El tema Cal Los es bastante ambiguo y de hecho, en España, no está claramente delimitado. Yo me ciño a lo comúnmente aceptado allende nuestras fronteras.
Si aceptamos pulpo como animal de compañía y nos ceñimos, por ejemplo a datos tan baladís como los paragolpes de plástico y/o metal que citas, veremos, no solamente que el Arrecinco no sería un clásico y sin embargo coches posteriores como el Talbot Horizon si, sino que incluso y sin ser el Cinco un clásico, su hermano el Arresiete si lo sería. Absolutamente absurdo, como puedes/podéis apreciar.
Generalmente (y aún redundando en lo flexible de las normas) se toma como punto de inflexión clasiquil el final de la segunda guerra mundial y así, los coches posteriores a esta fecha no son, salvo notables excepciones, clásicos estrictamente hablando.
Con anterioridad a esta fecha, se establecen también diferentes categorías entre los estrictamente clásicos (por lo general los nacidos entre la crisis del 29 y el final de la SGM, los antiguos (fin de la PGM y crisis del 29) y los veteranos (Anteriores al fin de la Gran Guerra).
Si miramos solo un poquito al norte, veremos que los franceses tienen una deliciosa manera de denominar a los zarrios populares posteriores a la SGM y de que constituyen una inmensa mayoría en un país que vio desaparecer prácticamente todas sus marcas de élite entre 1940 y 1960. Los llaman simplemente “vehículos de posguerra”.
Nuestro caso, dada la debacle que supuso, también en cuanto al automóvil, nuestra guerra incivil (1936/39), los años de cerrazón provocados la dictadura franquista (1938/1975) y nuestro casi absoluto desconocimiento y/o desinterés por la historia del automóvil, es desde luego diferente y ocasiona un inmenso caos a la hora de denominar los vehículos coleccionables (Yo suelo emplear este término para referirme a los zarrios que pueblan nuestros garajes) y de hecho me es “intravenoso”, como bien sabes, a la hora de valorar afectivamente un coche, que éste sea de 1905 o de 2008 pero... por favor, no empleemos alegremente el término “clasico” para denominar todo lo que nos parezca.
Quizás el ejemplo más clarificador que puedo dar yo es que mi coche preferido (aquel que se eleva sobre el bien y el mal) es (y lo es por motivos estrictamente sentimentales) el Chrysler 180 pero... no por ello lo denominaré clásico ni pretenderé hacer comulgar con ruedas de molino a los demás. El Tochenta es un trasto anticuado, anodino y vulgar que yo adoro porque en él transcurrió mi niñez pero... tiene tanto de clásico como el (pen)último disco de David Bisbal.
Como dijo hace dos mil años un conocido personaje: “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.
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