|
Talbot Samba LS
Estamos asistiendo en estos primeros años 80, a la llegada de una "nueva ola" de polivalentes. Se basan en los mismos esquemas fundamentales de la generación anterior pero disfrutan de los últimos avances tecnológicos, no sólo en aerodinámica, sino también en optimización del rendimiento de sus impulsores o en la búsqueda del espacio interior.
El Talbot Samba es, en este sentido, un perfecto ejemplo del camino recorrido por el automóvil en los últimos tiempos. Sus soluciones a nivel mecánico provienen de un modelo ya veterano, el Peugeot 104, uno de los pioneros, y tal antecedente es todo un seguro pues permite al constructor de la T presentar un coche nuevo por completo y, al mismo tiempo, muy experimentado.
El Talbot Samba se presentaba internacionalmente en noviembre del último año. Sólo dos versiones, LS y GL, con idéntico motor pero con diferentes niveles de equipamiento constituían, en los inicios, el embrión de la gama Samba, donde se ha incluido actualmente también la versión GLS, con motor de 1.360 cc, estando a punto la versión Cabriolet —descapotable con techo de lona—sobre la misma base mecánica del GLS, así como una versión más deportiva, la S, con un brillante motor de casi 90 CV.
En nuestro país, por el momento, sólo son realidad desde el pasado febrero, las versiones LS y GL, ambas con motor de 1.124 cc, dispuesta en el caso del LS para recibir gasolina de 90 octanos, mientras en el GL por sus diferentes especificaciones, mayor potencia entre ellas, es necesaria la utilización de carburante súper.
Intermitentes de considerable tamaño desbordando por el lateral, grandes faros rectangulares, calandra con láminas en negro, capó motor casi plano, son imágenes comunes en los Talbot 150, Solara, Horizón y también lo son en el Samba, redondeando ese aire de familia un paragolpes anterior muy envolvente con faldón integrado. Pero las similitudes no acaban en el frontal y así el flanco muestra la clásica acanaladura a nivel de los abridores de puerta, una acanaladura con efectos beneficiosos en el aspecto aerodinamismo, tema bien estudiado en el pequeño coche como demuestra esa cifra final de resistencia a la penetración en el aire, Cx, igual a 0,38.
Y ya en la zona posterior un portón de buenas dimensiones, casi vertical al suelo, en la más pura tradición Peugeot, para cerrar la silueta dos cuerpos del nuevo polivalente: Dentro del conjunto general el pequeño tamaño de las ventanillas laterales posteriores es quizá la única nota discutible.
VIVIENDO EN EL COCHE
Ya dentro, se tiene una notable sensación de amplitud. Las medidas habituales son en este caso elocuentes por sí mismas, tanto en espacio longitudinal como transversal, mostrando el Samba, pese a su tamaño, el empeño puesto por el diseñador en conseguir un espacio habitable práctico. Las plazas posteriores acogen bien a dos personas e, incluso, a tres no corpulentas.
Con buena conformación anatómica tanto de banqueta como respaldo, las butacas delanteras proporcionan adecuada comodidad, aunque carezcan de suficiente apoyo lateral; quizás un poco más de "envoltura" para la espalda y algún centímetro menos en longitud para la banqueta, lograrían el compromiso ideal. En el asiento posterior la comodidad es nota dominante, de lo mejor en coches del tipo polivalente, sólo sería deseable, en este caso sí, un poco más de longitud para la banqueta. Por mullido y por inclinación de respaldo, muy bien.
Como generadores, en gran medida, de esa mayor sensación de amplitud interior que se aprecia en el Samba, aparecen los materiales de tapicería y de recubrimiento empleados, gracias, sobre todo, a sus tonos claros. El material sintético —deformable— del tablero frontal no parece demasiado bien conformado y realmente podría mejorarse, sin embargo, el resto de los tapizados así como el tejido de los asientos son agradables tanto a la vista como al tacto.
Dispuestos en la consola central, los mandos de climatización son bien visibles —reciben algo de luz— y fáciles de accionar. Si el funcionamiento del sistema es excelente en calefacción, por contra, no alcanza idénticas cotas cuando se busca la acción contraria —como refrigeración—, siendo necesario el uso del ventilador eléctrico.
Dimensiones breves de carrocería y máximo aprovechamiento del espacio interior son responsables, en primera instancia, de un maletero no muy generoso, 263 dm3, aunque, eso sí, de cómoda utilización por la rectitud de sus líneas. Un detalle curioso del Samba es que su bandeja portaobjetos no va unida al respaldo del asiento posterior sino al portón, elevándose con este cuando se abre.
DETRAS DEL VOLANTE
El conductor adopta, de manera instantánea, una posición natural, sumamente agradable para llevar a cabo su cometido; el apoyo para la espalda es idóneo pero falta algo más de sujeción lateral.
Pedales en buen lugar y un volante perfecto se conjugan para permitir la máxima manejabilidad. Por su parte, el selector de velocidades coloca en buen lugar las cuatro relaciones hacia delante pero, por contra, la marcha atrás aparece algo encajada entre las butacas y se roza el asiento del acompañante.
Si hemos concedido al volante el calificativo de perfecto no se trata en absoluto de una exageración. Construido en material deformable, una especialidad Talbot, es altamente eficaz de cara a la seguridad; por otra lado y tanto por sus 37 cm de diámetro —en lugar de los 38 cm habituales— como por su excelente grosor de aro, es un verdadero regalo del Samba.
El pequeño cuadro de instrumentación integrado en el salpicadero, alberga un gran reloj central -velocímetro- escoltado a izquierda y derecha por dos relojos más pequeños: aforador de gasolina y termómetro de agua. Se trata, en definitiva, de un conjunto muy visible donde no se proyectan reflejos; sí los proyecta, en ocasiones, todo el tablero sobre el parabrisas a causa, quizás, del tono claro de su material.
Pensamos que existe demasiada sobriedad a nivel de equipamiento. Aunque lógico si consideramos el carácter básico de la versión probada, la versión LS, no nos convence la falta de un limpialuneta posterior, de un punto de sujeción para el pasajero sobre la puerta o de un bolsillo lateral en esa misma plaza, pero, por contra, constituyen una buena idea las dos guanteras de las plazas posteriores —en los apoyacodos laterales—, así como ese detalle supremo con las damas conductoras: el espejo de cortesía en el parasol abatible de la izquierda, espejo y parasol también repetidos en el lado derecho.
Como ya viene; siendo tradicional en los productos Talbot, se logra una visibilidad casi perfecta y el Samba confirma la regla, tan sólo en el ángulo tres cuartos posterior se aprecia una pequeña laguna, pero esto es algo casi inevitable en las berlinas con carrocería del tipo 2 cuerpos. El parabrisas trasero tiene buena superficie pero no sucede lo mismo con el retrovisor interior, algo breve en sus dimensiones.
En el aspecto ruidos la mecánica del Samba LS merece una puntuación respetable por su silenciosidad de funcionamiento, patente incluso en altos regímenes de marcha, sólo tras unas decenas de kilómetros a un ritmo muy rápido, se percibe al ralentí algún ruido proveniente de la cascada de piñones encargada de traspasar el movimiento del motor a la caja de cambios. Con respecto a las vibraciones una sensación aún más positiva: su carencia absoluta. Se puede decir que las 3 fijaciones elásticas de la planta motriz absorben todo tipo de movimientos parásitos.
MECANICA Y COMPORTAMIENTO
En la tónica de motores "supercuadrados" —diámetro superior a la carrera (72 mm de diámetro por 69 mm de carrera)— el 4 cilindros en línea y 1.124 cc del Samba es una verdadera "fiera", como corresponde a una planta con tal estructura. El trabajo personalizador llevado a cabo por los técnicos Talbot sobre los impulsores específicos para nuestro país origina, en virtud de los retoques sobre árbol de levas y relación de compresión, un conjunto de gran rendimiento, con consumos cortos, utilizando, además, gasolina normal, ¿Alguien da más?
De tecnología vanguardística, la planta motriz que integra en su conjunto la caja de cambios, está hecha por completo en aluminio—tanto bloque como culata— y sitúa el árbol de levas en cabeza.
Las válvulas de admisión y escape se disponen en V dentro de las cámaras de combustión biesféricas, diseño muy interesante por su alto rendimiento.
Cuatro velocidades hacia delante, bastante bien escalonadas, acoplan sus desarrollos a la personalidad del impulsor, permitiendo una conducción reposada o agresiva, según las circunstancias o el carácter del conductor. La 3a marcha en particular es una verdadera joya pues alcanza los 110 Km/h reales, velocidad idónea para efectuar adelantamientos con la máxima seguridad. El manejo del selector es, por precisión en el enclavamiento de las diferentes relaciones, una delicia y sólo nos gustaría más un ligero acortamiento de los recorridos. La caja merece, sin duda, una máxima nota en el conjunto Samba.
Y ya en el final del apartado transmisión, el embrague, con mando por cable y no hidráulico como viene siendo norma en los Talbot, es modélico por suavidad de accionamiento y por progresividad.
ESTABILIDAD DE PRIMER GRADO
No es un secreto para nadie: los coches de la T poseen un sistema de suspensión donde se aúnan perfectamente dos conceptos tan contrapuestos como la estabilidad más sensacional y el confort del pasajero. El Samba, no iba a ser menos, aunque basado en una creación de otro gran maestro en la materia, Peugeot alcanza unas cotas increíbles.
Con ruedas independientes en el tren anterior, sistema McPherson, y ruedas también independientes en el tren posterior, esta vez por brazos tirados, el coche muestra un comportamiento eficaz en cualquier circunstancia y, si los amortiguadores son algo duros, ello no repercute, de ningún modo, sobre los ocupantes del coche pues el mullido de los asientos filtra esta sensación. En las curvas más diversas, descritas a casi cualquier velocidad, se percibe siempre una gran nobleza de reacciones, el coche va por donde indica su conductor sin movimientos raros del eje delantero o el trasero; tiene, en definitiva, un comportamiento neutro por completo. Si se desea llegar hasta el límite, ya a ritmo muy vivo y por carreteras de montaña, descubrirán una tendencia mínima al sobreviraje —"irse de atrás"— colaborando al mejor trazado de ese cambio de dirección.
Si la estabilidad es una importante credencial del Samba, otro tanto sucede con su adherencia, las ruedas motrices permanecen, inexorablemente, en contacto con el suelo y basta un ligero toque al acelerador en situaciones "apuradillas" para ver cómo el coche sale sin mayores problemas. En suma, un comportamiento realmente ejemplar.
Lo que sí es necesario ejercer en un grado superior al normal es el esfuerzo sobre el pedal del freno, debido a carecer éste de mecanismo de servoasistencia. Todo el sistema, doble circuito independiente con montaje mixto —discos delante/tambores detrás— es sumamente correcto, pero la ausencia de esa "ayuda" exige un pequeño despliegue de energía por parte del usuario; el coche frena y lo hace, además, muy bien pero el tacto del mando, siempre duro, no es muy agradable. Pónganle un servo, lo agradecerá y no cuesta tanto.
Precisa y suave, dos buenas definiciones para la dirección del Samba. Con 3,92 vueltas de volante entre topes es algo lenta pero, por contra, su suavidad es encomiable cuando se trata de aparcar, convirtiendo al coche en un auténtico prodigio urbano; su corto diámetro de giro, tan sólo 9,3 m entre aceras, permite maniobras increíbles en las angosturas ciudadanas. En carretera esa misma dirección se muestra efectiva también a altas velocidades.
Concluimos así el repaso al Talbot Samba LS, con las palabras de nuestra toma de contacto inicial: "sus soluciones jóvenes y su carácter nervioso deben representar un serio aldabonazo en el segmento de los polivalentes". Por motor —con gasolina de 90 octanos—, caja de velocidades, estabilidad y demás soluciones presentes en su interior posee las mejores credenciales para esa dura contienda comercial. PRESTACIONES
(*) Gira el móvil para ver la tabla de competidores
EQUIPAMIENTO
· Fuente: A. Marco, Mariano Otermin y Gerardo Romero-Requejo (MOTOR MUNDIAL nº 443, Mayo de 1982)
|
|