
Don Carlos de Salamanca y Hurtado de Zaldívar, Marqués de Salamanca y decano de los distribuidores de automóviles, es una personalidad «sobre ruedas» de tan rancia solera en España y aun más allá de nuestras fronteras, que no necesita ser presentado a nuestros lectores.
Bastó una llamada por teléfono a su secretario, y dar el nombre de Motor Mundial para que, como es norma en él, amablemente accediese a recibirnos.
—¿Desde cuándo es usted distribuidor de automóviles, señor Marqués?
—Exactamente, en el año 1910 fui nombrado distribuidor general para la venta en España del mejor de los automóviles que se han construido desde aquella fecha hasta hoy, el «Rolls Royce»
—¿Cuántos «Rolls» ha introducido usted en nuestro país desde entonces?
—-Unos setecientos, aproximadamente.
—¿Quién fué el comprador del primero?
—Debía haberlo sido S. M. el Rey D. Alfonso XIII, mas a pesar de su deseo, por llegar a creer que la fábrica estaba dispuesta a regalárselo, decidió no poseerlo. Recuerdo que la prueba que juntos realizamos, fué por completo satisfactoria, quedando Su Majestad encantado de la magnífica «tenue de route» de aquel automóvil.
—¿Cómo es que siendo un antepasado suyo, el Marqués de Salamanca, quien con más entusiasmo patrocinó la implantación del ferrocarril en España, usted se dedica a los automóviles?
—Afición; a mí toda la vida me han gustado los automóviles, aunque puedo decirle que también la aviación llegó a apasionarme, y hasta tal punto, que construí tres aviones que, a Dios gracias, no llegaron a despegar. Eran los tiempos en que Blerlot cruzó el Canal.
—¿Qué tipo de aviones eran aquellos?
—Había de todo; dos biplanos y un monoplano. El motor era un «Anzani» de tres cilindros.
—Entonces, también habrá usted practicado el automovilismo deportivo, ¿no es así?
—Sí ; participé en varias carreras. Aun recuerdo que en 1913 obtuve el Gran Premio del Real Automóvil Club de España. La carrera consistió en subir seis veces el Puerto de Guadarrama. Yo conducía un «Rolls Royce» último modelo, denominado «Silver Ghost». Era un faetón de seis cilindros, con el que obtuve una media de 80 Km/h. Como copiloto me acompañaba el Marqués de Castrillo, quien iba atado al asiento para evitar el salir despedido en los baches. Tenga usted en cuenta que por aquella época no existían los amortiguadores ni frenos delanteros, y que las carreteras eran caminos para carros. Como dato curioso, puedo decirle que los neumáticos eran de fabricación rusa. De la casa Rolls me enviaron, para poner el coche a punto, un mecánico que con el tiempo llegó a ser Lord Hivs, Director de la Rolls Royce.
—Tengo noticias de que ocupó usted un cargo en la Empresa, ¿no es así?
—Sí, fui inspector de la marca para toda Europa.
—¿Representa usted alguna otra marca de automóviles?
—Sí, señor; «Jaguar», «Standard», «Triumph», «Berkeley» y «Bentley» Esta última, filial de la Rolls desde 1931.
—¿Por qué sólo marcas inglesas?
—Afición y fe en su calidad. Pero, además, soy Presidente de la Empresa creada hace ya bastantes años, antes que la Hispano Suiza, para la fabricación en Barcelona de los automóviles «David», que, como usted sabe, es el mejor triciclo español.
—¿Cree usted, señor Marqués, que como consecuencia de la reciente visita a Madrid de los representantes de la industria del automóvil de la Gran Bretaña, presididos por el Mariscal del Aire Lord Tedder, se implantará en España la fabricación en serie de alguna marca inglesa además de la del «Rover», ya constituida?
—Es probable, pero creo que es pronto aún para sacar consecuencias de esa visita ; no obstante, lo que sí puede afirmarse es que se han estrechado los ya antiguos lazos que nos unían.
—¿Entre sus planes figura el devolverles la visita?
—Sí, voy con frecuencia a Inglaterra, y dentro de dos años, si Dios quiere, he de estar allá forzosamente para asistir a la comida que, con motivo de mis cincuenta años con la Rolls, han de ofrecerme, coincidiendo con el «Show».
—Por favor, dígame : ¿Le gusta aun conducir?
—Sí, señor ; no he perdido la afición.
—Entonces, será usted millonario en kilómetros, ¿no?
—Sí, estoy seguro que he hecho unos dos millones.
—¿Qué coche posee usted?
—Actualmente tengo dos en uso: un «Bentley» y un «Standard»
—¿Cuál de los dos le satisface más?
—Ambos ; tenga usted en cuenta que existe una marca y un modelo específicamente adecuado al uso a que se le destina. Todo consiste en saber elegir.
—Por último, ¿cuál cree usted que es el automóvil del futuro?
—Para ser usado en la ciudad, el coche pequeño, muy pequeño en extensión, pero con buena accesibilidad y mejor habitabilidad, incluso sin volante de dirección y movido por un pequeño motor Diesel. Asequible a todo el mundo, porque el automóvil es hoy ya una necesidad, no un artículo de lujo. ¿No lo cree usted así?
—Sí, señor Marqués. Muchas gracias...
• Texto: N. HORCAJO
(MOTOR MUNDIAL nº 162, Febrero 1958) |