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BMW 528i
En alguna ocasión hemos comentado ya la dificultad en que se encuentra el crítico cuando se enfrenta a vehículos de una marca cuya calidad y virtudes básicas están unánimemente reconocidas; dificultad que se acrecienta cuando se ponen en juego criterios económicos, máxime en nuestro país, donde los coches importados sufren todavía un importante gravamen. El dilema que se plantea es el de pasar por un corifeo más en el coro de las alabanzas (claro, con semejante coche no se atreve a meterse) si lo pone bien, o quedar como un pretencioso “snob” si empieza a buscarle las vueltas.
No obstante, en el caso del BMW 528i el problema es algo menos peliagudo que con otros, ya que su personalidad está claramente marcada por tres rasgos muy característicos: unas prestaciones impresionantes, que poquísimas berlinas en todo el mundo consiguen igualar; un equipamiento básico que, si bien completo y lujoso, no puede considerarse ostentoso, sino más bien discreto; y finalmente, un precio muy alto, que en el caso de algunas opciones llega a ser desorbitado. Por todo ello, el cliente típico para este coche está perfectamente definido: tiene que ser una persona de economía muy desahogada, que disfrute personalmente con la conducción de su coche, y que “pase” de deslumbrar a vecinos y familiares.
SEGURO A CUALQUIER VELOCIDAD
La nueva serie 5 de BMW recibió el pasado año una renovación mucho más profunda de lo que parece. Su tren delantero ha tomado de los opulentos serie 7 el sistema de doble articulación, que le confiere una precisión de trayectoria y un mantenimiento de las cotas más convenientes en cualquier situación de giro o apoyo realmente envidiables. En el caso concreto del 528i, el tren posterior ha sido trabajado a fondo, y en conjunto, el coche tiene unas maneras impecables, si bien cuando se llevan las cosas al límite, se tiene una primera impresión de que va a “levantar el hombro” un poco al estilo de los serie 3, lo cual no se confirma.
De todos modos, digamos que si bien semejante estabilidad nos hubiera maravillado hace cinco años o menos, la verdad es que en la actualidad nos parece correcta e incluso excelente, pero sin más, ya que no es el único coche de este tamaño y peso que exhibe semejantes buenas cualidades. Un Alfa-6, un Opel Senator, el nuevo Granada, e incluso los Mercedes (estos en plan más muelle, más burgués), ofrecen una estabilidad perfectamente comparable, por limitarnos a coches con propulsión clásica.
Volviendo a nuestro 528i, digamos que nos ha impresionado más que la estabilidad, la armonía de los demás factores que contribuyen al buen comportamiento rutero, en su conjunto.
Así, los frenos están perfectamente a la altura de lo que se les puede exigir, que en un coche que pesa tonelada y tercio, y pasa de 200, puede ser mucho. Y la servodirección, cuya bomba de alta presión sirve también para la asistencia de los frenos, tiene un efecto decreciente con el régimen motor, lo que permite conservar una buena sensibilidad en el volante, el cual quizá peque de excesivamente grande.
En cuanto a la conducción en sí, es un regalo. La visibilidad, excelente; el cuadro de equipamiento indica que, a falta de las posibles opciones de limpiafaros y reglaje de altura, el 528i trae de serie todo lo necesario para ver y ser visto. En cuanto al puesto de mando, los asientos son excelentes, sujetan muy bien, y hay un perfecto apoyo para el pie izquierdo. Como el asiento es regulable en altura e inclinación, y el volante se desliza telescópicamente, se puede conseguir exactamente la postura que se desee. El resto de los mandos, perfecto, con la ya clásica excepción, como en todo coche alemán, del mando de las luces.
UN MOTOR DE SOMBRERAZO
Pasando a la mecánica, por lógica y por derecho propio, prima el motor; el del 528i es una verdadera maravilla. No ya por la finura y suavidad con que funciona, gracias a sus 12 contrapesos de cigüeñal, su inyección L-Jetronic y su encendido electrónico, sino por su impresionante rendimiento, que consigue aunar una prestación excepcional con unos consumos realmente muy bajos, aunque aquí ya entra la transmisión.
Pero volviendo al motor, digamos que se ha conseguido darle un cierto temperamento deportivo; o quizá, para conseguir esos 184 CV a 5800 rpm, ha sido imprescindible dárselo. El motor es elástico y suave, en el sentido de que admite perfectamente ir tirando del coche, en cualquier marcha, prácticamente a partir de 1000 rpm. Pero entre lo que pesa el coche y lo largo de los desarrollos, la aceleración en baja no es aparentemente nada excepcional; y decimos aparentemente porque lo que ocurre después contribuye a falsear las sensaciones.
Y es que, entre 3500 y 3800 rpm (el par máximo es a 4200), parece como si entrase en acción un turbo escondido en alguna parte; hasta el límite en que el limitador de encendido corta, la subida de régimen es vertiginosa. Indudablemente ayudada por un volante-motor notablemente ligero para la cilindrada.
Llega el momento de hablar del cambio; el 528i trae de origen la caja de 5 marchas que hemos probado, y opcionalmente, puede pedirse la también 5 marchas, pero con 5ª directa y relación mucho más cerrada, que corresponde a los Coupés serie 6. Para quien desee disfrutar al máximo de la conducción, olvidándose un poquito de la economía, recomendamos esta opción, que apenas si llega a las 50.000 pesetas; y queda perfecta si se añade el autoblocante al 25 por ciento, que viene a costar otro tanto.
Con su caja de serie, de saltos muy abiertos, para que el motor se exprese a gusto, hay que subir bastante de régimen en la marcha anterior a cada cambio. Si se hace, ahí están los resultados: menos de 30” en 1000 metros (primera vez que bajamos de esta cota en una prueba), y casi 210 de punta (también récord).
Aunque en un coche de este precio no tiene demasiada importancia, es de justicia atraer la atención del lector hacia el cuadro de consumos. Andar en autopista a 160, gastando 12,6 litros es notable, y no llegar a 9 en la prueba mixta, donde los coches equivalentes pasan de 10,5 es, si cabe, más notable aún. En carretera, a paso vivo, entre 10 y 11,5 parece ser la horquilla de valores. Sin duda, una 5ª con 41,4 km/h de desarrollo tiene su influencia, pero sin despreciar al Cx de 0.38 y el espléndido rendimiento propio del motor.
LA CRUZ DE LA MONEDA
Hemos hecho repetidas referencias al problema del dinero; va siendo hora de enfrentarlo. Tenemos un coche en el que destacan, con diferencia, la calidad básica y la prestación, junto a un comportamiento rutero a nivel de los mejores; respecto a confort, climatización, etc, el 528i es irreprochable, pero dentro del nivel de coches de esta clase, muchos de los cuales cuestan la mitad; a partir de ciertos valores, no es posible, objetivamente mejorar algo que está ya en los límites. Pero vayamos con el precio.
Los 2.292.000 pesetas f.f. se convierten prácticamente en 2.900.000, con impuestos y matriculación, seguro aparte; en otras palabras, los tres millones con el coche rodando no hay quien se los quite. Nuestra unidad de pruebas llevaba solo dos opciones: pintura metalizada (73.000 pesetas con impuestos) y llantas de aluminio (108.000). Por cierto, estas preciosas llantas BBS de 6,5” no son la primera opción, que es de 6” y otro diseño, sino las correspondientes al coupé 635 CSi, y quizá sean más caras aún. Para el conductor deportivo, cambio cerrado y autoblocante aparte, están los asientos Recaro (85.000) y el volante de cuero (19.000), e incluso la opción de gomas Michelin TRX en llanta de aleación (145.000). Como opciones de seguridad podríamos citar el sistema antibloqueo de frenos ABS (239.000) y el tren posterior de nivel constante para quien cargue mucho el coche (103.000).
En plan de confort, el aire acondicionado cuesta 287.000 pesetas y el programador de calefacción 125.000. Podríamos seguir, pero el mensaje ya está claro: un pura-sangre tiene un precio muy alto, Pero es un pura-sangre, y cuando se le sueltan las riendas … dice adiós a todos los demás.
· A. de Andrés (AUTOPISTA nº 1192 - 24 de abril de 1982) · Gracias a José Fidel por enviar el reportaje
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