
Hay que
comprender, que el Pegaso de turismo, sin compresor, no es automóvil silencioso
y flexible. La máquina de 240 Km/h. que yo probé era un modelo sobrealimentado,
de alta compresión, al que había que tratar con el cuidado que uno espera
dedicar a un coche de carreras. Precisaba calentar el motor cuidadosamente con
bujías suaves y dar primero una tranquila vuelta a la manzana para conseguir
una circulación regular del aceite. Después se montaron las bujías calientes
que, por cierto, eran KLG.
¿Mereció la
pena este trabajo? Enfáticamente, si!! El motor desarrolla unos 250 CV a 6.500
rpm. aunque puede subir a 7.000 rpm. Con sus medidas “supercuadradas” de 80
x 70 mm (2.816 cm3), este alto régimen de giro supone sólo una moderada
velocidad lineal del pistón. El cambio de cinco velocidades y de relaciones
cerradas permite hacer el mejor uso del motor y, por supuesto, la performance es
tremenda. Tal potencia resultaría embarazosa a menos de disponer de una
excepcional estabilidad. Una de las mejores características del Pegaso es su
grupo trasero, que demuestra de manera definitiva, si tal prueba fuera
necesaria, que un sistema De Dion realmente bueno está muy por delante de
cualquier otro.
El diferencial
autoblocante contribuye también, lo mismo que la distribución de pesos
calculada para obtener la máxima adherencia de las ruedas traseras.
Como resultado
de ello, la aceleración es verdaderamente formidable y puede utilizarse toda la
potencia del motor en las velocidades inferiores, sin que las ruedas patinen.
La aceleración
no tiene comparación con la de cualquier coche de sport normal y se mantiene
hasta la velocidad máxima. Para dar una idea precisa de lo que quiero decir,
pienso que sería necesario disponer de un muy, muy buen monoplaza ERA 2 litros
para no perder de vista al Pegaso. El ruido del escape tiene una nota dura y metálica
y el compresor emite un agradable aullido, pero el motor no es ruidoso mecánicamente.
Sorprendentemente,
la caja de cambios, totalmente indirecta, es completamente silenciosa en
cualquiera de sus cinco velocidades. El aislamiento del grupo trasero con el
bastidor ha sido perfectamente resuelto, ya que ninguna vibración o sonido
llega a la carrocería. Por supuesto, “mi” Pegaso llevaba carrocería
descapotable, lo que no contribuiría a aumentar los ruidos como ocurre en un
cupé, pero aun escuchando atentamente no pude oír el silbido que es tan
normal con transmisiones sujetas al chasis. La marcha peca de firme ya que la
suspensión trasera tiene una amortiguación muy dura a baja velocidad.
Sin embargo,
yendo realmente deprisa el coche mantiene perfectamente la horizontal, sin que
uno sea consciente de su corta distancia entre ejes. Creo que los cupés
normales tienen una suspensión más suave que la de la unidad de competición
que yo usaba.
Sería difícil
imaginar un coche m s seguro en carretera que el Pegaso, a pesar de su inmenso
potencial de velocidad. La aceleración está equilibrada con frenos poderosos y
una dirección inhabitualmente directa, que en manos de un conductor experto
asegura rapidísimos cambios de sentido. En mi calidad de experto competidor en
subidas creo que este sería el automóvil ideal para esa especialidad.”
· Autor: John Bolster (AUTOSPORT, Reino Unido)
· Gracias a Lorenzo G. por enviar el texto.
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