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Hay otros mundos, está claro,
pero están en éste. Sólo que lejos. En el país de los canguros no todo son
Holden, tambien hay koalas. O sea, Ford. Australia se divide entre gente Holden
y gente Ford con una rivalidad casi futbolera. "I am a Holden man", me
explica un amigo; y habla muy en serio, como diciendo no te vayas a confundir. "Ford's
the best, f... the rest", filosofa el taxista, agarrado al volante
de su Fairmont. Se trata de modelos concebidos y fabricados allí abajo; es
decir, fauna autóctona. Los primeros Holden –filial de GM- son algo
americanizantes, tiran a Chevy pero a tamaño europeo (los de los 50 parecen
Vauxhall Crestas). El primer Falcon es un 58 creo, igual que el de Detroit pero
con el volante al otro lado, claro; luego adopta un estilo propio, mezcla de
ambos mundos (el de los 70 es una especie de Granada con otro corte de cintura)
y se australiza definitivamente en los 80. Algunos Holden de esa década
llevan las carrocerías de los Opel grandes y conservan la denominacion
Commodore.
Hasta ahora he tenido el gusto de
catar un Holden Commodore (V6 2,7) más o menos moderno por la Ocean Road,
al sur de Victoria, y un Ford Falcon (V8 Cleveland 351) de puro purgatorio por
la Gold Coast, en Queensland. Para el viaje de Melbourne a Syndey (unos 1.000
kms) me gustaría prescindir del avion y hacerlos en un ute, el artefacto
rodante característico del país. El invento, obra de Lew Bandt, diseñador
australiano de Ford, nació en 1933 a sugerencia se dice de la mujer de un
granjero. Querían un vehículo que pudiera ser utilizado para trabajar toda la
semana y para ir a la iglesia el domingo. A fe que lo logro, y más cosas, como
que los hijos del granjero le encontraron utilidades insospechadas a la caja
trasera el sábado por la noche...
Aunque los americanos ya habían
inventado el pick-up años antes -hubo un Ford T de ese tipo- el ute (pronúnciese “yut”, con acento en la u), contracción de utility vehicle,
tiene una estructura distinta: la parte posterior forma parte integral de la
estructura como un familiar con dos puertas y sin techo atrás. Ejemplos del
concepto son el Chevrolet El Camino y el Ford Ranchero de los 50, interpretación
yanqui de la idea aussie. Cada vez que veo uno me acuerdo de nuestros Seat 1500
y Dodge Dart funerarios. Y se me ocurren unas ideas de lo mas irreverentes...
Existe toda una subcultura del
ute. Puedes ir dentro con tu chica o tu chico, llevar atrás a tus mates (colegas) y todavía queda espacio para unas cuantas cajas del combustible
nacional australiano: la cerveza, elemento clave para el deporte nacional
australiano: la barbacoa. Se celebran muchas concentraciones (y todavía más
barbacoas) la mayor el Outback Utes Annual, que congrega a millares de utistas en Deniliquin (New South Wales), la autodenominada capital del Ute. Out Back
(que traducido a la brava es Ahí Fuera, o Ahí Detrás) es la parte central y más
desierta de esta enorme isla cuya superficie podría contener España como
veinte veces.
Hay utes de trabajo, con sólidas
defensas delanteras (la roo bar) para los choques contra los canguros;
los hay con cabina posterior adaptada, formando una especie de camioneta; los
hay clásicos, restaurados con mimo; los hay nuevos y fantásticos, como el
Commodore SS y el Falcon XR8; y se hacen hasta carreras en circuito de utes
preparados (V8s de 5 litros y 320 CV nada de bromas), pero sobre todo los hay
–y a patadas- de paseo y farde, en plan tunning maquinero de luna tintada,
tubo gordo, aerodinámica de pacotilla y chunda chunda a todo trapo. La
plaga se propaga y no se libra ni el hemisferio sur.
Pero el ute se lleva en la
sangre. La mejor y mas conocida historia apócrifa sobre el australiano y su
coche viene a contar -en pocas palabras- como el granjero enriquecido fue a
comprarse un Rolls Royce, lujoso, si, pero ideal para su trabajo porque tenía
el puesto de conducción separado de la parte de atrás por un cristal, y así,
decía, "las ovejas no me echaran el aliento en el cogote".
Manuel Garriga
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