El
sueño imposible se ha hecho realidad; el deportivo más prestigioso del
automovilismo español, el Pegaso Z, prodigio de los años cincuenta, el
rival coriáceo de los Ferrari y Jaguar, está de nuevo en el mercado para
seducir, una vez más, a los amantes de los deportivos contundentes.
El
nuevo Pegaso Z-103, el último capricho mecánico para usuarios de
talonario bien pertrechado, sale a la luz con un precio de impresión,
comprendido entre los 27 y los 32 millones de pesetas, un precio capaz de
descubrir la exclusividad de un automóvil diferente, de un descapotable mágico
que sólo se fabricará por encargo.
El
Pegaso Z- 103 de 1.991, el deportivo de líneas clásicas que hará su
presentación oficial en el próximo Salón de Frankfort, en los compases
iniciales de septiembre, juega a fondo la carta de la nostalgia. Su carrocería
de formas voluptuosas, conformada a mano, sus llantas de radios, su eje trasero
de tipo De Dion, su
volante de madera o sus neumáticos de carcasa diagonal, son algunos de los
distintivos de un modelo diferente, de un veterano recreado por los mejores diseñadores
británicos del momento, por los especialistas de IAD.
El nuevo Pegaso no
es, sin embargo, un coche de museo, ni mucho menos, cumple a rajatabla todas las
normas de seguridad tanto activa como pasiva impuestas por la Comunidad Económica, cumple también las exigencias más estrictas en materia
de contaminación acústica y ambiental, sin renunciar en ningún instante a ese
estilo viril, contundente, impuesto por su predecesor, el Z-103 original,
a mediados de los años cincuenta.
El
último deportivo de origen español supera los doscientos kilómetros por hora
sin el menor esfuerzo; su capacidad de aceleración es capaz de ridiculizar a
los GT1 más apreciados.
Los
argumentos escondidos bajo el capó delantero, bajo ese capó de trazos
provocadores dibujado hace más de treinta años por el carrocero catalán Pedro
Serra, tienen el sello de nobleza impuesto por la sociedad British Aerospace,
por la sociedad que regenta los destinos de Rover. El motor del último Z-103,
un ocho cilindros en V de casi cuatro litros de cubicaje con ciento setenta
caballos de potencia, muestra con orgullo sus tapas de balancines, decoradas con
la inscripción Pegaso, como en el modelo original, un coche animado por
un ocho cilindros en V de poco más de 3,9 litros de cubicaje que daba ciento
ochenta caballos de potencia.
El
ocho cilindros de British Aerospace es el mismo utilizado por los Rover Vitesse
de hace algunos años, por los Morgan, por los Ginetta ... por los mejores
deportivos ingleses, un motor provisto de catalizador de tres vías, muy poco
contaminante, que exige la utilización de gasolina sin plomo.
Los
responsables e impulsores del nuevo Z-103, los ingenieros Rodríguez y
Lage, han sido fieles al estilo inolvidable de Wifredo Ricart, padre de los 86 Pegaso
nacidos entre 1951 y 1956, un estilo personalísimo basado en soluciones
revolucionarias, muy arriesgadas para su época, soluciones que aún mantienen
su validez en plena década de los noventa, sin mostrar síntomas de senilidad.
Las
suspensiones del último Pegaso, con barras de torsión longitudinales en
cada una de las ruedas del tren delantero y un eje De Dion en el tren posterior,
repiten el esquema lanzado por Ricart hace más de 35 años y hacen gala de una
eficacia espectacular, en la línea exigida por un modelo muy enérgico, capaz
de rodar a velocidades elevadas.
El
último Z-103 incorpora una caja de cambios dispuesta sobre el tren
trasero, lejos del motor, solución habitual en los mejores Alfa Romeo, en los
Porsche más ágiles, propuesta ya por el creador Pegaso en su primeros
deportivos Z-102.
El
Pegaso más joven consigue reparto de pesos casi perfecto entre ambos
ejes, con 580 kilos sobre el anterior y 590 kilos sobre el tren posterior, para
asegurar un comportamiento impecable en las curvas más traicioneras.
Las
semejanzas entre el Pegaso del año 55 y el recién nacido, entre el
maestro y el alumno, se han roto, sin embargo, en los capítulos que afectan al
tema seguridad. Los frenos de tambor originales, aquellos frenos que dieron
tantos quebraderos de cabeza a los conductores de unos proyectiles que superaban
los doscientos treinta kilómetros por hora, han cedido su puesto a cuatro
discos de dimensiones más que respetables. El Z-103 que acaba de ver la
luz utiliza discos autoventilados en el tren anterior y discos macizos en el
tren posterior, con una peculiaridad adicional, en la línea Ricart: los discos
traseros van pegados a la salida del diferencial, disposición elegida en su
tiempo por el mago de la mecánica para suprimir las vibraciones y los rebotes
de las ruedas motrices, sometidas siempre a un trabajo muy duro.
El
Pegaso que llega ahora al mercado incorpora una dirección de cremallera,
más precisa que la dirección de tomillo sin fin montada en los modelos
originales. El último Z-103 no recurre a ningún mecanismo de
servoasistencia, a ningún dispositivo encargado de suavizar la dureza habitual
en un conjunto deportivo por sus cuatro costados. El conductor del Pegaso
más joven sentirá cada giro, cada irregularidad del asfalto, en sus brazos y
en sus muñecas, tendrá que desplegar una fuerza física casi impensable en
cualquier turismo actual.
El
descapotable más esperado del año 91, el último Z-103, es un coche
construido de forma artesanal, como se hacían los primeros Pegaso. Los
especialistas de IAD, los responsables de los dos primeros prototipos de la
serie P-50, han golpeado la chapa con todo cariño durante horas y horas para
recrear las formas sinuosas de la carrocería Serra, han soldado largueros y
perfiles rectangulares hasta conformar un chasis de gran rigidez, han pintado y
repintado con primor para lograr el tono blanco nacarado característico de los
mejores modelos de la marca española.
Ese
estilo artesanal, característico de otros tiempos, se paladea al contemplar las
llantas de radios montadas en el Z-103, auténticas obras de arte con el
sello Rudge-Withworth, el mismo distintivo de las llantas originales,
construidas ahora en una factoría de la India, muy lejos de los talleres británicos,
rodeados de embrujo, responsables de estos diseños a lo largo de cinco décadas.
La
palomilla central de las llantas Rudge, la mariposa metálica, ha perdido parte
de su agresividad al incorporarse a los nuevos Pegaso. Las exigencias de
homologación en materia de seguridad pasiva han impuesto un diseño menos
provocador, menos cortante. Los usuarios del último Z-103 encontrarán
un mazo de goma en la completísima caja de herramientas de este deportivo tan
especial, el instrumento imprescindible para aflojar las mariposas de sujeción
con la rapidez exigida en cualquier carrera.
El
Pegaso Z-103, que entra ahora en la escena internacional, ofrece todas
las sensaciones de conducción habituales en los coches "sport" de los
cincuenta. Sus creadores han recurrido a neumáticos de carcasa diagonal, a los
neumáticos de los viejos tiempos, para reforzar el paralelismo entre el vehículo
de ayer y el impresionante modelo de hoy.
La
lista de similitudes entre maestro y alumno se ha roto en el espacio habitable:
la parquedad de elementos de confort, característica de un coche con estirpe de
competición, ha dejado paso al lujo más absoluto, al refinamiento de la mejor
madera y el mejor cuero, elementos nobles combinados con el esmero que Artespaña
reserva para sus mejores creaciones. El nuevo Pegaso Z-103 es un automóvil
superlativo, equipado al máximo: con aire acondicionado, con autorradio,
camuflado entre los asientos delanteros o con capota de accionamiento rápido,
un verdadero vehículo de prestigio que no ha renunciado al volante Nardi, a ese
cóctel de acero y madera lacada que luce el símbolo mitológico, el caballo
alado, con todo orgullo en el centro de sus tres radios.
El
Pegaso Z-103 está de nuevo entre nosotros; llega con el mismo magnetismo
salvaje que cautivó, en su tiempo, a nuestros abuelos y a nuestros padres. El
último Pegaso sigue levantando gritos de admiración por donde pasa, un
privilegio reservado sólo a los mejores.
PROYECTO
P50
Detrás
de esas dos siglas intrigantes, P-50, propias de un misil interespacial o de un
submarino indestructible, se esconde el proyecto más espectacular de la
industria española durante los últimos tiempos, el proyecto de relanzamiento
del Pegaso Z-103, el último deportivo creado por Wifredo Ricart.
El
coche que acaba de salir a la luz, resultado de tres años de trabajo, es casi
un calco perfecto del modelo original, del último Z-103, guardado por
Enasa durante más de 35 años.
El
nuevo Pegaso es un clásico adaptado al tiempo actual, un coche del ayer
con los elementos necesarios para rodar por cualquier país con todos los
parabienes oficiales, objetivo conseguido con la incorporación de cientos y
cientos de modificaciones.
El
Z-103 más joven, hijo directo de dos técnicos tan prestigiosos como
Acacio Rodríguez y Manuel Lage, incorpora un tren trasero muy especial, con
puente De Dion, un eje anclado al chasis por su parte anterior y no por la parte
posterior, como en el modelo original. Ese recurso ha hecho posible la colocación
del depósito de carburante, con 73 litros de capacidad, justo entre las ruedas
posteriores, de acuerdo con la legisiaci6n más exigente en materia de seguridad
pasiva. El equipo de desarrollo más joven ha modificado también el
marco del parabrisas, que ahora es más envolvente, los intermitentes
anteriores, dispuestos dentro de los faros de posición, y los grupos ópticos
posteriores.
El
Pegaso Z- 103, el modelo conmemorativo del quinto centenario, descubre la
valía de unos enamorados del automóvil, de unos hombres que decidieron
impresionar al mundo con un producto excepcional, con un automóvil superlativo.
PEGASO
Z-103 FICHA TÉCNICA
MOTOR
Tipo:
cuatro tiempos, gasolina
N.
de cilindros: ocho en V
Cilindrada:
3.948 cc.
Potencia
máxima: 170 caballos a 4.750 rp,m.
Par
máximo: 31,8 mkg a 2.600 rpm.
Alimentación:
inyección de combustible por control electrónico
Relación
de compresión: 9,35 a 1
CHASIS
Tracción:
a las ruedas traseras
Cambio:
manual, cinco velocidades
Susp.
del.: por barras de torsión longitudinales, con amortiguadores
Susp.
tras.: eje De Dion con paralelogramo de Watts, muelles helicoidales y
amortiguadores hidráulicos
Dirección:
de cremallera, columna de dirección ajustable
Frenos
(del/tra): discos autoventilados/discos macizos a la salida del diferencial
PESO
Y DIMENSIONES
Peso:
1.170 kilos
Longitud:
4.176 milímetros
Anchura:
1.578 milímetros
Altura:
1.272 milímetros
Distancia
entre e es: 2.340 mm.
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Autor: Angel Marco, Fotos: E. García-Hidalgo
(auto1, nº 110, agosto 1991)
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