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Suzuki SJ 413
Al pequeño saltamontes de Santana le faltaba algo para que su versatilidad fuese completa: andar de verdad. Un primer paso fue la adopción de la quinta velocidad, pero el salto definitivo se lo ha proporcionado la mecánica 1.300 tan esperada. Sin embargo la innovación técnica no viene sola: para el SJ 413 se ofrece una versión, también nueva, de techo alto, realmente atractiva y de apariencia más aerodinámica.
Siempre se han reconocido las especiales cualidades del Suzuki para el todo-terreno, y siempre se ha criticado su escasa motorización, que le restaba agilidad en carretera, sobre asfalto. Pero esto ya es agua pasada: por fin ha llegado el 1.300, con casi un 50 por 100 más de potencia respecto al 1.0, con encendido electrónico y su complejo y voluminoso carburador de doble cuerpo.
Pero la llegada del 1.3 no sólo ha significado la adopción de un nuevo propulsor: para soportar el mayor par, los palieres de transmisión han sido engrosados, y la suspensión reforzada con amortiguadores de gas, e incluso se han montado unos desarrollos de cambio más largos.
El equipamiento también ha experimentado innovaciones: unos asientos delanteros de diseño deportivo, y con un agradable tapizado en tela, y una instrumentación algo más completa que incluye cuentavueltas y reloj horario. El nuevo cuadro es mucho más visible, a excepción de los testigos de intermitentes, luces y reserva de gasolina, ocultos tras el núcleo central del volante.
La versión de techo alto es otra novedad exclusiva de la motorización 1.3. Con esta carrocería, realmente atractiva, el Suzuki adquiere un aspecto más compacto y robusto, y su forma en cuña le hace parecer incluso más aerodinámico.
Sin embargo, la enorme sección frontal supone un auténtico freno contra el viento de la marcha, al tiempo que se convierte en fuente de turbulencias e inestabilidad direccional cuando hay rachas de viento lateral.
Y con viento en contra el coche no sólo se ve afectado en cuanto a confort; las prestaciones sufren las consecuencias y, por lo tanto, los consumos también se alteran.
El «Techo elevado» es únicamente una versión del Suzuki 1.3. Entre las características específicas, distintivas del nuevo modelo se cuenta principalmente el capó, con un resalte más elevado para permitir la ubicación del motor, y la calandra, de diseño más moderno, discreto y serio. Los embellecedores de faros también son distintivos, pintados en negro mate.
Las ruedas no han cambiado, las 195 SR 15 son más que suficientes para los 63 CV anunciados por el fabricante español (el japonés anuncia 64 y, en nuestra medición en banco la unidad de pruebas rindió más de 67 CV). La potencia se entrega con una buena progresividad, alcanzando la máxima a 5.750 r.p.m., precisamente el mismo régimen al que el Suzuki desarrolla su velocidad punta en cuarta.
La quinta es lo que se llama una velocidad «económica». Si se quiere obtener un buen rendimiento hay que exprimir materialmente cada marcha hasta el tope de régimen.
Y a pesar de todo, el Suzuki cumple con las prestaciones anunciadas por el fabricante, tan ajustadamente que parece algo increíble: la cifra oficial es 127 km/h; nuestra medición, el promedio de tres kilómetros seguidos cronometrados en dos pasadas en sentidos contrarios, fue 127,5 km/h.
Mejores prestaciones necesitan de una mayor capacidad de frenado, y un servo se encarga de mejorar este aspecto. La combinación discos/tambores del 413 actúa eficazmente, con muy buena resistencia al uso intensivo.
Conduciendo a buen ritmo por carreteras viradas el Suzuki muestra un carácter nervioso, sus trazados son casi la resultante de un continuo zigzagueo, y la dirección resulta bastante imprecisa. Pero el tren delantero se mantiene en todo momento con los «pies» en el suelo, gracias a la barra estabilizadora, mientras el trasero pierde adherencia casi en cada apoyo. Por ello conviene tener bien entrenada la conexión en marcha de la tracción total. Ante una curva o paso presumiblemente comprometido, basta con dar un rápido tirón a la palanquita de la transfer —para evitar rascones, levantar el pie del acelerador y aprovechar ese instante de retención para realizar la maniobra—. La tracción se engranará con suavidad, y entonces sí tendremos asegurado un comportamiento absolutamente neutro.
Pero la tracción total está pensada principalmente para el campo y éste es el terreno favorito de los Suzuki. Sus dimensiones, manejabilidad y dureza son buenas condiciones. También contribuye, por supuesto, el sistema de reparto de par a ambos ejes: al no existir diferencial central, se asegura un 50 por 100 de fuerza en cada tren.
Así, en caso de fallar la tracción en una rueda no pasa nada, pues las del otro eje se encargan de seguir traccionando. En el caso de fallar dos ruedas, una de cada tren, sólo será necesario concentrarse en el agarre de una (cargando peso o gente en su lado). En última instancia habrá que recurrir al cabrestante, una interesantísima opción para quien vaya a hacer uso habitual del Suzuki en el campo.
Aunque quedarse atrapado con este coche es bastante difícil, conviene equiparse bien siempre que se vaya a hacer un recorrido todo-terreno. En principio se trata de cosas que caben detrás del asiento partido posterior: lo elemental es una pala, una cuerda de remolque y una bomba de aire.
En el todo-terreno es fundamental actuar con lógica, conociendo cuáles son las posibilidades y limitaciones del vehículo. Por ejemplo, para el ascenso de una fuerte pendiente no sólo cuenta la potencia; casi es más importante la inercia (carrerilla) y la adherencia, que depende de las ruedas pero también de la calidad del terreno, el clima...
Los descensos hay que hacerlos lo más perpendicular posible, controlando el derrapaje de las ruedas a base de acelerador; las ruedas deben bajar girando, no arrastrando incontroladas. Éste es el punto delicado en el Suzuki, tan corto de batalla que es muy fácil que se cruce.
Los ríos hay que vadearlos con decisión, sin parar, pero sin prisa: no interesa levantar olas. Si no se conoce el paso, comprobar antes la profundidad (para ellos son útiles una botas de pescador).
Por lo demás, las pequeñas dimensiones del Suzuki SJ 413 le permiten pasar por cualquier parte; el único pero en cuanto a maniobrabilidad está en el poco giro de la dirección. Pero éste es un problema que acabarán resolviendo pronto. Los japoneses siguen apuntando alto, y nunca dejan de evolucionar.
· Fuente: C. H. (AUTOMOVIL nº 118, noviembre 1987)
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