Entretenido número, que aún tengo a mitad de leer. He empezado por la prueba del Lancia, modelo del que habitualmente se alaba el diseño de su carrocería. Pero con lo subjetivo que es pronunciarse sobre gustos estéticos, reconozco que en este caso creo que Pininfarina, en contra de lo que se escribe, hizo una faena "de alivio", en la que el frontal y la trasera eran demasiado similares a las del Fiat 2100 o del Peugeot 404, aparecidos antes, o del Morris 1100, comercializado por entonces, vehículos todos mucho más populares que el Lancia por lo que, sin ser en absoluto feo, el maestro carrocero no estuvo a la altura de la categoría del coche, como sí que lo estuvieron Touring o Zagato.
Habrá quien lo califique de seña de identidad y otros como falta de originalidad. Un poco lo que tantas veces se ha criticado de los diseños de Audi.
Además, el recurso de prolongar las aletas traseras hasta la luneta, no carece de gracia pero causa demasiada pesadez visual. Y el salpicadero, más soso que una paella sin sal.
Menos mal que Pininfarina se redimió más tarde con modelos épicos.