Esto de los automóviles en serie fabricados en España, parece que va en serio. Mañana sale el primero. He ido a verlo.
Don José Ortiz Echagüe, presidente del Consejo de la Sociedad constructora, me acompaña en la visita.
No me dejo impresionar fácilmente, pero a primera vista la sensación es de que en medio del campo ha surgido una fábrica por encanto. Recorro las dos naves, una destinada a carrocería y pintura, y otra a talleres mecánicos.
Es curioso seguir el proceso de un coche desde que no es nada en concreto hasta que marcha por sí so1o. Como en aquella película de «Charlot» «Tiempos modernos» todo está enlazado en una cadena sin fin y cada obrero especializado tiene un cometido que ha de cumplir sin demora, puesto que los futuros coches se le escapan de las manos, de manera que el trabajo está montado sobre un movimiento continuo, que no da lugar a perder el tiempo.
— ¿Cuántos millones han invertido en todo esto?
— Cuando esté terminado más de ochocientos millones.
— ¿Tanto?
— Haga números: edificios, ciento treinta; utillaje, doscientos; maquinaria y herramientas, trescientos; instalaciones generales, agua, luz, gas, ochenta; instalaciones de soldadores, veinte…
— ¿Capacidad de la fábrica?
— Calculada para veinte mil coches anuales en dos turnos de trabajo, que es como trabajan la mayoría de las fábricas de automóviles.
— ¿Cuándo saldrán de aquí veinte mil por año?
— Esperamos llegar a los diez mil en 1954, con un solo turno; y si la demanda del mercado lo aconseja, en el 1955 comenzaremos a establecer el segundo turno para llegar progresivamente a los veinte mil, en el más breve plazo posible.
— En este instante, ¿cuántos?
— En este año tenemos un programa mínimo de producción de mil quinientos coches, que servirá para la puesta a punto de las instalaciones y sobre todo para el adiestramiento del personal, procedente en su mayor parte de peones.
— ¿Cuánta gente trabaja?
— Alrededor de quinientos.
— ¿Y cuando lleguen a la producción de veinte mil?
— Harán falta cuatro mil, entre obreros y empleados.
— En este momento, ¿qué tanto por ciento de los coches es producción española?
— Cerca del cincuenta por ciento; pero al final de 1954 será español el cien por ciento; o sea cuando el taller mecánico y las prensas estén completamente instaladas y en funcionamiento; pues actualmente lo que tenemos a punto es el taller de carrocería.
— ¿Todo el capital es español?
— Salvo una pequeña parte.
— ¿Ya hay peticiones de coches?
— Algunos millares.
— El que lo pida ahora. ¿cuándo se lo entregan?
— Esperamos poder servirlos todos libremente dentro del primer semestre del año próximo y los plazos de entrega dependerán de las demandas que existan.
— ¿Precio?
— La aspiración natural es que el coche se pueda adquirir a precios más asequibles que los que actualmente rigen.
El diálogo va al compás del recorrido por las naves; hay dos momentos en el proceso de fabricación, que destaco por su importancia: uno cuando el motor se une a la carrocería y ya parece algo más que chatarra; el otro, cuando recibe los primeros litros de gasolina, éste es su bautismo y puede llamarse automóvil. Inmediatamente después corre, sin avanzar un paso, por unos rodillos, y después de esta prueba, se puede ir a paseo.
Y helo aquí; el número uno de la serie 1.400, nacido en Barcelona, ya está dispuesto.
Me lo quedo mirando y digo:
— Pero ¿de verdad rueda solo?
— ¿Lo duda?
— Si no lo veo, no lo creo.
— Suba, si es su capricho, será usted el primero.
Y dimos una vueltecita. Eran las cinco horas dos minutos de la tarde del 3 de junio cuando se puso en marcha. No deja de ser un dato para la historia...
Del Arco (4-junio-1953)
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