Mitsubishi Galant 1.8 TD

El Galant es un turismo familiar de la categoría medio-alta con un motor diésel sobrealimentado que tiene un buen rendimiento para la relativamente pequeña cilindrada de 1795 cc que cubica. Sus prestaciones son más que honorables, sus consumos sorprendentemente bajos y su suavidad de funcionamiento y manejo le convierten en un vehículo atractivo para el uso tranquilo. El mayor inconveniente viene dado por el elevado precio a que se venderá en nuestro país y con el que tendrá que enfrentarse a coches sólidamente asentados y de gran renombre, como pueden ser el BMW 324D y el Mercedes 190D.

Una carrocería que balancea demasiado, con la consiguiente incomodidad y sensación poco segura para los ocupantes, y un equipamiento en el que se echan en falta pequeños detalles bastante usuales en turismos de su nivel, completan la lista de críticas a tener en cuenta por el fabricante si quiere competir con mayores posibilidades en nuestro mercado. La firma japonesa Mitsubishi ha traído un reducido muestrario de cuatro tipos diferentes de automóviles en esta primera incursión a España. Con ellos tendrá una pequeña representación en varios sectores como son el de los coupés deportivos, con el Starion; el de los todo terreno, con el Montero (al que en otros lugares se conoce con el nombre de Pajero); el de los vehículos de tamaño medio y populares, con el Colt; y, por último, el de las berlinas grandes de más lujo y seriedad, con el modelo que nos ocupa, el Galant. El reducido cupo de unidades que se les ha concedido en esta primera importación determina que los precios no se encuentren en un grado de competencia óptimo con el que poder hacer frente a los rivales que les van a plantar cara. Fiabilidad, suavidad y cuidada terminación juegan a favor de los nuevos coches nipones que, por otro lado, no suponen ninguna revolución en el campo del automóvil, sino que más bien al contrario, son vehículos sencillos y tradicionales técnicamente.

El modelo que tuvimos ocasión de conducir y que aparece en las fotos de esta prueba fue el primero en llegar a nuestro país y algunos detalles de equipo no coinciden del todo con las versiones definitivas que se pondrán a la venta en los concesionarios y que vendrán algo más completas. Aire acondicionado, cerraduras centralizadas o elevalunas eléctricos serán parte de las cosas que veremos en los futuros Mitsubishi y que éste que aparece aquí carecía de ellas.

MECANICA ****

A simple vista, los 1,8 litros que cubica el motor diésel del Galant podrían parecer escasos a la hora de mover una carrocería con semejante volumen y peso, pero lo cierto es que los resultados nos hacen ver que no es así. Sus 82 caballos mueven al coche con alegría y agilidad, además de darle una velocidad máxima superior a los 160 kilómetros por hora, que no está nada mal. Únicamente las recuperaciones en marchas largas enturbian, en parte, el conjunto y esto nos obligará a hacer un uso de la caja de cambio más frecuente de lo deseado por los conductores cómodos, en el momento de adelantar o abordar pendientes elevadas. Por otro lado, esta maniobra del cambio de marchas se puede efectuar con toda rapidez y precisión, ya que la palanca se mueve sin oponer la más mínima resistencia y las relaciones de cambio son muy correctas, con un escalonamiento ideal entre las diferentes marchas.

El motor, a pesar de ser de gasóleo, no emite un ruido elevado y funciona con la suavidad y precisión que caracteriza a las máquinas construidas en el país oriental del que procede.

En cuanto a consumos no hay nada que objetar. Las cifras obtenidas son francamente bajas, sobre todo a velocidades moderadas y sin pretensiones demasiado deportivas. Incluso exprimiendo al máximo las posibilidades del coche veremos que es difícil llegar a los diez litros por cada cien kilómetros, cantidad que solo será ligeramente rebasada con una conducción al límite, para lo que no ha sido pensado este modelo y que muy pocos usuarios se la van a dar en alguna ocasión.

PRESTACIONES

CONSUMO (litros/100 Km)

FRENOS

FICHA TECNICA

COMPORTAMIENTO ***

Aunque ya hemos dicho que el Mitsubishi Galant está construido con una filosofía tranquila y familiar, la suspensión resulta excesivamente blanda en conjunto. Bien es verdad que esto no afecta de forma clara a la estabilidad, muy buena en cualquier circunstancia, pero el brusco balanceo de la carrocería cuando el coche va muy apoyado en zonas viradas y la flotación que se produce cuando el piso está ondulado o bacheado, dan una sensación poco agradable a los pasajeros, que no tendrán la seguridad necesaria para viajar de una forma tranquila y relajada. La primera impresión sentados al volante del Galant en terrenos de montaña es de desconfianza, impresión que se va suavizando con el paso de los kilómetros al comprobar el buen agarre del coche, pero que será difícil de transmitir a quienes nos acompañan. Las ruedas, de la marca Semperit, tienen unas dimensiones adecuadas (185/70HR14) y pegan como una lapa el vehículo a la carretera.

Las rectas largas, con curvas de amplio radio y piso en buen estado son el terreno favorito del modelo japones. Solo el problema de suspensiones al que hacíamos referencia le hacen que no se encuentre tan a gusto en otras zonas, porque tanto la dirección como los frenos responden con decisión cuando las curvas se suceden. En efecto, la dirección es precisa y se mueve sin dificultad, aunque tiene el grado de dureza justo para que siempre tengamos la sensación de que todo marcha bajo control. Cuando abusamos de los frenos, el pedal va aumentando su recorrido y si el esfuerzo es muy prolongado llega un momento en que la eficacia se resiente, pero bastará darle un ligero respiro para que rápidamente se vuelva a recuperar.

CARROCERIA ***

La carrocería del Galant es la clásica de tres volúmenes, en la que el cofre del maletero se encuentra separado del resto del habitáculo. Su diseño en cuña, con la parte posterior algo más levantada, sigue una moda muy actual que están empleando varios fabricantes y que tiene como pega más relevante la dificultad en maniobras de aparcamiento, ya que no se ve dónde acaba el coche y es complicado de calcular.

El espacio interior es amplio y cinco adultos viajarán sin estrecheces en él. Los asientos delanteros carecen de formas anatómicas donde el cuerpo se acople para poder soportar sin fatiga largos recorridos, pero sujetan lo suficiente para no ir dando bandazos de izquierda a derecha. El del conductor, además de los reglajes clásicos, puede modificarse en altura y, así, se facilita el encontrar una postura de conducción cómoda. El asiento trasero va fijo y no puede ser abatido como ocurre en modelos más modernos de tres cuerpos, con lo que aumentaría el espacio de carga en caso necesario. Su mullido debería ser algo más duro para que los riñones no se resintieran después de llevar un tiempo largo sentados.

El cuadro de instrumentos lleva los relojes imprescindibles, ni más ni menos. El cuentarrevoluciones y el velocímetro tienen un tamaño generoso y las consultas se hacen sin problemas de un solo vistazo. Todos los mandos están muy al alcance de la mano sin necesidad de buscarlos o tener que moverse del asiento para conectar o desconectar cualquiera de ellos.

Por lo que respecta al acabado, nada que criticar. Está hecho con esmero y cada cosa se ha rematado cuidadosamente, de forma que no hay vibraciones ni ruidos molestos cuando la carretera no se encuentra en buen estado. También, cualquier elemento movible se acciona suavemente, sin resistencias ni forcejeos.

SONORIDAD

EQUIPAMIENTO

FRENTE A SUS RIVALES

Los competidores con los que tendrá que enfrentarse el protagonista de la prueba de esta semana serán huesos muy duros de roer. Por tamaño, mecánica, concepto y precio, sus más directos rivales van a ser el BMW 324d y el Mercedes 190D, dos coches con un nombre y prestigio que hablan por sí mismos de las cualidades que encierran. Nunca es fácil luchar contra la leyenda y menos cuando la diferencia de dinero a desembolsar en la compra es reducida; concretamente, el Mitsubishi y el BMW cuestan lo mismo, mientras que el Mercedes vale medio millón de pesetas más, una cantidad poco importante en turismos de estas características.

A pesar de contar con un motor más pequeño, el Galant está a la altura de los coches germanos en el apartado mecánico, con unas prestaciones en línea con las de sus rivales. Y por si fuera poco, les aventaja con holgura en consumo. En el Mercedes todo es equilibrio y confort; ni los más exigentes podrán criticar en él los defectos característicos de un diésel. El 324 es suave de conducir, muy elegante y con unas cualidades ruteras dignas de la bien ganada fama deportiva que tienen los turismos de la marca. El Mitsubishi Galant no desentona en ningún terreno, pero la verdad es que en el ambiente de su interior existen diferencias difíciles de explicar. El aire que se respira en el habitáculo del vehículo japonés no es tan noble, ni tan puro, ni tan lujoso como el que hay dentro de los coches germanos con los que ha de repartirse el mercado.

· Texto: J. Hernández y S. Ibáñez (MOTOR 16 nº 147, 16 de agosto de 1986)

· Gracias a Jose Fidel por enviar el reportaje