OPINAR NO ES JUZGAR.
No soy juez y no condeno o absuelvo personas. Sí soy conductor y ciudadano (raso), y opino de temas varios; uno es la carretera y lo que lleva aparejado: vehículos, conductores, incidencias.
En el accidente acontecido en Francia, tal como lo veo intervinieron 3 factores:
a)- Uno de fijo: la carretera.
b) y c)- Dos de variables: el vehículo y el conductor.
La carretera.
Podría decirse que toda la vida ha estado allí. Antes que se inaugurará el túnel, el 100% del tránsito pasaba por esa carretera, no había otra opción; coches, camiones, autocares, todos negociando las mismas curvas y todos subiendo el puerto y afrontado después el descenso. Cuántos cientos de miles de vehículos han utilizado esa carretera; ¿cuántos han acabado estrellados? Creo que la respuesta es obvia, en el % le saldrían tantos ceros a la izquierda de la coma, que no merecería mención.
Primera conclusión: la carretera no ha tenido culpa en el accidente.
El autocar.
Cuántos cientos de miles de autocares circulan por el mundo, todos con el mismo sistema de frenos; ¿cuántos se han estrellado por avería (falta de aire) en los frenos? Desde mi punto de vista, sirve la misma respuesta anterior.
Segunda conclusión: el autocar no ha tenido la culpa en el accidente.
Conductor.
Cuántos accidentes se producen en todo el mundo; ¿en qué % se declara como culpable el Destino, el Horóscopo, el poso del café, la palma de la mano, Nostradamus, etc.? Dándole la vuelta a la pregunta: ¿a qué % asciende declarar culpable el conductor? Respuesta: por redondeo, el 100%.
Tercera conclusión: el conductor es culpable del accidente.
Pues es lo que hay. Para mí tiene poca relevancia que ese señor tuviera líos fiscales y económicos previos; insisto, no soy juez y no voy a juzgarlo. Tiene poca relevancia el no saber si mantenía correctamente el vehículo, siendo como se le supone, profesional del transporte (viajeros) e igualmente conductor profesional; pues yo no viajaba en ese autocar, ni tampoco tengo relación con los fallecidos (Q. E. P. D.) y heridos. Sí pero, tiene relevancia que comparto vías públicas con ese conductor.
Blanco y en botella es leche.
Ese autocar, en parte de su recorrido debía ir del punto A, al punto B y tenía dos opciones: el trayecto más corto, en línea recta, en trazado llano, o el largo, en sucesión de curvas, subiendo y bajado un puerto de montaña. El responsable del autocar, el capitán del vehículo en ese momento, escogió el largo, el de las curvas y el de descenso pronunciado; de ese modo, alguien sin determinar ahorraría 40 euros (peaje del túnel). La jugada salió mal, se accidentó y murieron y resultaron heridas personas inocentes.
Repito por tercera vez que no dicto sentencias judiciales, no condenaré a pena de prisión, ni a indemnizar a nadie. Sí que me parece que a ese conductor deberían quitarle el carnet de conducir, para siempre jamás. Quien con sus actos se muestra irresponsable y sin criterio, es una bomba de relojería, en la carretera. A mí no me sirve el cacareado con la boca pequeña “corporativismo entre conductores”: hoy yo te tapo tus errores, mañana tú taparás los míos. No. Conductor profesional ¿no sabes conducir?, pues, fuera. No me sirve que horas antes, cuando nos cruzamos, ese autocar que no era un vehículo ultramoderno, de conducción autónoma, que lo manejaba una persona, un profesional, allí hubiese una barrera de hormigón, entre él y yo, que sí la había. No me sirve. No me sirve darle palmaditas en la espalda, disculparle y que se vaya de rositas. Pelillos a la mar. Hoy no te has estrellado contra mí. Profesional ¿no sabes conducir?; a la calle.
Por si puede ayudar a alguien.
No tengo inconveniente en narrar otro error que cometí yo, también ellos años 70. No soy conductor profesional.
Cada día hacía un trayecto por autopista, el mismo, una rutina. Era en horas de poco tráfico y en esa época no había los controles de velocidad que tanto abundan en la actualidad. No conducía deprisa, volaba bajo. Cada día lo mismo. En éstas, que se pone a llover y yo, en la misma rutina, a la misma velocidad que circulando con piso seco, piso, un charco Aquaplaning y antes que me diera tiempo a pestañear, el coche gira 90º sobre su eje y nos quedamos los 2 (yo y el GS) encarados contra el guardarraíl, a la misma velocidad que veníamos circulando 1/10 de segundo antes. Al nacer debió tocarme en suerte un buen ángel de la guarda e igual que en el relato anterior con los frenos, conseguí no estrellarme, no por centímetros, ni milímetros, sino por el grosor de un cabello humano. Hubiera sido una buena torta, con un coche que no tenía airbags, ni pretensores de cinturón, ni mucha deformación progresiva, ni nada de lo que llevan todos los coches del siglo XXI. ¿Qué hubiera argumentado en mi defensa, ante mi padre (era su coche)? Lo clásico: la culpa ha sido de la lluvia.
No. La lluvia no tiene la culpa. No. La carretera no tiene la culpa. No. Los frenos no tienen la culpa. La culpa, por redondeo es del conductor y cuando se trata de un conductor profesional, la culpa es doble culpa. El carnet de conducir se lo dan (dar es un decir) a cualquiera; a mí también me lo dieron. El carnet de conductor profesional no lo dan a cualquiera; detrás hay unos aprendizajes específicos y una confianza en el ejercicio de la futura responsabilidad. En todas las profesiones relacionadas con el transporte de personas: vía terrestre (asfalto, cable y carril), marítima y aérea, quien comete un fallo y de resultas mueren personas, va a la calle. No hay segunda oportunidad. No debería haber rifa de segunda oportunidad.
En mis conclusiones ese conductor ha de ir a la calle.