|

En muchas
ocasiones ignoramos o infravaloramos las cosas porque nos son próximas; otras,
incluso cuando las tenemos ante nosotros, no llegamos a conocerlas en toda su
dimensión. En la trayectoria del automovilismo español hemos oído siempre los
nombre de Elizalde, Hispano-Suiza, Nacional Pescara, de Ricart, de Pegaso. Estos
dos últimos nombres íntimamente unidos, dieron brillo a la industria nacional,
y la que hoy es una gran marca mucho debe, sin duda, al genio creador del que,
por méritos propios, habrá de ocupar un puesto en la historia de la técnica
automovilística: Wifredo Ricart Medina.
UN ESPAÑOL EN
LA CIMA
Desde 1922 a
1950, la vida de Wifredo Ricart está cuajada de realizaciones de vanguardia,
nacidas de un espíritu luchador y de un trabajo en continua superación. El
automovilismo español, pródigo entonces en creaciones propias, ha dado un
hombre que pasa a ocupar, en 1939, uno de los más altos cargos en una empresa
como Alfa Romeo, situada entonces en la cima de su esplendor. Y es después de
su trabajo en Italia cuando Ricart vuelva a una España en reconstrucción y,
aprovechando todos los recursos humanos y técnicos disponibles en nuestro país,
sienta las bases de una mecánica de calidad y logra atraer hacia nuestra marca
nacional, Pegaso, las miradas de todo el mundo.
Hoy, abandonando
ya la casi totalidad de sus actividades, Ricart pasa temporadas en Suiza y
muchos ratos de rememoranza en su piso de Barcelona, donde planos, maquetas,
libros y piezas de mantenimiento en contacto con su gran pasión por la mecánica.
Cuando hablamos con él, en Madrid, durante mucho tiempo ha estado observando
las cámaras fotográficas, con verdadera curiosidad, mientras le enfocaban;
después ha preguntado algunos detalles y ha manifestado su inclinación por la
fotografía y su técnica, como una faceta más de su afición.
Hombre prudente,
mal interpretado en alguna ocasión, nos ha ido hablando con reposo, sacando de
su memoria cada paso de su vida o añadiendo detalles a los hechos que le comentábamos.
UN JOVEN VALOR
Veinte años tenía
Wifredo Ricart cuando el joven barcelonés termina su carrera de ingeniero. Le
espera un gran futuro y pronto comienza a ocuparse de la dirección de talleres,
y toda su anterior experiencia en el diseño de motores Diesel y de dos tiempos
la vuelca en la fabricación de los motores Rex, que eran aplicados a la
agricultura y la industria. No tarda mucho en adquirir la empresa e
inmediatamente pone los cimientos de Sociedad Anónima de Motores Ricart y Pérez,
que continuó con la fabricación hasta 1960. A los cinco años de graduarse,
Ricart había dado escape a su afición automovilística y, en un tiempo increíble
de seis meses construye un coche de competición.
- Sí, aquel
coche fue el primero completo que hicimos. Llevaba un motor de cuatro cilindros,
con dos ejes de levas sobre la culata y cuatro válvulas. Por entonces, que yo
sepa, no había otro igual. Nos dio además otras satisfacciones este motor,
pues lo montamos en una embarcación que había diseñado Miguel Sanz y en dos días
de regatas, a las que acudieron muchos famosos, quedó primero de los españoles
y primero en la general de regularidad.
Así ha comenzado
una serie de éxitos que prácticamente no se interrumpe ya. Éxitos que vienen
impulsados por una fuerte pasión. Pero, ¿dónde y cuándo nació en Ricart
esta afición automovilística?
- Como la de
todas las demás personas que se aficionan a otras cosas. En realidad, para mi
el automovilismo supuso una retirada. Mi verdadera afición era la aviación,
pero ante la imposibilidad de desarrollar un trabajo útil, incliné mi pasión
por la mecánica fina de los automóviles y en los motores. A mi, por entonces,
al automóvil no me gustaba ni me apasionaba para andar con él, sino como
constructor que trata de hacer una obra fina y de calidad.
Siguiendo un poco
cronológicamente, Wifredo Ricart, que ha obtenido con su coche un formidable
triunfo en la Rabassada, dominando en su categoría
a un Bugatti y un M.A., ve disuelta la anterior sociedad Ricart y Pérez para
convertirse en Fábrica de Automóviles Ricart, S.A., y, tras la fusión
posterior con la España, pasar a ser Ricart-España dos años más tarde. De
esta fecha, 1926, data un motor que ha sido calificado por todos los técnicos
como de una verdadera maravilla: un seis cilindros en V, de 1.500 c.c. del que
dice Miguel Castro Vicente que "puede considerarse como una de las más
extraordinarias aportaciones del automovilismo español a la técnica mundial de
este vehículo".
EXITO MUNDIAL
EN PARÍS
Con los logros
obtenidos, los coches Ricart adquieren gran
prestigio, y en el Salón del Automóvil de París de 1927 reciben el
espaldarazo.
- Nuestro
coche despertó interés en todo el mundo -nos dice-. Quizá era el más
avanzado de todos los que se presentaron en París y era prototipo de otros
muchos que se harían posteriormente. Allí mostramos un motor que, por su
arquitectura general, hoy todavía parecería moderno. Tenía un gran
rendimiento y era de carrera corta, cosa que entonces estaba incluso mal vista;
era lo que luego se ha llamado un motor cuadrado y llevaba dos válvulas por
cilindro, con siete resortes por válvula situados formando una corona, y
que eran de una manipulación muy sencilla, pues se podía cambiar de
resorte con los propios dedos. Fue una técnica que luego sería muy aplicada en
los motores de aviación Packard.
-¿Cuál fue su
relación con Hispano-Suiza?
- Yo nunca fui
empleado de Hispano-Suiza, pero mantuvimos siempre excelentes relaciones. Yo
diseñé un motor que esta firma fabricaría para la Sociedad de Motores
Superdiesel, que presidía el conde de Figols. Se hicieron cien unidades,
destinadas a embarcaciones pesqueras. En aquéllos
situé una bomba de barrido encima de cada cilindro y logré la distribución de
aire sin válvulas, sino por medio de un
distribuidor rotativo.
El motor Diesel,
efectivamente, es una de las más vastas experiencias de Ricart en aquella época.
Por ello le preguntamos qué supusieron por entonces aquellos motores
sobrealimentados.
- Este motor
que se fabricó en Hispano-Suiza era uno de ellos. Con uno coma seis litros de
cilindrada conseguíamos de él cincuenta caballos, lo cual estaba muy bien para
un Diesel.
CON ALFA ROMEO
Ricart había
recibido ya importantes ofertas de Milán, donde Alfa Romeo trataba de atraer al
activo ingeniero español, quien había vivido ya el declive de su empresa.
Cuando le hemos preguntado acerca de lo que él dio a Alfa y Alfa le dio a él,
don Wifredo sigue hablando pausadamente.
-Empecé
trabajando en motores Diesel y, después de una muta experiencia de un par de años,
me encargaron la División de Proyectos y Experiencias de toda la marca, para
motores de gasolina y Diesel, coches de turismo, camiones, aviación, marina y
también competición.
"Las
carreras -añade- es lo que la gente ve, es lo espectacular y atractivo,
porque, ¿a quién interesa un camión? Aquellos fueron años muy buenos, de una
gran experiencia, una amplia experiencia. Pero luego vino la guerra y acabó
todo."
"Alfa me
dio mucho. Yo pude disponer de toda clase de medios
de excelentes colaboradores. Recuerdo a todos, y algunos de ellos, además,
los tengo aquí en Madrid. Lo que yo le di a Alfa creo que también es
importante. Aporté un motor de aviación de veintiocho cilindros, que luego no
se pudo construir a causa de los bombardeos, pero del cual teníamos ya cinco
unidades y realizamos pruebas en banco; otro motor de ocho cilindros en V
invertida para aparatos de escuela de transformación y que, incluso después de
la guerra, se continuaron construyendo durante varios años. Aporté, sobre
todo, mucha ilusión y logré la constitución de ese Departamento de Proyectos
y Experiencias, formando un conjunto con las cosas que antes estaban dispersas.
- ¿Qué era para
usted más atractivo, el trabajo en Alfa Romeo o su anterior etapa como
fabricante?
- Creo que más
agradable era la época de Alfa, porque disponía de más medios para mi labor.
Pero me caían muchas bombas sobre la cabeza y, de verdad, es ya no era bonito.
Tal vez por eso,
Ricart preparó su equipaje y en 1945 se vino a España, donde se le encomendó
la dirección técnica y organización de Pegaso. Pero en Italia, además de lo
que él modestamente enumera, hizo una amplia labor en el terreno deportivo y
logra que Alfa Romeo arrebate la primacía a Mercedes y Auto Unión. Tal vez la
obra más fina de esta época sea el 12-C 512, monoplaza con motor de 1,5
litros, con una potencia de 335 CV. y una velocidad que superaba los 300 km/h.,
pero que no puedo dar todos los éxitos podía a causa
de la situación bélica. Antes, en 1939 y principios de 1940, los coches
diseñados por Ricart compiten en cinco Grandes Premios y, salvo la victoria de
Mercedes en Trípoli, todo son éxitos para los Alfa Romeo. No es de extrañar
que, años más tarde, los nuevos coches españoles Pegaso sorprendieran a los técnicos
y se apuntasen, en una corta trayectoria, triunfos muy estimables.
LA TECNICA
DEL ALFETTA
Hace escasos
meses, Alfa Romeo presentó su berlina Alfetta. Pronto se recordó a Ricart,
pues la distribución mecánica de este coche, con el embrague, la caja de
cambios y transmisión situadas atrás, mientras que el motor es delantero, venía
tomada de otro Alfa del mismo nombre, de competición, y se había repetido en
el Pegaso Z-100, ambos obra del mismo técnico. Cuando hablamos con él, nuestro
gran ingeniero no conoce aún este turismo italiano y muestra su curiosidad para
que le presentemos los números de AUTOPISTA en que se describía y probaba el
modelo.
- Ese tipo de
disposición no es realmente mío. Cuando se tiene proyectado el peso surgen
problemas de distribución de masas, lo cual aconseja, en algún caso, utilizar
esta disposición. No se somete a la transmisión al alto par de las marchas
cortas, sino que el eje va siempre
a la velocidad a la que gira el motor. Efectivamente, en Alfa construimos un
prototipo deportivo que no se llegó a lanzar.
- Pero, ¿se
justifica esta técnica aplicada a un turismo?
- Desconozco
los datos y la disposición de elementos y las soluciones que se han adoptado.
Posiblemente, Alfa Romeo haya buscado, como yo hice entonces, dar mayor
adherencia a las ruedas traseras, a la vez que mejor reparto de pesos.
"AÑORO
EL PEGASO"
- Se ha hablado
de la excesiva similitud de los Pegaso con los Alfa.
- Creo que no
la hay; tal vez exista algún parecido en la forma de la carrocería, pero esa
similitud, no.
- Cuáles fueron,
a su juicio, los más relevantes éxitos y fracasos de Pegaso?
- El coche
Pegaso nunca fue visto como una proposición comercial. Tenía que llegar a
serlo, pero la construcción del coche fue una solución para hacer menos
costosa una escuela de mecánica fina de cara a una maestranza que, por aquellos
años, estaba un poco acostumbrada a la chapuza. Yo tenía que formar mecánicos.
El camión tenía que ser construido muy bien, para que, a base de calidad,
tuviese un mercado. No se podía admitir desde ningún punto de vista una baja
calidad y por eso había que formar un plantel de hombres capacitados. Como una
escuela para hombres es carísima, encontramos que la forma más económica de
que se fueran entrenando y aprendiendo era que hicieran algo que absorbiese
mucha mano de obra.
Entre todo lo
que yo sabía hacer, lo más adecuado me pareció ese coche de gran precio. Se
trabajaba sobre él como si fuera un laboratorio; era una escuela a fondo
perdido, en la que nada era montado si no se había llevado un máximo de
calidad, aunque hubiera que repetir piezas en muchas ocasiones.
Luego vino la
competición, a la cual se llegó un poco por presión del ambiente, pero que no
era necesaria en ningún concepto.
- Actualmente, ¿qué
posibilidades comerciales tendría el coche Pegaso?
- Un coche de
gran categoría tiene más posibilidades construido en España que en otro país
de nivel económico más elevado. Se hace para otros mercados y el costo es
mejor aquí que en otro lugar.
- ¿Alguna razón
por la cual no se hace algo similar?
- Explicación
no veo ninguna, y lamento que no se haga. Pero que advertir que habría que
hacerlo en una industria seriamente instalada y que tuviese otra economía
paralela al coche de lujo.
- ¿Hay ahora
ambiente para la investigación y la creación?
- El problema
de la investigación es muy delicado y se gastan muchos millones, a veces, con
escasos resultados. No se trata de hacernos sabios, sino de aprovechar los
recursos a ir a la práctica, cosa que se hace muy poco. De todas formas, usted
sabe que a mi me tocó vivir un ambiente de total desamparo, antes de mi
estancia en Italia, y puedo afirmar que ahora existe más ambiente que entonces.
Mucho,
insistimos, ha hecho el ingeniero Ricart en la trayectoria del automovilismo; más
de lo que unas cuartillas, alimentadas por la modestia de este gran técnico,
pueden reflejar. Los nombre de Rex, Ricart-España, Nacional Pescara, Alfa Romeo
y Pegaso tienen una estrecha vinculación con él. Es algo que pocas personas
podrían ofrecer en su historial, prolongado después en una gran labor en el
INTA.
- ¿De qué se
siente don Wifredo Ricart más orgulloso profesional, humana y científicamente?
-
Siempre he cumplido con mi deber. Estoy satisfecho, porque dediqué la vida a
trabajar en algo que me gustaba mucho. Sí, he trabajado, pero he llevado una
vida fantástica. Yo me lo he pasado muy bien con mi trabajo.
· Autor: J.M Visea
Bustamante. Fotos: Boutellier (AUTOPISTA nº 710, 16-9-1972).
· Gracias a Pereka por enviar
el reportaje.
|
|