
Gracias a la
iniciativa y desvelos del Antic Car Club de Cataluña y al posterior
apoyo de ENASA, los amantes de los automóviles deportivos de grandes
prestaciones y mecánica sofisticada, han tenido la oportunidad de visitar la
Primera Exposición Mundial de los legendarios Pegaso. Será muy difícil que en
un acto de este tipo, se puedan volver a reunir 11 Pegasos de distintas características,
por los quebraderos de cabeza que trajo consigo su localización y reagrupación.
Había que
restaurarlos, revisarlos mecánicamente, ponerlos a punto, transportarlos,
seguros y un sinfín de detalles que los hombres del Antic Car encabezados por
su presidente José Mª Bascones, Pablo Gimeno, Paco Orús, etc. fueron
resolviendo sobre la marcha, teniendo en la persona de Juan Elías, delegado de
Comunicaciones de ENASA en Barcelona a un extraordinario colaborador y mediador
con los altos cargos de esta empresa.

No se podía
escoger mejor marco para rendir este tributo a Pegaso y a la memoria del insigne
ingeniero Wifredo Ricart, creador de este automóvil, que las
instalaciones del museo que posee el Antic Car Club de Cataluña, con su clásico
estilo inglés, arropando a los vehículos protagonistas una corte de Hispano
Suizas que parecían vigilar con sus enormes faros los acontecimientos de sus
dignos sucesores, los Pegaso Z-102 y 103 allí presentes. Realmente ha sido un
acto histórico que ha dado la posibilidad a la nueva generación, de conocer
hasta qué punto había llegado España a nivel tecnológico, pues actualmente
muchos ellos desconocen lo que había realizado ENASA y su proyectista Wifredo
Ricart.
Durante el
transcurso de la Exposición Pegaso estuvieron presentes altos cargos de ENASA,
que en una jornada muy emotiva departieron con parte del personal técnico que
había trabajado en el desarrollo de estos coches, así como con algunos de los
pilotos que los condujeron en competición.
Cerraron el acto
el presidente del Antic Car, quién después de un discurso antológico que
emocionó a todos los presentes, hizo entrega al consejero delegado de ENASA,
Carl Lewy de una placa de plata con la reproducción exacta del cartel
anunciador de la exposición. Tras las palabras de agradecimiento del consejero
delegado tomó la palabra Juan Llorens, adjunto al consejero delegado y gerente
de Desarrollo Corporativo, quien después de un discurso ofreció el Edificio
Noble de la antigua fábrica ENASA (La Sagrera), al Antic Car para poderse
realizar un gran Museo del Automóvil bajo su gestión.

En 1946 y a
iniciativa del INI (Instituto Nacional de Industria), se constituyó un ente
estatal denominado Empresa Nacional de Autocamiones, S.A. (ENASA), esta sociedad
compró las instalaciones de Hispano Suiza en La Sagrera, quedándose a una
parte de sus técnicos.
En sus primeros años
centró su producción sobre las necesidades vitales de la economía española,
produciendo vehículos industriales, fabricando inicialmente un camión con técnica
derivada de Hispano Suiza, naciendo así el primer camión Pegaso, nombre con
que ENASA comercializa sus vehículos a través de su filial Comercial Pegaso,
S.A.
Heredera del
prestigio de Hispano Suiza, ENASA pone un punto de honor en producir un automóvil
de alta calidad que pase los máximos controles de precisión, creándose el
Departamento de Desarrollo y Tecnología a cuyo frente se pone al ingeniero
Wifredo Ricart.
Ricart pone manos
a la obra y con su equipo de colaboradores lanza el automóvil deportivo Pegaso,
coche altamente sofisticado y de una tecnología muy avanzada, considerándose
como un hecho insólito en la época en que se produjo, logrando un gran impacto
internacional y cumpliendo así uno de los objetivos propuestos al plantearse su
fabricación como difusión de una imagen de producto, favoreciendo a su vez la
creación de una escuela de alta mecánica.

CABALLO COMO INSIGNIA
El nombre de Pegaso evoca el caballo alado de la mitología griega, nacido de la sangre de Medusa y domado por la diosa Minerva, ser que representa la inteligencia.
Sin embargo, el escudo que aparece en la calandra de los vehículos de ENASA es un recuerdo a los caballos de Aldaba de la Escuela de Viena y a los Cartujanos de la Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de los Domecq, caballos mansos para el paseo, solemnes para el desfile y
bravos
para la pelea que reflejan perfectamente la personalidad del Pegaso y que son
los únicos después del siglo XVIII en efectuar la prodigiosa cabriola o salto
de cabra, así es como lo designan los jinetes que queda reflejada en el escudo
de Pegaso.

¿POR QUE LOS PEGASO ERAN DISTINTOS?
Wifredo Ricart tenía una personalidad muy acentuada que en ocasiones y durante su estancia en Alfa Romeo lo proporcionaron ciertas diferencias con Enzo Ferrari, quizá por la similitud de caracteres. Fue un hombre que siempre iba en búsqueda de la verdad, embargándole el entusiasmo y el arte de sus creaciones. De los 86 Pegaso que se construyeron no hay uno igual, pues constantemente estaba innovando y mejorando su producto en un afán de encontrar la perfección técnica y estética sobre una misma base, demostrando así su vitalidad creadora, contagiando también a sus colaboradores.
Tres
carrocerías de elite diseñaron sus líneas, Touring, Saoutchik y
Serra aparte
del propio departamento de estilo de ENASA, realizándose coupés, cabriolet,
barquetas de competición en una profusión inusitada, mientras que los motores
tipo 102 de 2,5, 2,8 y 3,2 litros con sus distintos sistemas de carburación
eran una verdadera vorágine de variantes, equipando indistintamente 1
carburador doble, 2 dobles, 4 dobles ó 2 cuádruples, además de aplicar un
compresor o dos, según las necesidades para extraer más o menos potencia, algo
realmente sorprendente. Su última creación fue el Z-103 de 3,9 y 4,5 litros
que era de una concepción totalmente distinta y con el cual prácticamente
finalizó su ciclo creador de coches deportivos en ENASA.
En cualquier proyecto
Ricart no aceptaba las modas, cuando se empezó a utilizar en carrocerías el poliéster comprobó la diversidad de opiniones de sus técnicos y asumiendo la responsabilidad del hecho les formula ¿Son ustedes partidarios del bronce? La moda le parecía lo más opuesto a los fines que perseguían.

Uno
de los hoby de este gran ingeniero era su afición a la aviación, pilotando
personalmente su Gipsy-Moth biplano, participando en competiciones y acometiendo
arriesgadas proezas como superar los 5.000 metros de altura al descubierto.
Ricart
nunca aceptó el conformismo español en aceptar la supremacía técnica
extranjera pues temía la solución de las licencias para nuestro desarrollo
económico y social. Luchó para que España tuviera su propia tecnología pues
según su acertado criterio al pagar los royalties a las multinacionales se les
ayudaba a pagar sus propios departamentos de investigación para ir en cabeza
del progreso. De todos modos podemos consolarnos de que aquí queda su obra
realizada.
· Autor: Mario Chavalera (AUTOMOVIL 1982)
· Gracias a Juan Antonio F.C. por enviar el texto
y las fotos.
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