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El doctor Usparicha con nuestra colaboradora, Margarita Landi
En su residencia de la capital vizcaína visitamos al doctor don Juan Antonio Usparicha Lecumberri, promotor, organizador y activo presidente de la Asociación de Ayuda en Carretera, cuyas siglas, DVA (Detenerse y Ayudar), son el “ leitmotiv” en la vida de sus asociados. En 1966, llevado de su altruista y humanitario sentir, fundó —reuniendo un buen grupo de amigos y simpatizantes— esta ya prestigiosa asociación, para la que ahora se está tramitando el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia. Su único interés, al complicarse la vida con tan magna obra, era y sigue siendo hacer bien al prójimo, salvar vidas.
— Como soy ginecólogo —dice riendo-—, nadie puede pensar que me guíe el interés por atender y cobrar mis servicios profesionales a las personas accidentadas... Si fuera traumatólogo, no hubiera faltado quien sospechara, seguramente...
Explica así su valiosa iniciativa:
— Antes, cuando había menos automóviles en las ciudades y en las carreteras, todo conductor estaba dispuesto a ayudar al que había tenido un accidente o una avería, pero ahora es distinto: la prisa, que a todos nos atormenta, es causa muchas veces de que personas humanitarias, incapaces de negar un favor a nadie, pasen ante quien los necesita sin pisar el pedal del freno. También influye en esta inhibición la perspectiva de unas ya proverbiales molestias judiciales, de las que la mayoría desean librarse. Era necesaria una unión entre las personas de buena voluntad, capaces de dedicar una parte de su tiempo en ayuda de sus semejantes, capaces de superar ese temor a la ley, a la sanción, con sentido de la responsabilidad y decididos a obrar según les dicte su conciencia, sacrificándolo todo cuando llega el momento de socorrer a quienes han tenido la desgracia de quedar malheridos en un accidente de tráfico.
Ambulancia nº 1: Furgoneta DKW (BI-100.000) donada por IMOSA
La Asociación de Ayuda en Carretera cuenta con mil quinientos colaboradores, vizcaínos en su mayoría, y ahora está a punto de extenderse a Guipúzcoa y Navarra, pero es conocida, admirada y elogiada en todo el ámbito nacional, ya que sus miembros actúan en cualquier punto de España. El doctor Usparicha señala así los tres objetivos fundamentales de la DYA:
— Primero: Que el usuario de la carretera —que lo somos todos— tome conciencia de la responsabilidad que adquirimos en la circulación vial de nuestros tiempos.
— Segundo: Detenerse y Auxiliar (DYA) ante todo necesitado de ayuda en la carretera .
— Tercero: Tratar de sustraer de los hospitales y de la muerte el mayor número posible de víctimas. En definitiva, nuestro propósito es conseguir un tráfico mejor y más humano y, por todo ello, colaboramos estrechamente con la Cruz Roja y con la Jefatura Provincial de Tráfico, porque para conseguir los objetivos previstos es preciso aunar los esfuerzos de todos.
Así, gracias a esta asociación que hace cinco años creara su presidente, un puñado de hombres y mujeres trata por todos los medios a su alcance de reducir el número de accidentes, tanto en su actuación personal como solicitando apoyo y colaboración de la radio, la televisión, organismos, entidades, empresas y automovilistas en general. Y lo están consiguiendo. En su incansable labor buscan el logro de una asistencia adecuada de las víctimas del tráfico, de forma que sean tratadas y trasladadas humana y correctamente, para conseguir una atención médica en los centros de hospitalización, y para ello ya cuenta con cuatro ambulancias magníficas, con socorristas plenamente capacitados para hacerse cargo de los heridos y de su adecuado traslado desde el lugar del accidente.
— Una de las tareas que nos hemos impuesto es tratar de educar a los conductores y peatones — explica el prestigioso doctor bilbaíno — en las elementales normas de los primeros auxilios. Conseguir películas demostrativas y educacionales, libros, etcétera... Es preciso que todos sepan que no basta la buena voluntad para salvar vidas... Lamentablemente, en no pocas ocasiones, heridos que hubieran podido salvarse mueren por haber sido tratados, en los primeros momentos, con muy buena voluntad, pero sin los debidos conocimientos de socorrismo y trasladados de forma incorrecta... Dice el doctor Piédrola, inspector asesor médico de la Jefatura Central de Tráfico, que “ es menos peligroso tener un herido media hora en la cuneta, que un minuto en un utilitario ”.
Ambulancia nº 4, adquirida con los propios recursos de DYA
Nos muestra el Boletín Informativo de la asociación, en cuya última página figuran dos frases, además de la anterior, alusivas al tema. La primera es del doctor Palacios Carvajal, jefe de Traumatología de la residencia sanitaria de La Paz:
“ Una medicina traumatológica, verdaderamente eficaz en el accidente de tráfico, sería la del traslado adecuado, diferido o urgente de los traumatizados, y así se evitarían las graves lesiones secundarias o la agravación de las ya existentes por inadecuadas maniobras y traslados ”.
La segunda se debe al doctor Jacas, jefe de Neurocirugía del Santo Hospital Civil de Bilbao:
“¡ Líbrame, Señor, de los que, obrando de buena fe, pudieran trasladar a un allegado mío y a mí mismo, cuando en la desgracia de quedar herido en un accidente de tráfico fuera trasladado en el primer vehículo a mano, alocada, forzada y precipitadamente, con desconocimiento total de lo que son los primeros auxilios !”.
Hubiéramos pasado horas escuchando a don José Antonio Usparicha Lecumberri, hombre de palabra fluida, que sabe contagiar fácilmente su entusiasmo por la benéfica obra creada por él, pero no era posible: ni él ni nosotros disponíamos de tiempo. La vida, pródiga en prisas, no está para esos recreos... Mucho fue lo que aprendimos en tan corta charla, y me propongo comentarlo en otras ocasiones. Al despedirnos, le pedí un consejo:
Don Juan A. Usparicha nos muestra la Cruz del Mérito Civil
—¿Qué debo hacer, doctor, si me encuentro ante un accidente grave en la carretera?
— Ante todo, no se precipite —contestó—. Actúe con calma, serenidad y método. Auxilie y colabore, pero no cause más daño del ya producido. Primero debe tomar las más elementales medidas de seguridad, aparcando el propio vehículo en sitio seguro, solicitando ayuda de otras personas, señalizando debidamente el vehículo siniestrado, en evitación de un nuevo accidente; si es de noche se debe iluminar la zona del siniestro. Por si hubiera gasolina derramada no se debe fumar ni encender cerillas y sí quitar el contacto del motor si el coche siniestrado sigue en marcha, o desembornar la batería. En caso de incendio, utilice el extintor o apague las llamas con mantas, con arena, tierra, barro... ¡jamás con agua!
—Pero —insistí—, ¿y si hay heridos?
— No se precipite... Actúe sobre las víctimas correctamente. Trate de conseguir un traslado adecuado, pero si no puede conseguir la atención médica inmediata ni un vehículo (ambulancia, camioneta, etcétera) que ofrezca mayor garantía, trasládelos con sumo cuidado, a velocidad moderada... Procúrese la ayuda de tres personas por lo menos... No lo olvide: en tales casos es muy peligroso precipitarse: ¡Calma, serenidad, método!... Deténgase y ayude, pero hágalo correctamente.
Y me regaló un libro. Un valioso libro, “Manual de primeros auxilios en carretera”, que la asociación distribuye gratuitamente, con la intención de que todos los usuarios de las carreteras estén impuestos moralmente, no sólo de su responsabilidad al conducir, sino que ante los accidentes puedan contribuir humana y eficazmente a paliar la angustia y el dolor ajenos, evitando secuelas y complicaciones y salvando vidas humanas.
Nos despedimos de este hombre bueno y generoso, que ha hecho donación de su tiempo, de su sueño, de sus desvelos, al margen de su vida profesional, a esta magnífica obra que es la Asociación de Ayuda en Carretera.
Margarita LANDI
VELOCIDAD nº 508 (5 de junio de 1971)
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