
Todo es posible:
Llevaba ya tiempo pensando en hacer algo así. Siempre he vivido mi afición como algo más que cambiar cuatro bujías sucias y las típicas escapadas de fin de semana.
Supongo que es la razón por la que inicié la restauración de un maltrecho 600 D segunda serie del 68 que el destino puso en mis manos y decidí utilizarlo casi a diario, siempre y cuando los caprichos mecánicos del coche lo permitieran, hasta que me planteé el gran reto: La vuelta a España.
Ese verano colaboré con una ONG en Nicaragua trabajando como odontólogo para gente necesitada, y fue allí donde la idea empezó a rondarme la cabeza cada vez con más fuerza.
Había muchas razones que me impulsaban a hacerlo; conocí a mucha gente buena entre los voluntarios que me acompañaron y entablé con ellos una buenísima y sana amistad que espero dure para siempre, no quería dejar de verlos, pero la gran mayoría no residía en Madrid, así que prometí ir a verlos a sus lugares de origen repartidos por toda la península ibérica en “algo que les iba a gustar”.
No conduje en todo el mes, lo cual me producía un “mono” horrible. Si reparé algún coche allí, porque en general estaban bastante desatendidos, cosa normal por los escasos medios de los que disponen los nicaragüenses, así que me dije: “Si esta gente se mueve por estos caminos de cabras con estos cacharros, el mío ha de llevarme lejos…”
Dicho y hecho; llegué a Madrid el día 15 de agosto del 2004 tras un vuelo atlántico del que casi ni quiero recordar las horas, tras haber trabajado de sol a sol todo un mes y con cinco kilos menos (en una persona de 63 se notan bastante).
Gracias a mi buen amigo Jesús, le pusimos la culata al pobre coche, cuya junta se había quemado recientemente y rematamos un “invento” que está publicado en esta web acerca de cómo instalarle un segundo radiador al SEAT.
Día 19 de agosto; Salida.
Con una maleta, un saco de dormir, un camping gas, unas gafas de sol y un taller móvil decido llenar el depósito en una gasolinera próxima a mi casa y salgo con destino a Puerto Llano, donde me espera para merendar mi amiga Yomar, que no da crédito cuando ve que el coche que llevo tiene más años que ella.
El tramo Madrid-Puerto Llano no tuvo complicaciones, salvo los típicos de temperatura de todos los 600 en agosto y que solucioné quitando el termostato de mi “invento”. Dudo que en los vuestros podáis quitarlo, porque el 600 de serie no lo lleva.
De Puerto Llano al Puerto de Santa María donde otro amigo me esperaba, Pablo, para dormir me ocurrió algo totalmente inesperado y que marcó negativamente el resto del viaje; un manguito se soltó porque su abrazadera cedió y perdí toda el agua. Menos mal que llevaba un bidón lleno y pude continuar, pero la junta de la culata, recién puesta, se resintió, y hasta el final del viaje no levanté ojo del traicionero reloj de temperatura.
Una vez despierto en El Puerto, decidí reapretar la culata como bien indica el manual a los aproximadamente 500 kms de su colocación, pero con pocas esperanzas tras el calentón que se llevó la pobre.
Desgraciadamente no tengo fotos de la primera parte, porque mi cámara estaba tan caprichosa como mi coche.
Disfruté mucho de las carreteras cercanas a la costa y pasé por Cádiz, Algeciras e hice una paradita técnica en Tarifa, donde aproveché para tomar un baño y disfrutar del paisaje.
Os pongo una foto de una zona próxima:

Málaga me encantó, así que decidí pedir asilo en casa de una buena amiga mía para disfrutar de la “Feria de día” y de una estupenda cena repleta de chopitos y pescadito frito.
Gracias Tati por ser tan amable, un verdadero placer, como siempre.

Esta foto es pasado Málaga. Siento la mala calidad, pero digamos que mi cámara es de las baratas. Como se nota que estaba en el sur, el calor era casi insoportable.
Afronté el reto de llegar en la siguiente jornada a Murcia, pasando de largo por Marbella, población que sinceramente no me dice nada y que ya conozco. En Mazarrón hago otra parada en la que otro amigo me permite bañarme en la casa que ha alquilado allí con su familia y con quien mantengo una amigable y amena conversación de mecánica; creo que no hay nada mejor que eso. Cuando quieras volvemos a vernos Lorenzo.
De Murcia me llama la atención su centro histórico que me enseña otro amigo mío, Cefe, natural de allí quien me permite hacer noche en su casa.
Elche; otra preciosa urbe que desgraciadamente veo de noche porque mi viaje no se puede alargar en demasía. Precioso palmeral y estupenda cena a la que lamentablemente llego tarde y que unos amigos han preparado para darme la bienvenida a la ciudad. Que bueno estaba todo Marichu, un abrazo a Gilbert. El motivo fue que mi 600 empezó a fallar de carburador, y ya casi no había modo de reglarlo.
El consumo se puso por las nubes, pero el coche sigue en marcha y ya empieza a quemar agua. Las altas temperaturas no ayudan nada.
Por otra parte, observo que el escape está arrancando los soportes del cárter y el coche gotea aceite, pero vigilado no hay problema.
Llegada a Denia, donde mi madre me espera con los brazos abiertos y donde paso varias jornadas al abrigo familiar tratando de solventar los problemas mecánicos de mi cochecito, conocido entre los más allegados como “El Pequeño Bastardo Azul”; apodo al que empieza a hacer honor.
Cambio de aceite y filtro, tensado de correas y silijunta para la base del carburador, pero poco me soluciona, porque el coche tiene el ralentí muy lejos del ideal.
Barcelona será mi destino, y Valencia parada obligatoria donde encuentro una ciudad moderna y dinámica y donde soy invitado a tomar un Red Bull por un par de amigos, Inés y su novio.
Barcelona; eso si que es una ciudad; nunca me aburriré de pasear por la Plaza de Cataluña y sus ramblas llenas de vida, color y gentes de todas partes. Tengo grandes amigos allí y paso otro par de jornadas aprovechando que el coche duerme en garaje, en el de Albert, claro, eres un fenómeno.
Os voy a poner una foto de alguien que conoce a la perfección la mecánica de otro de mis coches preferidos, quien sabe, igual dentro de poco restauro el que tengo.
Óscar, sabes que tenemos pendiente hacer algo juntos con nuestros Abarth en cuanto tenga el mío terminado.

Si señores, un Autobianchi A112 Abarth, desgraciadamente un donante típico de mecánica para las entristecedoras réplicas de 1000 TC Radiale que detesto por destruir al pobre Autobianchi, pero en fin, eso es otro debate que no nos ocupa.
Es inevitable la sustitución del carburador tarea a la que soy ayudado por el caballero de la foto. Menos mal que llevo recambio de casi todo.
El bueno de Sioux, con su bendita paciencia y su impecable saber estar, se apunta al tramo Barcelona-Port Bou (frontera con Francia) pero una avería desconcertante nos hace perder dos maravillosos días en Banyolas, donde una amiga nos permite dormir en su casa y nos hace la estancia maravillosa, aparte de enseñarnos esa localidad de arriba abajo y hacernos de chófer para localizar una bobina, cables de bujía, pipa, etc…. Montse, sabes que te prometí que volvería, y así lo haré.
Una foto del momento en el que el coche empezó a fallar estrepitosamente.

Finalmente el coche acaba en un taller Citroën porque no puedo permitirme el lujo de seguir sin encontrar la avería.
Muchas veces es de sabios dejar que los más sabios te echen un cable.
Con la puesta apunto, limpieza de carburador, repasado de todo el encendido y avisado del resto de problemas que a esas alturas mi pobre coche padece salimos hacia Port Bou.
En Cadaqués hacemos otra parada ya que nos han recomendado que el sitio lo merece, y no nos engañan. Tomamos café con una amiga mía que se llama Natalia y hablo con su padre de mecánica.
Nos parece increíble el poder llegar, pero lo conseguimos y aquí unas fotos del lugar, precioso a mi entender. Ya estamos en Port Bou, pueblo más nororiental de la península.

El último pueblo; una preciosa bahía y la costa más bonita en la que he navegado. Yo suelo veranear aquí, o por lo menos paso unos días en verano. No hay nada mas apartado de todo en el mundo y es el lugar perfecto para compartir unas buenas cervezas o lo que sea con mis amigos de la infancia. Momentos mágicos son los que he pasado en este pueblo.
Lo que se ve al fondo, es el cabo de Creus, punto más oriental de la península, hemos alcanzado otra meta.
Ahora con más detalle:

Una vez alcanzado este punto empieza lo mas bonito desde mi punto de vista; cruzar el Pirineo en solitario, ya que mi buen amigo Sioux me deja en Port Bou donde queda en grata compañía, Marina sabrá cuidar de él.
Empieza la ascensión:



El Valle de Nuria es algo realmente precioso, así como todo el Pirineo leridano.
Pero claro, como estamos en alta montaña ya la temperatura poco tiene que ver con las zonas costeras, cosa que le viene muy bien al 600, quien tendrá que enfrentarse ahora a nuevos “obstáculos”

Como disfruto de las carreteras reviradas con bonitos paisajes en mi cacharrete del 68, es increíble lo bien que se desenvuelve en este tipo de parajes. Como se nota que es un coche diseñado para tiempos pasados, cuando España no gozaba de las aburridas autopistas.
El Run, ya en Huesca, donde dormí por un precio muy económico en la ladera de un maravilloso monte, respiré aire fresco y puro y disfruté de un desayuno de montañés.
La ubicación del albergue es realmente privilegiada en Castejón de Sos, pueblo montañés donde los haya.

Precioso paso el que me da los buenos días y del cual disfruto circulando casi literalmente por encima de un río.


La dirección del 600 se empezó a volver inestable y adquirió unas holguras que no daban nada de seguridad, así que decidí parar justo al lado de otro primo cercano cuya dueña se sorprendió mucho al verme.
Félix, les di una tarjeta tuya, así que seguro que te han llamado, o lo harán.

Tras el reapriete de la caja de dirección observo que el aceite que pierde el coche ya es mucho y las patillas del cárter están cada vez mas deterioradas.
Antes de llegar a Pamplona, se pasa por el embalse de Yesa y por un montón de pueblos maravillosos.

El paisaje montañés nos abandona hasta llegar al País Vasco.
En Pamplona soy invitado a un café en compañía de otro perturbado, José Luis, como yo y gravemente afectado por la chatarrosis, pero aparte de hablar de coches, también lo hacemos de política.
En Igorre (un pueblecito del País vasco) paso la noche en casa de otra amiga nunca me aburriré de darte las gracias Itzi.
Igorre está en una zona privilegiada apartada de todo un poco y con unos paisajes impresionantes. He de decir que me sentí muy cómodo allí.
No hay que olvidarse de Zarauz, que desgraciadamente tampoco pude ver, pero si a otra Itzi, que también me acompañó a Nicaragua días antes. La noche se me echó encima, pero la carretera es estupenda, doy fe.
En Bilbao no me despedí de un amigo que nos ha abandonado hace poco por su delicado estado de salud y no sabéis cuanto me arrepiento, espero que estés feliz allá donde estés Colempi (Javier), te lo mereces. Pero si lo hice de Guecho, de donde guardo recuerdos de tiempos pasados muy gratos para mí.
Oiane me invita a otro café mientras vemos fotos de Nicaragua.
Llegamos a Cantabria, que por que no decirlo, goza de unos pueblos tipo Santillana del mar o San Vicente de la Barquera con un encanto especial, pero en el que me detendré es en Comillas.
Comillas inspiro en mí sensaciones que ningún otro pueblo logró inspirar. Juzgar vosotros mismos.


Que bonita es su universidad, sus palacetes y su vista desde el parque central.
Cristina y su familia me acogen en su casa una noche y sigo adelante con el cacharrito.
Por cierto, tengo fotos para vosotros, a ver si me dejo caer un día por vuestra casa y os las doy. Gracias a todos por hacerme sentir como en mi propia casa.
Preciosa foto de algún valle perdido en el norte de España.

Se puede ver a mi “aliada” en éste viaje justo en el asiento, la inseparable guía CAMPSA.
Llegamos a Asturias, y el primer pueblo característico que me da la bienvenida es Llanes con su precioso puerto y donde disfruto de unos bígaros riquísimos en uno de los chigres del puerto.

Como podéis ver la mar está como un plato, que gusto para los navegantes, un día de cine.
Como soy un loco de la historia decido desviarme hacia el interior para ir a ver la primera capital de España en tiempos de Don Pelayo que no es otra que Cangas de Onís, con su famoso puente románico y del que no se me pasa hacer una fotografía.
También visito Covadonga, pero no me da tiempo a bajarme porque el tiempo apremia y la enorme cantidad de peregrinos me quitan las ganas.

Parada obligada en Ribadesella, es un pueblo muy bonito que como su propio nombre indica está en la desembocadura del Sella, y que muy bien conocerán aquellos que hayan hecho su descenso en piragua. Desgraciadamente no tengo fotos.
En Villaviciosa también hago una parada para retomar fuerzas y como no, mirar el aceite de mi trasto que ya se cae por todas partes; el cárter está destrozado.
Fin de etapa en Gijón, donde me espera mi abuela que es asturiana con una cena digna de abuela y que disfruté muchísimo.
Otra vez en casa, pero el coche ya da síntomas de fatiga porque el viaje ha sido duro y se está comportando como un campeón; como se nota que es un 600…
Decido retomar la ruta de buena mañana; me gusta mucho Asturias y no quiero que la luz del día se me apague antes de abandonarla.
Disfruto de carreteras reviradas próximas a la costa y paso por localidades preciosas como Cudillero, Luarca, etc….
La gente pone cara de asombro, están desconcertados, casi no se creen que un coche de Madrid, de esa cilindrada y de esa edad se esté paseando por allí como si de un coche actual se tratase.
Disfruto mucho de las gentes que voy conociendo, cada gasolinera se convierte en un museo donde aficionados y curiosos se acercan para repetirme la ya conocida frase: “Yo a tu edad tenía uno y con él…” y empiezan a contar batallas de la mili o de la familia o de aquellas vacaciones, etc…
El coche es capaz de sacarle cuanto menos una sonrisa a cualquiera que lo ve, y eso es algo de lo que me siento muy orgulloso.
Decido parar a comerme la fabada que mi abuela me tenía preparada para el viaje y que inteligentemente coloco sobre el cambio de marchas, en el maletero posterior del coche, para que se mantenga caliente hasta que me la tome en Ribadeo.
Hay una explanada justo a la entrada del pueblo, justo antes de cruzar el Eo, con unas mesas donde devoro la fabada con mi vista orientada al mar, donde encuentro un barco encallado y que se aprecia en la foto.

Me entretuve viendo un barco de salvamento hacer unas maniobras de entrenamiento.
Ribadeo es limítrofe con Galicia, así que me adentro en esta comunidad aunque no la disfruto como otras porque el tiempo apremia y tengo que llegar pronto a Madrid, motivo por el cual decido meterme en la autopista para ahorrar tiempo aunque sea a base de perderme gran parte del encanto de Galicia.
Llego a Ferrol donde Pit y Marta me sacan literalmente del coche y me enseñan Ferrol por la noche.
Menuda juerga, como lo pasamos de bien. Aparece entonces otro amigo mío, Prioiro, un forero de Piel de Toro que se incorpora en ese momento a la juerga y nos da la oportunidad de brindar con él por el casi conseguido reto.
Al día siguiente Pit y Marta se toman la molestia de enseñarme la ciudad y sus playas donde se puede practicar buen surf. Me llama especialmente la atención sus fortalezas que cerraban el paso a los barcos a base de cañonazos a la bahía.
Su centro histórico es de planta cuadrangular, y la vida parece muy relajada. Me pareció una ciudad que tiene un equilibrio muy particular entre lo nuevo y lo antiguo; me gustó mucho.
Pit, gracias por la noche en tu casa y la deliciosa comida que degusté en ese restaurante familiar justo antes de la etapa final. También te prometí que volveré.
Tras limpiar el coche en una gasolinera en la que Pit tiene mucha mano como se puede ver en la foto emprendo mi etapa final.

El coche parecía otro, llevaba sin lavarlo desde que empecé el periplo, ya casi no me acordaba de su brillo, da gusto con esos cromados, nunca me cansaré de mirarlo.
Con mas sustos que otra cosa consigo llegar a Finisterre; el último cabo que me queda para llegar al “fin de la tierra”. Mi coche se ha portado como un campeón. Pero ya tiene muchos problemas mecánicos y me planteo hacer noche allí o tratar de llegar a Madrid.
Cuando llegué allí la vista me impresionó aunque ya la conocía, menudo acantilado.

Bonito faro el de Finisterre. Lamento la inclinación de la foto, pero ya empezaba a hacer mucho viento porque se estaba formando una tormenta que luego resultó espectacular. El cielo se volvió gris y eso que seguía siendo de día, el viento empezó a soplar con mucha fuerza y el coche se movía como si fuera un juguete.

Aunque parezca de noche, no lo era.
Tomo la heroica decisión de seguir adelante, siempre hay que seguir adelante.
Con la dirección abierta, el carter roto, la culata dando saltos y el coche quemando casi la misma cantidad de agua que de gasolina parto hacia Madrid esta vez también por autopista.
Partimos rumbo a casa.
En el tintero queda Salamanca, pero no hay más días y hay que llegar, así que otra vez será en la que vea la Casa de las Conchas de estilo Herreriano.
El viaje fue agotador y el coche ya era casi peligroso. De noche, en solitario, el cansancio acumulado; fue una verdadera odisea el mantenerse despierto.
Parada cada 100 kms para que tanto el coche como el dueño descansen. Empieza a escasear el aceite que el carter no retiene y el agua se rellena en cada gasolinera en la que paro.
Cerca ya de Madrid decido aparcar el cacharrín al lado de un camión y los tres dormimos durante un rato, pero empieza a llover y recojo el saco para intentar continuar. El charco de aceite es muy grande y pongo la última reserva y me digo a mi mismo; lo que queda hay que hacerlo de un tirón.
Ya llego a la cuesta de las perdices y consigo ver La Puerta de Hierro, luego el palacio de la Moncloa y me digo; “ya estoy en casa”.
En Cea Bermúdez otra parada porque el agua hierve, son las siete de la mañana y la poca gente que está a mi alrededor no da crédito a sus retinas y se pregunta que hago yo allí.
El ronroneo de mi motor cesa cuando doy ese cuarto de vuelta a la llave del contacto y todo se detiene; mi garaje me inspira sensaciones de victoria y mi 600 mira entonces al resto de coches casi por encima del hombro como desafiándolos a cumplir la misma vuelta a España dentro de 30 años; ¿harán el mismo buen papel que el SEAT? Yo lo pongo en duda.
Dejo todo en el coche y cojo únicamente las llaves de casa para dormir como un lirón todo el tiempo que necesite. El pequeño Bastardo Azul ha llegado a casa y se ha portado demasiado bien, merece una ovación. Hay que destacar que durante todo el viaje había una huelga de grúas que lo ha hecho mas emocionante, si cabe.
Al día siguiente bajo a mi coche y hago balance de todo; dirección abierta, carter roto, culata alabeada, frenada imprecisa, un encendido completo, un carburador para rehacer y unos 4500 kms más de aventura, amistades, experiencias, novedades, y mucha riqueza personal.
Francamente me ha merecido la pena y lamento no haber podido estar con la gente más tiempo, pero hay un examen en septiembre que no espera y que hay que preparar.
Espero os haya gustado la crónica y os demuestre que nuestros coches están en plena forma para hacer casi lo que queramos con ellos.
La travesía fue seguida muy de cerca en el foro de Piel de Toro, link que os pongo para que pinchéis en él.
http://67.15.32.68/foro/viewtopic.php?t=31798&highlight=vuelta+a+espa%F1a
En fin, no hay que estar muy loco para hacer algo así, ¿O sí?
Alfonso Bulbena (Bul)
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