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El Biscuter
No se puede
hablar de los años 50 en España sin mencionar al Biscuter. Fallido intento de la
industria automovilÃstica nacional, provoca hoy un universo de entrañables recuerdos
Hace ahora casi medio siglo, un curioso cochecillo gris empezó a asomar su inconfundible estampa por las calles y carreteras del paÃs; por entonces nadie lo imaginaba, pero con el tiempo iba a marcar una época dentro de nuestra historia y a convertirse casi en un sÃmbolo de la sociedad española de los 50.
La epopeya del Biscuter es bastante más compleja de lo que a priori puede parecer. Dentro de la pléyade de microcoches tÃpicos de aquel periodo representa el paradigma de todos ellos, el microcoche español por excelencia. Se fabricó siguiendo una ambiciosa polÃtica comercial y unos métodos industriales modernos en cantidades muy superiores a cualquiera de sus rivales, los Kapi, David, Orix, Clúa, PTV, Isetta y Goggomobil, si bien estos dos últimos -junto con el PTV, los de mayor producción- llegaban algo más tarde, ya en plena agonÃa del Biscuter y auge de su auténtico verdugo mecánico, el Seat 600.
Excéntrico, audaz,seductor,individualista, original,contradictorio...Gabriel VoÃsÃn es un genio que no deja indiferente. Empezó diseñando aviones y se dio a conocer mundialmente con la creación del Biscuter.
Antes de ver la obra es indispensable conocer a su autor, Gabriel Voisin. Pionero de la aviación y brillante técnico en el campo del automóvil, nos han legado numerosos estudios, especialmente sobre la distribución de pesos y la disposición del cambio formando bloque con el motor; también a él debemos las lÃneas maestras que prefiguraron el moderno coche de competición con motor posterior. Gabriel Voisin lo concibió originalmente en Francia como vehÃculo de precio reducido y vocación popular, al alcance del gran público gracias a una fiscalidad moderada y a la permisiva reglamentación que eximÃa del carnet de conducir a los automóviles de menos de 125 centÃmetros cúbicos.
Oscuras maniobras en el seno de su empresa hicieron abortar la plasmación comercial del modelo, y al final sólo llegó a montarse en España convertido en ese utilitario sobre el que caerÃa la responsabilidad de motorizar un paÃs paupérrimo sumido en una economÃa autárquica.
La empresa barcelonesa Autonacional compró la licencia para fabricarlo aquà y edificó una moderna factorÃa en Sant Adriá del Besós, de donde salieron casi 12.000 unidades en sus seis años de producción. En junio de 1953, el Biscuter español fue presentado en la Feria de Muestras de Barcelona con una acogida impresionante, algo lógico por otra parte, ya que entonces el mercado no ofrecÃa más que una mirÃada de motocicletas de baja cilindrada y escasos coches de importación, éstos solamente al alcance de los muy afortunados.
Autonacional recibió un gran número de pedidos y, aunque no empezó a comercializarlo hasta casi un año después, el Biscuter se convirtió en un éxito: todo el mundo querÃa uno. Montaba un motor monocilÃndrico Hispano-Villiers de ciclo dos tiempos y 197 centÃmetros cúbico que rendÃa 9 caballos a 5.800 vueltas, potencia algo escas pero suficiente para transportar dos personas a más de 60 kilómetros/hora gracias a su reducido peso -apenas 245 kilogramos-, logrado gracias al empleo de una carrocerÃa de aluminio. Esa ligereza también permitÃa soslayar la ausencia de marcha atrás: bastaba levantarlo por la parte trasera para aparcarlo. Y todo ello con un consumo ridÃculo, un coste de mantenimiento mÃnimo y una fiabilidad mecánica muy aceptable sólo empañada, de vez en cuando, por la fastidiosa tendencia de la bujÃa a hacer "la perla".
Podemos situar su época dorada en el trienio 1954-1956 durante el cual la producción creció notablemente y se montó una amplia red comercial. Era el modelo más popular por su bajo precio -unas 30.000 pesetas- y su curioso aspecto pronto le valió el apodo de'zapatilla'; pero si hay algo asociado a su apogeo es ese rosario de proezas que protagonizó, convenientemente publicitado por la marca.
El Biscuter, semoviente encarnación mecánica de "la gallardÃa y la bravura hispánicas", cruzaba los Pirineos, subÃa a Sierra Nevada -los 2.500 metros de altitud eran pan comido para su experimentada técnica nacional- y pasaba por Navacerrada, el Alto de los Leones, el puerto del Escudo o el de Pajares como quien sale de paseo. Iba de Madrid a San Vicente de la Barquera, de Castellón a Salsadella "triunfador en la lucha con un pésimo carnino", hacÃa Madrid-Castellón "de un tirón, con sus 415 kilórnetros" o viajaba de Viladrau a Lourdes "cubriendo 400 kilómetros seguidos en un dÃa de pleno verano". Hasta salÃa de viaje con dos personas, el perro y un remolque que pesaba más de 80 kilogramos "salvando el duro puerto de Contreras sin un solo fallo en su marcha". Pese al tono grandilocuente, común en la prensa de la época, ninguna de esas aventuras era invento del cronista o producto de la imaginación de los 'biscutistas'. Todo era real. "Biscuter españoles han recorrido diversos paÃses europeos, atravesando los Pirineos y los Alpes por sus más altos puerto" titulaba «La Vanguardia» el 8 de noviembre de 1955, señalando el «gran interés por esta creación de la industria española, que se ha adelantado asà a la tendencia europea hacia el autoscooter».
El Biscuter, en campaña Las cosas marchan viento en popa para Autonacional, empresa fabricante del Biscuter. Tanto, que en 1955 la firma emprende una importante polÃtica publicitaria. Hoy aquellos eslóganes que tantas ventas proporcionaron, son ya historia. Éstos son algunos ejemplos: 0 «Con él llegará a tiempo a su trabajo... ganará en actividad y economizará dinero... sea cual sea su profesión, hágase 'biscutista'» 1 «Ya llegó!! El esperado Biscuter, que aporta a la eficiencia probada por el utilitario con más de 12.000 Biscuter en rodaje, el carrozado más moderno de la industria automovilÃstica internacional».
La fábrica terminó cerrando sus puertas en los albores de la nueva década y el Biscuter cayó en el olvido hasta su recuperación, a mediados de los ochenta, gracias a a entidades como Amics del Biscuter.
El 200-F, apodado PegasÃn por su similitud con el deportivo de Enasa, fue un fiasco comercial con el que se inició el declive de la firma en 1957.
Hoy es ya un clásico popular de pleno derecho cuya historia merecÃa ser contada con todos los honores; y eso es lo que ha hecho Edicions Benzina en el primer libro de su nueva colección «VehÃculos de Siempre», titulado precisamente «Biscuter», al cual pertenecen las imágenes que ilustran este reportaje.
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