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Pegaso Z-102


 

 
     

 

Berlineta Saoutchik BS 2 

 

 

 

 

El «stand» de Pegaso en el Salón de París de 1954 mostró la materialización de los últimos bocetos del carrocero Jaques Saoutchik. En un intento más por esquivar el ocaso inminente de su compañía, el estilista bielorruso había presentado a ENASA la tercera evolución -tercera contando la serie 1/2 de transición- de la berlineta prototipo de 1952.

En esta BS 2, era en la zaga donde se descubrían los rasgos distintos de los ya introducidos en la segunda carrocería de la serie intermedia -ver BS 1/2-.

 

Así, se podía observar cómo las aletas se prolongaban para embutir los pequeños pilotos traseros, a semejanza del diseño característico para acoger los faros delanteros. Más suavizado el recorrido final del techo, unos parachoques de tubo, tanto delante como detrás, y la toma de aire en el capó constituían las diferencias más visibles añadidas a su renovada fisonomía.

 

En el mismo salón, a unos metros de distancia, el espacio reservado al propio carrocero exhibía al público una variante de este modelo, la BS 2 Especial. Este vehículo, con un frontal al estilo de los Pegaso Touring, es posible que fuera el encargo de un particular, pues sólo se fabricó aquella unidad.

 

Más o menos atractiva que las anteriores ideas, lo cierto es que las siete berlinetas serie 2ª construidas -sin contar la BS 2 E-, convirtieron esta versión en la más comercial. De todas ellas, seis unidades se han conservado completas hasta hoy: tres están restauradas convenientemente, dos en espera de su rehabilitación y una cuya mecánica se vendió en EE.UU. y la carrocería se quedó en España. De la séptima sólo se ha salvado su mecánica, también en poder de un español.

 

La historia particular de cada vehículo no cuenta más que simples cambios de manos a lo largo de los años. Sólo el designado con el número de chasis 0146 y vendido a un francés, que lo clasificó en primera posición en el VI Raliye Sablé-Solesmes, y el numerado con el 0 137 estuvieron presentes en algún hecho para el recuerdo.

 

Precisamente, este último mencionado es el que aparece fotografiado en este reportaje. Adquirido en España por Jorge Fernández en 1954, con apenas un mes de rodaje participó en la Subida de la Dehesa de la Villa de Madrid celebrada el 21 de noviembre. El tercer puesto conseguido no dice tanto como los sólo 9 segundos de diferencia con el segundo, Rodolfo Bay con Pegaso Touring 3,2, y los 19 segundos con el vencedor, Polo Villaamil sobre el también Pegaso Spider Enasa Pedralbes con motor 3,2 con compresor. Sin duda, una proeza indiscutible.

 

En febrero del año siguiente, en el Trofeo Relojes Universal de Madrid, prueba de regularidad y no de velocidad pura como la anterior, volvía a ser inscrito. En esa ocasión se clasificó en decimocuarto lugar.

 

Fuese porque había participado en concentraciones deportivas o por otros motivos, su segundo propietario lo ingresó tras su compra en los talleres de Pegaso para una revisión. Una oferta irrechazable de la marca propició que de sus naves saliese con un motor nuevo 3,2 litros en sustitución del 2,8 de origen. Con esta mecánica competiría de nuevo en algunas reuniones locales, pero sin mayor trascendencia.

 

Con los años, el descuido que sufrió se hizo patente. Durante la década de los 70 se le pudo ver con la mecánica desmontada, repintado en rojo con el techo negro y en unas condiciones ruinosas arrinconado en un garaje madrileño. Ya en 1985, pasó a poder de su actual dueño, quien tras años de labor lo ha devuelto a la vida activa.

 
     
 

 

 

 

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