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Fiat X1/9
Salido de la prestigiosísima pluma del «signore» Bertone, el Fiat X 1/9 pertenece a una categoría de coches poco difundida. La originalidad y la calidad de las soluciones técnicas adoptadas se acompaña del empleo de módulos de la gran serie producidos según las normas más exigentes de resistencia y fiabilidad. Es como si el gigante constructor —en este caso Fiat— se permitiera de vez en cuando ratos de juego de mecano. Más prosaicamente, el X 1/9 viene a cubrir con ventaja, en algunos aspectos, la progresiva desaparición de miniconstructores especializados en vehículos de calidad, con vocación deportiva y de difusión problemática. Aun cuando aquí todo es Fiat, casi podemos decir que no tiene nada de Fiat.
ESTETICA
Bertone ha buscado un máximo de agresividad. El resultado, que de frente es interesante y llamativo, es francamente pobre por detrás y sorprendente en una visión lateral. Los faros están escondidos en la carrocería y ello permite un capot particularmente bajo, y que desciende hasta el nivel de los parachoques. El parabrisas, con una buena inclinación, participa del perfil en cuña, y el habitáculo, estrecho, está instalado materialmente en el centro mismo de la carrocería. La luneta trasera cae bruscamente, dejando libre el departamento motor y un pequeño cofre para equipajes de volumen paralelepipédico.
El interior produce una gran decepción. Materiales y formas carecen de la personalidad que esperábamos, y que, creo yo, estábamos en nuestro derecho de esperar. Cada elemento nos recuerda uno u otro de los utilitarios de la gama Fiat, con una disposición que no trata siquiera de disimularlo.
HABITABILIDAD
Hay un punto en el que Bertone se ha lucido. Es la obtención de un volumen disponible importante con unas cotas exteriores reducidas. El motor, colocado en posición central, tras los asientos y por delante del eje trasero, permite disponer de un miniportaequipajes trasero, cuyos defectos —rápido calentamiento, como consecuencia de la proximidad del motor— no puede hacernos olvidar su existencia y su utilidad. No es este el solo espacio disponible para transportar nuestros enseres. Delante se encuentra otro volumen de dimensiones más amplias y en el que está prevista la localización del techo, fácilmente desmontable. La disposición de éste no impide su uso como maletero.
El acceso al motor, situado, como decimos, en posición central, es fácil, y el control de todos los niveles, así como las sustituciones más frecuentes, se realizan con extrema facilidad. La rueda de repuesto se encuentra situada tras el respaldo del pasajero, en una ubicación práctica.
Si equipajes y elementos mecánicos han sido bien tratados, los ocupantes, un poco menos. El acceso de los dos únicos posibles asientos es angosto. Ello parece lógico, tratándose de un vehículo «deportivo», en el que se supone que sus utilizadores no lo son menos. Menos justificable es el diseño general del habitáculo, en el que no se llega a lograr una perfecta posición de conducción y con constantes riesgos de golpearse la cabeza a poco que intente uno rectificar la posición adoptada.
CONFORT
La posición del motor, inmediato a los asientos, no trae ninguna molestia en lo que a ruido o vibraciones o calor se refiere.
El aislamiento del habitáculo está perfectamente logrado. El sistema de ventilación es el del Fiat 128 —vehículo de base del que ha agrupado la mayor parte de los elementos técnicos—, falto de progresividad. El clásico o todo o nada. La sugestiva consola central, que integra los pulsadores de control, es más pretenciosa que eficaz.
Instalado al volante, parece que la concepción adoptada en el diseño de las suspensiones es claramente la de un «turismo» y, como tal, confortable y seguro dentro de los límites de este tipo de vehículos.
VISIBILIDAD
Gracias a su capot, inclinado, la visibilidad hacia delante es perfecta. En un ángulo más o menos agudo, la presencia de un falso derivabrisas —cuya utilidad es discutible, si no es por la mezquina razón de ahorrarse un cristal de mayores dimensiones— puede resultar algo incómoda. Hacia atrás, la conjunción del retrovisor exterior e interior, a través de una amplia luneta, permite un resultado impecable.
El punto negro en este capítulo corresponde a los resultados nocturnos. Pase que, dado el carácter abatible de los faros, sea imposible lanzar destellos durante el día, pero su eficacia es reducida y no está a la altura del vehículo que pretende ser. Aunque ya tendré oportunidad de enjuiciar sus prestaciones, hay que decir aquí que difícilmente se pueden alcanzar los 130 km/h. por la noche con los elementos ópticos de que disponemos.
El tablero de instrumentos cuenta con un reóstato para la iluminación de sus diferentes indicadores y de un interruptor independiente. Los pilotos e intermitentes son de buenas dimensiones atrás, pero en el frontal han sido sacrificados a las necesidades estéticas.
SEGURIDAD
Sus dimensiones reducidas le dan una gran manejabilidad, y ello es un factor indiscutible de seguridad. El frenado es bueno, y la suspensión tampoco esconde malas sorpresas, siempre y cuando no se le exija más de lo que puede dar. La dirección es precisa y el saldo de la seguridad activa es positivo.
Las medidas tomadas en lo que a seguridad pasiva se refiere no son evidentes. Los cinturones de seguridad son eficaces, pero a pesar de ello puede uno perfectamente golpearse la cabeza contra los duros bordes metálicos —sin protección alguna— del techo.
CONSUMO
El Fiat X 1/9 sufre la falta de potencia y el exceso de peso, que le hacen demasiado exigente a la hora de pasar por la gasolinera. Teniendo en cuenta sus prestaciones, los valores de consumo no son muy favorables, y menos aún cuando se piensa que son sólo dos las personas que puede transportar. En un total de más de 600 kilómetros, de los que la parte más importante fue un París-Le Mans-París, con parte de carretera estilo REDIA, parte de autopista y parte de trazado accidentado, el consumo total se ha situado ligeramente por debajo de los once litros. En una conducción sosegada, preocupados prioritariamente en reducir el gasto, podemos llegar a un consumo inferior a los nueve litros, pero en ese caso las hipotéticas virtudes de un «deportivo» se esfuman totalmente. «PERFORMANCES»
Quien espere encontrarse con un vehículo brillante estará grandemente decepcionado desde su primer contacto con el Fiat X 1/9. Las aceleraciones son modestas. Los 400 metros salida parado los cubre en diecinueve segundos, y el kilómetro en treinta y cinco. Valores que no son como para llenarse de justa satisfacción. La velocidad punta está situada en las cercanías de 170 km/h., que ya es un valor apreciable, pero que se queda por debajo de algunos vehículos que aspiran a la misma clientela. A pesar del aspecto agresivo, el perfil aerodinámico no está a la altura y, por otra parte, los casi 900 kilos de peso en vacío son un lastre importante.
En estas condiciones, la presencia de una buena caja de cambios no basta para proporcionarnos el vehículo mordiente y alegre que hubiéramos esperado y deseado. En carretera hay que olvidar el aspecto exterior. Su comportamiento es típicamente el de un turismo sin personalidad especial. La falta de potencia le hace perder la ventaja que podría haber encontrado en trazados sinuosos y recortados, y en autopista, el mal estudio aerodinámico obliga a un gran lanzamiento —y consumo— para mantener una velocidad importante. En estas condiciones se siente casi la obligación de mantener constantemente el acelerador apoyado a fondo y de hacer el máximo uso de la caja de cambios. El resultado es el elevado consumo del que hablábamos, un cansancio innecesario y una gran frustración.
El cuatro cilindros de 1.290 c. c. es, con ligeras modificaciones, el mismo que dispone el popular Fiat 128. Está situado transversalmente y acoplado a una caja de cuatro velocidades. Su potencia es de 75 CV. a 6.000 vueltas y el par máximo de 8,9 mkg. a 3.400 vueltas. La relación de compresión es de 8,9/1 y está alimentado por un carburador Weber invertido de doble cuerpo. La refrigeración líquida está asegurada por un radiador situado delante y en posición horizontal con un electro-ventilador.
Como ya hemos dicho, se queda corto para los resultados que anuncia su estética atractiva y otras soluciones técnicas de vanguardia.
Como el motor, pertenece al Fiat 128. Son cuatro velocidades sincronizadas que presentan un buen escalonamiento. Sólo entre la tercera y la cuarta aparece un pequeño hueco que hay que tener en cuenta a la hora de reducir para un adelantamiento o para la entrada de alguna curva.
Su precisión es impecable y la posición de la palanca bien lograda.
El Fiat X 1/9 dispone de cuatro frenos de disco con doble circuito y ello proporciona un frenado sin problemas, progresivo y sin efectos de calentamiento. Su equilibrado es perfecto y no he notado ninguna tendencia al bloqueado ni siquiera en mojado o sobre arenilla.
La dirección de cremallera es suave y precisa. Las dimensiones reducidas del volante ayudan a dirigir el coche con facilidad. La desmultiplicación hubiera podido ser un tanto más corta para darle un verdadero carácter deportivo. Gracias a sus reducidas dimensiones entre ejes, el radio de giro es de cinco metros.
Ya hemos dicho el trabajo que cuesta mantener al Fiat X 1/9 a nivel realmente puntero. La estabilidad, que podría presentar algún problema en condiciones extremas, deja normalmente suficiente margen. Es un coche agradable, con reacciones sanas y de indiscutible eficacia.
La suspensión es de cuatro ruedas independientes con resortes helicoidales y de una gran sencillez, careciendo incluso de barra estabilizadora. En línea recta, su estabilidad es impecable y sólo el aire lateral dificulta un poco la conducción a gran velocidad. La distribución de pesos entre ejes -con el 42 por 100 delante- da un comportamiento casi neutro y una fácil inscripción en las curvas amplias en las que la velocidad de paso es elevada.
Coche-farde por excelencia, Fiat no ha sabido o no ha querido darle, además, el poquitín de potencia, las transformaciones de detalle aquí y allá para hacerle un verdadero vehículo deportivo. La comparación que está en la mente de todos —con el Matra Bagheera— no puede hacerse; la diferencia es demasiado grande. Coche-capricho también, puesto que la exigüidad del habitáculo lo hace prácticamente inutilizable para una gran mayoría, pero coche inteligentemente concebido en el que las buenas ideas hacen olvidar algunos defectillos. Lástima que el acabado —y aquí sí que no hay excusas— no esté, ni con mucho, a la altura conveniente. El vehículo que he ensayado, 28.000 kilómetros y menos de un año de uso, estaba realmente de pena. Oxido por todas partes, goznes con juego, cerraduras con caprichos, tapizados desgarrados... Triste aspecto y triste el que tengamos que decirlo. Pensamos que por muy mal trato que se les dé a los vehículos reservados a los ensayos de prensa, la construcción de un automóvil que ya no es utilitario —más de 300.000 pesetas en el mercado francés— tiene que ser de mejor calidad.
· L. R. Criado (VELOCIDAD nº 738 - 1 de noviembre de 1975)
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