Coincidiendo con el comienzo del siglo XX surgen los primeros camiones clásicos, bajo el formato de vehículos de gran envergadura en comparación con lo que venía viéndose hasta ese momento y cuya finalidad única no era otra que el transporte de cargas pesadas, si bien de entrada a distancias reducidas. El arraigo entre los profesionales de la industria y los negocios en general del empleo de los animales de tiro como recurso para el transporte, hizo enormemente dura la labor, en aquellos albores del siglo, de crear un estado de opinión sobre el hecho de que los camiones superaban la opción de los carros traccionados por caballos para transportar mercancías.
Los primeros vehículos de esta naturaleza iban dotados de un motor de explosión con un enorme lastre en cuanto a arranque y consumo, una pírrica capacidad de aceleración y un doble sistema de frenado; llamativa por su robustez era la caja de velocidades, y su embrague cónico multidisco que era accionado por una palanca que a su vez activaba un cono revestido de cuero. A todo ello habría que añadir una cabina de condiciones realmente hostiles para el conductor.
Ha transcurrido una centuria desde el diseño y fabricación del primer camión para transporte de carga en la historia de la automoción. Significó el destierro de unos caballos, los de tiro, por la ingeniería de los de vapor. Aquellos motores incorporaban una cilindrada de poco más de un litro y 4 caballos de vapor, admitiendo una interesante versatilidad en cuanto a combustible, pues podían funcionar con gasolina, queroseno o aceite para lámparas.
Scania, una marca de enorme tradición que en la actualidad es propiedad del Grupo Volkswagen, fue fundada en 1900 en la ciudad de Malmö e inició su andadura en el mercado de los vehículos comerciales con la venta de un camión para reparto de 1500 kilos, con un motor de 2 cilindros y una potencia de 10 caballos de vapor, que estaba alojado en un compartimento bajo el asiento del conductor y funcionaba con gasolina. Este primer vehículo comercial de la sueca Scania desplegaba una capacidad de carga algo superior a la tonelada y media, y llegaba a alcanzar una velocidad punta de 12 Km/h, cifra inusual en la época.
Durante la primera década de Scania como fabricante de camiones, la labor de ingeniería de la empresa se dirigió a lograr la máxima funcionalidad del camión A1. En la exposición de Milán de 1901 organizada por la incipiente fábrica de automóviles de Turín, varias compañías del sector de la automoción, competidoras de Scania, buscaban un ejemplar con motor a vapor delantero y chimenea, tracción trasera y plataforma para la carga.
Para dar a conocer las excelencias del camión A1, y especialmente de su seguridad, Scania hizo en 1909 una demostración con un recorrido de 700 kilómetros, trayecto para el que fueron necesarios 3 días y en el que se consiguió ya una velocidad media de 20 Km/h, consumiéndose más de 400 litros de gasolina.