- El
holandés volador -

Se trata de un coche muy especial.
Valga la redundancia porque todos los Pegasos son especiales.
Pero, en este caso, el coche tiene un interés particular por muchas razones,
como se verá a continuación en exclusiva mundial para Piel de Toro y sus
lectores.
Tuve noticia de que se había localizado en los Estados Unidos un Pegaso que se
encontraba en un contenedor durante muchos años. Su dueño había intentado
reparar una avería del motor, pero había desistido debido a la complejidad mecánica.
Varias personas se interesaron por la compra, pero no habiendo piezas de
repuesto y debido a las dificultades de la restauración, el Pegaso terminó
abandonado con la mecánica desmontada.
Por fortuna, el coche estaba completo, con todas sus piezas originales y, al
haber estado encerrado en un contenedor, al abrigo de la intemperie y de la
humedad, la carrocería estaba en perfecto estado, sin golpes y sin óxido,
aunque es cierto que la pintura había desaparecido.
Fuí informado de la llegada del coche a Europa y de que el nuevo propietario
residía en los Países Bajos, de modo que no tuve más remedio que ponerme en
marcha y salir de viaje hacia el norte.
A mi llegada, conocí personalmente al propietario, con el que antes sólo había
hablado por teléfono. El hombre es un gran apasionado de la marca Pegaso y hay
que agradecerle que haya recuperado y preservado una pieza importante del
patrimonio histórico automovilístico.
Cada Pegaso es importante, pero si se trata de un modelo único todavía lo es más
y, en esta ocasión, no se tenían noticias del coche desde que abandonó España.
Nadie lo ha visto en Europa durante muchos años y, posiblemente se hubiera
perdido para siempre si nuestro buen holandés volador no lo hubiera rescatado.
De este coche existía poca información, ya que en el famoso libro Ricart-Pegaso,
La pasión del automóvil, de Carlos Mosquera y Enrique Coma-Cros, que es la
mejor obra en la materia, hay pocos comentarios sobre este coche en concreto y
en el nuevo libro Pegaso, Los purasangre de Barcelona, de J Manuel Baró que se
acaba de publicar, ni se le menciona.
El propietario de este interesante Saoutchik, es un hombre amabilísimo que me
dió toda clase de facilidades para inspeccionar su coche y he tenido la suerte,
porque fue una suerte llegar en el momento adecuado, de encontrar el coche ya
descargado en la cochera, desmontado y a punto para empezar su restauración.
Imposible describir la impresión que causan todas las piezas mecánicas de
origen, como salieron de fábrica, sin ninguna alteración.
Primero se procedió a un meticuloso inventario, porque añadiré que el
propietario es un auténtico experto que ha restaurado otros coches importantes
y enfocó bien la tarea desde el principio. Por otra parte, su formación
profesional de ingeniero, especializado en metales y aleaciones le permite
conocer el terreno que pisa.
De un modo u otro, tenemos la suerte de que el Pegaso esté en muy buenas manos,
de alguien que sabe cómo proceder y que quiere respetar completamente la
originalidad del coche, llegando a extremos de cuidado y minuciosidad que otros
restauradores profesionales pasarían por alto.
Tras algunas comprobaciones, pude establecer que el Saoutchik coupé perteneció
a la familia Domecq, de Jerez de la Frontera y que, según el libro de Mosquera
y Coma-Cros, el coche estuvo matriculado en Cádiz. Casi con toda seguridad es
el coche que batió un récord por carretera abierta, como se hacía entonces,
entre Madrid y Jerez de la Frontera.
El coche queda identificado como el Saoutchik de la familia Domecq, desaparecido
de España durante tantos años, felizmente de regreso en Europa y en buenas
manos.
Hace un rato he hablado con el propietario por teléfono, de modo que podemos
conocer el estado en que se encuentra ahora mismo el coche.
En una segunda visita, encontré el coche con la carrocería por una parte y la
mecánica completamente desmontada por otra. El coche ya había recibido su
nueva pintura, que aún estaba reciente.
De la carrocería se había hecho cargo un carrocero italiano, que encontraba
algunas similitudes con algunos coches italianos que había restaurado, no
olvidemos que Wifredo Ricart trabajó en Alfa Romeo y aunque Saoutchik era francés
es cierto que tuvo que adaptarse a un bastidor y a una mecánica de origen
ENASA, es decir, de origen Ricart.
Por cierto, para los aficionados a los colores, no voy a decir de qué color está
pintado el coche. Esto se sabrá si se celebra el Meeting Pegaso en Jabbeke,
porque este señor ya me ha confirmado que participará si el evento tiene
lugar. Entonces saldrá el coche en las revistas especializadas y se podrá
admirar en color.
Cuando llegué de nuevo a aquella amplia y bien cuidada cochera, donde también
habían otros coches interesantes, abrimos la puerta entre el propietario y yo,
entró la luz de la calle y pude ver de nuevo la extraordinaria carrocería
Saoutchik, que algunos dicen que no son de las más bonitas, pero eso va en
opiniones, lo cierto es que estaba impresionante ahora con su nueva pintura, con
el morro más levantado de lo normal a causa de la falta del peso del motor y
aparecía muy original en dos colores.
Se había elegido un color oscuro para la carrocería y otro color más claro
para el techo. De modo que ya sabemos que existe otro Pegaso bicolor.
La solución puede ir en gustos y de eso no se discute, cada uno puede pintar su
coche del color que más le guste, lo cierto es que es muy original y creo que
no he visto ningún otro Pegaso pintado igual.
En cuanto a la mecánica, el motor, la caja de cambios y otros elementos mecánicos
se encontraban desmontados en otro taller cercano a la cochera. Toda la mecánica,
que, como se ha dicho, estaba completa y de origen se había confiado a un mecánico
profesional que procedió al más completo despiece.
Sería difícil describir el bloque motor en un banco, los pistones, las bielas,
las camisas, luego volveremos a las camisas, las válvulas, los árboles de
levas, los conté, por supuesto, para ver si de verdad eran cuatro, los piñones
de la distribución, etc.
En otro banco, se encontraba la caja de cambios, con el diferencial, los
tambores de los frenos traseros acoplados, todo giraba con suavidad al mover los
engranajes con los dedos. Muelles, tornillos, todo de origen ENASA, todo, hasta
la última pieza con números de serie grabados. Levanté a peso los árboles de
levas y me parecieron esculturas modernas a las que sólo faltaba poner un
pedestal y meterlas en una vitrina de exposiciones, pero ese no era su cometido,
sino volver al motor para ponerlo en marcha.
Conté las camisas y había más de la cuenta. Al parecer las originales estaban
dañadas y nuestro ingeniero, especialista en aleaciones, ni corto ni perezoso
se fabricó él mismo nuevas camisas para su Pegaso.
Supongo que los lectores estarán deseando hacer una pausa y que la historia
continúe en otra entrega. No sin antes, como había prometido, comentar mi última
conversación con el propietario que ha tenido lugar hace unos minutos.
El motor arranca y se encuentra montado en el coche, pero todavía no ha salido
a la calle. Estoy invitado para la primera vez que el Pegaso vea nuevamente la
luz del día, salga a la calle y la gente se quede mirando preguntando qué
coche es ese ¿Es un nuevo coche que acaba de salir de la fábrica o es un coche
que tiene cincuenta años? No sé si en los Países Bajos habrán visto en su
vida un Pegaso circulando por el tráfico del centro de la ciudad. Estoy
invitado a sentarme a la derecha y todavía no sé si eso quiere decir si estoy
invitado o no a conducir el coche, todo depende si tiene el volante a la derecha
o a la izquierda. Por cierto, decía al principio que este coche, este holandés
volador es único. Lo es.
Dos palabras para entendidos: Motor 2.8, doble encendido.
INFORMACIÓN
ADICIONAL (por Enrique Coma-Cros)
Coche entregado por fábrica
en diciembre de 1955 a José Domecq de la Riva.
N° de bastidor 0102-150-0161 (el número 150 indica que se trata de un coche
con volante a la izquierda).
Llama la atención, como curiosidad, el que en la documentación de fábrica
para la entrega se señala sólo "Saoutchik" y no "Saoutchik Coupé"
o "Saoutchik Cabriolet" como era habitual en Enasa. Tampoco constan
los colores interior ni exterior. La carrocería es de chapa y no de aluminio
como en otros casos, siendo de aluminio las puertas y capots delantero y
trasero.
No nos consta matrícula definitiva de este coche en España, y sí consta en
cambio la del Spider Serra 0166 del mismo propietario matriculado en 1958 (CA
16.001)
Se supone que fue este el vehículo utilizado por su propietario en fecha
06/07/56 para establecer el récord Madrid - Jerez en carretera abierta.
Parece ser que fue vendido en 1958 (año que coincide con la matriculación del
spider Serra) a un norteamericano residente en Torrejón de Ardoz.
Dicho nuevo propietario tuvo un problema con sus culatas, siéndole sustituidas
por otras dos en el taller que Palacio dirigía en la calle Bretón de los
Herreros. Se le montaron allí -no por fábrica- sendas culatas de doble
encendido que eran las que había disponibles.
En 1961 fue vendido a Barney Quinn (Madrid)
En 1965 vendido a Howard Morrison (USA)
En 1983 vendido a AM Quattlebaum (USA)
En 1998 vendido a Stephen Block (USA)
En 1999 vendido a M Kruseman (Holanda) pour 45.000 US $ (es el precio que se
paga por un Pegaso completo pero para restaurar totalmente o para piezas). El
vehículo estaba totalmente desmontado, falto de algunas piezxas mecánicas y de
carrocería.
En 2000 vendido a Franz Pelzer / Diana Carbonell (Holanda)
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· Texto: Al Volante
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