Este año, se me había puesto todo en contra, para poder asistir. Incluso andaba de mal humor, viendo como este 2023, se me escapaba “Caranzón”.
Lo tenía muy muy crudo (temas laborales afortunadamente, y no de salud, que suelen tener peor arreglo).
Al final la tan anehada carambola se produjo, aunque muy a última hora, y con poco margen de reacción.
Para colmo de males, mi fiel montura (mi Simca 1000) lo tenía en dique seco, y tenía que lanzarme a la conquista de los algo más de 900 Km que separan Tarazona, de mi lugar de residencia en la costa onubense, con mi última adquisición. Un Seat 124, al que tras procurarle las debidas atenciones, debía cubrir tamaña distancia en escasos días (ir el viernes, y vuelta el domingo).
Mi mujer, mi propia cabeza, y cualquiera en su sano juicio, habría desistido de semejante despropósito. Pero este viernes, cuando el día empezaba a clarear, y con más miedo que vergüenza, me eché a la carrera, sin saber si conseguiría el objetivo.
Pues bien, la experiencia un año más ha sido de lo más gratificante. Poder volver a saludar a compañeros de afición, conocidos, y por conocer, unido a la asistencia de muchos de los integrantes de Clásicos San Fermín, hace que el sacrificio haya merecido la pena sobradamente.
Un abrazo fuerte, y espero poder volver a veros en próximas ediciones, aunque los años ya me van pesando.
