Sería muy pretencioso por mi parte dar a conocer, descubrir una característica, ni que fuera nimia y que nunca se hubiera mencionado hasta ahora, de un coche popular, fabricado y comercializado a razón de casi 1.500.000 unidades; el Dyane. Lo que expondré a continuación serán mis impresiones con el Dyane, ahora que ya circulo con él. En primer lugar, comparándolo someramente con los otros 2 mis clásicos populares inmediatamente anteriores, que le han pasado la vez: el Renault 4 TL y el Suzuki SJ 410.
De los 3, el Dyane es el que más me ha acercado a un clásico con las acepciones añadidas de antiguo y viejo, tomándolo como un todo: mecánica y conducción, pues el Renault, con los ojos cerrados y si tuviera 20 cm. más de anchura interior, a grandes rasgos hubiera podido pasar por bastante más moderno de lo que en realidad era; poco motorizado, sí, pero cómodo y suave, apto para desplazamientos sin exceso de pretensiones. El Suzuki era otra cosa. Lobo con piel de cordero, peleón, no se achantaba ante las dificultades y cuanta más alto era el grado, más brillaba, en su terreno: fuera del asfalto. En asfalto no lo encontré práctico.
Dyane.
Del Dyane, e igualmente de sus familiares bicilíndricos, vox populi se dice que el pedal del acelerador acepta solamente 2 posiciones: sin pisar y pisado a fondo. Vale. Correcto si se ha de circular integrado entre el tráfico actual, entonces no va a quedar otra que gas a fondo. Pero si se puede ir por libre, llaneando a 70 km/h., sin pie a la tabla, es una delicia.
Las marchas entran muy bien. El recorrido de la palanca, es largo y la descomposición de movimientos favorece tomarte tu tiempo para realizar la maniobra. La inercia del volante motor es un fiel aliado para coartar cualquier brusquedad al acoplar nuevamente el embrague.
La 1ª no está sincronizada, pero no deteniendo completamente el coche, por ejemplo, en un cruce, bocacalle, etc., puedes perfectamente reiniciar la marcha en 2ª. Por contra, me está costando trabajo acostumbrarme de pasar de 4ª a 2ª y a veces incluso de 3ª a 2ª, por el esquema de marchas que tienen estos coches, algo que no me pasó con el 4 L, que lo encontré más intuitivo y me lo hice mío, desde el minuto 1.
La dirección, hombre, de mantequilla, no es, pero teniendo en cuenta que en conducción normal, apenas hay que actuar sobre el volante, no afecta. Sí se nota la dureza cuando, por ejemplo, te quieres lucir, al negociar una rotonda, dejando al moderno que te sigue, clavado atrás y viendo incrédulo, como te alejas; entonces sí hay que pelearse con el volante.
Los frenos, en mi coche, que son de tambor en todas las ruedas excepto en la de recambio, son muy correctos y equilibrados. El de mano es potente y efectivo. Valga decir que por seguridad cambié la bomba principal, que estaba recién cambiada por el anterior propietario y le instalé una de doble circuito; aunque esto no influye en la frenada.
La suspensión es a destacar: por la comodidad que ofrece. Yo había circulado mucho en hidroneumático y, no nos engañemos, el Dyane no es un hidroneumático, pero no le va muy a la zaga, no queda muy lejos de él; desde luego sí queda a años luz de cualquiera suspensión tradicional mecánica. El Dyane flota y flota muy bien sobre la carretera, muy bien. He probado con varias presiones de neumático, por asfalto y pistas de tierra y me he plantado en 1,6 Kg. Para mi gusto, con más de 1,6 Kg., encuentro que el neumático transmite exceso de rigidez al chasis, tanto en las ruedas delanteras, como en las traseras, como si, ruedas y muelles, jugasen en ligas diferentes. Lo amortiguadores los puse nuevos; los traseros creo que eran los de origen, los que le montaron en Vigo, el año 1976, pues eran de marca Citroën, los delanteros eran unos Monroe, pero de aspecto y tacto igual de baqueteados que los traseros. Con amortiguación nueva, el coche se nota más sujeto.
Me queda por resolver algunos detalles, por ejemplo, despedir a la orquesta de grillos y tintineos que provienen de los cristales, tanto de los deslizantes de las puertas traseras, como los descendentes en las delanteras. Todo tiene mucho juego, es un coche viejo y las guías están desgastadas. No compraré guías nuevas, aguzaré el ingenio.
Otro punto a resolver es la insonorización. A tenor de reparar la chapa, dejé la carrocería completamente al desnudo, eliminando la exigua insonorización que traía. Ahora no lleva nada y al circular a velocidad de camión sobrado de tacógrafo, el ruido del motor, a 90 Km/h., se hace notar. Ya no es el sonido de motor bicilíndrico, sonido agradable, es ruido. A esa velocidad de risa, los kilómetros tardan en pasar y el viaje acaba por hacerse pesado, por el ruido. Tampoco me gastaré los dineros en material de insonorización exprofeso para la automoción: caro; usaré el medio caro. El que venga detrás, si quiere, el caro, ya se lo pondrá él.
Este coche, y sin necesidad de pedir la Luna, con 5 CV más, para lo que es, para el uso que se la va a dar, quedaría perfecto.