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El Biscuter La epopeya del Biscuter es bastante más compleja de lo que a priori puede parecer. Dentro de la pléyade de microcoches tÃpicos de aquel periodo representa el paradigma de todos ellos, el microcoche español por excelencia. Se fabricó siguiendo una ambiciosa polÃtica comercial y unos métodos industriales modernos en cantidades muy superiores a cualquiera de sus rivales, los Kapi, David, Orix, Clúa, PTV, Isetta y Goggomobil, si bien estos dos últimos -junto con el PTV, los de mayor producción- llegaban algo más tarde, ya en plena agonÃa del Biscuter y auge de su auténtico verdugo mecánico, el Seat 600.
Antes de ver la obra es indispensable conocer
a su autor, Gabriel Voisin. Pionero de la aviación y brillante técnico
en el campo del automóvil, nos han legado numerosos estudios, especialmente sobre la
distribución de pesos y la disposición del cambio formando bloque con el motor; también
a él debemos las lÃneas maestras que prefiguraron el moderno coche de competición con
motor posterior. Gabriel Voisin lo concibió originalmente en Francia como vehÃculo de
precio reducido y vocación popular, al alcance del gran público gracias a una fiscalidad
moderada y a la permisiva reglamentación que eximÃa del carnet de conducir a los
automóviles de menos de 125 centÃmetros cúbicos. Oscuras maniobras en el seno de su empresa hicieron abortar la plasmación comercial del modelo, y al final sólo llegó a montarse en España convertido en ese utilitario sobre el que caerÃa la responsabilidad de motorizar un paÃs paupérrimo sumido en una economÃa autárquica. La empresa barcelonesa Autonacional compró
la licencia para fabricarlo aquà y edificó una moderna factorÃa en Sant Adriá del
Besós, de donde salieron casi 12.000 unidades en sus seis años de producción. En junio
de 1953, el Biscuter español fue presentado en la Feria de Muestras de Barcelona con una
acogida impresionante, algo lógico por otra parte, ya que entonces el mercado no ofrecÃa
más que una mirÃada de motocicletas de baja cilindrada y escasos coches de importación,
éstos solamente al alcance de los muy afortunados. Autonacional recibió un gran número de pedidos y, aunque no empezó a comercializarlo hasta casi un año después, el Biscuter se convirtió en un éxito: todo el mundo querÃa uno. Montaba un motor monocilÃndrico Hispano-Villiers de ciclo dos tiempos y 197 centÃmetros cúbico que rendÃa 9 caballos a 5.800 vueltas, potencia algo escas pero suficiente para transportar dos personas a más de 60 kilómetros/hora gracias a su reducido peso -apenas 245 kilogramos-, logrado gracias al empleo de una carrocerÃa de aluminio. Esa ligereza también permitÃa soslayar la ausencia de marcha atrás: bastaba levantarlo por la parte trasera para aparcarlo. Y todo ello con un consumo ridÃculo, un coste de mantenimiento mÃnimo y una fiabilidad mecánica muy aceptable sólo empañada, de vez en cuando, por la fastidiosa tendencia de la bujÃa a hacer "la perla". Podemos situar su
época dorada en el trienio
1954-1956 durante el cual la producción creció notablemente y se montó una amplia red
comercial. Era el modelo más popular por su bajo precio -unas 30.000 pesetas- y su
curioso aspecto pronto le valió el apodo de'zapatilla'; pero si hay algo asociado a su
apogeo es ese rosario de proezas que protagonizó, convenientemente publicitado por la
marca. El Biscuter, semoviente encarnación
mecánica de "la gallardÃa y la bravura hispánicas", cruzaba los Pirineos,
subÃa a Sierra Nevada -los 2.500 metros de altitud eran pan comido para su experimentada
técnica nacional- y pasaba por Navacerrada, el Alto de los Leones, el puerto del Escudo o
el de Pajares como quien sale de paseo. Iba de Madrid a San Vicente de la Barquera, de
Castellón a Salsadella "triunfador en la lucha con un pésimo carnino", hacÃa
Madrid-Castellón "de un tirón, con sus 415 kilórnetros" o viajaba de Viladrau a Lourdes "cubriendo 400 kilómetros
seguidos en un dÃa de pleno verano". Hasta salÃa de viaje con dos personas, el
perro y un remolque que pesaba más de 80 kilogramos "salvando el duro puerto de
Contreras sin un solo fallo en su marcha". Pese al tono grandilocuente, común en la
prensa de la época, ninguna de esas aventuras era invento del cronista o producto de la
imaginación de los 'biscutistas'. Todo era real. "Biscuter españoles han recorrido
diversos paÃses europeos, atravesando los Pirineos y los Alpes por sus más altos
puerto" titulaba «La Vanguardia» el 8 de noviembre de 1955, señalando el «gran
interés por esta creación de la industria española, que se ha adelantado asà a la
tendencia europea hacia el autoscooter».
La fábrica terminó cerrando sus puertas en los albores de la nueva década y el Biscuter cayó en el olvido hasta su recuperación, a mediados de los ochenta, gracias a a entidades como Amics del Biscuter.
Hoy es ya un clásico popular de pleno derecho cuya historia merecÃa ser contada con todos los honores; y eso es lo que ha hecho Edicions Benzina en el primer libro de su nueva colección «VehÃculos de Siempre», titulado precisamente «Biscuter», al cual pertenecen las imágenes que ilustran este reportaje.
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