercedes 300 SEL 6.3
Un semáforo rojo en alguna parte de la ciudad. En medio de un rugido rabioso, el coupé deportivo amarillo chillón se detiene. Al volante, sentado en el asiento tipo baquet, el joven piloto ya ha engranado la primera velocidad, y con el pie derecho da leves toques al acelerador, vigilando con un ojo el cuenta vueltas, y con el otro, el semáforo.
A su lado, acaba de parar una berlina. De color oscuro, aspecto familiar y acomodado al estilo Mercedes. Su conductor ha frenado y mantiene sus manos apoyadas sobre el volante. Mira, suspira el piloto del coupé deportivo que ha echado una mirada de desprecio al mastodonte, seguramente un burgués enemigo de realizar el menor esfuerzo y amante de las cajas de cambio automáticas…
Pero de ahí, el verde pasa al naranja –el joven estabiliza la aguja del cuenta vueltas hasta la zona de par máximo- y luego al rojo –levanta delicadamente el pie izquierdo del embrague- semáforo verde: acelerón a fondo y el coupé sale disparado. Liberado, el deportivo sale catapultado emitiendo un bufido que hace las delicias de su conductor.
Pero curiosamente, sin embargo, la berlina llega a su altura mientras logra su régimen máximo de revoluciones, le alcanza en segunda con gran virtuosismo, el joven lo ve pasar por delante y no puede hacer nada. El gran maletero de la berlina se encuentra ya a la altura de la puerta del deportivo mientras el joven mete tercera, ve con estupor que la popa del Mercedes se aleja…
Una sigla discreta llama entonces la atención del asombrado joven: 6.3... Silencioso y sin embargo propulsado a la velocidad de un obús, el Mercedes ya ha tomado distancias con el coupé deportivo… A bordo, un conductor estrictamente vestido de franela gris, sombrero de fieltro sobre la cabeza, deja de apoyar su mano derecha sobre el volante para buscar una emisora en la radio: la voz de los Beatles callan y dejan el lugar a un locutor narrando las evoluciones de la bolsa.
CARACTERISTICAS TECNICAS
La evolución seguida desde hace una década por Mercedes-Benz se caracteriza por un alejamiento cada vez más marcado de la imagen deportiva. El 300 SL no ha sido reemplazado, su recuerdo se esfuma y su lugar está principalmente en los museos, más que en las carreteras. Signo de los tiempos, el modelo de prestigio de la marca es a partir de ahora el 600, un super coche de turismo destinado a competir con el Rolls, no con el Ferrari. Y, aunque muy variada, la gama Mercedes no presenta absolutamente ningún modelo deportivo, ni siquiera el 280 SL.
Por otra parte, sabemos que esta gama se compone de dos series principales: la “nueva generación” nacida a comienzos del '68, y que va desde el 200 diesel hasta el 250, dotado de unas dimensiones más compactas y de suspensión trasera por ruedas tiradas, y la “gama alta”, compuesta por modelos recientemente perfeccionados de una serie más antigua, que comienza en el seis cilindros 280 S y culmina con el 300 SEL 6.3 objeto de esta prueba.
Esta berlina resulta de hecho de la combinación de un conjunto carrocería-chasis de 300 SEL (6 cilindros) y del motor V8 que equipa el gran 600, modelo fuera de gama, fabricado, según nos dicen, con pérdidas y con el único fin de aumentar el prestigio de la marca. Bajo una apariencia muy discreta, el 300 6.3 es, lo vais a ver, un coktail de lo más apetecible. Para una primera aproximación, es suficiente tener en cuenta que el 300 SEL de 6 cilindros dispone de 170 CV DIN, mientras que la versión 6.3 alcanza los 250 CV DIN.
El “Kolossal” V8 de 6.332 c.c. que llena por completo el capot delantero proporciona, en efecto, esta respetable potencia a 4.000 r.p.m., el par máximo de 51 mkg DIN se alcanza a 2.800 r.p.m. Como todos los motores Mercedes actuales, este tiene un simple árbol de levas en cabeza y, como muchos de ellos, posee una alimentación por inyección indirecta. Sus cotas son ligeramente súper cuadradas (103 x 95 mm), su relación de compresión se ha fijado en 9:1. No hay radiador de aceite en el circuito de lubricación, sino un intercambiador térmico aceite-agua. Un motor bello y clásico en suma, del cual nos gustaría ver alguna versión más afinada para medirse a los motores de 7 litros americanos en una barqueta Can-Am…
Pero volvamos a la realidad. El 300 SEL 6.3 se vende con la caja de cambios automática Mercedes de 4 relaciones que es, pienso yo, lo mejor que se hace actualmente en este tipo de transmisiones. El embrague es hidráulico.
Respecto al chasis, encontramos el bastidor soldado a la carrocería, formando un casco. Como sabemos, Mercedes concede desde hace mucho tiempo gran atención a los problemas de seguridad, y fue uno de los primeros en adoptar el principio de las estructuras deformables delantera y trasera, por oposición al habitáculo concebido para ofrecer una rigidez máxima.
Como indica su denominación (SE Largo), este modelo posee una batalla larga (2,95 contra 2,75 en todas las demás berlinas de la marca, excepto el 600). Las cuatro ruedas son independientes, por triángulos superpuestos delante y trasera con brazos oscilantes. Encontrar aquí esta geometría, que implica en principio unas variaciones de carrozado más importantes que los brazos tirados adoptados en las gamas inferiores, nos ha sorprendido. Nos han comentado que los modelos que conservan el eje oscilante estaban dotados de una vía más ancha que los otros (1,49 contra 1,44 m) y que este valor estaba considerado como aceptable. Además, por razones constructivas, la instalación de resortes neumáticos resulta más cómodo con el "antiguo" tipo de suspensión. En cada eje se instalan amortiguadores telescópicos y una barra estabilizadora.
Los frenos de disco ventilados son de doble circuito independiente, con regulador de presión atrás, y asistidos como la dirección que está además equipada con un amortiguador de reacciones. Las ruedas son de 195 x 14, radiales, de marca Continental sobre nuestro coche de pruebas, de perfil bajo y banda de rodadura extra ancha.
AL VOLANTE
Creo que es inútil extenderse en este aspecto sobre una berlina Mercedes Benz si no es para citar a un técnico de la marca: “Nosotros no tenemos un departamento de estilo, sino un servicio de funcionalidad…” Eso lo resume de manera clara y lapidaria. Exteriormente, el 6.3 se distingue difícilmente del 300 SEL. De hecho, sólo la parte frontal presenta una diferencia perceptible, a causa de sus dobles faros de yodo, en la parte trasera sólo el letrero “6.3” lo distingue.
El equipamiento de esta gran berlina es extremadamente refinado, y no menos sobrio. Esto nos choca desde el momento de entrar en el habitáculo. La apertura (o cierre) de todas las puertas –así como la tapa del depósito de combustible y del maletero- está accionado por un cierre centrar con depresión. Esto en la práctica significa que cerrando únicamente la puerta del conductor, se cierran todas las del coche. Las cuatro ventanillas son accionadas eléctricamente.
El acabado es austero, pero manifiestamente cuidado. Los materiales no han sido elegidos por su belleza, su calor, sino por sus cualidades, con un espíritu pragmático que calificaría personalmente de provocador, pero que otros apreciarán sin duda… Rígidos, pero muy bien diseñados, los asientos están tapizados en un paño de nylon similar al velour que tiene el mérito de no resbalar (bajo opción, podemos obtener una tapicería de cuero).
El salpicadero es no sólo completo, sino también funcional, lo que significa que cada cosa se encuentra en el mejor sitio posible. Adornado con un poco de madera, está protegido por un estampado de aspecto poco agraciado, fabricado en un material de color ligeramente marrón: qué quiere usted, todo sea por la seguridad…
Un pequeño cuenta revoluciones toma tímidamente el lugar entre los dos indicadores principales, carenados por una amplia visera y situados en el campo de visión del conductor.
El mando del limpia parabrisas (con dos velocidades) se maneja a través de una palanca sin necesidad de quitar la mano del volante. Cenicero, encendedor, mandos de la calefacción y rejilla de la caja de cambios se iluminan con sus respectivas luces. La instalación del aire acondicionado del que dispusimos es una opción, lo cual no es sorprendente, pero el sistema de desempañado de la luneta trasera también es opcional, lo cual choca un poco.
Cualquiera que sea la talla o la morfología, encontramos una excelente posición de conducción. La visibilidad es satisfactoria, incluida de noche, aunque la solución de cuatro faros colocados sobre un mismo plano horizontal proporcionaría un mejor campo luminoso.
EN CARRETERA
La primera cualidad evidente de este automóvil reside en un confort excepcional. El confort en un automóvil es, en efecto, la resultante de de varios factores. Está en primer lugar la eficacia de la suspensión, muy destacable cualquiera que sea la carga del coche, su velocidad o el estado de la carretera. Una pequeña palanca situada en el salpicadero ofrece tres posiciones, es decir, tres reglajes diferentes de esta suspensión, pero no es utilizable más que en condiciones extremas, que nosotros no hemos encontrado en el transcurso de esta prueba, incluidas las severas pistas de ensayos de la fábrica. Como norma general, la posición normal será suficiente. Pero el aspecto de refinamiento más decisivo consiste en un silencio de marcha a gran velocidad realmente fantástico. No oímos jamás el funcionamiento del motor aún en las cercanías de la velocidad máxima.
La sola manifestación de su presencia bajo el capot se traduce en un murmullo discreto y grave en el momento de una violenta aceleración. Además, los ruidos aerodinámicos son muy tenues, y los ruidos de rodadura casi inexistentes a pesar de los grandes neumáticos radiales. En suma, rozaríamos la perfección si los asientos realmente “anatómicos” fuesen menos duros, lo que les permitiría absorber las oscilaciones más cortas de la suspensión que son por contra claramente perceptibles.
No menos destacable es el comportamiento en carretera. Si tenemos en cuenta el peso y las respetables dimensiones de esta berlina, podemos afirmar que su equilibrio y maniobrabilidad son espectaculares. En las curvas tomadas a gran velocidad el coche no desliza, y se coloca con precisión sobre la trayectoria elegida y, salvo si somos unos salvajes con el acelerador, posee una capacidad de adherencia muy notable.
De forma general, su comportamiento es totalmente neutro, pudiendo ser transformado a voluntad en sobrevirador por efecto de su potencia, con una ejemplar docilidad.
La suavidad – ya esperada dada su asistencia- pero también la precisión de una dirección muy directa (2 vueltas y media entre topes) no son despreciables en el resultado final, que hace del 300 SEL 6.3 un auténtico coche deportivo para quien desee utilizar de esta manera sus extraordinarias posibilidades. La sola mejora que podríamos señalar en este sentido concierne a la precisión de la trayectoria que, siendo perfecta a gran velocidad –hay que destacarlo- se deteriora por debajo de los 100 km/h sobre pavimento irregular, obligando a realizar pequeños, pero frecuentes correcciones al volante.
Para terminar, a pesar del peso y de la velocidad de este coche, los frenos, bien equilibrados y progresivos, están totalmente a la altura de su (pesada) tarea. En un prolongado y sinuoso descenso, el tacto del pedal puede cambiar y la eficacia disminuir, pero ciertamente no en proporciones que puedan constituir un peligro real. La vuelta a la normalidad se produce rápidamente en el momento en que el coche vuelve a terreno plano.
PRESTACIONES
Aquí sí que nuestra satisfacción ha sido completa, no sólo a causa de las espectaculares cifras que hemos podido obtener, sino sobretodo por la manera en que han sido medidas: en plena calma, con una falta de esfuerzo notable probada por la diferencia ínfima entre la utilización manual o completamente automática de la transmisión en el momento de cronometrar las aceleraciones.
La docilidad de la caja de cambios, su suavidad, su rapidez y su “inteligencia” es lo mejor que nunca hemos probado. A nuestro modo de ver, el coche perdería mucho agrado de conducción si estuviese privado de esta caja de cambios, por muy deportivo que sea su conductor.
400 m. salida parada (manual): 14” 9/10 400 m. salida parada (automático): 15” 2/10 1000 m salida parada (manual): 27” 1000 m salida parada (automático): 27” 2/10 Velocidad máxima: 218 km/h (a 5300 r.p.m. aprox.) Consumo: 27 l/100km
Lo podemos ver, el nervio es excepcional y coloca esta, digamos, berlina burguesa sobre un estricto plano de igualdad con los ocupes más deportivos de Gran Turismo tipo Ferrari Tipo 365 GT o Lamborghini Islero… ¡Nada menos! No obstante en punta el Mercedes es menos rápido que esos coches, lo cual podemos comprender por la diferente forma de sus carrocerías respectivas… Pero es necesario precisar que el 6.3 se dirige a su velocidad máxima sin un aparente esfuerzo. Lo hace de una manera tan poco espectacular que después de una hora de conducción por autopista a 200 km/h tenemos tendencia a dormirnos si no fuera por la ayuda de la radio… Así pues, atención al resto de la circulación porque los demás coches llegan con gran rapidez.
CONCLUSION
La versión AMG en fase de pruebas
En resumen, es fácil comprender que se trata de un automóvil sin apenas defectos, cualquiera que sea la utilización a la que le sometamos. A bordo la fatiga no existe, la euforia está a su disposición, la comodidad es constante y la discreción absoluta.
Para mi gusto, este excepcional conjunto de virtudes me hace lamentar un estilo y una presentación destacables por la pobreza de su inspiración, muy seria y falta de audacia. Dicho esto, tengo que aclarar que no son más que la expresión de unos gustos personales y por ello subjetivos. Pero reconozca que todo este compendio aplicado a un coupé cuatro plazas, por ejemplo… · Autor: José Rosinski (SPORT AUTO nº 83, diciembre 1968) · Gracias a jmr por enviar el reportaje y a Jaskaiser por las fotos
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