Conviene no dejar al sol ese coche.
Hace unos años, en un aeródromo cerca de Madrid, llevaron tres, y los dejaron al sol, delante de la cafetería, una mañana de verano, meintras el dueño de la fábrica comentaba cosas con los pilotos, con unas cervecitas.
Al salir, el pegamento que sujetaba el ¿cuero? de las puertas y el tablero se había derretido, y los revestimientos, parcialmente despegados y enhiestos al sol, ofrecían una imagen muy curiosa.
Como si se les hubieran puesto los pelos de punta a los coches.
Cosas de los Hurtan.